sábado, 12 de octubre de 2013

Conservadores optimistas con tendencias políticas en América Latina. ¿Se justifica?

Estamos frente a una reorganización de posiciones políticas conservadoras que visualizan una coyuntura propicia para salir del aislamiento y pasar a la ofensiva estableciendo un marco de articulación regional que retome la convergencia hemisférica inviabilizada en la “fatídica” cumbre de Mar del Plata.

Luis Fernando Ayerbe* / Especial para Con Nuestra América
Desde Sao Paulo, Brasil

Introducción

En la entrega de la semana pasada de nuestro site Sem Diplomacia repercutimos posiciones de políticos y analistas conservadores latino-americanos expresando cierto optimismo con lo que consideran un fin de ciclo para la hegemonía de los gobiernos populares en la región.

El Nuevo Herald de Miami reprodujo parte de la intervención del ex-presidente de México, Vicente Fox, durante el III World Business Forum Latinoamérica, en el centro que lleva su nombre. Recordando a Hugo Chávez, Fox le atribuye papel central en lo que considera la destrucción del sueño de la unidad continental, que corporifica en la propuesta del ALCA lanzada por Estados Unidos en 1994, con el consenso de todos los países presentes en la Cumbre de Miami, y enterrada en la Cumbre de Mar del Plata de 2005, justamente gracias al decisivo activismo de los presidentes Néstor Kirchner, Lula da Silva y Chávez (http://unesp.br/semdiplomacia/artigos/2013/184). Como respuesta, defiende la necesidad de un "Nafta plus", siguiendo el modelo europeo.

En su columna en El Nuevo Herald, Andrés Oppenheimer comenta el hecho de que Obama no haya mencionado a América Latina en su reciente discurso en la ONU, que asocia a la previsible continuidad del desinterés demostrado desde que asumió la presidencia.

No obstante, considera que el país no debe darle las espaldas a la región, especialmente en un momento en que el predominio de lo que etiqueta como "populismo autoritario" estaría decayendo. Justamente es cuando Obama debía prestar más atención, en primer lugar, a los países que están colocando en pie la Alianza del Pacífico (AP), Perú, Colombia, Chile y México. (http://www.elnuevoherald.com/2013/09/28/1578051/oppenheimer-la-fatiga-latinoamericana.html?story_link=email_msg).

La necesidad y posibilidad de un fin de ciclo en la región viene siendo apuntado por importantes think tanks estadounidenses, que dan la bienvenida a la AP como mecanismo de integración adepto al libre mercado y sin restricciones apriorísticas a la participación norteamericana, apareciendo como un eje diferenciado a la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA), la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

Dadas las limitaciones de espacio, nos detendremos en tres think tanks que dan mayor atención al tema objeto del artículo: 1) American Enterprise Institute, que cuenta entre sus cuadros con Roger Noriega, Subsecretario para el Hemisferio Occidental de George W. Bush; 2) Center for Strategic and Internacional Studies (CSIS), cuenta entre sus consejeros a Zbigniew Brzezinski, Asesor de Seguridad Nacional de Jimmy Carter y tuvo como miembro a Otto Reich, Subsecretario para el Hemisferio Occidental de George W. Bush; 3) Heritage Foundation (HF), cuyo analista de política externa, Ray Walser, ejerció la copresidencia de la campaña del candidato Republicano Mitt Romney para las cuestiones relativas a América Latina.

Los Think Tanks y el regionalismo latinoamericano

Tanto el AEI como la HF focalizan su atención en el activismo del ALBA. Durante el proceso electoral de 2008, Roger Noriega colocaba entre los desafíos destacados para el próximo presidente el “Imperialismo Bolivariano" sostenido financieramente por el aumento de los precios del petróleo, presentado como factor de fortaleza coyuntural, aunque de limitado alcance estructural, previendo un inevitable fracaso cuando el mercado se estabilice. (http://www.aei.org/outlook/27051)

Diferentemente de Hugo Chávez y el ALBA, Noriega ve positivamente la actuación del presidente peruano Ollanta Humala, que dando continuidad a su antecesor Alan García en la promoción de la AP, “probó ser más pragmático de que ideológico, y parece cada vez más confortable con las soluciones de libre mercado en detrimento de la agenda estatista”. (http://www.aei.org/article/foreign-and-defense-policy/regional/latin-america/peru-heads-in-right-direction-under-president-humala/)

