sábado, 31 de octubre de 2009

Ser jolgoriosamente entreguistas

Arias y Martinelli son dos de los más grandes empresarios de sus respectivos países, tienen intereses comunes, se entienden entre sí sin mayores preámbulos. Se han encontrado los siameses perdidos y se llenan de euforia. Después de tanto tiempo de vivir pegados sin verse a la cara, se reconocen los rasgos parecidos, y reavivan la dicha de pertenecer a la misma familia que tiene en Washington al padre y guía que les asigna su lugar en el mundo.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmai.com
Las clases dominantes centroamericanas han sido, por naturaleza, apéndices sumisos de la economía de los Estados Unidos, cajas de resonancia festivas de sus decisiones políticas. Recibir alguna mirada aprobatoria de quien preside la Casa Blanca, llegar a codearse alguna vez con el establishment estadounidense, constituye el sumum de su felicidad, el pináculo de una carrera política. Independientemente del paisito del que procedan, una vez que se jubilen se verán las caras en algún condominio de lujo de Miami, el lugar de los “Estados” que más les gusta porque es la imagen ideal de lo que piensan que podrían haber sido sus países si no tuvieran esa mentalidad subdesarrollada que no les permite ser modernos.
El primer viajecito que hace todo mandatario centroamericano que se precie debe ser a Washington. Ahí será recibido por el inquilino de la Casa Blanca por quince o veinte minutos, se tomarán una foto que el susodicho enmarcará y pondrá, más tarde, en algún lugar privilegiado en donde todo el que lo visite pueda verla, y después será enviado de regreso a su país en donde, una vez bendito, hará todo lo posible porque las inversiones norteamericana puedan establecerse sin ningún tropiezo y florezcan.
Estando tan cerca de los Estados Unidos, ¿pueden hacer otra cosa? Claro que pueden, pero no les conviene porque ellos mismos, como personas y como clase política, se encuentran estrechamente vinculados a los intereses de la potencia del Norte: son intermediarios de tercera categoría que se contentan con recoger las migas de la comilona mayor, pero con eso se siente satisfechos. Esa es su naturaleza, el papel que tienen asignado en la división internacional del trabajo: la de lumpenburguesía. Clases dominantes provincianas que ejercen dominio sobre sus coterráneos de forma particular, las más de las veces venalmente, con métodos que recuerdan la administración de las fincas de las cuales muchos son propietarios. Su entreguismo y venalidad provinciana ha dejado de tal forma su impronta a través del tiempo que hasta un mote han recibido los espacios republicanos en los que se refocilan: Repúblicas bananeras.
Cuando algo distinto a ellos aparece en el horizonte se horrorizan y lo satanizan. El señor presidente de la República de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, representante de uno de los más voraces sectores económicos del país, ha llamado “pintorescos” a los presidentes que hacen esfuerzos por aglutinar a América Latina en función de sus propios intereses y que, por lo tanto son distintos a él.
Para no ser ni parecer “pintoresco”, el señor presidente Oscar Arias Sánchez hace todo lo posible por seguir los dictados que Washington ha establecido para la región. Como ya lo ha demostrado con anterioridad, no escatima esfuerzos en este sentido. Una sola vez angustiado, algunos dicen que oportunistamente, vaya usted a saber, tuvo un desliz: su gobierno pidió el ingreso a Petrocaribe. Eran los tiempos en que el precio del petróleo trepaba, pero una vez que la premura pasó, perdió el interés y dejó de decir cosas positivas de aquellos a los que, la verdad de las verdades, considera “pintorescos”.
Ahora, el señor presidente Orcar Arias Sánchez, que veía un poco desconcertado desde su trono de la paz el avance de las posiciones nacionalistas en América Latina, está contento porque ya se siente menos solo: Ricardo Martinelli ha llegado a ser presidente de Panamá, su vecino del Sur.
Jubilosos los dos, se encontraron la semana pasada en Panamá. No es mucho decir que pocas veces se le había visto tan a gusto a don Oscar Arias, tan distendido, tan con los suyos, y no es para menos: Arias y Martinelli son dos de los más grandes empresarios de sus respectivos países, tienen intereses comunes, se entienden entre sí sin mayores preámbulos, dicen que a veces solo con la mirada.
Como Costa Rica ha sido siempre reticente a la integración centroamericana, sus pares de los otros países hicieron alguna vez la alusión que esta se llevaba a cabo solo con 4 de ellos: Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Costa Rica estaba, en esta fórmula, si no afuera (que no lo está), al margen en muchas cosas. Hoy Arias, jubiloso, dice en Panamá que si hay una integración de 4, Panamá y Costa Rica harán la de 2.
Se han encontrado los siameses perdidos y se llenan de euforia. Después de tanto tiempo de vivir pegados sin verse a la cara se reconocen los rasgos parecidos, y reavivan la dicha de pertenecer a la misma familia que tiene en Washington al padre y guía que les asigna su lugar en el mundo.
Como es sabido, Panamá es tanto puente como tapón. Puente por el canal, que une el Océano Atlántico con el Océano Pacífico. Tapón porque en su territorio está ubicado el único lugar en América en el que la Carretera Panamericana, que atraviesa todo el continente, se interrumpe; zona selvática que aísla a Centroamérica de América del Sur debido a los intereses norteamericanos.
Colombia, Panamá y Costa Rica juegan ahora al papel de tapón, de contención que les asigna papá Washington. Son la barricada que se erige para tratar de frenar a Venezuela, a Bolivia, a Ecuador, a Cuba, a Brasil y, en términos generales, a esa tendencia que intenta construir proyectos nacional-progresistas en América Latina.
Los tres gobiernos cumplen así su triste papel histórico, el de siempre, el de seguidistas de la política del gigante de las siete leguas que dijera Martí, y lo hacen sonrientemente.
Son jolgoriosamente entreguistas.

Centroamérica fracturada

De aquella “unidad geográfica y ecológica indivisible, cuyos pueblos y naciones representan una extraordinaria diversidad cultural y étnica, con una lengua e historia común”, como definieron a Centroamérica los presidentes del SICA en la Declaración de Nicaragua de 1997 , solo queda la retórica unionista, un Istmo fracturado y partido en dos.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
El pasado jueves 29 de octubre en Ciudad de Panamá, en el marco de la firma del Acuerdo de Asociación Costa Rica-Panamá, cuyos principales puntos de negociación giran en torno al comercio y la vigilancia y seguridad fronteriza, el presidente costarricense Oscar Arias declaró a la prensa que “este acuerdo con Panamá representa un CA2, es decir, un Centroamérica 2. Los dos países al sur del Istmo se unen” (La Nación, Costa Rica, 30-10-2009), lo que constituye, a su manera, la contraparte del CA4 conformado, desde hace algunos años, por Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
El acuerdo llega en momentos en que el presidente panameño, Ricardo Martinelli, nueva vedette de la derecha latinoamericana, lanza fuertes cuestionamientos al proceso y los mecanismos de la integración centroamericana (quiere ser parte de la negociación del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, pero sin adherirse al Sistema de Integración Centroamericana, SICA), al tiempo que aprovecha los distintos foros para fustigar la ola de gobiernos progresistas y nacional populares que han accedido al poder democráticamente en el continente, y a los que se ha propuesto detener durante su gestión.
Revelador de la naturaleza política de Martinelli es el hecho de que el suyo fue el único gobierno, en toda América Latina, que se declaró dispuesto a reconocer las elecciones en Honduras, cuando pretendían realizarse bajo la dictadura de Roberto Michelleti (La Prensa, Honduras, 20-09-009).
Así las cosas, una lectura posible de la entente Arias-Martinelli es la que señala el fortalecimiento del eje Bogotá-Panamá-San José, dentro de la geoestrategia de EE.UU. para el área mesoamericana (ver: La tenaza que se cierra).
Otra vía de interpretación, y que nos interesa destacar en estas líneas, es la que pone énfasis en cómo nuestra región parece marchar, inexorablemente, hacia a su fractura política y socioeconómica.
Precisamente, desde hace ya algún tiempo las investigaciones sobre el desarrollo social, político y económico de Centroamérica, así como de su proceso de integración, hacen hincapié en señalar el fenómeno de la fractura regional, es decir, la conformación de dos bloques de países, con características más o menos similares, y que seguirían caminos bien diferenciados en el futuro inmediato: por un lado, el del CA4, y por el otro, el del recién bautizado CA2.
El Informe Estado de la Región del 2008, por ejemplo, ensayó varios ejercicios prospectivos sobre los posibles escenarios de Centroamérica para el año 2020, tomando como punto de partida las condiciones existentes en 2008 (que difícilmente cambiarán en el corto plazo), y sus resultados no son alentadores.
De no cambiar las tendencias actuales del desarrollo centroamericano, la situación del CA4 se caracterizará por una profundización de la apertura económica basada en la agroexportación y la maquila, pero sin conexión entre el crecimiento económico y el progreso social; los Estados verán agravada su debilidad institucional –ya de por sí precaria- y persistirá una alta desigualdad en la distribución de la riqueza; y relacionado con esto, la “exportación de personas” (migraciones por motivos económicos) y las remesas mantendrán su protagonismo en el sistema económico.
Para el CA2, en cambio, las perspectivas lucen un tanto más positivas, en la medida en que Costa Rica y Panamá consoliden su modelo de desarrollo “diferenciado” del resto de Centroamérica -aunque igualmente dependiente de los centros metropolitanos-, a saber, el neo-enclave tecnológico, turístico y financiero. Si bien esto ampliará la desconexión entre el sector externo de la economía (el que se orienta “hacia afuera”) y el resto de los sectores productivos, los resultados económicos y sociales serían aceptables y se observarían avances relativos en el desarrollo humano; empero, esto no eximiría a los dos países de experimentar al fenómeno de la formación de “bolsones” de pobreza urbanos.
Lo que el Informe describe, y de alguna manera lo refleja su metodología de análisis por bloques de países, no es otra cosa sino el escenario de la renuncia total a la idea política, económica y cultural histórica de la integración centroamericana, un destino hacia el cual hoy, desgraciadamente, los grupos hegemónicos empresariales, financieros y políticos dan pasos agigantados.
De aquella “unidad geográfica y ecológica indivisible, cuyos pueblos y naciones representan una extraordinaria diversidad cultural y étnica, con una lengua e historia común”, como definieron a Centroamérica los presidentes del SICA en la Declaración de Nicaragua de 1997, solo queda la retórica unionista, un Istmo fracturado y partido en dos, mientras el 46,5% de su población vive en condición de pobreza (este dato corresponde al 2006, y por lo tanto no contabiliza aún los efectos de la actual crisis económica global).
Pero nada de esto parece importarle a las élites que realmente tienen el poder en nuestros países, encandiladas como están por las promesas de prosperidad del libre comercio panamericano y de la globalización de los mercados (esto es lo que nos confirmó el golpismo de nuevo cuño ensayado y ejecutado "preventivamente" en Honduras); ni tampoco le interesa a sus aliados transnacionales, quienes han cosechado de nuestras divisiones, desconfianzas y desarrollos desiguales, para favorecer sus entramados de negocios.
Para estos grupos, minoritarios pero poderosos, en Centroamérica 4 + 2 nunca sumarán 6.

