Deben apoyarse con total fuerza todos los avances populares, también los surgidos de elecciones en los marcos de las restringidas democracias representativas. Son elementos que suman, que ayudan a empoderar a los pueblos. Pero no hay que perder de vista que eso tiene un límite, y el sistema sabe hasta dónde permite avanzar.
Marcelo Colussi / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
Democracia formal: “Es el arte de impedir que la gente se entrometa en lo que realmente le atañe”.
Paul Valéry
En Bolivia acaba de “triunfar la democracia”, según dicen tanto los ganadores (el Movimiento al Socialismo, encabezado por Luis Arce y David Choquehuanca) como la derecha perdedora de la contienda. Ensalzar “la democracia” es algo ya frecuente tras las juntas electorales. Por supuesto, debe apoyarse con todas las fuerzas el actual proceso boliviano, dado que es un triunfo popular luego de la asonada reaccionaria con que se sacó del poder a Evo Morales a fines del 2019. Pero, al mismo tiempo, debe profundizarse el análisis crítico de esta democraciaelectoral, porque es sabido su corto alcance, y que, en definitiva, es siempre un “triunfo popular” muy a medias. “Se puede revertir un Golpe de Estado en las urnas, y vencer democráticamente al intervencionismo extranjero”, se ha dicho con honestidad. Sucede, sin embargo, que esas urnas son mentirosas.