El panorama mundial se está
reconfigurando a pasos agigantados, la locomotora de este proceso es la cada
vez más estrecha relación entre Rusia y China, potencias mundiales que han
comprendido que el distanciamiento que privó entre ellas en el período del
socialismo “real” fue uno de los más grandes errores que pudieron haber
cometido.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUN-Costa Rica
La alianza entre China y Rusia es uno de los factores de configuración del mundo multipolar. |
En este año 2014 que está por finalizar,
varios acontecimientos han puesto de relieve esta tendencia mundial. El primero
fue el entendimiento entre China y Rusia para la exportación de gas ruso a
China, como consecuencia de los problemas que están sucintándose en Ucrania, en
donde Occidente, específicamente la Unión Europea y la OTAN, con visión miope,
hace lo posible por desplazar a Rusia de una zona históricamente bajo su esfera
de influencia.
La venta de gas ruso a China va
acompañado, también, de una serie de proyectos de infraestructura que considera
la construcción de puertos, gasoductos y oleoductos, centrales energéticas,
etc., que transformarán la antigua Ruta de la Seda en un verdadero viaducto de
desarrollo.
Otro acontecimiento relevante de este
año que casi concluye lo constituye la reunión de la APEC en Pekín, en donde el
proyecto norteamericano de la Alianza del Pacífico quedó prácticamente
enterrado frente a la propuesta China de una zona de libre comercio en Asia,
que comprende 23 países.
Frente a las intenciones norteamericanas
de dejar fuera a China de la Alianza, proyecto con el que han estado de acuerdo
México, Colombia, Perú y Chile en América Latina, la China se erige como centro
y dinamizador de un proyecto que pretende erigirse como modelo de zona de libre
comercio mundial.
Paralelo a estos procesos que evidencian
que el peso del equilibrio económico mundial está desplazándose rápidamente
hacia Asia, América Latina presenta originales experimentos político-sociales
que han servido no solo para mejorar el nivel y la calidad de vida de millones
de personas en varios países, sino que se han transformado en fuente de
inspiración para movimientos alternativos que se gestan en el corazón de la
misma Europa. PODEMOS, en España, y SIRYZA en Grecia no tienen el más mínimo
empacho en así manifestarlo.
En este contexto, Centroamérica, que
hace unos 5 años presentaba un alentador panorama de acercamiento a las
posiciones progresistas, nacional-populares, del ALBA, el cual fue frenado de
forma abrupta por el golpe de Estado en la Honduras del 2009, mira atenta hacia
este panorama y juega sus cartas.
Seguramente la más importante iniciativa
es la que pretende jugar el gobierno sandinista en Nicaragua con su proyecto de
construcción del canal interoceánico, megaproyecto que, de llegar a
concretarse, pondrá a este país en el tablero de los intereses geoestratégicos
que se mueven en torno a estas tendencias globales que mencionamos. La sola
posibilidad de construcción del canal muestra a las claras el cambio que ha
sufrido el paisaje mundial, y la pérdida de fuerza de los Estados Unidos en la
región. Durante todo el siglo XX, la potencia del Norte mantuvo el monopolio
del Canal de Panamá y la posibilidad de vetar cualquier proyecto alternativo en
Nicaragua. Pero ahora las cosas han cambiado. Para nadie es un secreto la
importancia que tiene para China y otros países latinoamericanos, la
posibilidad de tener a su disposición un segundo canal.
El caso costarricense, por su parte,
parece estar marcado por un discurrir demasiado lento para la velocidad con la
que se desarrollan los acontecimientos. Este país sigue estudiando la
posibilidad de ingresar a la Alianza del Pacífico cuando, como parece ser
evidente, esta ha perdido vigencia.
El Salvador apuesta por continuar sus
relaciones con Venezuela, que han posibilitado aumentar la inversión social.
Solo Guatemala y Honduras, gobernadas ambas por los más atrasados grupos de
poder de la región, quedan al margen del signo de los tiempos.
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