La “paranoia” con el eje bolivariano se torna crecientemente alarmante en los análisis de la HF. De acuerdo con Suarez-Murias, el ALBA sería una puerta de entrada de Irán a la región: “Cuando EE.UU. llevaran a Occidente a establecer sanciones paralizantes contra Irán, los Estados del ALBA continuaron negociando con Irán. Venezuela y Ecuador... permiten a Irán usar estructuras bancarias internas para mover su dinero en el mercado internacional. Además de eso, las operaciones con Cuba y Venezuela... vienen teniendo suceso en falsificar documentos de identidad para que ciudadanos iraníes emigren con más libertad para América del Norte” (http://blog.heritage.org/2013/07/18/the-growing-presence-of-iran-in-latin-america/)

En ese clima de “amenaza bolivariana inminente”, la reunión realizada en Cali en mayo de 2013 entre los presidentes de la AP es percibida como factor positivo que deberá exigir mayor atención del gobierno Obama. Para Sergio Daga, de la HF, se trata de un “bloque comercial, considerablemente más pragmático y menos ideológico que otros de la región (por ejemplo, el ALBA, CELAC y UNASUR, todos ellos chavistas)”. (http://blog.heritage.org/2013/05/28/pacific-alliance-decreasing-trade-barriers-and-increasing-economic-growth/)

Analizando el caso Snowden y la emergencia de la AP, que considera dos marcos de las relaciones hemisféricas de 2013, Carl Meacham, del CSIS, se cuestiona sobre porque la oferta de ayuda al espía asilado provisoriamente en Rusia se concentra en el Hemisferio Occidental, particularmente en aquellos países asociados al ALBA, lo que ve como indicador de la tendencia al deterioro de la posición de EE.UU.: “una serie de líderes de la región, particularmente Maduro, procuran seguir el ejemplo de Chávez y Fidel Castro. Su liderazgo dependió principalmente en ganar relevancia e influencia adoptando posiciones contrarias a Estados Unidos y al interés nacional de EE.UU. Dándole una mano a Snowden... esos líderes latinoamericanos continúan esa larga (y en gran medida cansadora) tendencia”. (http://csis.org/publication/snowden-latin-america-and-russia)

Como compensación, Mecham apunta las razones por las cuales EE.UU. deberían integrar la AP: “la Alianza del Pacífico incorpora un conjunto de valores que los Estados Unidos han defendido, tanto en la región como alrededor del mundo... Aceptar una invitación para ser miembro pleno sería, en suma, el mensaje de que Estados Unidos está del lado de sus vecinos de América Latina que trabajan por una mayor liberalización económica. (http://csis.org/publication/why-should-united-states-join-pacific-alliance)

Consideraciones finales

Diferentemente de la manifestación del presidente colombiano Juan Manuel Santos en ocasión de la reunión en Cali de que la AP no pretendía ser un contrapunto a otros mecanismos regionales de integración (http://agenciabrasil.ebc.com.br/noticia/2013-05-23/alianca-do-pacifico-nao-representa-contraponto-ao-mercosul-diz-presidente-da-colombia), los análisis que presentamos muestran que sectores representativos del establishment de la política exterior estadounidense exaltan esa iniciativa como base de un nuevo eje pro-mercado capaz de revitalizar la agenda de liberalización de alcance hemisférico delineada en el ALCA. De esa forma, consideran posible pensar en la reversión de un escenario regional que desde la presidencia de George W. Bush preocupa a esos sectores, que visualizan el predominio de un eje antiamericano patrocinado por gobiernos de izquierda, especialmente los sudamericanos encabezados por Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, Néstor y Cristina Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa, que se materializaría de forma más explícita en el ALBA, la UNASUR y CELAC.

Para favorecer la perspectiva promisora para los intereses estadounidenses que conservadores latinoamericanos y estadounidenses asocian a la AP, recomiendan que el gobierno de EE.UU abandone el déficit de atención que viene caracterizando la política hemisférica.

De hecho, estamos frente a una reorganización de posiciones políticas que visualizan una coyuntura propicia para salir del aislamiento y pasar a la ofensiva estableciendo un marco de articulación regional que retome la convergencia hemisférica inviabilizada en la “fatídica” cumbre de Mar del Plata. Un desafío conservador que requiere reflexión y respuesta del campo progresista latinoamericano. 

*El autor es historiador argentino, con más de 30 años de residir en Brasil. Profesor e investigador del Instituto de Estudos Econômicos e Internacionais (IEEI-UNESP), de la Universidad Estatal Paulista de Brasil. En el año 2001, recibió el Premio Casa de las Américas, en la categoría de ensayo, por su obra: Los Estados Unidos y América Latina: la construcción de la hegemonía.

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