domingo, 31 de agosto de 2008

Obama y América Latina: una agenda regional liviana

América Latina no está entre las prioridades de los candidatos estadounidenses. Sin embargo, un gobierno demócrata tendrá más reservas a firmar Tratados de Libre Comercio. México y Colombia seguirán como principal punto de referencia.
Por Ernesto Semán / Página12
Desde Denver
Hace cuatro años, cuando sólo era senador, el hoy candidato a vicepresidente Joe Biden dejó en claro que América Latina no era una prioridad en la agenda exterior de los Estados Unidos. Nada de eso cambió, del mismo modo que la región no es un tema central en el plan quinquenal del Partido Comunista Chino o de la mayor parte de los gobiernos europeos. Como Argentina aprendió en estos años, ésa no es siempre una mala noticia.
“El cambio más drástico es sin duda nuestra posición respecto de los Tratados de Libre Comercio”, es la opinión del embajador Robert Gelbard, que junto con Dan Restrepo son los principales asesores de Barack Obama para América Latina. En un diálogo online con periodistas de la región, Gelbard y Restrepo reiteraron que los gobiernos de México y Colombia seguirán siendo el principal punto de referencia para Estados Unidos, aunque Restrepo enfatizó “la empatía” de un eventual gobierno de Obama con “los procesos políticos de países como Brasil, Bolivia o Argentina”.
Contando que la iniciativa del Nafta falleció hace varios años y que el gobierno de Bush ya firmó los principales Tratados de Libre Comercio (Chile y Colombia incluidos), el bajo perfil de la región está destinado a ser la base de una continuidad de la política exterior norteamericana, aun si la relación con el continente sufre grandes transformaciones en el terreno simbólico.
Acá en Denver, [durante la Convención Demócrata], América Latina tampoco fue mencionada más que como parte de una enumeración en las principales charlas sobre asuntos exteriores, de las que participaron, entre otros, Rice, Madelaine Albright y Richard Holbrooke. Un primer dato clave para evaluar el lugar de la región en una eventual administración de Obama: de su equipo de asesores en relaciones exteriores, ninguno se especializa en América latina ni tiene particular relación o experiencia en la región. Algo de eso podría cambiar si el futuro secretario de Estado fuera Bill Richardson, una alternativa hoy improbable. El campo de trabajo principal de Susan Rice, la mano derecha del candidato en política exterior, es Africa. Varias líneas más abajo del equipo principal se ubican Restrepo, un joven en ascenso, y Gelbard, un veterano de la diplomacia estadounidense.
Las reservas respecto de los TLC también implican, obviamente, trabas en la apertura comercial. Cuando un periodista brasileño les preguntó si levantarían las tarifas para el ingreso de biodiésel, la respuesta de Restrepo fue inmediata: “No.” “La industria del biodiésel está en un proceso de ascenso y consolidación dentro de la economía norteamericana y no sería el momento de abrir la competencia con economías cuyos costos son mucho menores”, agregó.
Gelbard habló, en relación con Colombia, de “mejoras al Plan Colombia”, que provee asistencia logística y militar en el marco de la lucha contra el narcotráfico, sin especificar más. Y de todos modos reiteró que “no hay ninguna duda de que la lucha contra el narcotráfico es un tema central de nuestra agenda de seguridad”. En ese contexto, “el gobierno de Colombia es nuestro aliado”, agregó, y dijo que el conflicto con las FARC debía resolverse “respetando la soberanía de los países de la región, incluyendo la colombiana”.
Más difícil de medir es la importancia que pueda tener para América latina el cambio simbólico y político asociado con una llegada de Obama. Por lo pronto, y como ya lo anticipó el mismo candidato, habrá un contraste con la acción más crispada y dura de la primera línea de la administración Bush frente a los gobiernos de la región, Venezuela incluido. Pero ese cambio tomará forma en la acción misma.
“Los cambios entre un gobierno republicano y uno demócrata no son tan claros”, dice Greg Grandin, profesor de historia latinoamericana en la New York University y autor de Empire’s Workshop: Latin America, the United States and the Rise of the New Imperialism. Su mirada del caso Obama en particular es prudente, pero no optimista. “Para usar una figura familiar: Obama empezó su campaña como Robert Kennedy, pero la está terminando como John F. Kennedy”, dice. “En la campaña electoral con Nixon, era Kennedy el que se colocaba a la derecha, cuestionando el lugar en el que los republicanos habían dejado al país y la pasividad ante la Revolución Cubana”.
Los demócratas aún están lejos de esa situación. Pero Grandin precisa que “lo cierto es que Obama necesita ganar Florida y los grupos de lobby de Cuba, Israel y Venezuela ya ejercen presión y él se siente forzado a negociar en sus ideas originales”. Para él, además de la relación con Colombia y México, la otra área relevante para entender la relación con América latina si triunfa Obama será “ver si su administración desafía el actual control del Pentágono sobre la política y el presupuesto que se destina hacia América latina. Esas áreas habían estado en control del Departamento de Estado desde 1961. Bush desanduvo esa tradición, con consecuencias visibles, y es muy poco probable que un gobierno demócrata desafíe este nuevo statu quo”.

Nuevos dilemas de América latina

En los gobiernos de Chávez, Correa y Evo, se decide, en última instancia, el rumbo del nuevo ciclo, si es que se consolida, porque en ellos tres existen procesos políticos típicamente revolucionarios, con polarización social y avanzados movimientos sociales y políticas públicas de resistencia al imperialismo.
Modesto Emilio Guerrero / NuestraAmérica.info
Es posible que estemos parados en un punto temporal desde el que se está modificando el mapa político latinoamericano de los últimos diez años. Varias señales indican que la tendencia puede comenzar a moverse hacia el lado contrario de aquello que se acumuló en esta década. Varias incógnitas deberán despejarse, pero se concentran en pocos países.
Bolivia, Venezuela y Ecuador componen la ecuación política de la América latina actual. Siempre en el contexto de un escenario mayor y disímil y por ello complejo y contradictorio.
Allí se reúnen la tirante Argentina de la disputa por la renta agroexportadora; la Colombia siempre a punto de explotar entre su violencia impertérrita profunda y la presión norteamericana; el Perú del Alan García dispuesto a todo con tal de mantener su estrecha relación con Washington; el emergente y susceptible Paraguay de los incómodos campesinos de Lugo; o el Brasil de las tentaciones hegemónicas dislocantes, y un dato no menor: el rumbo post Irak que tome el próximo gobierno de EE.UU., donde hasta Henry Kissinger aconseja salir rápido, pero en orden, para rehacer las fuerzas del imperio en el resto del planeta.
Como no se trata de una ecuación aritmética, los resultados posibles dependerán de las complejidades de la política, sus clases en pugna, y lo que hagan bien o mal sus líderes, organizaciones y movimientos sociales.
Buscando el poder por los costados
Las tendencias más profundas acaban de manifestarse en la mediterránea Bolivia, claro, al estilo boliviano. El alentador triunfo de Evo Morales en el revolcado referéndum revocatorio del domingo pasado, no debe ocultar el enorme peligro de lo nuevo.
La novedad no es que Evo haya ganado en el voto, algo previsto en el mapa social y étnico del país, favorecido desde 2006 por las estatizaciones y la redistribución económica.
El presidente Evo Morales ganó superándose a sí mismo en el terreno de las urnas y esa fue la mejor noticia de estos días, pero a su gobierno le apareció su "Plaza Altamira", aquel símbolo del "poder territorial" simbólico que el antichavismo venezolano construyó en ese coqueto barrio al este de Caracas.
En el caso boliviano, ese nuevo "poder territorial" es superior. No sólo porque tiene asiento en la estratégica región suroriental, donde se concentra el poder energético y parte de la fuerza industrial nueva de Bolivia, es que ha logrado construir una base social amplia, tan reaccionaria como fuerte. Este descuido del gobierno central permitió la consolidación de una fuerza política y social capaz de desafiar al poder político y militar de La Paz.
Lo distinto está en que la derecha boliviana, profundamente clasista, etnicista y pro yanqui, ha consolidado un poder político-territorial, con capacidad de desafiar el poder central en varios terrenos. Es como si estuvieran buscando el poder que perdieron por los costados del país.
La segunda prueba venezolana
Un peligro de ese tenor no está descartado a priori en Venezuela en las elecciones de noviembre, salvo que cayéramos victimas de falsas ilusiones triunfalistas.
Si la derecha venezolana, aun en su mal estado actual, ganara por defecto ajeno varias gobernaciones y alcaldías, se estarían repitiendo en forma ampliada las causas de la derrota del 2 de diciembre de 2007. La "Media Luna boliviana" tendría más posibilidades de aparecer en los estados Apure, Zulia y Táchira, en la revulsiva frontera con Colombia. Todo dependerá de lo que haga –o no haga– el gobierno bolivariano, y sus determinantes efectos en el sensible estado de ánimo político de millones de chavistas.
Algo similar tiende a componerse en Ecuador, donde el alcalde de Guayaquil avanza sin prisa ni pausa en su pretensión autonómica conectada a las ínfulas derechistas del gobierno colombiano. De hecho, la más importante noticia ocurrida en el país de Rafael Correa, la aprobación de su avanzada Constitución, no fue registrada en el continente. Es que el proceso político ecuatoriano tiene adentro el mismo peligro que antes tuvo Chávez y hoy acosa a Morales. El problema es que el bicho tiene asiento en el poder de la segunda ciudad del país, superior a Quito en varios aspectos.
En los gobiernos de Chávez, Correa y Evo, se decide, en última instancia, el rumbo del nuevo ciclo, si es que se consolida, porque en ellos tres existen procesos políticos típicamente revolucionarios, con polarización social y avanzados movimientos sociales y políticas públicas de resistencia al imperialismo.
En estas dudas nace el dilema y el destino del continente en su próxima etapa.