1929 - 2009. Nosotros los de ahora, y los nuestros de entonces

Lo esencial, en esta circunstancia, es que los sectores oprimidos - siempre a la defensiva, siempre empujados a la dispersión por el acoso incesante de los opresores- despliegan hoy capacidades de iniciativa y concertación que habían estado ausentes de la política latinoamericana desde la década de 1980. Cada manifestación de esas capacidades, a su vez, ganará en fecundidad en la medida en que se vincule a una concepción general del mundo capaz de expresarse en una práctica política correspondiente a la novedad de los tiempos.

Guillermo Castro Herrera / Especial para Con Nuestra América - AUNA Costa Rica
“Nacidos en una época turbulenta, arrastrados al abrir los ojos a la luz por ideas ya hechas y por corrientes ya creadas, obedeciendo a instintos y a impulsos, más que a juicios y determinaciones, los hombres de la generación actual vivimos en un desconocimiento lastimoso y casi total del problema que nos toca resolver. […] Establecer el problema es necesario, con sus datos, procesos y conclusiones.- Así, sinceramente y tenazmente, se llega al bienestar: no de otro modo. Y se adquieren tamaños de hombres libres.”
José Martí, Cuadernos de apuntes, 1881.
Para Lourdes, siempre
1929
La crisis de 1929 tiene especial importancia para el análisis de la que enfrentamos hoy, al menos en dos sentidos. El primero y más general corresponde a su alcance y su importancia histórica: con ella culminó el ciclo de desarrollo liberal clásico, y el mundo ingresó en plenitud al siglo XX. El segundo tiene un carácter más específico. La gestión de la crisis de 1929 proporcionó un importante modelo de referencia en la formación de varias generaciones de científicos sociales latinoamericanos, en lo relativo a la comprensión del lugar y el papel de la región en los procesos de formación y transformación del moderno sistema mundial.
Así, el manejo de la crisis de 1929 fue percibido como exitoso en cuanto había logrado dos importantes objetivos. Uno, contener y revertir el terrible impacto inicial de la crisis sobre el sistema mundial. El otro, haber sido capaz de conducir a ese sistema a un escalón superior de desarrollo civilizatorio, en el que la ideología del progreso – sucesora a su vez de la de la civilización, tan cercana a las oligarquía de nuestra América - cedió su lugar a la del desarrollo, más adecuada a un mundo que dejaba de estar organizado en metrópolis y colonias para constituirse en una comunidad de Estados independientes vinculados entre sí por un mercado mundial que encontraba en el dólar norteamericano un referente monetario universal.
Como todo modelo, éste contiene imprecisiones. Lo descrito en el párrafo anterior, por ejemplo, corresponde a las formas más visibles de gestión de aquella crisis, tales como la intervención masiva del Estado en la economía, la ampliación de los derechos democráticos de las capas medias y los trabajadores en los Estados nacionales de la época, y la creación de servicios públicos eficientes de salud pública, educación masiva y seguridad social en esos países. John Maynard Keynes, en lo económico, como Franklin Delano Roosevelt en lo político y lo social constituyen sin duda los héroes más visibles de aquel momento histórico en este nivel de visibilidad.
Un segundo nivel, que ha ganado en visibilidad en estos tiempos, hace a las dos grandes reformas que conoció el sistema mundial. La primera se refiere a la creación de un verdadero sistema monetario internacional a partir de los acuerdos de Breton Woods, en julio de 1944. La segunda, y más notoria, a la de la creación del moderno sistema internacional, estructurado como una Organización de las Naciones Unidas, que pasó de medio centenar de Estados fundadores en octubre de 1945, a casi doscientos medio siglo después.
Estos dos niveles de visibilidad en la gestión de aquella crisis fueron el resultado, también, de circunstancias que estuvieron presentes entonces, pero no tienen equivalente ahora. De ellas, la primera y más notoria en el plano político es la de la claridad de las opciones enfrentadas: el liberalismo al centro, con el fascismo a la derecha y el comunismo estalinista a la izquierda, definieron de manera prístina el escenario de la geopolítica mundial entonces. Y a eso cabría agregar la amplitud de los espacios sociales, ambientales y políticos de maniobra conque contaba entonces el sistema mundial, y de los que carece hoy. Leer más...

Honduras: Tiempos que merecen ser vividos

Sabido es que la historia continúa y que protagonistas mucho más curtidos seguirán disputando palmo a palmo el destino de Honduras. Pero ya no resulta reconocible aquel país que aceptó dócilmente el alquiler de su territorio para montar una implacable guerra contra el gobierno sandinista de la vecina Nicaragua.
NOTA RELACIONADA: Mel aguantó, Lula empujó
Mario Toer * / Página12
Las noticias que llegan desde Tegucigalpa parecen indicar que esta vez sí el acuerdo es posible y el presidente Zelaya será repuesto en su cargo. Los cables nos dicen que el enviado de Obama había deliberado con el usurpador en el cargo y habría dado a entender que era la única posibilidad para que las futuras elecciones fueran reconocidas. No decía nada nuevo, la comunidad latinoamericana casi en pleno lo venía sosteniendo. Y el presidente norteamericano parece lo suficientemente perspicaz para entender que las posturas asumidas en el continente no eran retórica de circunstancia.
No muy lejos de allí, en Venezuela, dos de los principales protagonistas de la insistente denuncia de los golpistas, los presidentes Lula y Chávez, se estrechaban en un abrazo y daban nuevos pasos en la integración regional. También el mismo día, otra de las protagonistas en el celo y la insistencia de denunciar la significación del mal hadado golpe hondureño anunciaba el destino de significativos recursos para paliar la situación de la niñez más necesitada.
Sabido es que la historia continúa y que protagonistas mucho más curtidos seguirán disputando palmo a palmo el destino de Honduras. Pero ya no resulta reconocible aquel país que aceptó dócilmente el alquiler de su territorio para montar una implacable guerra contra el gobierno sandinista de la vecina Nicaragua.
Que la comunidad internacional encabezada por América Latina haya contribuido a hacer retroceder el proyecto golpista hondureño es un hecho histórico y trascendente. Pero en honor a la verdad ya teníamos antecedentes cercanos que venían marcando el camino. El respaldo a la movilización popular que en Venezuela rescató al presidente Chávez de las mazmorras de los golpistas puede pensarse como un antes y un después en la historia de la región. La rápida convocatoria de los líderes latinoamericanos para respaldar al presidente Morales y advertir a los escisionistas del oriente boliviano que no habría contemplaciones con semejante aventura también fue concluyente.
Estamos viviendo en una América diferente, muy digna de ser vivida, aunque haya tantas cuentas pendientes. Lo empiezan a entender desde el Norte. Con algún desconcierto lo admiten desde Europa. A las que más les cuesta aceptarlo es a las minorías locales. No podría esperarse otra cosa. Por todo ello, lo nuevo que ha surgido hay que cuidarlo, defenderlo y ayudarlo a que crezca.
* Profesor titular de Política Latinoamericana, Universidad de Buenos Aires.

El bloqueo y el estilo Obama de pedalear

El bloqueo es otra prueba de fuego para el presidente Obama que prometió un nuevo comienzo en las relaciones con Cuba, dio algunos pasos encomiables pero muy modestos y allí se ha quedado. Al extremo que más de un analista asegura que ya hizo todo lo que iba a hacer con Cuba al menos en su primer mandato.

Ángel Guerra Cabrera / LA JORNADA
Aunque escribo unas horas antes de ser votada en la Asamblea General de la ONU la resolución Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, estoy seguro que su aprobación habrá sido casi unánime. Aparte del bloqueador, sólo Israel, su hermano siamés, tiene la cara dura de votar en contra. De alguna forma debe pagar los consabidos vetos de Washington en el Consejo de Seguridad a cualquier condena, por pálida que sea, de las fechorías del sionismo. Por que el voto de alguna dependencia semicolonial yanqui del Pacífico no debería ni contarse.
¿Cómo explicar el sucesivo aumento del número de votos en pro de la resolución cubana a lo largo de dieciocho años, que en 2008 llegó a 185 de 192 estados miembros de Naciones Unidas, con únicamente los tres mencionados en contra? La razón es muy sencilla. No existe un embargo bilateral, como cínicamente afirma Washington. Lo que existe es un bloqueo de carácter extraterritorial con el cual Estados Unidos intenta yugular las relaciones económicas internacionales con Cuba mediante amenazas y duras sanciones a terceros e incurre por ello en una violación flagrante de la soberanía de la gran mayoría de los estados miembros de la ONU y de su derecho a comerciar libremente. En suma, un gravísimo atentado al derecho internacional y a la Carta de Naciones Unidas pero no sólo por las razones mencionadas, que afectan vitales intereses hasta de sus aliados más cercanos por más que no sientan simpatía alguna hacia Cuba.
Lo es también por la siguiente razón, muy poderosa desde el punto de vista legal y también ético, y esto es crucial considerarlo. El bloqueo viola el derecho internacional, también y ante todo, por tratarse de una medida genocida según la conocida definición de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio puesto que en el caso de Cuba tienen aplicación todos los actos que expresamente menciona perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional étnico, racial o religioso, como tal. El carácter genocida del bloqueo puede expresarse en hechos terribles repetidos durante casi medio siglo como la muerte cotidiana de cubanos de todas las edades por falta de fármacos o dispositivos oncológicos, cardiológicos y, en general, de alta tecnología, de los que Estados Unidos se niega a vender a la isla pese a saberse el único fabricante; o cuando obliga a poner en peligro la vida de otros cubanos, que, por ejemplo, deben ser sometidos a una operación a corazón abierto por no disponerse de un insumo estadunidense como pueden ser ciertos tipos de stent utilizados en cardiología pediátrica.
Pero el bloqueo es mucho más abarcador que estos ejemplos escandalosamente dramáticos y se extiende a los severos daños que ha inflingido a millones de personas en todas las esferas de la vida diaria durante medio siglo. El bloqueo exigió un grado de heroísmo laboral y social sin precedente para sustituir con pura inventiva las refacciones e insumos estadunidenses del equipamiento agrícola, industrial y de servicios de Cuba de un día para otro y luego una mudanza en tiempo récord a otras tecnologías, una experiencia humana sumamente traumática, sobre todo para un país pobre y subdesarrollado.
Si nos adentramos en la historia de las agresiones estadunidenses contra Cuba, puede afirmarse rotundamente, como lo ha propuesto Ricardo Alarcón, que las medidas yanquis de guerra económica comienzan desde enero de 1959 cuando Washington recibe como héroes a los batistianos, portadores de la totalidad del tesoro nacional de la isla, valorado en 400 millones de dólares de entonces. Con ese monumental robo al pueblo de Cuba comenzó a forjarse el gran poder económico de la contrarrevolución emigrada a Miami y ese mismo año Estados Unidos privó a Cuba de la cuota azucarera.
El bloqueo es otra prueba de fuego para el presidente Obama que prometió un nuevo comienzo en las relaciones con Cuba, dio algunos pasos encomiables pero muy modestos y allí se ha quedado. Al extremo que más de un analista asegura que ya hizo todo lo que iba a hacer con Cuba al menos en su primer mandato. Y es probable que así sea si el primer presidente negro y Nobel de la Paz al vapor sigue respecto a la isla la conducta de pedalear hacia atrás que en general observa en otros asuntos frente a los crecientes ataques de la extrema derecha.

Chávez: el hombre detrás del líder popular

Uno de los principales biógrafos del Presidente de Venezuela, Modesto Guerrero, contó a la Agencia Periodística del Mercosur (APM) los entretelones del militar devenido en referente social, el mismo que hacía cantar canciones anarquistas a sus soldados.

