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sábado, 29 de enero de 2022

Xiomara Castro presidenta de Honduras

 Para las izquierdas latinoamericanas, Honduras es un nuevo y medular avance en el derrotero de la democracia participativa y deliberativa de la ciudadanía.

Adalberto Santana / Para Con Nuestra América

Desde Ciudad de México


El arribo de Xiomara Castro a la presidencia de Honduras el jueves 27 de enero de 2022, marca el inicio de una nueva etapa en la historia de ese hermano país latinoamericano, pero también es un hito histórico para el desarrollo político y social de los países de nuestra América. Tal acontecimiento se desarrolla en un momento álgido de la escena internacional.  Especialmente cuando en la región de México, Centroamérica y el Caribe se vive una crisis humanitaria por el creciente flujo migratorio de ciudadanos hondureños, haitianos y de diversos horizontes de nuestra América e incluso del mundo. Pero también es un momento destacado del escenario internacional cuando la potencia hegemónica (EU), genera una gran tensión mundial al desplegar campañas belicistas con el pretexto de proteger la integridad de Ucrania “amenazada” pretendidamente por Rusia y Bielorrusia. 

 

En ese contexto en medio de la pandemia de la covid-19, en el itsmo centroamericano, se abre paso la lucha del pueblo hondureño por derribar la llamada “narcodictadura” que durante ocho años gobernó la patria de Francisco Morazán, encabezada por el ex mandatario Juan Orlando Hernández (JOH).

 

A la ceremonia de imposición de la banda presidencial (2022-2026), desarrollada en el Estadio Nacional de Honduras, asistieron entre más de 25 mil asistentes, diversos mandatarios y representantes de varios países del continente y de otras regiones del mundo. Destacaron entre ellos la presencia de la vicepresidenta de los EU, Kamala Harris, el rey de España Felipe VI, el presidente de Costa Rica Carlos Alvarado, Cristina Fernández vicepresidente de Argentina, Feliz Ulloa vicepresidente de El Salvador, Evo Morales y Dilma Russeff, ex mandatarios de Bolivia y Brasil respectivamente, entre otras diversas representaciones que testimoniaron y dieron respaldo a ese nuevo curso de la democracia en Honduras.

 

Un hecho más que significativo es que llegó por primera vez una mujer a la presidencia de esa hermana nación centroamericana. Hecho simbólico y político que la misma mandataria resaltó en su toma del poder. La presidente centroamericana ponderó que recibió un país en plena bancarrota. Situación heredada por el saqueo que generó la llamada narcodictadura encabezada por JOH. En su propuesta de gobierno resaltó la lucha de emprender el combate a la corrupción y a la pobreza que ha alcanzado al 74% de la población del país centroamericano. Sin duda, un grave problema de la realidad de los países centroamericanos, pero profundizado en Honduras es el constante flujo migratorio de los ciudadanos hondureños hacia México y los EU. Lo que hace más que patente la búsqueda de la justicia social.  Otro problema que destacó Xiomara Castro, es el pago de la deuda del país que se incremento a 157 mil millones de dólares.  Por lo tanto, planteo una urgente negociación con los acreedores internacionales. Problema muy ligado a la herencia que en el presupuesto dejó el gobierno anterior donde imperó la corrupción de los “cachurecos” (así conocidos los políticos conservadores y derechistas del Partido Nacional de Honduras). Esto puede entenderse como la herencia del modelo neoliberal en uno de los países más vulnerables de nuestra irredenta América.

 

Otro elemento que la mandataria hondureña resaltó en su primer discurso fue destacar la herencia que el régimen anterior generó con los contratos lesivos que los “cachurecos” dejaron en la empresa eléctrica y las enormes pérdidas heredadas en provecho del enriquecimiento de la oligarquía.  Es decir, de las crudas aplicaciones de las medidas neoliberales como fueron las llamadas Zonas Especiales de Desarrollo y Empleo (ZEDES) que fue una venta del patrimonio y del territorio nacional. Fue como dijo Xiomara Castro: “La década corrompida en la historia de Honduras”.

 

En ese contexto, la alternativa que propone es la refundación de la patria de Francisco Morazán, por medio de un socialismo democrático. Comenzando por el respeto al ser humano, la seguridad de los ciudadanos, la desaparición de los escuadrones de la muerte y de el crimen organizado. Es decir, la creación de un “Estado garantista donde se pueda vivir en paz”. De esa manera la mandataria se ha propuesto transforman a Honduras en cuatro ejes esenciales: en la educación, la salud, la seguridad y el empleo. En palabras de la misma Xiomara Castro: “Las anclas reales al progreso y desarrollo”.

 

Su propuesta de gobierno se articula también en las consultas populares. Si se prefiere hacer efectiva una democracia participativa.  Así, ordenó que, a partir de ese mismo 27 de enero, no se pagarán las facturas de energía por los más vulnerables. Es decir, “dar gratis la luz a los más pobres de Honduras”. De tal suerte que la justicia social ya ha comenzado a implementarla al ordenar que el Banco Central realice la disminución de los intereses bancarios para la producción. No permitir más permisos de minas abiertas y explotación de los recursos naturales como se ha hecho anteriormente. Asimismo, poner en libertad a los presos políticos y hacer justicia en el caso de la luchadora ambientalista Bertha Cáceres, que fue vilmente asesinada en el gobierno anterior. A esto se agregó la reivindicación de la plena atención para pueblos indígenas, afrodescendientes y para las minorías LGTB. Pero sin duda en un país donde las reivindicaciones de las luchas sociales de las mujeres han sido uno de los motores de su campaña para llegar a la presidencia, lanzó la consigna como programa de gobierno de “Vivir las mujeres en un país libre de violencia”. Si se prefiere, la gestión de Xiomara Castro tendrá como aspiración para refundar al país centroamericano llevar adelante la lucha por la transparencia y la anticorrupción. Sin lugar a dudas, para las izquierdas latinoamericanas, Honduras es un nuevo y medular avance en el derrotero de la democracia participativa y deliberativa de la ciudadanía. 

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