Venezuela: Creando un modelo de desarrollo independiente

Diego Olivera
(Director de Barômetro)
(En la fotografía, trabajadores venezolanos celebran la nacionalización de CEMEX).
Muchos economistas defensores del modelo neoliberal, apostaron varias décadas a la desaparición de los modelos progresistas o socialistas, aupados en el fracaso del denominado socialismo real. Nadie vislumbraba que en la década del 90, en el mismo siglo XX, se podía hablar de modelos independientes o socialistas. Hoy en el siglo XXI, varios países en América Latina, apuestan a un sistema de características socialistas.
El gobierno bolivariano del presidente Hugo Chávez está transitando una experiencia socialista en Venezuela, en lo que podríamos definir como un proceso de cambios de las viejas relaciones económicas, en el marco de una sociedad capitalista. Donde coexisten nuevas iniciativas de propiedad, donde nuevamente se han nacionalizado industrias estratégicas, como la empresa petrolera (PDVSA), una de las empresas siderúrgicas del Orinoco (SIDOR), La compañía telefónica nacional (CANTV), la electricidad (ELECTRICIDAD DE CARACAS) y ahora las empresas productoras de Cemento.
En ese proceso de cambios han surgido importantes iniciativas, como ha sido derivar parte de las ganancias de la renta petrolera hacia el desarrollo de la economía, la vivienda, la salud y la educación. Lo que ha permitido el desarrollo de cooperativas, empresas sociales, crecimiento del modelo de Barrio Adentro (atención medica directa en las comunidades), y mantener un equilibrio salarial en Venezuela, con un aumento del mismo del 10% anual.
Algunos indicadores económicos muestran un crecimiento
Nos parece muy importante reflejar los datos suministrados por el Banco Central de Venezuela (BCV), que reflejan un importante crecimiento económico.
- El Producto Interno Bruto (PIB): A precios constantes registró un crecimiento de 7,1% en el segundo trimestre de 2008 respecto del igual período de 2007. Este crecimiento, que es significativamente superior al 4,9% experimentado en el primer trimestre de 2008, determina una expansión de 6,0% en el primer semestre del año y evidencia el comportamiento favorable y sostenido que se ha observado por diecinueve trimestres consecutivos. El crecimiento de la demanda agregada interna estuvo impulsado por sus diferentes componentes, entre los que es importante resaltar la recuperación de la inversión bruta fija, especialmente en lo que corresponde a la de origen nacional (10,7%), en particular la construcción (13,5%) y maquinarias y equipos (4,4%).
- Actividades económicas: El comportamiento favorable de la actividad económica en el segundo trimestre se sustentó tanto en la actividad no petrolera, al crecer en 7,8%, como en la petrolera, para la que se registró un aumento de 3,2% en el Valor Agregado Bruto (VAB).
- Actividad petrolera: El resultado favorable de la actividad petrolera en el segundo trimestre obedece, principalmente, al incremento de la producción de crudos, tanto por la estatal petrolera como por parte de las empresas mixtas, destacándose el aumento del volumen de ventas externas.
- Actividades no petroleras: Entre las principales actividades que contribuyeron al crecimiento del valor agregado no petrolero destacan: las comunicaciones (24,6%), la construcción (11,7%), los servicios comunitarios, sociales y personales (9,4%), el comercio (8,9%), los servicios de transporte (6,5%), la industria manufacturera (4,5%) y el sector agrícola (3,9%). El resultado reseñado en la actividad no petrolera fue estimulado por la mayor demanda agregada interna, tanto en gastos de consumo como de inversión, favorecida por la ejecución del plan de inversiones públicas y privadas, la continuación de la recuperación del ingreso familiar, el mayor nivel de empleo y la consolidación de los programas sociales del gobierno a nivel nacional.
- Industria manufacturera: La industria manufacturera privada continuó su ritmo expansivo por decimonoveno trimestre consecutivo al reflejar un aumento de 4,6%, determinado fundamentalmente por las evoluciones favorables en: fabricación de prendas de vestir (21,0%); papel (19,4%); minerales no metálicos (8,9%); productos de madera (8,1%); alimentos, bebidas y tabaco (7,1%); fabricación de caucho y plástico (5,6%); edición e impresión (4,8%) y fabricación de sustancias y productos químicos (1,4%).
- La industria alimenticia: Este sector continuó realizando esfuerzos significativos para atender la creciente demanda interna. En tal sentido, se deben destacar los crecimientos experimentados en la casi totalidad de las ramas que la conforman, entre las que se destacan: elaboración de aceites y grasas (10,8%); productos de panadería (10,1%), producción, procesamiento y conservación de carnes y derivados (8,8%) y la elaboración de otros productos alimenticios (17,2%).
- Construcción: La actividad de la construcción registró un repunte en el segundo trimestre, mostrando una variación de 11,7%, derivado de los aumentos de 1,5% en la construcción demandada por el sector público y de 23,2% en la demandada por el sector privado. El comportamiento favorable de la construcción pública se vio impulsada por el crecimiento de 9,7% correspondiente a las empresas petroleras. En el sector privado el crecimiento observado obedece a la ejecución de viviendas (18,8%) y de obras no residenciales (28,3%), principalmente destinadas a la actividad industrial, al comercio y a los servicios.
- Comercio: El valor agregado de la actividad comercial registró una variación de 8,9% en el período reseñado, como resultado del incremento en la oferta de bienes transables de origen nacional e importado.
- Valoración del BCV: Finalmente se debe señalar que los resultados favorables obtenidos en el trimestre se producen en un entorno internacional volátil, complejo y marcado por la incertidumbre. Dado este entorno, el Banco Central de Venezuela en coordinación con el Ejecutivo Nacional, continuará adelantando acciones de política en los ámbitos monetario, financiero y cambiario, tendientes a garantizar el desenvolvimiento favorable de la economía, contribuyendo de esta forma al bienestar de los hogares venezolanos.
El análisis económico del BCV refleja importantes avances.
Pese a los argumentos pesimistas o mal intencionados de la oposición, la economía venezolana sigue creciendo, y se siguen desarrollando los planes sociales. Las nuevas leyes tienden a superar varios vicios de la llamada IV República, donde muchos descontroles permitían niveles de corrupción, e incumplimientos en la construcción de empresas o viviendas.
Uno de los problemas en la construcción del socialismo real fue el exagerado centralismo, la burocracia partidaria, que sustituyó a las estructuras populares en las decisiones políticas y económicas del país. Hoy se debe apostar al desarrollo de los Consejos Comunales, a la creación de un poder popular, que sea el sostén de la nueva sociedad socialista.

México: Redefinir la nación

Enrique Calderón Alzati
LA JORNADA

A un año y medio del bicentenario del inicio de la Independencia y del centenario de la Revolución, parece ser poco lo que tenemos para celebrar y desde luego mucho más lo que debiéramos reflexionar en torno a la situación que guarda el país, sumido en el estancamiento económico y en la inseguridad, gobernado por un grupo de cínicos e ineptos, que viven de la simulación y en la simulación, dirigidos por un presidente con legitimidad poco clara, un país con un nivel educativo deficiente, en el que una parte importante de sus jóvenes aspiran a encontrar en el extranjero las oportunidades que aquí parecen no existir. Todo ello, en el mismo territorio donde habitan algunos de los hombres más ricos del mundo, y donde los recursos petroleros están entre los mayores del planeta.
Algo en lo que quizás debiéramos pensar es qué tanto se parece en lo social el México de hoy, con el que alguna vez seguramente soñaron Hidalgo y Morelos, Matamoros, Guerrero, y todos aquellos hombres que lo dieron todo por lograr un país libre y soberano, gobernado de acuerdo con una Constitución que asegurara justicia, igualdad y fraternidad, de acuerdo con las ideas en boga en aquellos tiempos.
Tanto la Independencia como la Revolución significaron e implicaron en su tiempo la redefinición del país, buscando hacer a un lado todo lo que estaba mal, la servidumbre y la explotación de los muchos, la ignorancia dominante, las carcomidas estructuras del poder, los privilegios de los pocos, los discursos llamando a la conformidad, las condiciones de miseria, la dependencia estúpida y servil respecto de otras naciones, para sustituir todo ello por un nuevo orden de esperanza y progreso, de justicia social, de educación y conocimiento, de organización para producir más y mejor, de mejores niveles de vida, de rescate de nuestra cultura, a la vez milenaria y diversa.
En aquellas redefiniciones estuvieron presentes las mejores ideas y las visiones más avanzadas de su tiempo. La formación de una repúublica autónoma y soberana, la abolición de la esclavitud y de la nobleza en la Independencia, el establecimiento de los derechos sociales a la educación, al trabajo y a la salud, las responsabilidades del gobierno en la protección y cuidado de los habitantes, el derecho a la libre organización, pensamiento y expresión en el caso de la Revolución.
No tengo la menor duda que ante una consulta nacional, como la recientemente hecha en torno al petróleo, en la que se planteara la necesidad de una redefinición actual del país, una mayoría aplastante estaría de acuerdo con ella. Desde luego que no puedo abrogarme el derecho de proponer la dirección a tomar, pero algunas ideas me parecen sensatas. En primer lugar, como en los casos anteriores, hay mucho que rescatar para partir de allí y no sólo en términos de infraestructura, sino también de instituciones; la Constitución misma, si algo debemos hacer con ella es restablecerla, devolverle la vida y la autoridad que le ha sido sustraída y revisar los parches que se le han ido añadiendo, para servir a los caprichos y alucinaciones de quienes mareados por el poder la cambiaron; una excepción relevante debiera estar quizás en la transformación de los esquemas y estructuras de gobierno, para extirpar la corrupción que lo permea y para dotarlo de la capacidad para responder y adelantarse incluso a los grandes desafíos que el país enfrenta.
Algunos aspectos fundamentales del mundo actual debieran ser tomados en cuenta en la medida que nos afectan de manera directa en lo colectivo y en lo individual. Así, el tratado comercial que tenemos con Estados Unidos debiera ser revisado profundamente, no sólo porque sus términos son de dominación, a diferencia de los pactos que existen en otras regiones del planeta, que están diseñados para impulsar el desarrollo igualitario de los socios y especialmente el de los más débiles, sino porque Estados Unidos está dejando de ser un país hegemónico, ante el empuje de la Comunidad Europea y de los países asiáticos, tal como se evidenció en los últimos Juegos Olímpicos. Acaso sería conveniente seguir el ejemplo de los países latinoamericanos, que hoy unen sus empeños con una visión común de futuro.
La reforma que se pretende hacer en materia de energía debiera ser parte de esta redefinición del país, pues no puede hacerse ignorando las graves diferencias interregionales, la debilidad económica nacional, la dominación financiera de las empresas extranjeras, los vastos y sofisticados mecanismos de corrupción que padecemos y sobre todo los derechos patrimoniales del pueblo mexicano.
El fenómeno irracional de la violencia que hoy azota el país es seguramente el síntoma más crítico de la escasa salud colectiva de la sociedad mexicana. “Los demonios andan sueltos”, dijo hace algunos años un político entonces encumbrado; hoy a todas luces siguen sueltos, sólo que son más, muchos más y más diversos; no es con golpes mediáticos como los van a meter al orden, también aquí podemos decir que el tema debe ser parte fundamental de la redefinición de país para lograr la restitución del tejido social y los valores éticos de nuestros ancestros, donde los derechos y la vida de los demás deberían ser sagrados.
Las evaluaciones de conocimientos y competencias de los estudiantes apuntan también con claridad a la necesidad de redefinir el sistema educativo desde sus cimientos, sus esquemas de enseñanza y su organización misma, pasando en primer lugar por el desmembramiento del SNTE, en virtud de los riesgos que implica para el futuro nacional.
La redefinición del país debiera incluir igualmente esquemas para la reducción de la miseria que ha sido generada por un sistema redistributivo, que alienta la acumulación irracional de bie-nes en unas pocas familias y golpea a las mayorías. Que restituya la capacidad para producir alimentos que por siglos han tenido las zonas rurales. Sé que todo esto tiene sabor de utopía, pero las revoluciones que recordamos se originaron en situaciones que mucho se parecen a la actual; sería deseable que la próxima revolución se dé sin necesidad de sacrificios, de violencia, ni de los derramamientos de sangre que caracterizaron a las dos anteriores.
La historia moderna nos enseña que si bien las grandes transformaciones han requerido guerras y muertos por millares, hoy se pueden hacer mediante la discusión de las ideas y la aceptación de los consensos; el mejor ejemplo de ello es la actual Comunidad Europea.

