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sábado, 21 de junio de 2014

La sonrisa de las transnacionales

El Mundial es el circo más grande del mundo, para escarnio de las empresas transnacionales norteamericanas, que no pueden hacer del Super Bowl algo similar.

Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)

Las mujeres de Pakistán fabrican los balones
del Mundial para la transnacional Adidas.
La Brazuca, que se fabrica en Pakistán, es la pelota del Mundial Brasil 2014. El pasado domingo, el jugador suizo Haris Seferovic, en los últimos segundos del partido, empujó esa esférica a las redes del arco defendido por Alexander Domínguez y desató la tristeza de todos los ecuatorianos.

Pakistán, y en particular sus mujeres, tienen una  larga tradición en la fabricación de balones. Su trabajo se remonta a 1990, cuando fueron contratadas por la transnacional Adidas, que produce en Alemania pelotas para las ligas de varios países europeos, la Liga de Campeones y ahora para la Copa del Mundo.

Adidas hace su plan de negocios y desarrolla la tecnología de la Brazuca en Alemania. Programa su marketing para América Latina en México o en Sao Paulo. Vende la mercancía en todo el gigantesco mercado emergente de la región, con la publicidad extraordinaria de un mundial de fútbol en Brasil. Y manufactura el ‘bien de mercado’ con mano de obra baratísima de Pakistán.

En Alemania, el valor agregado generado en ese plan de negocios es máximo. En Pakistán, las mujeres, que fabrican la pelota que hace delirar al mundo, ganan menos por mes de lo que vale una botella de un regular vino del Rin en un mercado de Stuttgart.

‘La sonrisa de las empresas transnacionales’ es una idea de Jürgen Schuldt, que hace alusión al aprovechamiento del ambiente de negocios globalizado que hacen las transnacionales. De acuerdo al investigador peruano, las empresas transnacionales reasignan sus inversiones y ciertas etapas de sus procesos de producción de bajo valor agregado y de rendimientos decrecientes a los países del Sur, a fin de reducir sus costos.

Por lo tanto, podríamos decir también que el fútbol arranca varias sonrisas. El Mundial es el circo más grande del mundo, para escarnio de las empresas transnacionales norteamericanas, que no pueden hacer del Super Bowl algo similar.

Schuldt sostiene que en los extremos de la cadena productiva se genera un valor agregado superior -con más altas remuneraciones y mayores tasas de ganancia- y rendimientos crecientes a escala. En esos segmentos se especializan las empresas del Norte rico. Mientras, en las partes centrales de la cadena, se encuentran las actividades que ofrecen menores valores agregados -con rendimientos decrecientes y menores tasas de ganancia-. Las empresas transnacionales transfieren esos procesos a los países del Sur para que se especialicen en ellos.

Queda claro que los dueños del balón de fútbol tienen un público cautivo, fiel y seguro, porque podemos cambiar de partido político, divorciarnos y volvernos a casar, cambiamos de gustos y circunstancias, y envejecemos... pero mantenemos el mismo sentimiento por la ‘Tri’ (gane o pierda), la blanquirroja, la celeste, la verdeamarela, la naranja, o por cualquier otra expresión multicolor. Es la misma emoción desde que jugábamos con pelotas (las Soria de cuero y con bleris) no tan sofisticadas, rápidas y veloces, como la Brazuca.

Disfruten del Mundial.

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