Esta crisis no ha de conducir por necesidad al derrumbe del capitalismo, aunque va modificando sin duda las formas de organización y expresión de las luchas que tienen lugar en su seno.
Guillermo Castro H. / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
“El mundo está en tránsito violento, de un estado social a otro. En este cambio, los elementos de los pueblos se desquician y confunden; las ideas se obscurecen; se mezclan la justicia y la venganza; se exageran la acción y la reacción; hasta que luego, por la soberana potencia de la razón, que a todas las demás domina, y brota, como la aurora de la noche, de todas las tempestades de las almas, acrisólanse los confundidos elementos, disípanse las nubes del combate, y van asentándose en sus cauces las fuerzas originales del estado nuevo…”
José Martí[1]
Para María Laura Herrera, que estudia y trabaja, y razona
Las contradicciones y conflictos puestos en evidencia por la crisis detonada por la pandemia de COVID 19 han renovado el debate sobre el significado y las perspectivas de la globalización. Esta vez, ha sido asumida como un proceso en curso antes que como una fatalidad inevitable, y con ello se abre a discusión si ese proceso conduce a una transformación dentro de un orden ya vigente – en el cual China, por ejemplo desplace de su posición dominante a Estados Unidos – o a una transición hacia una nueva estructura de organización planetaria.