Brasil: Barbariecracia

Frei Betto * / ADITAL
El éxodo de la población del barrio carioca de Vicario General, acosada por los tiroteos entre traficantes y policías, deja sin clases a 3,071 niños, cierra el comercio local e impide a los moradores que todavía permanecen allí ejercer su derecho elemental de ir y venir.
La frágil democracia brasileña se encuentra amenazada en las grandes ciudades. Al margen del Estado legal se expande y fortalece el Estado ilegal. La barbarie se hace presente allí donde el poder público se encuentra ausente. Cuando mucho, el Estado hace presencia eventual como fuerza represiva, nunca como ente administrativo.
En las favelas impera el narcotráfico, que capta a jóvenes y niños, cobra por su protección al comercio local, administra salones de baile y clubes deportivos, castiga severamente a quien transgrede la "ley del perro", e incluso presta asistencia social a los vecinos, como ingresos hospitalarios, compra de medicinas, becas de estudios, reparaciones domésticas y ampliación de chabolas.
En las periferias las milicias, generalmente dominadas por policías, dictan normas y procedimientos: cobran peaje a los moradores y comerciantes, controlan el suministro de gas, monopolizan el transporte en microbuses e imponen sus candidatos a los electores.
Cuanto menos sea el poder público en esas áreas densamente pobladas por familias de clase baja, mayor es el imperio de la barbariecracia: el régimen de la barbarie, que se impone por el terror.
Los habitantes de favelas y suburbios son, en su inmensa mayoría, gente honesta y trabajadora, como constaté en los cinco años que viví en la favela de Santa María, en Vitória. Pero están desprotegidos en cuanto ciudadanos. No disponen de áreas de esparcimiento, deporte y cultura; las escuelas son una piltrafa, los profesores están mal pagados y la enseñanza es de mala calidad; el servicio de salud está agonizante; la red sanitaria es precaria; el número de viviendas construidas con financiamiento público es mínimo.
Basta con observar el mapa de las obras que lleva a cabo el poder público, como la expansión del metro carioca, para constatar que la prioridad recae sobre la minoría de la población de clase media o alta: la parcela capaz de retribuir con dividendos electorales.
Es esta reducida pero poderosa faja de la población -formadora de opinión- la que merece el mejor servicio público. El resto, considerada la inexistencia del Dios-proveerá, se ve empujada a las garras de los maleantes.
Entre los municipios de Rio y São Paulo hay por lo menos dos millones de jóvenes de entre 14 y 24 años que no terminaron la enseñanza primaria. De ese contingente proceden el 80 % de los homicidas, así como el 80 % de los asesinados. Lo que comprueba que la violencia urbana no procede de la pobreza sino de la falta de una educación de calidad.
Si el Estado se hiciera presente en esas áreas explosivas, a través de escuelas y cursos de profesionalización, de actividades deportivas y artísticas, ciertamente el narcotráfico perdería fuerza a mediano plazo. Ni el mismo traficante desea que su hijo le siga los pasos.
¿Y cuándo el gobierno hará una amplia reforma en los criterios de selección y formación de policías civiles y militares? ¿Cómo se explica que muchos agentes del Estado cometan asesinatos, tráfico drogas y armas, tortura y robo de bienes encontrados en manos de delincuentes?
Por desgracia en Brasil la cultura es un lujo de la élite. Basta con revisar el presupuesto del Ministerio de Cultura. Las pocas iniciativas dependen del mecenazgo de empresas que raramente invierten en el mundo de los pobres.
Esta es la más perversa forma de privatización: la que cede a los traficantes y a las milicias clandestinas el derecho de actuar como un Estado dentro del Estado. Como todos sabemos que ellas no delimitan su radio de acción a las áreas de la clase baja, las clases media y alta se vuelven rehenes permanentes de la barbarie, sea por verse aterrorizadas por el peligro de la violencia, sea por el compulsivo encerramiento tras las rejas de sus casas y el blindaje de sus vehículos.
¡Imaginen si los US$ 25 mil millones gastados al año en seguridad privada en el Brasil fuesen invertidos en educación de niños y jóvenes en situación de riesgo y en la formación de policías íntegros!
*Autor de "Calendario del poder", entre otros libros. Traducción de J.L.Burguet

Fernando Lugo y el nuevo proceso integrador de la Cuenca del Plata

Fernando del Corro / ALAI
La llegada al gobierno paraguayo de Fernando Armindo Lugo le ha dado, en apenas poco más de una semana de gestión, un nuevo dinamismo al proceso integrador de la Cuenca del Plata comenzando por la revitalización de un antiguo tratado entre los tres países menores de la región, el URUPABOL (Uruguay, Paraguay, Bolivia).
Existe una breve pero interesante historia de dicho tratado realizada por el académico uruguayo Bernardo Quagliotti de Bellis, director de la revista “Geosur”, de la Asociación Suramericana de Estudios Geopolíticos, relacionada con el período de su existencia entre 1963 y 1976, hasta su denuncia por parte del ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner, presionado por el también dictatorial gobierno brasilero de entonces.
El término URUPABOL reapareció días atrás en Asunción del Paraguay el mismo pasado 15, en bocas del presidente boliviano Evo Morales durante una charla que mantuvo con un grupo de periodistas horas después de la ceremonia de traspaso del mando de Nicanor Duarte Frutos a Fernando Lugo. Por primera vez, en muchos años, más de 30, en boca de un jefe de estado de la región se volvió a escuchar hablar de aquel viejo tratado.
Pero había sido Lugo el paladín de su recuperación. Tras imponerse en las elecciones en su país en el pasado abril, realizó una visita a todos los países de la Cuenca del Plata y así visitó en la Argentina a Cristina Elisabet Fernández; en Bolivia a Evo Morales Ayma; en el Brasil a Luiz Inácio Lula da Silva; y en el Uruguay a Tabaré Vázquez; amén de algunos extrazona como el nicaragüense Daniel Ortega y el venezolano Hugo Chávez.
Durante su campaña la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), el frente político heterogéneo conformado alrededor de la figura de emblemática de Lugo, tanto él como sus seguidores se encargaron de plantear la necesidad de reformular los tratados de Itaipú y Yacyretá, las dos grandes centrales hidroeléctricas sobre el Río Paraná –la primera de ellas la mayor generadora de energía del mundo- de las que el Paraguay obtiene escaso provecho dado su paupérrimo nivel de desarrollo por lo que debe vender el excedente, o sea casi todo lo que le corresponde, a sus respectivos socios: el Brasil y la Argentina.
La estrategia energética diseñada por Ricardo Canese, un ingeniero electo parlamentario del MERCOSUR por el movimiento Tekojoja, la fuerza propia de Lugo dentro de la APC, pasa, precisamente, por una gran integración de esos recursos entre los cuatro, por ahora, miembros plenos del tratado regional más Bolivia y, en un futuro, a las más distantes Venezuela, en vías de adhesión definitiva a dicho pacto, y a Chile. Algo que el propio Canese amplió al ser consultado por MERCOSUR Noticias.
Sin embargo, en este planteo estratégico que abarca todo el Cono Sur y algo más hay un eje central: el URUPABOL. Lugo lo habló en sus visitas a Tabaré y Evo. Este último recogió el guante de inmediato y poco después salió a plantearlo como estrategia. Tabaré aún guarda silencio, seguramente porque su política, diseñada por el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, no apunta a sus vecinos sino a la firma de tratados de libre comercio (TLC) y si aún no lo ha hecho con los Estados Unidos de América se debe a la resistencia que ello genera internamente en el gobernante Frente Amplio.
En ese marco salió rápidamente Lugo a reforzar su proyecto enviando, en nuevas visitas, ahora a su canciller, Alejandro Hamed Franco, un reconocido historiador cuya designación fue cuestionada por círculos del poder económico, desde los Estados Unidos y aún por algunos sectores desde el interior de la propia APC, en particular del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). Hamed ya habló de la cuestión en Montevideo con su par uruguayo Gonzalo Fernández. El mismo que pocos días antes había planteado la necesidad de “flexibilizar” el MERCOSUR mientras uno de los precandidatos a suceder a Tabaré, el senador ex Tupataro José Mujica, repetía en la Argentina su decisión de fortalecer el pacto regional.
Con Lugo los cuestionamientos a la integración que esgrimían funcionarios de Duarte Frutos se terminaron. La decisión es la de la plena integración pero el bloque de los más chicos puede ayudar a una mejor negociación con los más grandes. Bolivia tiene gas, aunque por ahora no le alcance más que para abastecer su mercado interno, al Brasil y un poco a la Argentina , pero va por más. Por lo tanto hay que prever un gasoducto que la conecte con el Paraguay y con el Uruguay –en este caso a través del Brasil o de la Argentina- que no lo tienen.
Del mismo modo el Paraguay, si obtuviese concesiones de la Argentina y el Brasil para disponer con alguna libertad sus excedentes de Yacyretá e Itapú, podría abastecer de energía eléctrica a Bolivia y el Uruguay, y con ello el cinturón de seguridad regional en la materia estaría asegurado.
El tratado del URUPABOL, firmado el 25 de abril de 1963, hace algo más de 45 años, apuntaba, entre otras cosas, como recuerda Quagliotti de Bellis, al desarrollo de una flota fluvio-marítima común. Bolivia y el Paraguay son países mediterráneos que se conectan con el Océano Atlántico a través de ríos de la Cuenca del Plata. La costa uruguaya tiene las mejores condiciones para un puerto que centralice el comercio ultramarino y de hecho ya se ha venido modernizando el de la propia Montevideo. De más fácil acceso y más barato que el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la Argentina.
Por ello es clave la Hidrovía del Río de la Plata, con el Paraná y el Paraguay, eventualmente extendible hasta el Bermejo, como en su momento se lo propusiera el oidor de Charcas (Bolivia), Juan de Matienzo, al rey de España Carlos I, lo que dio lugar a la definitiva fundación de la ciudad de Buenos Aires para facilitar el comercio entre la entonces metrópoli colonial y las minas de metales preciosos del Alto Perú. Este tema de la Hidrovía fue parte de las charlas entre Hamed y Gonzalo Fernández.
En el Uruguay se pretende desarrollar la energía nuclear y el Paraguay tiene uranio. Su sobreabundancia hidroeléctrica no lo ha llevado a ver aquella otra fuente de aprovisionamiento, pero facilitarlo a una futura central uruguaya ayudará al proceso de interconexión global, para el cual también está prevista, como se ha señalado, en la visión del gobierno de Lugo, la indispensable participación del Brasil y la Argentina, amén de los mencionados acuerdos geográficamente más complicados, con Chile y Venezuela.
Un acuerdo también se amplía a todo otro número de cuestiones, entre ellas la complementación en materia alimentaria, en la cual el Uruguay es el país mejor posicionado de los tres, aunque el Paraguay tiene una enorme potencialidad, a la cual Bolivia puede adicionar, por razones geográficas y climáticas otros productos, cuyos cultivos puede intensificar.
El Paraguay fue el país más desarrollado de la región en los albores de la independencia de los países surgidos de las metrópolis colonialistas ibéricas a comienzos del Siglo XIX a partir de la visión del gran presidente jacobino José Gaspar Rodríguez de Francia. Tras la infausta “Guerra de la Triple Alianza ” pasó a estar subsumido en el atraso contumaz. Lugo no sólo habla de los aborígenes, de los pobres y de la democracia formal; tiene un proyecto estratégico para transformar su país y para ello cuenta con la buena voluntad de Cristina y Lula, pero en ese marco ha puesto buena parte de sus fichas en resucitar el URUPABOL.
- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). De la redacción de MERCOSUR Noticias.