Roberto Aguirre / APM (Desde Neuquén, Argentina)

Detrás de todo líder político existe un hombre, con sus contingencias y su historia. Sin embargo, el caso del presidente venezolano, Hugo Chávez, abre varios interrogantes: ¿Cómo un militar pudo convertirse en un referente popular? ¿Cómo un integrante de las Fuerzas Armadas, la institución históricamente más reaccionaria de América Latina, devino en un político de izquierda? ¿Cómo un hijo de pobres campesinos, un llanero, un hombre que canta y recita, un orador que puede hablar 5 ó 6 horas de corrido en su programa de televisión, se convirtió en la cabeza de un movimiento de cambio que aglutinó a gran parte del progresismo en la región?

Uno de los principales biógrafos de Chávez, Modesto Guerrero, arriesgó una explicación: “sufrió una transformación subjetiva” que lo convirtió en la persona que es hoy. De paso por la provincia de Neuquén para asistir las Jornadas Nacionales de Estudiantes de Comunicación, “Demoliendo Teles”, que se llevaron a cabo en la Universidad del Comahue, el periodista y escritor venezolano, autor de la biografía “¿Quién inventó a Chávez?”, explicó a APM cómo fue el largo parto del líder popular, el mismo que cuando era militar hacía cantar canciones prohibidas a sus soldados.

¿Cómo describiría al Chávez presidente, en la coyuntura política actual de América Latina?

Chávez es un emergente peculiar, producto de un proceso que se dio en América Latina y en Venezuela. Es una construcción histórica de una personalidad. Chávez era un desconocido en 1992, aún en las Fuerzas Armadas, con la excepción de la inteligencia militar que lo tenía investigado. Desde ese lugar se construyó como líder político. Claro que no es el primer caso en la historia, está el de Napoleón. Pero él solo era un líder militar. En cambio, Chávez se convirtió en un líder político popular, en un caudillo, lo que no es fácil. El presidente venezolano expresa y contiene todas las señales de una América Latina que se está revolviendo contra el imperialismo. Chávez contiene esa señal histórica y le da conciencia, le da discurso, le da voz. Ese es su valor individual.

Esta característica es al menos curiosa, porque él está formado en lo más ortodoxo del Ejército. ¿Qué ocurrió para que, siendo militar, se transformara en un líder popular?

Sufrió una transformación subjetiva. El venía de una formación muy rupestre, un nacionalismo muy rupestre, y fue conformándose con una virtud sobre cualquier otro nacionalista: él se mezclo con el pueblo y los trabajadores en la lucha de clases venezolana. No fue un nacionalista que se quedó sólo conspirando desde las Fuerzas Armadas, o que se dedicó a la institución política del Estado. De hecho, nunca tuvo un cargo en el estado, ni siquiera en un partido político. Él se formó en la lucha de clases venezolana, desde el `92 hasta el `98, cuando ganó las elecciones. La masa con la que se formó, la brea, la musculatura, es la de la lucha de clases. Por eso él se apoya tanto en los trabajadores, en los campesinos y en los barrios pobres y no en la burguesía. Algo tiene que explicar por qué un líder nacionalista que no era clasista no se apoyó en la burguesía. Esto lo distingue de otros líderes.

Quizás una clave sea la recuperación del pensamiento bolivariano. En Argentina, los militares estudian a San Martín, pero no lo rescatan como un referente popular. En cambio, Chávez creó todo un plan de gobierno a partir de la experiencia de Simón Bolívar…

Es cierto, creó una doctrina. Es el segundo o tercer caso en América Latina donde una constitución burguesa –porque esa es su naturaleza- se transforma en un programa político de masas y no sólo en una Constitución de Estado. Se hizo cuerpo y carne de un movimiento social que le dio vida, la aplicó y la realzó. El caso de la burguesía argentina es más complicado. Acá existen escuelas y corrientes enfrentadas, inspiradas en San Martín. Esto, que haya tanta pelea, tantas corrientes, no se da en ningún otro país de América Latina. De hecho hay sanmartinianos de derecha o ultraderecha. Bolívar, en cambio, fue más plebeyo. Aunque tuvo el mismo origen burgués de San Martín, existen características que lo distinguen y permiten transformarlo en referencia revolucionaria aún hoy. Pensemos, por ejemplo, que Rousseau o Montesquieu no podrían convertirse en referencias revolucionarias en la actualidad. Pero Bolívar sí, por dos características: En principio porque tuvo la presunción de que se estaba conformando un imperio. No lo llamo imperialismo, pero lo llamó gran imperio. Era apenas 1823. Segundo, hizo lo que San Martín se negó a hacer porque no le dieron las condiciones locales y él mismo decidió correrse de lo político para ejercer sólo como militar. Bolívar es una mezcla de gran general con gran político. Es el que llevó el proyecto unionista americano, un proyecto que fracasó porque el enemigo lo derrotó, no porque se negara a aplicarlo. Nadie llevó ese desarrollo al máximo como Bolívar y por eso la historiografía se ve obligada a destacarlo. Además, dejó un Ejército más plebeyo. Esto sirve también para explicar a Chávez. El Ejército venezolano que quedó no fue de aristócratas, fue de pequeños propietarios o directamente de no propietarios. Esto nutrió la historia venezolana.

Es que Bolívar comprendió que la alianza con las clases populares era clave para su empresa. ¿Cuánto de esa enseñanza sobrevive en Chávez?

Chávez tiene una contradicción, aunque la ha ido resolviendo. Él no era un hombre de la clase trabajadora ni de los oprimidos. Surgió entre los oprimidos, es hijo de campesinos pobres, pero después ascendió a las clases medias a través del Ejército. Desde el principio de su ingreso a las Fuerzas, comenzó a vivir una contradicción en su existencia, que fue la de vivir conspirando dentro de la institución más reaccionaria del estado burgués. El era un hombre de las Fuerzas Armadas que subvertía el orden dentro de las propias Fuerzas Armadas. Por eso, de madrugada, se iba a escondidas del cuartel, protegido por los guardias amigos, para hacer proselitismo, para convencer a otros de su causa. Esto lo convirtió en una persona cada vez más incómoda para sus superiores, pero también para él mismo. A tal punto él no comprendía lo que era ser militar, que le contestaba a todos sus superiores. Tiene casi 20 causas por contestarle a un superior. Eso no ocurre con ningún militar en su sano juicio. Esa contradicción la resolvió en el `92 cuando se convirtió en un líder político. Intentó un golpe de Estado, fracasó, y se fue preso. Cuando salió de prisión, se fue a vivir a un barrio pobre y a militar con el sindicato más de izquierda que tenía Venezuela en ese momento, que era el sindicato textil de Valencia.

¿Cómo es la persona detrás del líder político?

Muy compleja. Tiene mucho de militar y mucho del militante social que se hizo del `92 en adelante y que tiene la memoria del campesino pobre. El vive sometido a esas tensiones geográficas en su conformación. Se puede encontrar a un Chávez muy simpático y condescendiente con las vanguardias populares, y después a una persona irascible, y hasta grosero con los ministros que no cumplen y se corrompen, o los que no se corrompen pero son ineficaces. Es una ida y vuelta entre una persona que tiene tendencia autoritaria, como todo líder, y a la vez es un hombre democrático por su formación ideológica y política.

Se destaca su carisma político. ¿Cuánto de su construcción como líder social tiene que ver con eso?

El carisma le viene por naturaleza. El es llanero; su formación sociocultural estuvo condiciona por una vida muy activa en la imaginería, en la música, en la canción, en el carisma social. Es heredero de una tradición que además de ser geográfica es biográfica. Su abuelo fue un guerrillero rural, convertido en ícono nacional a través de la memoria campesina. Los campesinos recordaban sus hazañas, las multiplicaban por diez y las convertían en algo casi ficcional y propio de una novela caribeña. Eso le hinchó un poco la imaginación a Chávez. Él se embebió de historia nacional, de Bolívar, y con eso urdió ese carisma que lo llevó a ser un líder militar que, por ejemplo, le hacía cantar canciones prohibidas a sus soldados cuando salían de expedición. Les hacia cantar la “Marcha Negra”, de Ezequiel Zamora, que tenía origen anarquista.

Además, cuando sus soldados cometían errores, les hacía recitar el poema del escritor Andrés Eloy Blanco a su bisabuelo guerrillero. Eso es muy raro: en lugar de obligarlos a hacer sometimientos físicos les hacía esto.

Otro ejemplo. Cada vez que leía un libro de crítica contra el gobierno o la corrupción del gobierno venezolano, o un libro de historia o de marxismo que le gustara, comparaba 15 ó 20 ejemplares y los regalaba firmados por él. Aquí en Argentina una vieja militante peronista me mostró un libro que le regaló firmado por él. Esto también es raro. De su origen llanero viene también esa formación en recitación y canto. De allí fue tomando forma de muchacho carismático. A los 17 años, se ponía a recitar sobre las hazañas de Bolívar. Los que estaban a su alrededor se quedaban dormidos, pero él igual seguía hablando como si lo estuvieran escuchando. Esto lo hace una persona particular.

Más allá de su carisma Chávez tiene grandes capacidades retóricas…

El construyó una retórica que lo convirtió en un caso raro de pedagogo político. En Venezuela, se hace cada 7 días el programa de televisión “Aló presidente”. Cada “Aló presidente” modifica el cuadro mediático de ese día. Hace de todo: muestra libros, cuanta historias, explica economía – ahora que aprendió, porque antes no sabia nada-. Chávez es el vocero nacional: explica políticas desde un medio popular que llega a ocho millones de venezolanos adultos.

Hay un libro que analiza el discurso de Chávez desde la semiología y dice que no es del líder clásico o de grandes oradores, él tiene algo que lo distingue. El de Chávez se parece más al del profeta; usa otros recursos para explicar, compara, hace una vuelta al pasado. Esto se lo facilita su memoria, que es increíble. García Márquez la calificó como memoria de elefante. Puede hablar de un tema dar vueltas y volver al mismo dato una hora después. Ese fenómeno no es fácil de encontrar en la historia. Pero tiene que ver con su condición de campesino, que son muy orales. Cantan, hacen chistes, esto agiliza el discurso. Chávez usa un discurso llano. Ser popular o populista no es lo mismo que ser líder carismático. Menem fue un líder populista. Lo que hace la diferencia es el contenido.