El socialismo del siglo XXI: notas para su discusión

Atilio Borón / Defensadelahumanidad.cult.cu
El propósito de esta ponencia es aportar algunos elementos para la discusión sobre el socialismo del siglo veintiuno. El tema, no por casualidad, está siendo objeto de una intensa y creciente discusión. Si hacemos una rápida consulta al Google y miramos el número de páginas existentes, a finales de Julio de 2008 sobre el "Socialismo del siglo XXI" veremos que aparecen listadas aproximadamente más de 1.200.000 páginas que responden a dicho título.
Dado el volumen de la bibliografía existente nos limitaremos a examinar algunas ideas que nos parecen centrales y que quisiéramos dejar como aporte para un futuro trabajo de elaboración colectiva. No tienen pretensión alguna de exhaustividad sino que, por el contrario, deben ser comprendidas como una parcial contribución a un debate en curso tendiente a lograr una definición cada vez más precisa del horizonte socialista de las luchas emancipatorias de nuestra época.
Abordaremos esta reflexión a partir de una distinción tripartita entre:
1. Los valores y principios medulares, que deben vertebrar un proyecto que se reclame como genuinamente socialista.
2. El programa de ese proyecto, es decir, el tránsito desde el universo de los valores a la agenda concreta de la construcción del socialismo y las políticas públicas requeridas para su implementación.
3. Finalmente, el tema del "sujeto histórico" (o los sujetos) de ese proyecto, y sus características distintivas.
Valores
Se trata de un tema clave, porque un proyecto socialista no puede manifestar la menor ambigüedad axiológica en relación a su crítica intransigente y radical a la sociedad burguesa. A la luz de las experiencias que tuvieron lugar durante la fase "keynesiana" del capitalismo no se puede alimentar la menor ilusión acerca de la capacidad de lograr reformas profundas y sobre todo duraderas en la estructura de este tipo de sociedad. La involución que sufrió a consecuencia de la contrarrevolución neoliberal a partir de los años 1980s demuestra, más allá de toda duda, que los avances que se habían producido en los años de la posguerra -y que dieran lugar a múltiples teorizaciones sobre "el fin de las ideologías", el agotamiento de la lucha de clases, las virtudes de la irrestricta movilidad social ascendente, el triunfo de la democracia liberal, etcétera- estuvieron muy lejos de ser irreversibles.
Esta reversión ha confirmado, una vez más, la extraordinaria resiliencia del capitalismo y su capacidad para retornar a la "normalidad" de su funcionamiento explotador, expoliador y opresivo una vez que se disipan las coyunturas amenazantes que, en los años de la posguerra, le obligaron a hacer pasajeras concesiones a las clases subalternas. Componente estratégico de esa coyuntura fue la amenazante presencia de la Unión Soviética. Y es que a pesar de su doctrina oficial de la "coexistencia pacífica", justamente criticada por el Che en numerosas intervenciones orales y escritas, la sola existencia del ejemplo soviético y posteriormente de la revolución china obligó a las burguesías metropolitanas a aceptar reivindicaciones que antes de 1917 hubieran sido respondidas apelando a los servicios de la gendarmería.
Dicho lo anterior es preciso subrayar que un socialismo renovado de cara al siglo veintiuno no puede quedar reducido a la construcción de una nueva fórmula económica, por más resueltamente anti-capitalista que ésta sea. El Che tenía toda la razón cuando dijo que "el socialismo como fórmula de redistribución de bienes materiales no me interesa." 3 De lo que se trata es de la creación de un hombre y una mujer nuevos, de una nueva cultura y un nuevo tipo de sociedad, caracterizado por la abolición de toda forma de opresión y explotación, el primado de la solidaridad, el fin de la separación entre gobernantes y gobernados y la reconciliación del hombre con la naturaleza.
Proyecto
El apartado anterior analizó, brevemente, la problemática de los valores y destacó la incuestionable superioridad ética del socialismo en relación al capitalismo, tema que no debe olvidarse pese a que muy a menudo se lo deja de lado. Veamos ahora el proyecto y un caso especial: "la planificación central" de la economía, que en el pasado fue interpretada como consustancial con el socialismo y que hoy aparece claramente como producto de una época no existiendo razones irrebatibles para que sea mantenida en el futuro.
Si en el marco del desplome del estado zarista, la Primera Guerra Mundial y la salvaje agresión perpetrada en contra de la joven república soviética la socialización de la economía fue asimilada con la total estatización de las actividades económicas, en la actualidad esa receta no sólo es inadecuada sino, además, contraproducente para la consolidación de un proyecto socialista en las condiciones actuales de la economía mundial.
Si el modelo de la estatización total de la economía fue una necesidad impuesta por determinadas circunstancias esto no significa que deba ser la única alternativa de un proyecto socialista. Y esta conclusión es válida aún si se tiene en cuenta que en su tiempo ese modelo fue altamente exitoso porque hizo posible un formidable desarrollo de las fuerzas productivas y convirtió al país más atrasado de Europa de comienzos del siglo veinte en una gran potencia industrial y militar. Sin embargo, sus logros en una fase de industrialización extensiva no fueron suficientes para responder eficazmente los nuevos desafíos planteados por la tercera revolución industrial, con el desarrollo de la microelectrónica, las telecomunicaciones, la informática y todas las aplicaciones industriales derivadas de estos adelantos científicos y, gradualmente fue perdiendo terreno ante sus rivales capitalistas hasta llegar a su inglorioso derrumbe final, cuando todo el edificio político construido por la primera revolución proletaria de la historia, un acontecimiento extraordinario en la vida de las naciones, se desplomó sin un solo disparo, y ante la increíble indiferencia de la población.
El tema de la magnitud e implicaciones de estos grandes cambios económicos mereció una aguda observación del Comandante Fidel Castro en su discurso del 17 de Noviembre del 2005 en la Universidad de La Habana, conmemorando el sexagésimo aniversario de su ingreso a esa casa de estudios. Dijo en esa oportunidad que "somos idiotas si creemos, por ejemplo, que la economía -y que me perdonen las decenas de miles de economistas que hay en el país- es una ciencia exacta y eterna, y que existió desde la época de Adán y Eva. Se pierde todo el sentido dialéctico cuando alguien cree que esa misma economía de hoy es igual a la de hace 50 años, o hace 100 años, o hace 150 años, o es igual a la época de Lenin, o a la época de Carlos Marx. A mil leguas de mi pensamiento el revisionismo, rindo verdadero culto a Marx, a Engels y a Lenin."
Fidel tiene razón: la economía de hoy no es la de hace cincuenta años atrás. No lo son ni el paradigma productivo, ni las modalidades de circulación de las mercancías, ni las características del sistema financiero ni el entrelazamiento mundial del capital y el de éste con los estados de los capitalismos metropolitanos. Por lo tanto, las políticas económicas del socialismo deben necesariamente partir del reconocimiento de esas nuevas realidades. Y, al mismo tiempo, tener la humildad y la sensatez necesarias como para desconfiar de fórmulas librescas, pret a porter, que se presentan como válidas para todo tiempo y lugar para la construcción del socialismo. En esa misma plática a los universitarios Fidel decía que "uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo." Lección esta importantísima, no sólo por provenir de quien proviene sino porque desafía la tendencia pertinaz en la izquierda de reducir la construcción del socialismo a la aplicación de una receta, un modelo, una fórmula.
Sujetos
Claramente, en plural. No existe un único sujeto -y mucho menos un único sujeto preconstituido- de la transformación socialista. Si en el capitalismo del siglo diecinueve y comienzos del veinte podía postularse la centralidad excluyente del proletariado industrial, los datos del capitalismo contemporáneo y la historia de las luchas de clases sobre todo en la periferia del sistema demuestran el creciente protagonismo adquirido por masas populares que en el pasado eran tenidas como incapaces de colaborar en la instauración de un proyecto socialista.
Campesinos, indígenas, sectores marginales urbanos eran, en el mejor de los casos, acompañantes en un discreto segundo plano de la presencia estelar de la clase obrera. La historia latinoamericana, desde la Revolución Cubana hasta aquí, ha demostrado que, al menos en los capitalismos periféricos el exclusivismo protagónico del proletariado industrial no fue confirmado por los hechos. Baste recordar la caracterización del "pueblo" hecha por Fidel Castro en La Historia me Absolverá, o el papel de esas masas populares urbanas y rurales en los levantamientos que tuvieron lugar en Bolivia y Ecuador (que se tradujeron posteriormente en las victorias electorales de Evo Morales y Rafael Correa), o el heroísmo de esas masas en la derrota del golpe de estado de Abril del 2002 en contra de la Revolución Bolivariana para apreciar, en toda su magnitud, la multiplicación de los sujetos de la resistencia y oposición al capitalismo.
Para finalizar, no podríamos dejar de examinar esta problemática sin cuestionar la falsa oposición que suele plantearse entre partidos y movimientos sociales. Lamentablemente, en los últimos tiempos esta oposición radical se arraigó muy profundamente en el imaginario de numerosos actores sociales y políticos de América Latina y el Caribe.
La consecuencia fue que mientras los partidos políticos de izquierda fueron todos ellos satanizados y considerados sin hacer distingo alguno -y por lo tanto cometiendo una enorme injusticia con algunos que lucharon ejemplarmente contra las dictaduras que asolaron a nuestros países en los años setentas y ochentas- como aparatos burocratizados, desmovilizadores y claudicantes, los movimientos sociales fueron exaltados como excelsas organizaciones inmunes a las deformaciones burocráticas, las ambiguedades, los personalismos y las mezquindades que según esta poco feliz interpretación caracterizarían a los partidos de izquierda de la región. Demás está decir que esta simplificación no resiste el menor análisis y que cualquiera mínimamente informado sobre la realidad sociopolítica de nuestros países sabe que los vicios que se achacan, muchas veces con justa razón, a los partidos también afectan, en mayor o menor medida, a los movimientos sociales. Sus proclamas a favor de la horizontalidad y el "basismo" no siempre encuentran una traducción real en la vida concreta de los mismos y no pocas veces son un discurso divorciado de los hechos. Y las "nuevas formas de hacer política" con que los movimientos sociales muchas veces se presentan en la escena pública para diferenciarse de la vieja politiquería partidaria suelen más pronto que tarde dar lugar a la resurrección de odiosas prácticas que se creían exclusivas de los partidos.
En otras palabras: partidos y movimientos representan dos modos de articular los intereses del campo popular, modos que no son contradictorios sino complementarios entre otras cosas porque juegan en distintos escenarios: los partidos en el marco de las instituciones políticas y los movimientos en el seno de la sociedad civil. Si estos demostraron poseer una potencial capacidad para establecer una conexión más estrecha con su propia base y representar de manera más inmediata sus intereses, adolecen en cambio de una enorme dificultad a la hora de sintetizar la multiplicidad de particularismos que ellos encarnan en una fórmula política y en una estrategia unificada que pueda enfrentar con éxito la estrategia unificada de la burguesía.
Tanto los partidos como los movimientos parecen ignorar que ésta jamás apuesta todas sus cartas en un solo escenario sino que continuamente combina tácticas y estrategias que utilizan tanto los canales institucionales (las elecciones y todas las instituciones políticas del estado) como los canales extra-institucionales: la calle, las movilizaciones, la propaganda política, los medios de comunicación de masas, los sabotajes, lock-outs patronales, fuga de capitales, huelga de inversiones, chantajes sobre los gobernantes, etcétera. En una palabra, la burguesía no se enfrenta con los falsos problemas que suelen paralizar al campo popular, esterilizado y desmovilizado en improductivas discusiones acerca de si movimientos sí o movimientos no, o partidos sí o partidos no.
Profunda conocedora del poder y sus secretos, la burguesía utiliza todas las armas disponibles en su arsenal haciendo caso omiso de sus características, mientras sus opositores se desangran dirimiendo primacías entre unas y otras y quedando por eso mismo a merced de sus enemigos de clase.