Bolivia: Zapatos o sandalias

La victoria de Evo Morales, con mayoría – con la posibilidad de llegar a los dos tercios del Senado – permitirá que todo el proceso, recién iniciado, de refundación del Estado boliviano, con el nuevo andamiaje legal que eso requiere, pueda ser realizado conforme a las orientaciones del gobierno.
Emir Sader / LA JIRIBILLA
"Mejor un mafioso de zapato que un ignorante de sandalia”. El comentario prejuicioso fue hecho por una mujer blanca, en el vuelo de Santa Cruz de la Sierra a Cochabamba.
Da una idea del sentimiento de esa minoría blanca, que siempre gobernó Bolivia durante siglos, al sentir que el país les fue expropiado por las manos de la gran mayoría de pueblos indígenas – 64 por ciento de la población se reconoce como indígenas – aymaras, quechuas, guaraníes o de otras nacionalidades, los que nunca llegaron al gobierno.
En la época de la campaña electoral había una caricatura en un diario boliviano, en que cuatro mujeres jugaban a las cartas, cuando una de ellas pregunta:
-¿Puede un indio ser Presidente?
A lo que la otra responde:
-Sí, de la India.
La forma habitual de referirse a Evo Morales, presidente de la República, es llamarlo “ese indio de mierda”. El año pasado, en la plaza central de Cochabamba, estudiantes blancos sometieron violentamente a indias e indios a vejámenes públicos. El racismo de la derecha, de la prensa y de los gobiernos de la región oriental es extremo.
Ese sentimiento se agudizó cuando las encuestas electorales confirmaron lo que las elecciones del año pasado ya habían revelado: el gobierno de Evo Morales goza de amplia mayoría en el país y esta vez puede conseguir no solo la reelección y repetir la mayoría en la Cámara de Diputados, sino conquistar la mayoría del Senado, tal vez hasta con los dos tercios. La oposición, derrotada políticamente, concurre con varios candidatos, siempre muy atrás – asimismo sumados – de la votación prevista a favor de Evo.
Uno de ellos, también candidato en las elecciones pasadas, Samuel Doria, es dueño de la marca Burger King en Bolivia. Su lema, pintado en las paredes de Cochabamba es: “Pongamos a Bolivia a trabajar”.
Expresa otro prejuicio: el de que la región occidental del país, donde está La Paz y los estados con mayoría aplastante de indígenas, viven del Estado, de políticas sociales, de subsidios, etc. mientras que el dinamismo y el trabajo corren por cuenta de la región mayoritariamente blanca, la región oriental.
Después de tentativas de deslegitimación del gobierno, promoviendo proyectos autonómicos en las provincias, de forma violenta, la derecha fue derrotada en la consulta sobre la confirmación de mandatos en agosto pasado.
Ante los resultados promovió actos violentos de ocupación de predios del gobierno federal, agresión a funcionarios públicos, hasta que uno de los gobernadores de la región oriental, del Estado de Pando, reprimió una movilización de campesinos, matando a varios de ellos.
Eso por sí mismo generó su aislamiento, pero el gobierno pasó a la ofensiva, con la prisión del gobernador y una gran movilización de 100 mil personas, en La Paz, dirigida por Evo Morales. La oposición pasó a la defensiva, derrotada políticamente. Uno de los reflejos de esa derrota es no haber logrado unificarse y presentar varios candidatos.
La victoria de Evo Morales, con mayoría – con la posibilidad de llegar a los dos tercios del Senado – permitirá que todo el proceso, recién iniciado, de refundación del Estado boliviano, con el nuevo andamiaje legal que eso requiere, pueda ser realizado conforme a las orientaciones del gobierno.
La derecha todavía no está derrotada económicamente, dispone de gran poder económico – aunque debilitado – y del poder mediático, gracias al monopolio que ejerce, tal como ocurre en otros países del continente.
Pero, a tres años y medio de su primera elección, el gobierno boliviano camina seguro hacia su consolidación. Elabora en este momento una ley de gestión pública del nuevo Estado multinacional y autonómico, avanzando en el proyecto de refundación del Estado boliviano.
El ex presidente Sánchez de Losada - refugiado en los Estados Unidos, con pedido de extradición por el gobierno boliviano para responder ante la Justicia por las decenas de muertes de las que se responsabiliza a su gobierno, cuando intentaba evitar su caída - representa bien el “mafioso con zapato”.
Evo, de sandalias, la sabiduría indígena, campesina, popular, que para los prejuiciosos racistas aparece como ignorancia.

“Sueños maravillosos enredados en telarañas de dolor”*

Sí hay que votar al Frente Amplio (FA). Sí hay que leer el caudal humano extraordinario que se volcó a trabajar por este proyecto, escucharlo, respetarlo. Sí hay que leer lo que está en juego si vuelven los blancos y colorados antes que el FA haya logrado afianzarse como fuerza en el gobierno.
Ivonne Trías / Brecha (Uruguay)
Entrar a la última etapa de las elecciones nacionales inmediatamente después del plebiscito por la anulación de la ley de impunidad impone un ejercicio de disciplina. Elementos a jerarquizar: el análisis del voto por la anulación de la ley de impunidad [el voto rosado] y los requerimientos de la última etapa de la campaña electoral.
He aquí que el problema no está en la dificultad de la tarea sino en una de sus paradojas. La conquista más importante del voto rosado, la incorporación entusiasta y creativa de miles de jóvenes a la acción política, no es del todo compatible con la disciplina que requiere tragar, callar y darle para adelante. Y aunque lo fuera, no se ha demostrado aún la ventaja de hacer política con los dientes apretados.
La incorporación de los jóvenes a la campaña por la anulación de la ley de caducidad (en adelante: por la anulación) logró muchas cosas. Logró, por ejemplo, que el tema saliera del campo de las víctimas y los crímenes del pasado para hacerse problemática del presente de todos. Ya no se trata de los directamente afectados por los crímenes amparados por la ley de impunidad sino de nuevas generaciones que no se mueven por recuerdos, fidelidades o culpas sino por una noción de justicia, por un principio de igualdad. Así, sin impunidad, es la sociedad en la que quieren vivir. Un paso que, sin reclamos de reconocimiento, logró darle a esa lucha un carácter irreversible, que no se acaba cuando mueran las víctimas y los victimarios. Desde ese ángulo, la campaña por la anulación fue victoriosa.
Desde un punto de vista íntimo, sensible, la incorporación de los más jóvenes a viejas causas otorga esa inefable felicidad de ver que el agujero entre las generaciones creado por la dictadura se rellena con una mezcla de emblemas, sentimientos y símbolos que le dan sentido a la genealogía.
Pero el aporte de las nuevas generaciones se destaca también en el plano más amplio de la política nacional: es la garantía de proyección para cualquier fuerza política que si no se renueva, se estanca. Involucrarse con entusiasmo es una forma nítida de expresar que vale la pena vivir en el país en el que se nació. Enorme cambio en un país que tiene tanta gente afuera como adentro. Las últimas manifestaciones multitudinarias, tanto en la campaña por la anulación como en la campaña general del Frente Amplio (FA), recuperaron la pasión y la imaginación que expresan la salud de una fuerza política.
Pero, en vísperas de la veda electoral, volaron algunos murciélagos. El Ejecutivo concedió la cadena de televisión a la Coordinadora por la Anulación de la Ley de Caducidad. No obstante el único canal que trasmitió el mensaje fue Televisión Nacional (TN). Luego, en diferido unos –y tan en diferido otro que transgredió la veda–, los canales de aire trasmitieron una segunda emisión de TN. En suma: no hubo cadena, a pesar de la decisión del gobierno. Los canales alegan que no recibieron el mensaje. El gobierno alega que el mensaje fue cursado por las vías habituales. La confusión afecta la autoridad del gobierno en relación con los medios de comunicación privados, y afecta también al grupo encargado de trasmitir el mensaje: Macarena Gelman, Mariana Zaffaroni, Victoria Julien, Valentina Cháves, Amaral García, Valentín Enseñat. Un grupo emblemático de jóvenes que merece más respeto.
El relato de Alicia en el país de las maravillas, el de la bandera gigante, las ocupaciones de la rambla, el de la gente vestida de rosado, se empezó a desdibujar. Y no vino la reina a pedir “que le corten la cabeza” a los responsables de la omisión.
Luego vino la noche del 25 donde las expectativas de todos se tensaban al máximo.
Los más veteranos, habituados a administrar la esperanza con cierta dosis de escepticismo, estaban preparados para los posibles resultados. Los más jóvenes, los que habían hecho de la campaña por la anulación de la ley su primera batalla política y cultural, no contaban con el mismo nivel de tolerancia. Y eso es bueno. Pero las falsas noticias que una y otra vez fueron comunicadas afectaron por igual a jóvenes y viejos. Que los votos eran suficientes para anular la ley de caducidad. Que no. Ninguna reina pidió que se cortara alguna cabeza.
A la hora de los festejos del domingo, en las calles de Montevideo se desarrolló una escena de locura ordinaria. El partido que obtuvo el 48 por ciento de los votos, más que la suma de sus opositores, estaba mustio; el que había obtenido un magro 28 por ciento festejaba el alargue o, dicho de otro modo, la postergación de su fracaso; y el que había obtenido el 17 por ciento festejaba más que nadie porque festejaba su regreso del país de los muertos. Los periodistas extranjeros, con los ojos cruzados, sólo atinaban a fundamentar sus notas en el realismo mágico.
Ahora viene la segunda vuelta. La militancia que no logró imponer el voto rosado de la dignidad nacional está ahora convocada a luchar contra el voto rosado de la alianza blanco colorada.
Se necesita la militancia de todos pero, si para algunos basta con la disciplina y el análisis, para otros hace falta la pasión, que las razones se acompasen con el corazón. Y el corazón está espinado. No es una paradoja: la campaña por la anulación fue victoriosa porque, como se dijo antes, recargó con presente y futuro una causa cargada de pasado. Porque incorporó a miles de jóvenes que la hicieron suya. Porque logró recuperar símbolos que son ya un patrimonio histórico, como Mariana Zaffaroni y Victoria Julien. Porque los angelitos de los que hablaba el Sabalero están aquí, y hablan el mismo lenguaje que habla su generación.
Y la campaña fue derrotada por unos votos que –y eso es lo peor– podrían haberse conseguido. Con más involucramiento de los candidatos del FA, con más disciplina en el voto. Porque todos vimos por televisión, a la hora del recuento de votos, sobres con listas coloradas o blancas que incluían papeletas rosadas y blancas. Y todos vimos también –y con mayor claridad los delegados– que había sobres con votos para el FA que no incluían las papeletas.
El tema merece un conversatorio sin concesiones. Pero aquí está la segunda vuelta, y están también los expertos en recoger heridos postulando que una derrota sea considerada la derrota total. Que no hay, en suma, que votar al FA.
Sí hay que votar al FA. Sí hay que leer el caudal humano extraordinario que se volcó a trabajar por este proyecto, escucharlo, respetarlo. Sí hay que leer lo que está en juego si vuelven los blancos y colorados antes que el FA haya logrado afianzarse como fuerza en el gobierno. El voto, aun en este país que lo considera sacrosanto, sigue siendo un voto, un préstamo de confianza. ¿Serán conscientes los futuros gobernantes de todo lo que se pierde si se pierde el entusiasmo y la confianza?

* Ho Chi Minh.