martes, 26 de agosto de 2008

Manuel Zelaya: ''Hoy necesitamos buscar alternativas realmente diferentes''

TeleSUR
Tras la firma del documento de adhesión que permitió a Honduras ser miembro pleno de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el presidente hondureño Manuel Zelaya, en entrevista exclusiva con TeleSUR, aseguró que "el sentimiento de favorecer a nuestras sociedades" y la búsqueda de alternativas políticas y económicas "que sean diferentes a lo que tenemos" fue lo que lo llevó a decidirse por el mecanismo de integración latinoamericana.
¿Por qué decide Honduras entrar al Alba?
Nos identificaba un mismo idioma, un mismo territorio, un mismo ambiente, somos parte de la cuenca caribeña igual que nos identifican ideales, principios, también el sentimiento por favorecer a nuestras sociedades y buscar alternativas que sean diferentes a lo que ya tenemos.
La globalización y el capitalismo, la crisis en que estamos de alimentación, energía, lo mismo que a lo interno de nuestros países, las grandes desigualdades y pobreza que hay.
Hoy necesitamos realmente buscar alternativas diferentes donde el papel del Estado cambie, donde el papel del mercado realmente sea efectivo y no sólo sea para privilegio y es que nos motiva a buscar ideas dentro del liberalismo social para nosotros y dentro del socialismo para América del Sur.
A corto plazo, ¿qué aspira Honduras con el Alba y qué puede proponer Honduras a este bloque de asociación de Estados?
Esta cultura de buscar siempre ganancias específicas es una cultura creada a través de la vanidad y el egoísmo, el capitalismo específicamente. Nosotros aspiramos que si creamos las bases del desarrollo que es la educación, la salud, en apoyo con Cuba y a través de Venezuela, podemos lograr que nuestro pueblo tenga el espíritu libertario que hace falta, el espíritu revolucionario de cambio que hace falta y eso nos va a llevar lógicamente a buscar entonces mejores asociaciones comerciales, económicas, no como ahora que todo lo que se hace está al servicio de pequeños sectores de la población, de grupos fácticos, de grupos económicos, de grupos de poder y la gran población se descuida.
Nosotros abogamos por un mercado social, por un liberalismo social y hemos ubicado a nuestro gobierno en un centro izquierda que es lo más adecuado para buscar el desarrollo sin romper con ninguna nación porque seguimos manteniendo el Tratado de Libre Comercio para la República Dominicana y Centro América (Cafta), el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) con Centro América, Asociación comercial con Europa, con todos los países, Chile, Colombia, Taiwán, pero al mismo tiempo nos incorporamos al bloque socialista del sur.
El sector empresarial de su país rechaza el ingreso al Alba de Honduras, pues dice que ahora su gobierno se distanciará de Washington, ¿cómo responde a esas críticas?
De parte nuestra nunca, y si es de parte de Washington cometerían un grave error porque ellos han hablado mucho de que Honduras es su aliado, que es su socio y al aliado y al socio se le ayuda no se le deja solo y al aliado y al socio se le tiende una mano especialmente cuando consigue apoyo de otros países.
Este es un país libre, libre en su espíritu doctrinario, la libertad es una aspiración, es un país independiente que tiene que luchar por su independencia. Creo que Estados Unidos cuando ve que Honduras está mejorando debe alegrarse porque hemos sido su más próximo amigo.
Usted se unió prácticamente a un bloque de gobierno de izquierda, ¿se considera usted de izquierda?
De izquierda es mi corazón, sentimientos, derechos humanos, trabajar por la sociedad, luchar por los pobres, luchar por la equidad, luchar por disminuir las desigualdades, las disparidades. Si ser de izquierda es tener independencia, tener dignidad, entonces soy de izquierda. Pero el término izquierda se usó cuando el rey dijo: 'Pónganse a mi derecha los que me apoyan y a mi izquierda los que me adversan', entonces creo que de alguna manera nuestra posición ha sido de un centro izquierda para ser más apegado a la doctrina del liberalismo social que nos ha conducido.

domingo, 24 de agosto de 2008

Piedad Córdoba: “Colombia es un Estado mafioso”