Desafíos del pensamiento crítico

De la articulación estrecha entre la teoría crítica y los procesos emancipatorios dependerá, en gran medida, el futuro de América Latina.
Emir Sader* / Página12
El pensamiento crítico latinoamericano ha acompañado, a lo largo de varias décadas, los procesos políticos más avanzados del continente, analizándolos y apuntando sus potencialidades, límites, contradicciones y perspectivas. Hoy, cuando varios países del continente experimentan la construcción de alternativas políticas al neoliberalismo, el pensamiento social del continente necesita urgentemente ponerse a tono con estos procesos.
Una teoría que no desemboca en propuestas efectivas de trasformación social, que no busca la comprensión de las dinámicas de cambio democrático que ocurren de forma real y no meramente imaginaria en nuestras sociedades, termina por volverse una teoría estéril, inocua para cualquier proyecto emancipatorio y liberador.
Asimismo, una práctica política que se nutre de la buena teoría, rigurosa, crítica y comprometida, tiende a multiplicar sus potencialidades como práctica transformadora de la realidad social. Esta perspectiva resume las palabras con que Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, cerró la XXIII Asamblea General del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), celebrada en Cochabamba hace algunos pocos días.
El evento, que había sido inaugurado por el presidente Evo Morales, constituyó un vigoroso llamamiento a que la enorme capacidad crítica del pensamiento social latinoamericano y caribeño se vuelque de forma decidida a los desafíos concretos que los movimientos y los gobiernos populares de la región están enfrentando.
Clacso fue fundado hace poco más de cuatro décadas, en 1967. Un año lleno de significados relevantes para América Latina: la muerte del Che y el lanzamiento de Cien años de soledad, dos acontecimientos que terminaron por proyectar, definitivamente, nuestro continente en el mundo. Desde entonces, Clacso ha ampliado y fortalecido sus acciones como red de instituciones académicas en el campo de las ciencias sociales, con 259 centros asociados en 25 países de América latina y el Caribe, Europa, Estados Unidos y Canadá.
Se trata, sin lugar a dudas, de una de las redes universitarias más importantes del mundo, con 30 grupos de trabajo temáticos, de los que participan más de 1500 investigadores e investigadoras de 28 países; con una Red de Posgrados que reúne más de 500 maestrías y doctorados, donde actúan 7000 docentes y más de 30.000 alumnos y alumnas; con una reconocida política de becas para el desarrollo de investigaciones sociales, especialmente destinada a la formación de jóvenes académicos; con la mayor Biblioteca Virtual de América Latina, articulada en una red de unidades de documentación y registro que llega casi al millón de textos bajados por mes; con un Campus Virtual pionero en el desarrollo de cursos formación a distancia de nivel de posgrado, con calidad y rigurosidad académica; con diversos programas de cooperación e integración regional, particularmente con países de Asia y Africa.
Clacso dispone de una activa política editorial, con más de 500 libros publicados, además de desarrollar acciones de divulgación del pensamiento social latinoamericano con el apoyo de prestigiosos medios periodísticos como Página/12, de Argentina, La Jornada, de México, y las ediciones de Brasil, Chile, Perú, Bolivia, Colombia y España de Le Monde Diplomatique, en los que se publican mensualmente los Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano, con una tirada de más de 2 millones de ejemplares por año.
En los últimos tres años, Clacso ha publicado 150 libros, con textos de 822 autores y autoras de más de 50 países. Clacso cumple así sus funciones como institución pública no gubernamental, fiel a sus fines, democrática en sus prácticas y comprometida en sus acciones. Una institución que aspira a contribuir a que América latina se piense a sí misma y su lugar en el mundo, a partir de su propia historia, sus especificidades y sus intereses.
Sin embargo, más allá de las conquistas colectivas de esta amplia red académica, los desafíos siguen siendo urgentes y necesarios. Debemos estar a la altura de los grandes problemas de nuestro continente, así como de las alternativas que se gestan popularmente para enfrentarlos. La refundación de los estados plurinacionales de Bolivia y Ecuador son sólo dos de los buenos ejemplos que nos interpelan e invitan a pensar y a trabajar activamente desde el campo universitario y desde la instituciones de investigación para consolidar la necesaria transformación democrática de nuestro continente.
En Cochabamba he sido reelegido por un nuevo trienio para el ejercicio del cargo de secretario ejecutivo de Clacso. Al hacerlo, he reafirmado nuestro compromiso para que el Consejo obtenga una gravitación aún mayor como usina de pensamiento crítico a tono con los procesos cambio y de movilización social que vive nuestro continente.
De la articulación estrecha entre la teoría crítica y los procesos emancipatorios dependerá, en gran medida, el futuro de América Latina y, también, indisolublemente, el de Clacso. En esta dirección se concentrarán todos nuestros esfuerzos y energías.
* Secretario ejecutivo de Clacso.

Alfonsina Storni, en la blanca espuma del mar

Fue la vida de Alfonsina Storni una búsqueda constante de un orden más justo para las mujeres. Como ha dicho Blas Matamoro: “La mujer, con Alfonsina, deja de ser el fantasma de sí misma y adquiere carne y hueso, buscando en la palpitación corporal su verdad y su libertad”.
Juanita Conejero / LA VENTANA (tomado de Cubarte)
Un 25 de octubre del año 1938, en el espigón de la playa de La Perlas, en Mar del Plata, se arroja a sus aguas la poeta argentina Alfonsina Storni. ¿Qué otros poemas iría a buscar? Así en la obra de Félix Luna, convertida en conocida canción latinoamericana e interpretada magistralmente por cantantes como la recién fallecida Mercedes Sosa, Violeta Parra y la cubana Maureen Iznaga, entre otras, se resume el final de una vida de inquietudes y angustias infinitas. La canción allá en el fondo del mar, con la caracola y la soledad, imprimiéndole a la melodía el terrible desenlace del suicidio.
Días antes, la despedida: “Voy a dormir”, poema final escrito al borde del abismo y enviado por la poetisa a La Nación de Buenos Aires, trasciende avatares y delirios, ensombrecido de espeluznantes pretextos: "Déjame sola: oyes romper los brotes/te acuna un pie celeste desde arriba/y un pájaro te traza sus compases/para que olvides…Gracias... Ah, un encargo/si él llama nuevamente por teléfono/ le dices, que no insista, que he salido/".
¿Qué íntimos dolores, qué insatisfacciones, qué desamor habrá conducido a esta fatigada creadora a tan drástico final? Quizás la dolencia inevitable que le rasgaba la vida; la muerte meses antes de Horacio Quiroga, amigo y amante; tal vez las demoníacas incomprensiones del medio poético agresor contra el feminismo; los desdenes de un Lugones y un Borges que nunca comprendieron; o a lo mejor el devenir existencial, desde sus primeros años de tormento y desesperación, que jamás la abandonaron.
No es hasta 1963 que son trasladados sus restos para el cementerio de la Chacarita y guardados en el recinto reservado para tumbas de personalidades. Muchos años descansó en la bóveda de una familia amiga, después que fue velado su cuerpo en el Club Argentino de Mujeres, donde el escritor Manuel Ugarte, amigo y socialista, dejó emocionadas palabras, aquel día fatídico de octubre.
Nació Alfonsina un 29 de mayo de 1892 en la Sala Capriasca, un pueblo de montaña en Suiza. Los padres, emigrantes en Argentina, habían regresado a su tierra. Pudo la niña haber nacido en América. De hecho casi lo fue, porque de regreso a Buenos Aires a pocos años de vida y hablando el italiano, aquella niña parecía volver a nacer.
De muy cerca le venía el arte: la madre Paulina, maestra, pintora, soprano, amante del teatro. De muy cerca también la depresión: el padre agobiado de crisis económicas no sabe dónde posar su vuelo, y hasta la niña trabaja cuando la vida se estrecha y parece cerrar el cerco. El padre muere cuando Alfonsina tenía catorce años. Ya a los doce había escrito sus primeros versos. A los 16 se lanza a la aventura de participar en una compañía itinerante de teatro, como actriz. Abandona estos propósitos y se hace maestra.
En 1911, las relaciones con un hombre casado. Después un embarazo que la hace asumir la vida de madre soltera. Tiempos de duro bregar la esperaban. La amistad con Manuel Ugarte y Carolina Muzzilli la ayudan a afianzar posteriormente sus avanzados criterios sociales. Después, el amor libre y la muerte como parte de la vida conforman sus más acendradas convicciones existenciales. "Pude esta noche con piedad infinita/ pude amar al primero que acertara a llegar/ /nadie llega. Están solos los floridos senderos/La caricia perdida, rodará, rodará..."
Y aquel libro primero, De la inquietud del rosal, que en franca confesión escribió exclusivamente para no morir y sólo tenía veinticuatro años. "El rosal en su inquieto modo de florecer va quemando la savia que alimenta su ser /Fijaos en las rosas que caen del rosal/ Tantas son que la planta morirá de este mal!"
Nadie se daba por enterado de su poesía. En aquellos años rubendariana por excelencia, cuando la vanguardia avanzaba con recelosos rivales como el propio Leopoldo Lugones, que ni siquiera contestaba sus cartas. A pesar de ello, transita por los senderos poéticos, define su ideología de izquierda, participa en cenáculos literarios con toda su fuerza y canta a los niños masacrados por la Primera Guerra Mundial. "Jesús, Jesús, desciende del madero/y ven hasta la tierra, esclavo del martirio/que en los campos se cuaja la sangre y el delirio/De matar, acicate al infeliz obrero/ ¿En dónde estás Jesús? Levántate, ilumina".
Es tan joven y en 1917, recibe ya su primer homenaje público. Colabora en revistas, defiende criterios de género y en 1918 publica su segundo libro El dulce daño, con aquellos versos que recuerdan a Sor Juana y se convierten en clásicos de la poesía de nuestro continente: “Tú me quieres alba”. Tú que el esqueleto/conservas intacto/No sé todavía/Por cuales milagros, Me pretendes blanca/(Dios te lo perdone),/ Me pretendes casta/(Dios te lo perdone/./Me pretendes alba". En octubre también, cuando apenas contaba con veintidós años, recita sus versos en el Cine-Teatro Radium, en la calle Rivadavia y en 1917, su primer homenaje público, a sus veinticinco años.
Los poemarios se van sucediendo. No deja de escribir: Irremediablemente, Languidez, Ocre, Poemas de Amor, Mundo de siete pozos y Mascarilla y trébol, entrelazados con El amo de este mundo, comedia en tres actos, sus Farsas pirotécnicas de 1932 y sus seis piezas de teatro infantil. En 1938 la misma poetisa organiza su Antología y treinta años después de su muerte aparecen editadas sus Poesías completas. En 1998, se publica una selección de sus ensayos y en 1999 otra antología poética.
A lo largo de su andar creativo, Alfonsina fue descubriendo nuevos senderos que van desde Ocre hasta Mundo de siete pozos, donde va dejando atrás el tono modernista para dar paso a audaces hallazgos, que iluminan su obra: “la cabeza redonda como dos planetas”, “las catacumbas que inician las orejas”, mientras “la luna caza fantasmas con sus patines húmedos”.
En su último poemario, Mascarilla y Trébol descubre una descarnada naturaleza, mucha más sobria que la que presentaba en sus primeros textos, una retórica firme invade todos sus misterios.
En 1919 la hacen ciudadana argentina. Habían pasado años de aquel regreso de Suiza buscando el mar desde Génova, ese mar que aun desde muy niña, con un sentido trágico, la hizo estremecer: "¡Oh mar, enorme mar, corazón fiero/ de ritmo desigual, corazón malo./ yo soy más blanda que ese pobre palo/ que se pudre en tus ondas prisionero".
Fue su vida una búsqueda constante de un orden más justo para las mujeres, víctimas perpetuas de la deslealtad de los hombres. De su poema “Hombre pequeñito”, son estos versos: "Estuve en tu jaula, hombre pequeñito/hombre pequeñito que jaula me das/Digo pequeñito porque no me entiendes,/ni me entenderás".
Como ha dicho Blas Matamoro: La mujer, con Alfonsina, deja de ser el fantasma de sí misma y adquiere carne y hueso, buscando en la palpitación corporal su verdad y su libertad”. "A veces en mi madre, apuntaron antojos de liberarse, pero se le subió a los ojos una honda amargura, y en la sombra lloró y todo esto mordiente, vencido, mutilado todo esto que se hallaba en su alma encerrado, pienso que sin quererlo, lo he libertado yo".
Desarrolla actividades magisteriales, periodísticas, obtiene premios, estrena su primera obra teatral y es incluida en importantes antologías poéticas. Trabaja incansablemente por crear la Sociedad de Escritores Argentinos y cuando lo logra, es apartada de los cargos de dirección, integrados únicamente por hombres escritores. Viaja a Europa, (España, Francia Suiza) y una segunda vez a España, con su hijo Alejandro. Intercambió con la generación del 27, en la España de aquellos tiempos. Conoció a Federico García Lorca y a Gabriela Mistral, en Buenos Aires.
Años de dura prueba fueron a partir de 1935. Operada con un pronóstico desalentador y bajo una fuerte presión en años sucesivos, los suicidios de Horacio Quiroga, de la hija del escritor, Eglé y el de su enemigo literario, Leopoldo Lugones, conmovieron su espíritu. "Débil mujer, pobre mujer que entiende/dolor de siglos conocí al beberlo/oh, el alma mía soportar no puede/ todo su peso".
Y entonces, en enero, una invitación del Ministerio de Instrucción Pública, un Encuentro en Colonia, Uruguay. Las tres voces más destacadas de la poesía femenina de América: Alfonsina, Juana de Ibarbourou y Gabriela, reunidas aquel año de 1938. Sólo faltaba Delmira. De no haber muerto en 1914, allí estuviera. Alfonsina llegó al encuentro, con un singular título para las palabras que iba a pronunciar: “Entre un par de maletas a medio abrir y las manecillas del reloj”.
Mujeres destacadas de principios del siglo XX, en la literatura latinoamericana, mujeres de amor, de misterios y de muerte, reunidas como diría Alfonsina, cuando "agrio está el hombre /sobre el mundo/ balanceándose /sobre sus piernas". Aquel encuentro fue el último para la poetisa. Y el mar esperándola, con su mágico rumor en las tristes horas que posteriormente se desgranaron y el poema premonitorio, en un “Adiós”, motivado como ella misma diría, por “el aletazo de la soledad”: "¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!/ ¡Adiós mi alegría llena de bondad!/¡Oh las cosas muertas, las cosas marchitas,/las cosas celestes que no vuelven más!"