La senadora, férrea opositora al régimen de Uribe, dialogó con la Agencia Periodística del Mercosur sobre la realidad de su país, más allá de las FARC: el paramilitarismo, los desplazados, la crisis humanitaria y otros temas más.
Roberto Aguirre / APM
(Desde Neuquén, Argentina)
La senadora Piedad Córdoba es la mayor referente de la oposición en Colombia. En los últimos años, su militancia política se ha volcado de lleno al conflicto con la guerrilla, situación que marca a fuego a la realidad política del país desde hace más de medio siglo.
En agosto de 2007, el presidente Álvaro Uribe le encomendó que negociara junto con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez el canje humanitario de 40 rehenes en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cinco meses después, la intervención rindió sus frutos y la guerrilla liberó a seis prisioneros, entre ellos Clara Rojas, la compañera de fórmula de Ingrid Betancourt. Esto, a pesar de que el presidente colombiano había suspendido la mediación por considerar que la Senadora se excedía en sus atribuciones.
Partidaria acérrima de la salida política al conflicto, Piedad Córdoba es una voz clave para entender los pormenores de la realidad política colombiana. APM dialogó con ella en ocasión de su visita a la ciudad argentina de Neuquén para el 23º Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en esa localidad. Sin tapujos y con duras críticas a Uribe, la Senadora se refirió al conflicto con las FARC y la liberación de Ingrid Betancourt, aunque también reveló la realidad oculta de Colombia: la existencia de desplazados y desaparecidos en un país con una profunda crisis humanitaria.
Luego del éxito de la liberación de la operación “Jaque”, que liberó a Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes: ¿Uribe descartó por completo una salida política al conflicto?
No, no creo que la haya descartado porque nunca la ha tenido. Para él no existe esa salida, la única que existe es la salida militar. Pero yo creo que esta vez le a ser bastante difícil a pesar del miedo y el terror que existe en la sociedad colombiana, ya que se ha generado todo un movimiento para exigir a los actores que son el Estado y la guerrilla una salida política al conflicto que vive Colombia, que parece interminable, para que no estemos otros 40 años cruzando disparos.
Y, obviamente, hay un riesgo muy alto para la región porque ya se vio lo que es capaz de hacer Estados Unidos: Colombia es su títere, él su ventrílocuo. Lo mueve, lo manipula, le dice que dispare aquí, que dispare allá y creo que eso de continuar así, es un riesgo muy grande para la región y para el país. Esto ya generó una crisis humanitaria muy grande.
Sin embargo, la operación militar fue efectiva y devolvió a los rehenes sanos y salvos ¿Esto significa que ganó Uribe y su vía armada?
Yo creo que es una torpeza decir que Uribe ganó. Lo que él aplica no es otra cosa que aquella máxima que dice que “el fin justifica los medios”. El presidente intentó generar una competencia contra quienes apostamos por la salida política y el acuerdo humanitario y vamos ganando. Las FARC a pesar de que Uribe rompió la mediación hizo liberaciones unilaterales y avanzaba la liberación de los demás rehenes.
Entonces, es como cuando un mal estudiante va perdiendo el año y cuando llegan los exámenes, no sale a la calle y no acude a fiestas hasta que no aprueba los exámenes, así sea tomando anfetaminas para no dormirse. Esto es el mismo caso. Uribe invadió Ecuador, ofreció recompensas al estilo del viejo oeste, montó un teatro de guerra, se robó los símbolos de la Cruz Roja, de Telesur, y dejó, por un lado, la tranquilidad de recuperar a los rehenes y vivos en muy buenas condiciones.
Eso es una cosa que a todo el mundo le generó un respiro ya que era fundamental que no mataran a Ingrid Betancourt y a los tres estadounidenses porque, en realidad, los demás no les interesan. Los que aún quedan ahí, ya no le importan a nadie. Porque los otros rehenes generaban una situación conflictiva internacional y haberlos rescatado vivos generó una sensación tranquilizadora.
Ahora, por el otro lado, lo que privilegia es una estrategia muy similar a la estrategia estadounidense donde todo se vale. Y lo que se trata fundamentalmente es de proteger un modelo, un establecimiento, porque no se sabe que es más clave en un momento determinado: la crisis política interna que vive Colombia con una sociedad paramilitarizada, donde le Congreso tiene el 60 por ciento de sus miembros juzgados por la Corte Suprema de Justicia, donde hay encarcelados 4 y hay más sentenciados; donde además hay, como ocurrió aquí en Argentina, militares, totalmente vinculados con las cosas oscuras. También hay empresarios involucrados, lo que suma preocupación y nos aleja de un proceso de paz.
Entonces, uno puede decir entonces que la operación “Jaque” fue exitosa en la medida que de que estas personas están vivas. Pero no puedo dejar de reconocer que -en términos de lo que nosotros defendemos- que es una salida política, que se acabe la guerra, que se acabe el conflicto, esto no aporta absolutamente nada.
Por ejemplo, la guerra contra el narcotráfico, contra los cultivos ilícitos se está perdiendo. Aumentaron en un 27 por ciento las hectáreas de cultivos ilícitos en el país, es decir en 70 mil toneladas, lo que significa que esa plata se perdió.
¿El rescate tapó otras realidades políticas de Colombia?
Colombia es un país que tiene cuatro millones de desplazados internos. Un país que tiene 30 mil desaparecidos, que cuenta con cinco mil ejecuciones extrajudiciales. No se pude decir que sea un país que está en paz. Y por el rescate de estas personas que, reitero, es muy importante, no se van a acabar los conflictos y los problemas que tiene Colombia. Uribe ha vendido al mundo la idea de que la causa de los problemas son las FARC y eso es mentira. Los desplazados no están por culpa de las FARC. Los desplazamientos se dan por culpa de los grandes intereses macroeconómicos que hay en esas regiones. Ahora por ejemplo está el tema del desarrollo de los biocombustibles porque en Colombia crece y se cultiva la palma africana.
Entonces Uribe busca convertirse, diríamos en un “superman de la guerra espacial”. Esto puede garantizarle éxitos coyunturales a él pero unas derrotas interminables para el resto del país.
Si la salida belicista no sirve para evitar la guerra con las FARC y genera todas estas consecuencias que usted menciona ¿Cuál es la verdadera intención de Uribe? ¿Para qué sirve, por tomar un ejemplo, el Plan Colombia?
El Plan Colombia sirve para matar dirigentes sociales y sindicalistas y para desprestigiar la oposición. Pero para nada sirve para erradicar el narcotráfico. Nosotros vemos que hay tantos contribuyentes en Estados Unidos preocupados por el uso de su dinero en las guerras, habría que decirles que el Plan Colombia se ha perdido. Que su dinero se usa para perseguir la lucha social, criminalizar la protesta social, pero para erradicar la droga, en absoluto.
Es evidente que la guerra es un buen negocio. La plata de la guerra además se camufla en una estrategia contra el narcotráfico. Son puras mentiras. Esto se va acentuar porque América Latina, con pocas excepciones, toda está en poder de gobiernos progresistas. Claramente, esta “tarea de lucha contra el narcotráfico” está impulsada en contra de los que exigimos un modelo de cambio en el país.
Justamente, en los últimos días, usted ha denunciado una persecución en su contra…
…Una campaña violenta, de desprestigio, de descrédito. El sólo hecho que desde el gobierno se lo califique a uno como “terrorista” quiere decir que ya estamos con la “lápida al cuello” como decimos en Colombia. Te pueden disparar, te pueden desaparecer. Y no es una campaña contra mí, sino contra todos lo que hemos iniciado el viaje del acuerdo humanitario, de salida política del conflicto. Pero, obviamente, el gobierno ejerce mayor presión en mi caso.
Volviendo a lo que usted mencionaba sobre los desaparecidos y desplazados, evidentemente hay una realidad de Colombia que permanece eclipsada por el conflicto con las FARC y que no trasciende e nivel internacional…
Las cifras que acabo de dar sobre desplazados y desaparecidos son cifras recientes. Son cifras tan preocupantes que la Corte Institucional de Colombia ha exigido programas específicos para tratar el desplazamiento que, además, tiene un impacto muy fuerte sobre las mujeres. Los pronunciamientos severísimos de la Corte Institucional dan cuenta de la grave crisis humanitaria en Colombia, que tiene como epicentro de la guerra a los negros, los indígenas, las mujeres, las niñas y los niños con graves violaciones como por ejemplo, abusos a nenas de cuatro años, embarazos de niñas de 9 y 10 años por parte de los actores del conflicto. Una degradación de la guerra que además se ensaña contra las mujeres.
Esto por un lado. Por el otro, lo grave y lo delicado de un país que tiene a su Congreso en manos del paramilitarismo –fuerzas armadas para-estatales-, que no son casos asilados ni de responsabilidad personal o penal, sino que es todo un proyecto articulado, desde el momento en que los paramilitares empiezan a denunciar sus vínculos con los empresarios que son quienes realmente promueven todo el plan paramilitar. Cuando ellos empiezan a denunciar esos vínculos del paramilitarismo con el presidente Uribe, son extraditados a Estados Unidos. Y como ellos mismo dicen, se llevan a más de la mitad de los que tenían que declarar en el país. Aquí se extradita la verdad, en un claro atentado contra los derechos que tienen las víctimas del conflicto.
Un solo paramilitar confesó hace 15 días haber matado a tres mil personas. Otro confesó haber matado 11 mil personas. Entonces, la crisis es más grande. No estamos en manos de un Robin Hood en la presidencia de la República.
Por otra parte, si bien las FARC tienen prisioneros de guerra, la cárcel está llena de presos políticos de detenciones arbitrarias, de ejecuciones extrajudiciales, de detenciones masivas. Acaban de detener (el gobierno) a 16 mujeres que pertenecen a organizaciones campesinas en los últimos días y eso es una manera de abortar, de coartar la lucha social. Pero además de eso se trata de un gobierno que no tiene autoridad ni ética ni moral para dirigirnos ni para impartir justicia como lo está haciendo.
Teniendo este vínculo sistemático que usted menciona entre el Estado y el paramilitarismo, ¿Es exagerado decir que Colombia es un Estado terrorista?
Yo diría que se trata de un estado mafioso. Un régimen mafioso.
¿En ese marco, es posible otra reelección de Uribe?
El gran problema es que desde la oposición no tenemos encuestas y las únicas encuestas que existen son las que determinan que el presidente tiene popularidad. Porque además se instaló en la imaginación de la gente lo que le dije anteriormente: la responsabilidad de todo lo que ocurre en el país es culpa de las FARC. Pero la gente no segmenta muchas de las cosas que pasan. Los últimos atentados que hubo en Bogotá los hizo el gobierno a través de los militares y eso está comprobado. Intenta generar terror en la gente y que se caiga en un rechazo a las FARC. Pero el rechazo a la FARC busca una sola cosa: que no haya ninguna negociación política, que no haya ningún acuerdo humanitario. Y que la intranquilidad de la gente se fundamente en la existencia de las FARC, eso no es cierto.
Colombia es un estado con un régimen mafioso. Regido en gran medida por el paramilitarismo. Con una inmensa desigualdad en la participación de la riqueza. Con una corrupción hasta los tuétanos, con una capacidad de desaparecerte, perseguirte y desprestigiar a la oposición Y con una dependencia total y absoluta del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Entonces, ¿por qué gana Uribe? ¿Por qué tiene tanta popularidad?
Porque él no tiene ministros sino agentes publicitarios. Porque su ministro de relaciones exteriores, Jaime Bermudez, que fue embajador aquí en Argentina, tiene pinta de artista de cine de los años 30, es un hombre muy buen mozo y es un mago de las comunicaciones y de las estrategias mediáticas. También, muchos de los medios de comunicación están en manos de las grandes trasnacionales, a las que solamente les interesa la licitación por el tercer canal abierto, que por estos días se licita en Colombia. Mientras, nosotros estamos en un país nadando en la pobreza, en la miseria, en la guerra, y en la crisis humanitaria.
¿Cómo calificaría la postura de la presidenta Cristina Fernández y su marido, Néstor Kirchner, en el conflicto colombiano?
Tengo mucho que agradecerles. Tengo un profundo afecto, especialmente por Cristina. De manera permanente y generosa apoyó el acuerdo humanitario y además yo la reconozco como una defensora de los Derechos Humanos. Yo espero que ella siga apoyando la salida negociada y política del conflicto, y no se incline a pensar que se trata de un problema de algunos colombianos, sino que se trata de una crisis humanitaria. La preocupación por la vida y la solidaridad por la vida es un tema que nos toca a todos en el mundo.

Carlos Monsiváis: "El periodismo debe contribuir a la emancipación de los pueblos"

Fernando Arellano Ortiz / Cronicon.net
Provocador, incisivo, con una alta dosis de humor negro, Carlos Monsiváis, el escritor mexicano considera que pese a la “pesadilla del neoliberalismo”, América Latina hoy va por un sendero de unidad y es optimista por los procesos políticos que están viviendo pequeños países como Paraguay y Ecuador. En contraste, es desalentadora la visión que tiene de su país: “México –afirma-, vive una atmósfera sombría que tiene a su sociedad bajo una sensación de fragilidad síquica que no se merece”.
Monsiváis, periodista, investigador social, ensayista y narrador es reconocido internacionalmente por su amplia cultura, su curiosidad universal, su eficaz escritura y su capacidad de síntesis que le han permitido desentrañar los aspectos fundamentales del acontecer socioeconómico y político de México tanto del pasado como del presente.
En una charla ofrecida en Bogotá, en el Centro Cultural "Gabriel García Márquez" del Fondo de Cultura Económica (FCE), el intelectual mexicano habló ampliamente sobre la crónica en América Latina y aprovechó para lanzar unas cuantas puyas y algunos comentarios irónicos sobre la realidad política latinoamericana.
En ese sentido, dijo, hoy la metáfora ha sido convertida por algunos jefes de Estado en cifras y estadísticas.
"Ningún informe que yo haya oído tiene una metáfora. Todos creen que las metáforas son las cifras, las encuestas. Como el 90 por ciento de la opinión me apoya, entonces soy un mesías. Una cifra de pronto les parece el colmo de la poesía", subrayó.
Le parece un contrasentido que la derecha siga ganando elecciones cuando ha perdido todas sus causas y sus ideas están en desuso. “La derecha –explicó- no ha podido ganar ni una sola batalla cultural: ha perdido todas, desde su oposición a la minifalda hasta su reciente andanada contra el condón. Pero cómo puede ser que en las batallas culturales la derecha pierda y en la vida política, no. Este es uno de los enigmas que vivimos”.
GUERRA INCIERTA EN LOS MEDIOS
Sobre la situación del periodismo y la coyuntura política latinoamericana, Cronicon.net dialogó con Monsiváis.
-El periodismo que es un género literario puede contribuir a la emancipación de los pueblos concretamente en América Latina?
-Específicamente sí, ha contribuido y debe seguir contribuyendo, lo que ya no es un espacio literario en lo básico, sobre todo en el diarismo, ya son otros criterios absolutamente respetables, pero ya no literarios, pues esto se ha trasladado en parte a las revistas y a los libros. Pero si el periodismo escrito no contribuye no se que pasa, porque la televisión ciertamente no está contribuyendo.
-¿Cuál es su análisis del periodismo latinoamericano en la actual coyuntura donde prima el factor tecnológico y la comunicación instantánea?
-Las publicaciones están en una guerra incierta con Internet y la televisión, por lo que ahora los periódicos quieren ser blogs, están hartos de su situación impresa y se sienten virtuales. Todos los directores de periódicos que conozco se sienten al frente de un blog y no de un diario.
-Los medios de comunicación se volvieron actores políticos y ello genera manipulación. ¿Cómo observa usted este fenómeno?
-Es una realidad tan abrumadora que ni siquiera tiene caso discutirla. Hay manipulación mediática.
-No obstante, hay ascenso de los denominados sectores progresistas en América Latina…
-Pero no en los medios electrónicos que siguen siendo controlados por el neoliberalismo.
-Usted se ha ocupado de analizar la evolución de la crónica en Latinoamérica. ¿Cuál es su percepción ahora al despuntar el siglo XXI?
-El género de la crónica requiere espacios y las publicaciones no lo tienen, lo mismo ocurre con el reportaje. Las crónicas se están yendo cada vez a las revistas y a los libros. Están pensadas para libros, no son resultado de la contingencia ni de la literatura bajo presión y en la actualidad tienen un alto componente político porque relata desgracias como el narcotráfico, nuevas costumbres, movimientos de liberación, entre otros temas.
-¿Cómo observa el acontecer sociopolítico de América Latina?
-Es un hecho que estamos cada vez más unificados lo queramos o no, o lo percibamos desde nuestros orgullos nacionales o no. Creo que el neoliberalismo ha sido la peor pesadilla para América Latina y aquí incluyo al narcotráfico que en sus procedimientos es igual.
-¿Y que opina de la irrupción de gobiernos de izquierda en varios países latinoamericanos?
-Depende de cada país, no se puede generalizar. Espero mucho del nuevo presidente del Paraguay, Fernando Lugo; así como de Rafael Correa en el Ecuador, ojalá puedan cumplir con el programa prometido.
-¿Cuál es la percepción que tiene de la coyuntura sociopolítica en su país, México?
-México vive una atmósfera sombría que tiene a su sociedad bajo una sensación de fragilidad síquica que no se merece, a causa de los secuestros y el narcotráfico. Hay un ánimo convulso y hay una sensación de fragilidad síquica, que no es admisible. Lo que me queda claro es que no se puede seguir así.

La nueva hegemonía en América Latina

(En la fotografía, el sociólogo brasileño Emir Sader, secretario ejecutivo de CLACSO).
Raúl Dellatorre / Página12
El proceso político de la última década en América Latina dio por resultado gobiernos de signo distinto del neoliberalismo. Algunos decididamente opuestos, otros con "rasgos contradictorios", según la expresión acuñada por Emir Sader, analista político brasileño y flamante director ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Pese a las coincidencias que observan en muchos sentidos, en el plano económico los países de la región parece no terminar de romper el molde que la encierra, ni quitarse de encima las sombras de su pasado. Sobre éstos y otros temas conversó Cash (Página/12) con Sader.
¿Qué les está faltando a los países de la región para integrarse y avanzar más aceleradamente en un proceso de transformación?
-Un proyecto estratégico de futuro, una comprensión más clara de lo que es América latina ahora, de la naturaleza de sus regímenes económico sociales en función del rol del Estado. Y pensar en qué futuro tienen más allá del neoliberalismo.
¿Y en qué aspectos cree usted que se avanzó?
-Algunos ladrillos de esa construcción existen, ya sea como realidades o como menciones en discurso. El Banco del Sur, la idea de una moneda única, el Banco Central único, todo lo cual significaría una política económica única, son elementos importantes. Pero al mismo tiempo hay que plantear qué modelo de sociedad queremos, y eso significa pronunciarse en favor de una sociedad desmercantilizada. Plantear qué tipo de Estado queremos, lo cual lleva a proponer un Estado que no esté penetrado por la financiarizacion. Definir qué tipo de cultura, qué identidad y diversidad cultural debemos tener. Decir qué tipo de espacio alternativo creamos, por afuera de la hegemonía unipolar norteamericana.
¿Todo eso qué implica?
-Ese proceso implica no sólo integración económica y social, sino también tecnológica, cultural, educacional, mediática y de estructuras políticas. Existe un esbozo de parlamento latinoamericano, pero aún se está muy lejos de que tengamos estructuras supranacionales de carácter latinoamericano o sudamericano. El tema, podríamos decir, ahora es político, es discutir futuras relaciones de poder. Qué tipo de sociedad, qué nueva hegemonía queremos construir.
Pareciera que alcanzar esos objetivos requeriría un salto de conciencia importante de las sociedades y su clase política, un cambio del paradigma neoliberal de la década anterior.
En este sentido, ¿qué papel están jugando los intelectuales de Latinoamérica, ya sean economistas u otros cientistas sociales?
-Tenemos una trayectoria extraordinaria del pensamiento crítico latinoamericano. El gran viraje fue la crítica que la Cepal hizo de la teoría del comercio internacional, que fue dar vuelta el Mundo y pensar el intercambio a partir de la periferia y las formas de desarrollo desigual, de intercambio desigual. Fue pensar en la acumulación a partir de la periferia, con todas las debilidades que tuvo. La gran novedad histórica de la segunda mitad del siglo pasado, en términos económicos, fue la industrialización de la periferia. Hasta ahí, era un tema monopolizado por el centro. La periferia era hacer agricultura, minería, ganadería y nada más.
¿Qué efectos tuvo?
-Este vuelco en el pensamiento económico elevó el nivel de identidad nacional, planteó la relación con las potencias imperiales en un nivel superior. El nacionalismo fue el gran fenómeno del siglo pasado en América latina. Con tonos antiimperialistas mayores o menores, según el caso. Pero la intelectualidad lo concibió. Y en años recientes, varias teorías elaboradas en esa época ayudaron a pensar la acción política de los nuevos gobiernos en la región. Pero no en todos los casos.
¿Podría dar ejemplos de unos y otros?
-En Bolivia, se dio a través de un grupo pequeño de intelectuales, llamado La Comuna (del que surge el actual vicepresidente, Alvaro García Linera). Un núcleo de académicos se articularon fuera de la Universidad y ayudaron al movimiento indígena a repensar su identidad, su trayectoria. A hacer una autocrítica de la izquierda boliviana, de su pasado. En Ecuador también hay sectores intelectuales que están articulados entre sí y con el proceso político. En Venezuela, en cambio, se da un proceso de cambio con una ausencia enorme de una intelectualidad que ayude a pensar ese proceso. Y eso es grave.
¿Dónde ubicaría los casos de Argentina y Brasil?
-Son dos países con mucha más trayectoria intelectual que los que nombré, con muchas más raíces en el pensamiento crítico. Y sin embargo, hoy muestran una ausencia relativa de esta intelectualidad en los temas políticos, ideológicos, culturales y económicos muy grave.
Venezuela, Brasil, Argentina. Está hablando de los países económicamente más fuertes y relativamente más desarrollados y son los que más debilidades presentarían en el plano intelectual para promover un cambio.
-Mi conclusión es que a la intelectualidad, en realidad a su conjunto y no sólo al pensamiento crítico, este período histórico la tomó por sorpresa. Queda como la voz de menor resistencia a los sistemas de dominación, por detrás muchas veces de los movimientos sociales. Fíjese que América latina fue territorio de varias teorías de avanzada del pensamiento crítico en décadas anteriores, pero hoy no encontramos expresadas muchas de esas teorías en el movimiento político latinoamericano, no están ayudando a pensar el proceso contemporáneo.
¿Cuál fue el comportamiento de esos pensadores?
-Usted encuentra que muchos intelectuales del pensamiento crítico de otra época termina adhiriendo al neoliberalismo, porque pensaban a esta corriente como inevitable. Y cuando se ven las cosas así, eso le marca qué hacer. Fernando Henrique Cardoso fue un brillante intelectual de izquierda en los '60, pero su gobierno en los '90 no fue distinto del de Menem. Y yo no diría, tomándolo en su conjunto, que es una postura de derecha, pero es un conformismo histórico. Otra parte de la intelectualidad quedó refugiada en posiciones que yo llamaría de ultraizquierda, posiciones que están descolgadas del proceso real. La ultraizquierda tendrá una capacidad crítica enorme, pero nunca ha construido procesos de transformación revolucionaria.
En este debate sobre los gobiernos y las políticas en América latina, muchos pensadores y dirigentes de izquierda siguen juzgando como gobiernos de derecha a aquellos que no han producido una ruptura a fondo con el neoliberalismo.
-Hay una postura que tiende a tomar determinados aspectos de la realidad y los absolutiza, y así pierde objetividad. Hoy la división fundamental no es izquierda buena o izquierda mala. Esa es una postura de derecha que divide a la izquierda. La línea es entre los que están por el proyecto de integración regional y los que están por tratados bilaterales de comercio con Estados Unidos. En el marco de los que están por la integración regional, hay algunos que avanzaron hacia la ruptura del modelo, como Ecuador, Bolivia, Venezuela. Otros han logrado flexibilizar el modelo, como Brasil y Argentina, y ahí esta su mérito. Todo lo que hace al mantenimiento del modelo anterior en Brasil y Argentina es negativo. Pero la política exterior es positiva, la política social es positiva. Y eso vale.
¿No los está justificando?
-No, pero hay que darse cuenta que aunque haya avances importantes en América latina, vivimos en un mundo de hegemonía neoliberal: hegemonía económica, de valores, en la relación de fuerza social. No se puede olvidar que el neoliberalismo puso a todo el movimiento popular a la defensiva. La lucha contra el modelo, por conseguir poner en contradicción sus paradigmas, se dio contra la derecha, y desde posiciones antineoliberales que no eran de izquierda. Logramos tener gobiernos con rasgos contradictorios, y ése fue el resultado de la lucha, de una lucha exitosa. La alternativa era tener gobiernos de derecha, no de izquierda.