domingo, 25 de octubre de 2009

Uruguay: ¡¡Arriba los que luchan!!

Con su propia especificidad, su propio ritmo, su agenda propia, el Uruguay se ha unido al grupo de países latinoamericanos en los que gobiernos de izquierda o progresistas han llegado al poder.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica.
rafaelcuevasmolina@hotmail.com
Dice el cantante uruguayo Jorge Drexler que su país es “un gran campo a la orilla del mar”. Bella canción que, además de esta imagen tan gráfica y certera “del paisito”, tiene otras que lo caracterizan sintéticamente: “los ojos puestos en el aeropuerto”…
El campo termina en Uruguay, efectivamente, en el mar… o en Montevideo, su hermosa capital que cada vez se extiende más sobre la costa atlántica, desgranándose en apacibles balnearios en donde la clase media pasa los días de estío.
Pocos países como este lograron construir en América Latina una sociedad mesocrática, es decir, de clases medias. Costa Rica es el único que se le aproxima, en la lejana Centroamérica. Ambos se han catalogado como “Suizas”, el uno de Centroamérica, el otro de América. Ambos quieren hacer resaltar su especificidad, su diferencia con el resto al que ven, muchas veces, como bárbaro o, cuando menos, como atrasado.
Aparte de estas aberraciones que imponen las autoafirmaciones chauvinistas a los pueblos, es cierto que el Uruguay tiene mucho de qué enorgullecerse. Es un pueblo culto, crítico (a veces hipercrítico), sensible, que sabe disfrutar de los placeres de la vida.
Como todos saben, el Uruguay pasó una etapa negra de su historia en la década de los 70 y la mitad de los 80 de la cual, como al resto de América Latina, le ha costado recuperarse y de la que aún le quedan sangrantes huellas. Al salir poco a poco a la luz después de la dictadura, los militares presionaron para que se aprobara una ley de impunidad que impedía juzgarlos por lo crímenes de lesa humanidad que cometieron. Como ha dicho en estos días Eduardo Galeano, es una de los palos que pusieron a las ruedas de la carreta que es la sociedad uruguaya.
Las condiciones políticas orillaron a muchos al exilio y los uruguayos se desparramaron por el mundo. Casi siempre pudieron acomodarse a las nuevas circunstancias y fueron bien recibidos porque, como se dijo, es gente educada, bien formada, con una cultura de trabajo reconocida. Después salieron por las condiciones económicas buscando nuevos horizontes. Hoy, casi el 20% de su población está afuera, hacen asados memorables en Sydney, Estocolmo, Caracas o el Distrito Federal mexicano. En todos lados se quejan que la carne no tiene la calidad de la de “sus pagos” pero todos celebran alegres un choripan con un vaso de vino tinto.
Las migraciones latinoamericanas de los últimos años son principalmente por razones económicas, lo que quiere decir que la gente no se va de su país porque quiere sino porque no le ofrece las condiciones para que se quede. En este sentido, la migración se vive como un castigo, con dolor. A este, el Estado uruguayo le agrega otro: no le permiten al que se fue que elija a los que regirán los destinos del país. Es lo que Galeano llama el otro palo a la rueda de la carreta.
Con su propia especificidad, su propio ritmo, su agenda propia, el Uruguay se ha unido al grupo de países latinoamericanos en los que gobiernos de izquierda o progresistas han llegado al poder. Se le puede ubicar entre los moderados, entre aquellos que impulsan un proyecto que podría ser catalogado más socialdemócrata que socialista. El gobierno del Frente Amplio, con Tabaré Vásquez como presidente, ha avanzado en el mejoramiento de los índices sociales y la gente aprueba su gestión. Dice el periodista uruguayo Raúl Zibechi que esto no era tan difícil de lograr dado el desastre que habían sido los gobiernos anteriores de los colorados y los blancos. Como se dijo antes, hipercríticos los uruguayos.
Ahora que el domingo serán las elecciones generales, es casi seguro que en primera o segunda vuelta elegirán al Frente Amplio, al tupamaro Pepe Mujica y a su compañero de fórmula, el socialista Danilo Astori.
Mujica es uno de los fundadores del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros y estuvo más de 15 años en las cárceles de la dictadura. Con su modo de ser desenfadado, es la antítesis del político tradicional, lo cual no quiere decir que no sea un político ducho y astuto que ha sabido adaptarse pragmáticamente a las circunstancias que le han tocado vivir. Hoy, sin renegar de su pasado de insurrecto guerrillero urbano, vanguardiza un proyecto que hace renacer la esperanza entre los uruguayos.
En el mismo acto electoral, los uruguayos decidirán sobre la llamada Ley de Impunidad y sobre lo que llaman el voto epistolar, es decir, sobre si se deja sin efecto la ley que permite la impunidad de los violadores de los derechos humanos del tiempo de la dictadura, y sobre si se le da derecho a votar a los que están afuera.
Ojalá que la mayoría decida, junto con la elección de los candidatos del Frente, quitarle esos dos palos a las ruedas de la carreta.

La tenaza que se cierra

Plan Mérida, Plan Colombia, bases navales y radares, por un lado; crisis económica, violencia y criminalidad social, por el otro. ¿Cuánto tiempo más podrán soportar nuestros Estados, y particularmente las empobrecidas poblaciones mesoamericanas, esta tensa ecuación geopolítica y socioeconómica?
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
Una doble tenaza empieza a cerrarse, de Sur a Norte, sobre el espacio político, social y cultural mesoamericano: uno de sus brazos es visible en las diversas maniobras estratégicas de la geopolítica estadounidense sobre los territorios que se extienden de México a Colombia; y el otro, en la progresiva descomposición de las condiciones de vida de una región amenazada por el narcotráfico, la violencia social y la criminalidad, y los problemas estructurales que se traducen en magros avances en materia de desarrollo humano. Distintos acontecimientos de las últimas semanas refuerzan esta tesis. Veamos.
Por el eje Sur, al acuerdo Washington-Bogotá para el uso de siete bases militares colombianas por parte del ejército de Estados Unidos, se suma ahora el acuerdo Washington-Panamá, que se firmará en los próximos días y permitirá la instalación de dos bases navales estadounidenses en Bahía Piña, provincia del Darién, en lo que constituye un agravio al espíritu de los tratados Torrijos-Carter (1977) y, especialmente, a la lucha histórica del pueblo panameño contra la ocupación militar norteamericana. Aunado a esto, la reactivación de dos radares de alta tecnología del Comando Sur en la costa del pacífico norte de Costa Rica y la dotación de $15 millones dólares para los cuerpos policiales de este país[1], señalan el protagonismo que, en el diseño de su estrategia geopolítica, le asigna Washington a tres aliados de esta zona: los presidentes Álvaro Uribe, Ricardo Martinelli y Oscar Arias.
Por el eje Norte, el Plan Mérida –hermano menor del Plan Colombia- encuentra el clima adecuado para su avance, a horcajadas entre la doctrina de seguridad nacional y la guerra -¿infinita?- contra el narcotráfico, en la misma medida en que Centroamérica se convierte, según lo asegura un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)[2], en la región más violenta del mundo: una condición que bien podría invitar a los gobiernos del área a seguir el mal ejemplo del gobierno de México, al enviar las Fuerzas Armadas a combatir la delincuencia en estados y ciudades –posibilidad que actualmente analiza el presidente de El Salvador, Mauricio Funes-, o bien, para retomar las nefastas e ineficaces políticas de seguridad de mano dura.
En el plano político, a la inestabilidad que ha socavado a los gobiernos de Guatemala y Nicaragua en los últimos años, le siguió el golpe de Estado en Honduras –apoyado por la derecha estadounidense y centroamericana-, que no solo derrocó a un presidente legítimamente electo, sino que asestó un duro golpe a las expectativas populares de cambio social y al proyecto de integración de la Alianza Bolivariana de las Américas.
Temerosas de ser sobrepasadas por la ola progresista y nacional-popular latinoamericana, las oligarquías y grupos empresariales centroamericanos han desatado una furiosa reacción antipopular disfrazada de un antichavismo paranoico que, como sucede en Costa Rica con la persecución política de las Bases de Paz venezolanas (alentada desde la Embajada de Estados Unidos en San José), intenta coartar los espacios de organización, pensamiento y acción política de movimientos sociales, organizaciones y partidos con posturas críticas frente a la dominación neoliberal.
Desde el punto de vista económico, diversas informaciones sugieren que lo peor de la crisis financiera mundial apenas estaría por llegar a Centroamérica, donde se espera un dramático aumento del desempleo en los próximos meses (hasta cerrar en 470 mil puestos de trabajo perdidos en 2009, según la OIT[3]) y una importante reducción de las remesas, estimada en $1000 millones por la Secretaría de Integración Centroamericana[4].
Súmense a lo anterior los negocios transnacionales que se enmarcan en los tratados de libre comercio y el desarrollo del Proyecto Mesoamérica (antiguo Plan Puebla Panamá, ahora ampliado hasta Bogotá), y se completará el cuadro de la condición neocolonial y de dependencia económica que caracteriza, hoy, a un arco de países donde abundan dos tipos de recursos esenciales para el capitalismo global neoliberal: mano de obra abundante, barata, en algunos casos bastante especializada, y sometida por necesidad a los dictados del mercado; y valiosísimas fuentes de recursos estratégicos (Mesoamérica alberga el 7% de la biodiversidad total del planeta, y dispone de petróleo y otras fuentes de energía sumamente apetecidas, como el agua).
Como puede apreciarse, se trata de un escenario complejo en el que, a la par de las iniciativas del poder imperial estadounidense para reforzar su dominio en la región, dada la pérdida de hegemonía en América Latina frente a Brasil y Venezuela, se multiplican de modo incontrolable los síntomas de una de potencial ruptura sistémica: por ejemplo, en las cada vez mayores dificultades que enfrenta el modelo neoliberal mesoamericano para contener el descontento social, reproducir su base de apoyo popular y satisfacer las necesidades más elementales de la población, como trabajo, educación, salud y comida.
¿Cuánto tiempo más podrán soportar nuestros Estados, y particularmente las empobrecidas poblaciones mesoamericanas, esta tensa y conflictiva ecuación geopolítica y socioeconómica?
Creemos que a partir del desenlace de la crisis en Honduras, por su efecto didáctico para el conjunto de la región, podrían empezar a perfilarse las posibles respuestas a estas interrogantes: o los brazos de la tenaza del neoliberalismo oligárquico-imperial se cierran definitivamente para afirmar sus privilegios y sujetar a los de abajo, o el protagonismo de los pueblos y movimientos en lucha logra, por fin, abrir caminos de esperanza para una región que sobrevive en medio de promesas y cientos de miles de vidas rotas.

NOTAS
[1] Véase: “EE.UU reactivará radar antinarco en Guanacaste”, La Nación (Costa Rica), 07-10-2009, disponible en: http://www.nacion.com/ln_ee/2009/octubre/07/sucesos2115424.html ; “Los radares y las mentiras”, Fuchs, Gustavo, en NuestraAmérica.info, 14-10-2009, disponible en: http://www.nuestraamerica.info/leer.hlvs/5533
[2] Así lo establece el informe “Abrir espacio a la seguridad ciudadana y el desarrollo humano”, presentado por el PNUD en distintas ciudades centroamericanas la semana anterior. El documento en formato PDF puede descargarse en la siguiente dirección: http://www.pnud.org.sv/2007/
[3]Remesas a Centroamérica caerán este año en más de $1,000 millones”, La Prensa Gráfica (El Salvador), 21-10-2009, disponible en: http://www.laprensagrafica.com/economia/nacional/67678-remesas-a-centroamerica-caeran-este-ano-en-mas-de-1000-millones.html
[4]Centroamérica perderá al cierre del año 470.000 empleos”, El Nuevo Diario (Nicaragua), 16-10-2009, disponible en: http://www.elnuevodiario.com.ni/internacionales/59533

Saber y compromiso social

Como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad; por eso duele que en el mundo de hoy, con sus grandes desarrollos, vivan cerca de 800 millones de personas que no saben siquiera leer y escribir.
José Narro Robles / LA JORNADA
Discurso del rector de la UNAM en la recepción del Premio Príncipe de Asturias 2009, en Oviedo, España.
Alteza, señoras y señores reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias, apreciados universitarios, señoras y señores.
Asisto a esta ceremonia lleno de orgullo y agradecimiento, en representación de una universidad cuyos orígenes se remontan a más de cuatro siglos y medio, que ha sido enclave de cultura y de saber, de defensa de las libertades y de la justicia, además de formar parte de la conciencia nacional.
Son millones los alumnos, académicos y trabajadores que pasaron por sus instalaciones a lo largo del siglo XX y de lo que corre del actual; ellos construyeron con su esfuerzo y compromiso a la Universidad Nacional Autónoma de México, a nuestra muy querida UNAM.
En su nombre, en el de su gran comunidad, en el de los ex rectores y autoridades que me acompañan, agradezco profundamente a la Fundación Príncipe de Asturias y al jurado correspondiente por reconocer la calidad del trabajo académico y el compromiso social de nuestra institución. A su alteza, el príncipe de Asturias, y a todos ustedes, les manifiesto el gran significado que tiene para nosotros esta ocasión.
Expreso mi reconocimiento a las personalidades y organizaciones que apoyaron a la UNAM. En especial agradezco al excelentísimo embajador de España en México, quien presentó la candidatura y manifestó siempre su convicción de que la universidad merecía este premio. Gracias a todos los que creyeron que cumplía con los requisitos esenciales: poseer la máxima ejemplaridad y haber logrado una obra de trascendencia internacional.
Comparto esta distinción con los miembros de la comunidad de la UNAM aquí presentes, y de manera especial con los miles de alumnos, profesores y trabajadores universitarios que, gracias a la maravilla de las telecomunicaciones, presencian esta ceremonia en mi país. La distinción es de todos ellos y de las generaciones que hicieron la historia, incluidos aquellos extraordinarios hombres y mujeres del exilio español que nos enriquecieron hace 70 años.
De igual forma, también le corresponde a la sociedad mexicana que ha confiado en su Universidad Nacional y al conjunto de las instituciones de educación superior de España y del resto de Iberoamérica. A todos, muchas felicidades.
El premio que se otorga a la universidad es una gran motivación para reafirmar nuestro compromiso con la educación y las causas de la sociedad. Para el ser humano el conocimiento siempre ha sido importante, pero ahora es fundamental. No hay campo de la vida en el que no influya el saber; por esto preocupa tanto el desinterés de algunos en la materia, como que en muchos sitios no sea una prioridad o que se le escamoteen los recursos para su generación y transmisión.
Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo.
Por ello, resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación. Por ello, es necesario insistir y volverlo a hacer muchas veces. La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia.
Como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad; por eso duele que en el mundo de hoy, con sus grandes desarrollos, vivan cerca de 800 millones de personas que no saben siquiera leer y escribir.
A algunos les puede parecer que hablar de valores o de humanismo es asunto del pasado, del Renacimiento o del siglo XIX. Se equivocan. También lo es de ahora y del futuro. Frente al éxito quimérico, el egoísmo, la corrupción o la indiferencia, el mejor antídoto son los valores laicos de ayer y siempre.
Por esto, la crisis que enfrenta la población mundial requiere de una revisión a fondo de los valores que transmitimos a los jóvenes. Se debe hacer, en virtud de que la desigualdad y el rezago afectan en el mundo a miles de millones de personas. La modernidad debe traducirse en mejores condiciones para los excluidos de siempre. El verdadero saber no es neutro, debe estar impregnado de compromiso social.
Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece el fracaso del sistema financiero para proponer nuevos esquemas de desarrollo que permitan a los jóvenes recuperar la esperanza en un futuro más alentador. El gran reto consiste en alcanzar un progreso donde lo humano y lo social sean verdaderamente lo importante.
Concluyo con la reiteración del agradecimiento por la distinción que recibimos. Se trata, insisto, de un aliciente que fortalece nuestro compromiso con la calidad de la educación y con las causas y necesidades de la sociedad.
Por mi raza hablará el espíritu.

Un bloqueo contra la humanidad

No existen antecedentes en la historia universal de algo lejanamente parecido al bloqueo contra Cuba, sostenido por Estados Unidos ininterrumpidamente a lo largo de 49 años. Nada siquiera remotamente semejante ha sido aplicado por Washington en contra de numerosos países que, por una u otra razón, mantienen (o tuvieron) serios diferendos con Estados Unidos.
Atilio Borón / www.atilioboron.com
El próximo 28 de Octubre la Asamblea General de las Naciones Unidas someterá una vez más a votación una resolución requiriendo del gobierno de Estados Unidos poner fin el bloqueo decretado contra Cuba a partir de 1961. Tal como ocurriera desde 1991 hasta la fecha esa resolución será aprobada casi por unanimidad, ratificando la condena de la comunidad internacional a Estados Unidos y la tremenda soledad en que se debate Washington por causa de una política que no sólo castiga brutalmente al pueblo cubano, sino que también constituye una amenaza para la humanidad en su conjunto.
Conscientes de su naturaleza violatoria de las más elementales normas del derecho internacional y de los derechos humanos, los publicistas del imperio y sus voceros locales han librado, como en tantas otras ocasiones, una pertinaz batalla semántica dirigida a confundir y engañar a la opinión pública mundial. Para ello recurren a un eufemismo: hablan de “embargo” y lo presentan como si fuera un asunto apenas comercial. Ocultan de ese modo que se trata de un bloqueo integral: económico, comercial, financiero y tecnológico, pero también internacional (al penalizar a las empresas de terceros países que comercien con Cuba y obstaculizar las relaciones diplomáticas de este país con el resto del mundo); informático (al impedir el acceso de los cubanos a banda ancha e Internet de alta velocidad); social (al imposibilitar o dificultar el reencuentro de las familias cubanas separadas por la emigración) y cultural, al impedir la libre circulación de artistas, escritores, intelectuales y científicos entre Cuba y Estados Unidos.
Se trata de un bloqueo no sólo ilegítimo a la luz de los más elevados valores de la civilización sino profundamente ilegal, diseñado para poner a Cuba de rodillas provocando hambre, enfermedades y desesperación en la población. En suma: se reitera la bárbara política de sitiar a una ciudad indefensa provocando entre sus pobladores toda suerte de privaciones e infortunios con la esperanza de debilitar su resistencia o precipitar una insurrección generalizada contra sus legítimas autoridades. Política cruel e inhumana, si las hay, que el imperio aplica sola y exclusivamente contra Cuba actualizando su antigua y enfermiza obsesión de querer apoderarse de esa isla, aún a costa de violar mil veces el derecho internacional y pisotear las más elevadas normas éticas que definen la convivencia civilizada de pueblos y naciones.
No existen antecedentes en la historia universal de algo lejanamente parecido al bloqueo contra Cuba, sostenido por Estados Unidos ininterrumpidamente a lo largo de 49 años. Nada siquiera remotamente semejante ha sido aplicado por Washington en contra de numerosos países que, por una u otra razón, mantienen (o tuvieron) serios diferendos con Estados Unidos: no lo hizo por obvias razones con la Unión Soviética y con China, pero tampoco con Vietnam, ni con la Libia de Kadhafi (aún luego de la voladura del vuelo Pan American 103, en Lockerbee, que mató a sus 259 ocupantes y 11 más al caer sobre tierra firme), ni con Corea del Norte, ni con Irán ni con ningún otro país. Sólo con Cuba, que de dulce sueño colonial pasó a ser, gracias a la gloriosa gesta emancipadora del 26 de Julio, dolorosa pesadilla que día y noche agita el sueño de los imperialistas.
Ofuscado por su patológica ambición de apropiarse de una isla irredenta que consideran suya, Estados Unidos incumple la Resolución 63/7, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 29 de octubre de 2008, cuando 185 estados miembros votaron a favor del inmediato levantamiento del bloqueo.2 No sólo la administración de George W. Bush hizo caso omiso de la recomendación emitida por la Asamblea General de la ONU, sino que su sucesor -¡nada menos que el actual Premio Nóbel de la Paz!- ha continuado con esa misma política al mantener en vigor las leyes, disposiciones y prácticas administrativas que sirven de sustento al bloqueo.
En efecto, nada se ha hecho, o siquiera se ha dicho, en relación a las leyes de “Comercio con el Enemigo” o de “Asistencia Exterior” que fueron las primeras piezas de legislación con las cuales se dio inició al bloqueo de Cuba. O de la “Ley de Administración de las Exportaciones” para ni hablar, ya que aludíamos a los eufemismos, de la “Ley para la Democracia Cubana”, más conocida como Ley Torricelli. Esta infame pieza legislativa fue promulgada por Bush padre en 1992 y gracias a ella Washington fue autorizado a reforzar las medidas económicas contra la isla, otorgando además sustento normativo a la extraterritorialidad del bloqueo, dado que dicha legislación prohíbe a compañías subsidiarias norteamericanas radicadas en el exterior realizar transacciones con Cuba o con nacionales cubanos, y a los barcos de terceros países que hubieran tocado puertos cubanos entrar a territorio norteamericano durante los 180 días siguientes, entre varias otras restricciones.
Párrafo aparte merece la también eufemísticamente denominada “Ley para la Solidaridad Democrática y la Libertad Cubana”, mejor conocida como la Ley Helms-Burton. Promulgada por Bill Clinton en Marzo de 1996, tiene por objeto extender el ámbito extraterritorial del bloqueo y colocar más trabas que dificulten las inversiones extranjeras en Cuba. La ley limita asimismo las prerrogativas de la Casa Blanca para suspender esa política al paso que establece la posibilidad de presentar demandas en los tribunales de Estados Unidos en contra de los directivos de empresas extranjeras (o sus familiares ) que inviertan en las empresas “confiscadas” por la revolución cubana.
Con estos antecedentes a la vista es evidente que el inocente “embargo” constituye un acto criminal: atendiendo a lo estipulado en el inciso “c” del artículo II de la “ Convención de Ginebra de 1948 para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio ” el bloqueo califica como un genocidio. Si además se considera la “ Declaración Relativa al Derecho de la Guerra Marítima” (adoptada por la Conferencia Naval de Londres en 1909), el bloqueo estadounidense contra Cuba constituye un acto de guerra económica. En consecuencia: no se trata de un “embargo” sino de un conjunto de disposiciones y políticas que la legalidad internacional tipifica como genocidas y criminales. Por eso la condena al bloqueo es algo que no sólo concierne a los cubanos, sino que preocupa, y mucho, a la comunidad internacional. La pretensión de otorgarle extraterritorialidad a la legislación norteamericana, tan prepotente como absurda, es una amenaza a la paz mundial y un vicioso ataque a la autodeterminación y la soberanía nacionales de pueblos y estados. En línea con esta política la Casa Blanca ha penalizado a numerosas empresas norteamericanas y europeas por realizar transacciones comerciales con Cuba. A raíz de eso pacientes cubanos o de otros países que son atendidos en los centros médicos de la isla no pueden acceder a nuevos instrumentos de diagnóstico, tecnologías y medicamentos porque aún si son producidos (o se encuentren disponibles) en terceros países, las leyes del bloqueo prohíben que sean vendidos o transferidos a Cuba si sus componentes o programas, aunque sea en mínima parte, son originarios de los Estados Unidos.
Desde el punto de vista económico el bloqueo ha causado un enorme daño a Cuba. Cálculos muy conservadores (que subestiman su verdadero impacto) revelan que en términos del valor actual del dólar su monto ascendería a algo más de 236 mil millones de dólares. Esta suma es astronómica si se tiene en cuenta el tamaño de la economía cubana. No sólo eso: también es muy significativa por sí misma puesto que equivale aproximadamente al doble de las erogaciones ocasionadas por el Plan Marshall que Estados Unidos desembolsó para financiar la recuperación de Europa en los años de la posguerra.3 Esa cifra no incluye los daños directos ocasionados por los sabotajes y actos terroristas alentados, organizados y financiados desde los Estados Unidos.
Conociendo los grandes adelantos que la revolución cubana obtuvo en terrenos como la salud, la cultura y la educación, es fácil imaginar todo lo que podría haber logrado si no hubiera tenido que lidiar con la tremenda hemorragia económica y financiera generada por el bloqueo. Pero ese era justamente el objetivo que se había propuesto el imperialismo: aplicar esa política para demostrar la inviabilidad de una vía no capitalista de desarrollo y la insanable “ineficiencia” de la planificación socialista y, de ese modo, provocar toda suerte de padecimientos y sufrimientos en la población. En sus alucinaciones los estrategas del imperialismo confiaban en que tales privaciones desencadenarían el tan ansiado “cambio de régimen” en Cuba. La historia se encargó de refutar tales expectativas. Esta misma pretensión desestabilizadora e insanablemente antidemocrática la encontramos en la decisión tomada por el presidente Richard Nixon la misma noche en que Salvador Allende obtenía la primera mayoría en las elecciones presidenciales de Chile en 1970: hacer fracasar a la economía chilena para luego, sobre la frustración y el resentimiento que esto produciría, crear las condiciones que prepararían el camino hacia el golpe militar de 1973.
¿Ha cambiado algo desde el advenimiento de Obama a la Casa Blanca? Muy poco. No se ignora que la nueva administración ha introducido una módica flexibilización en el bloqueo, pero esas medidas sólo modifican algunos aspectos marginales que no cambian el fondo de la cuestión. No obstante, se lanzó una fuerte campaña propagandística tratando de presentar a Obama como el mentor de una nueva política superadora del nefasto legado de los diez presidentes norteamericanos que le precedieron.4 Pero, de hecho, las innovaciones introducidas se limitaron a lo siguiente:
1. Eliminar las restricciones a las visitas familiares -con un límite hasta el tercer grado de consanguinidad- de los cubanos residentes en Estados Unidos.
2. Hacer lo propio con las restricciones al envío de remesas de los cubano-americanos a sus familiares en Cuba -siempre con un límite hasta el tercer grado de consanguinidad- y excluyendo a los miembros del Gobierno de Cuba y del Partido Comunista de Cuba.
3. Ampliar el rango de artículos que pueden ser enviados como regalos.
4. Otorgar licencias para que empresas norteamericanas amplíen determinadas operaciones de telecomunicaciones con Cuba.
En suma, se trata de iniciativas que si bien reparan en parte una grave injusticia, al devolver a los cubanos residentes en los Estados Unidos su derecho de visitar a sus familiares en Cuba -el que les fuera arrebatado por el gobierno de George W. Bush- son insuficientes y de alcance muy limitado, puesto que no van más allá de la intención de retornar a la situación existente en el año 2004, cuando ya el bloqueo económico estaba en pleno vigor y aplicación.
Por otra parte, y a pesar de que se derogan totalmente las limitaciones a la frecuencia y duración de las visitas arriba mencionadas y de que se incrementa el límite de gastos diarios en que pueden incurrir los visitantes, se mantiene la prohibición de viajar a cubanos residentes en los Estados Unidos que no tengan familiares en Cuba y el insólito atropello al derecho de los ciudadanos norteamericanos de viajar libremente a Cuba, único país del mundo al que su gobierno les impide visitar.
¿Qué se puede esperar de Obama? Lamentablemente poco o nada, y no sólo en el tema del bloqueo sino en las más diversas áreas de las políticas públicas. La razón, expuesta detalladamente en el libro ya citado, es que el actual inquilino de la Casa Blanca sólo controla las palancas marginales del aparato estatal norteamericano. El poder del estado descansa fuertemente en manos del “gobierno permanente” de Estados Unidos, ese entramado que en su formato incipiente mereciera la grave advertencia del presidente Dwight Eisenhower al denunciar, en su discurso de despedida, el ominoso papel que ya estaba desempeñando lo que denominara “complejo militar-industrial.” En nuestros días ese complejo ha crecido de una manera extraordinaria, a un grado tal que no era siquiera imaginable o pensable hace medio siglo atrás. No sólo creció en términos de su gravitación cuantitativa; cualitativamente perfeccionó el grado de articulación entre los diferentes miembros de la alianza y su capacidad de determinar las políticas públicas no sólo dentro de Estados Unidos sino, mediante sus aliados, a lo largo y ancho del imperio En todo caso, las declaraciones del Vice de Obama, Joe Biden, en la así llamada “Cumbre de líderes progresistas” celebrada en Santiago en Marzo del 2009 no permite alimentar demasiadas expectativas: en esa ocasión Biden aseguró que “EEUU mantendrá el bloqueo como herramienta de presión contra Cuba”. Sus palabras no fueron desmentidas ni por la Casa Blanca ni por el Departamento de Estado.
Tiene toda la razón el gobierno cubano cuando señala que “el bloqueo viola el Derecho Internacional. Es contrario a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. Constituye una transgresión al derecho a la paz, el desarrollo y la seguridad de un Estado soberano. Es, en su esencia y sus objetivos, un acto de agresión unilateral y una amenaza permanente contra la estabilidad de un país. Constituye una violación flagrante, masiva y sistemática de los derechos de todo un pueblo. Viola también los derechos constitucionales del pueblo norteamericano, al quebrantar su libertad de viajar a Cuba. Viola, además, los derechos soberanos de muchos otros Estados por su carácter extraterritorial.”5 No sólo Cuba reclama el fin del bloqueo. La abrumadora mayoría de los países apoyan su petición. Sin embargo, pese a las anunciadas promesas de iniciar una “nueva política” hacia Cuba y América Latina la administración Obama no ha dado indicio alguno de pretender levantar el bloqueo. Esto actualiza la pregunta que el presidente Chávez formulara en al marco de la reciente Asamblea General de las Naciones Unidas: ¿cuál es el verdadero Obama? ¿El que dice frases bonitas o el que convalida el golpe de estado en Honduras? Agregaríamos: ¿el que quiere promover el multilateralismo y refundar sobre nuevas bases las relaciones de Estados Unidos con América Latina o el que persiste en sostener el bloqueo a Cuba? Hasta ahora el veredicto de la historia dice que el segundo. No se descarta que pueda cambiar, aunque cada vez parece menos probable. El paso del tiempo juega en su contra.
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NOTAS
1 Sobre los múltiples perjuicios ocasionados por el bloqueo en las más diversas áreas de la vida social, económica y cultural de Cuba véase el muy documentado “Informe de Cuba sobre la resolución 63/7 de la Asamblea General de las Naciones Unidas”, en http://embacuba.cubaminrex.cu/Default.aspx?tabid=11013.
2 Por cierto, no es la única resolución que Washington ignora. Para un examen detallado de este asunto ver Atilio A. Boron y Andrea Vlahusic, El lado oscuro del imperio. La violación de los derechos humanos por Estados Unidos (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2009).
3 Según estimación realizada por el economista argentino Alex Kicillof, “El Plan Marshall estuvo en la base de la Unión Europea”, Página/12, 21 de Junio de 2007. http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/subnotas/6707-2229-2007-06-21.html
4 En realidad, no todos ellos tuvieron la misma actitud. En una de sus reflexiones el Comandante Fidel Castro Ruz sostuvo que “De los Presidentes de Estados Unidos y los aspirantes a ese cargo, solo conocí uno que por motivos ético-religiosos no fue cómplice del brutal terrorismo contra Cuba: James Carter. Esto supone, desde luego, otro Presidente que prohibió el empleo de funcionarios de Estados Unidos para asesinar a dirigentes cubanos. Se trata de Gerald Ford, que sustituyó a Nixon después del escándalo de Watergate.” En Septiembre de 1977 Carter abrió la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Cf. Fidel Castro Ruz, “La sumisión a la política imperial”, 27 de Agosto del 2007. http://www.granma.cubaweb.cu/secciones/reflexiones/esp-045.html
5 Ver el “Informe de Cuba sobre la resolución 63/7 de la Asamblea General de las Naciones Unidas”, ya citado en este trabajo.