EL PREDOMINIO Y CRISIS DEL CAPITALISMO

Emir Sader caracteriza el período histórico vivido en la segunda mitad del siglo XX como "el paso de un mundo bipolar a otro unipolar", con una hegemonía absoluta del capitalismo y de Estados Unidos como potencia dominante. A su vez, describe a un capitalismo que pasó del modelo keynesiano al neoliberal. Sin embargo, pese a este "triunfo espectacular" del capitalismo, Sader sostiene que este proceso no augura hacia adelante "ni un ciclo tranquilo para la hegemonía de Estados Unidos ni un crecimiento sostenido".
Según el sociólogo e historiador brasileño, la hegemonía capitalista se dio a través de "una victoria extraordinaria en el plano político, militar e ideológico de Estados Unidos". "La hegemonía económica y cultural es tal que el modo de vida capitalista se impone hoy sin disputa en el mundo. No hay otro modelo comparable, hasta en China las ciudades se transforman y desarrollan como espejo de ciudades estadounidenses. Los pobres tienen expectativas de consumo de acuerdo con el estilo norteamericano."
Sin embargo, el capitalismo muestra sus límites. La crisis actual de la economía norteamericana, sostiene Sader, podría ser el inicio de "un período largo de inestabilidad con turbulencias". Los obstáculos o contradicciones del mundo unipolar tiene su reflejo en la excesiva concentración de la renta, la devastación ecológica y la guerra, advierte el teórico brasileño.
"El capital hizo un corrimiento hacia la actividad especulativa financiera. El 90 por ciento de los movimientos de capital en el mundo son cambios de manos de papeles, no son el resultado de actividades comerciales", señala Sader.
Pero mientras sucede en los centros financieros mundiales, en el corazón del sistema capitalista, en la periferia Sader describe una dinámica diferente. "En las décadas del '80 y '90, Latinoamérica fue el laboratorio más avanzado del neoliberalismo. El arco político de la región adhirió en conjunto al modelo, y fue el primero en explicitarlo. México, Brasil y Argentina fueron las más claras expresiones", observó. Pero el modelo entró en crisis, generando fuertes contradicciones.
Hoy, sostiene Sader, América latina es "la única región con proyectos de integración relativamente independientes de Estados Unidos, condición necesaria pero no suficiente para la ruptura con el modelo neoliberal". Ante la crisis de hegemonía, los países del subcontinente reaccionaron de diversas formas, de acuerdo a su capacidad de reconstruir las fuerzas para una disputa de poder. Bolivia y Ecuador, según Sader, son ejemplos de sublevación popular con salida electoral que permitió refundar el Estado. Destacó que estos países "pudieron recomponer su identidad porque tuvieron menos penetración cultural del neoliberalismo, el modelo no echó raíces". Un fenómeno diferente del ocurrido en México, Chile y Argentina, donde sí enraizó.
Sader destacó como modelo de integración independiente la propuesta del ALBA (Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América), que impulsa Venezuela. "Democratizar la economía es desmercantilizar", sostuvo el sociólogo brasileño, como bandera en la lucha antihegemónica. Aunque no dejó de reconocer la distancia existente entre el sistema capitalista actual y un modelo que lo sustituya. "Existe un abismo entre el agotamiento del modelo actual y la aparición de otro u otros. El panorama es contradictorio. Pero el mundo nuevo es un modelo todavía no elaborado", postuló.

La nueva Constitución y los rumbos de la transición posneoliberal.

Francisco Hidalgo Flor / ALAI
Se ha abierto la fase final del proceso constituyente en Ecuador, la Asamblea Nacional ha entregado al Tribunal Supremo Electoral el texto la nueva Constitución, la vigésima en la historia republicana, y se ha convocado para el 28 de Septiembre a un referéndum, en el cuál el pueblo ecuatoriano aprobará o desaprobará este texto.
El voto favorable, esto es la ratificación, requiere del 50% + 1 del total de los votantes participantes.
Sin embargo los contextos políticos y sociales que se produjeron en las semanas últimas de la redacción y aprobación de la nueva Constitución del Ecuador abre más interrogantes que certezas, y coloca a la luz pública las complejidades políticas y económicas que rodean esta fase de transición posneoliberal.
El marco más amplio del texto de la nueva constitución es muy positivo, establece con claridad un modelo distinto al neoliberalismo, plantea una estructura económica diferente, a la que define como social y solidaria, a su vez recupera un rol controlador del estado frente al mercado, y propone un sentido de construcción social que denomina como el “buen vivir”, concepto que recupera de las culturas indígenas el “sumak kawsay”, esto es la armonía en las relaciones entre los seres humanos y de estos con la naturaleza, además proclama que el ser humano está por encima del capital.
Otro logro importante es el reconocimiento de la naturaleza como sujeta de derechos, el reconocimiento de la plurinacionalidad del Ecuador, del idioma quechua como lengua oficial, de la justicia indígena, el agua como derecho humano y la soberanía alimentaria. Así como la gratuidad de la educación hasta el nivel universitario y respalda una seguridad social pública, no privatizable.
También hay que reconocer que en el ámbito de las garantías laborales se dan avances importantes, se eliminó la tercerización laboral y se ha aprobado elevaciones en los salarios básicos a nivel público y privado.
Sin lugar a dudas las organizaciones sociales, los partidos de izquierda, el movimiento de gobierno “Acuerdo País”, van a trabajar con fuerza para alcanzar el triunfo del SI en el referéndum del 28 de Septiembre.
Las inquietudes se presentan al evaluar los acontecimientos que rodearon el último mes de la Asamblea, los pronunciamientos del presidente Rafael Correa y del “buró político” de Acuero País y los métodos utilizados.
La sospecha no está en lo que el texto contiene, sino en cómo los sujetos del proceso se ordenan y posicionan para interpretar y aplicar (o desviar) el sentido profundo del nuevo texto constitucional.
Correa ha insistido en las últimas semanas en públicamente alertar que al interior del movimiento de gobierno existen “infiltrados”, que “siguen sus propias agendas”, pareciera llamar a una purga partidaria.
Un mes atrás el “buró” le pidió al entonces Presidente de la Constituyente, Alberto Acosta, que también es miembro de dicha instancia de dirección, “que se hiciera a un lado” y delegara la cabeza de la Asamblea al Vicepresidente Fernando Cordero, para acelerar la aprobación del texto constitucional. Y así se procedió.
Los puntos profundos de esta discrepancia parecen moverse en tres niveles: i) ¿cómo construir una dirección política del proceso?; ii) ¿cuáles son los contenidos de un sentido democrático?; iii) ¿dónde poner los acentos de la recuperación económica?
Sobre estos temas se distinguen claramente dos tendencias en el movimiento de gobierno “Acuerdo País”, el principal protagonista político, pues controla el ejecutivo, el legislativo y quisiera hacer igual con la función judicial.
Respecto de la dirección del proceso: los unos dicen que es necesario comprender que se está en una etapa frágil, de riesgo, que eso demanda de una conducción política precisa, rápida y con fuerte centralismo, esa dirección, por la característica misma del proceso ecuatoriano, gira alrededor de un personaje con vigor y celeridad como es el presidente Correa; los otros dicen, que el movimiento es plural, que contiene varias tendencias a su interior, que allí está su potencialidad, y es necesario trabajar esos acuerdos, el tiempo no puede ser la medida para el carácter de la conducción, sino la calidad del consenso.
Respecto de la democracia: los unos dicen que la raíz de la democracia está en la adhesión popular, que eso es lo que hay que cuidar, con medidas de apoyo directo y subsidios a los mas pobres, “no es la democracia del bla, bla”, del debate permanente, sino la democracia de la efectividad política, es necesario en el ámbito político, garantizar un modelo presidencialista y limitar el parlamentarismo; los otros dicen que el camino mismo tiene que ser democrático, participativo, de construcción de acuerdos, en el método se encuentra el contenido, y se debe construir las adhesiones con alianzas directas con los movimientos populares y partidos de izquierda ya existentes.
Respecto de la recuperación económica: los unos dicen que es indispensable una recuperación inmediata, caso contrario el proceso de cambio mismo pierde piso, y esa recuperación está en la minería y el petróleo, con una fuerte presencia estatal, pero “sin espantar” a las transnacionales, llegar a acuerdos convenientes para la patria, en la agricultura no es posible cerrar las puertas a los productos transgénicos y los agrocombustibles; los otros dicen que ir por la vía extractivista es un continuismo con las vías tradicionales capitalistas, hay áreas geográficas donde no debe explotarse el petróleo y los minerales, sobre la agricultura el pilar deberían ser las economías populares y cerrarse la puerta a los transgénicos y los agrocombustibles.
Para Correa, el “infantilismo de izquierda” del siglo XXI es pretender que se mantengan intocadas las reservas mineras y petroleras, que los criterios ecológicos se superpongan a la lógica extractivista.
En los días últimos de la redacción constituyente, el “buró” de País puso los acentos en garantizar el presidencialismo, reelección inmediata y cambio en la corte suprema de justicia, y limitaciones al parlamentarismo.
Un dato decidor, es que dentro del campo popular, el sector con quién mas discreparon las resoluciones del “buró” de País, fue el movimiento indígena, en especial la CONAIE, en temas como la minería, el agua, el consentimiento previo para la explotación de los recursos naturales, la prohibición a los transgénicos, el reconocimiento del quichua. Pero también hay que reconocer que, salvo en el consenso previo, en los demás puntos el movimiento de gobierno terminó cediendo y se incorporaron al texto constitucional.
Estos mismos hechos muestran lo complejo del escenario de transición.
Se puede decir que el texto constitucional es mas radical en la definición del posneoliberalismo, que va más allá que la conducción real del presidente Correa y obedece a una visión del proyecto de cambio mas profunda, en el sentido de perfilar un modelo de desarrollo incluyente y sustentable, aunque sin alterar los aspectos de raíz del orden burgués, sin embargo la correlación de fuerzas que estuvo presente en la Asamblea Constituyente parece diluirse.
A su vez el liderazgo político real está concentrado en torno a la figura de Rafael Correa y el ejercicio de una verdadera dirección política colectiva no madura y gana predominancia el sentido de pragmatismo y alianzas con sectores burgueses.
Tres medidas políticas y económicas de estos días son muy decidoras de una vía estatal de mercado nacional: i) la incautación de los bienes del grupo financiero Isaías, entre ellos dos canales de televisión; ii) la aprobación de un mandato agrario que coloca en incentivos a las agroempresas la vía para enfrentar la crisis alimentaria; iii) el mantenimiento de una política de distanciamiento con Uribe y la ruptura de relaciones con Colombia.
Los escenarios que asoman en el horizonte como los mas probables, mantienen una continuidad del gobierno en manos de Correa y de Acuerdo País, parece poco probable un triunfo del NO, que implicaría una recuperación vertiginosa de la derecha, cosa que no acontece.
El tema más bien es la posibilidad de construir en la campaña del referéndum una movilización social que permita ganar conciencia en la población de los sentidos profundos que están presentes en la Nueva Constitución y construir fuerzas populares con capacidad de presión y propuestas, que puedan apoyar u oponerse, según sea el caso, a las políticas de gobierno, pero sin hipotecarse.
Dar atención al significado de la amplia movilización social que generó el proceso constituyente, no permitir que quede atrapado en los niveles de cúpula partidaria, ganar una conciencia de participación y propuesta, que luego permita presionar por que haya una coherencia real entre el texto de la Nueva Constitución y la definición de las políticas de gobierno.
Probablemente eso marcaría un escenario social y político cualitativamente diferente y aporta con energía a una verdadera transición posneoliberal.
Notas: