sábado, 3 de enero de 2009

Que los dirigentes no olviden nunca que esta es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes

"Debemos tener muy presente lo que Fidel nos dijo a todos, pero especialmente a los jóvenes, en la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre del 2005: "Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos [el imperialismo]; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra", sentenció".
Discurso pronunciado por el presidente cubano, Raúl Castro, en el acto por el aniversario 50 del triunfo de la Revolución. Santiago de Cuba, 1 de enero de 2009.

Santiagueras y santiagueros;
Orientales;
Combatientes del Ejército Rebelde, la lucha clandestina y de cada combate en defensa de la Revolución durante estos 50 años;
Compatriotas:
El primer pensamiento, un día como hoy, para los caídos en esta larga lucha. Ellos son paradigma y símbolo del esfuerzo y el sacrificio de millones de cubanos. En estrecha unión, empuñando las poderosas armas que han significado la dirección, las enseñanzas y el ejemplo de Fidel, aprendimos en el rigor de la lucha a transformar sueños en realidades; a no perder la calma y la confianza frente a peligros y amenazas; a levantar el ánimo tras los grandes reveses; a convertir en victoria cada reto y a superar las adversidades, por insuperables que pudieran parecer.
Los que hemos tenido el privilegio de vivir con toda intensidad esta etapa de nuestra historia, sabemos bien cuán cierta ha resultado la alerta que nos hizo aquel 8 de enero de 1959, en su primer discurso al entrar a la capital: "La tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil", concluyó. Por primera vez el pueblo cubano alcanzaba el poder político. En esta ocasión, junto a Fidel, los mambises sí entraron a Santiago de Cuba. Atrás quedaban 60 años exactos de dominación absoluta del naciente imperialismo norteamericano, que no tardaría en mostrar sus verdaderos propósitos, al impedir la entrada a esta ciudad del Ejército Libertador.
Atrás quedaron también la gran confusión y sobre todo la frustración enorme que generó la intervención norteamericana. Sin embargo se mantuvo en vilo, más allá de su disolución formal, la voluntad de lucha del Ejército Mambí y el pensamiento que guió las armas de Céspedes, Agramonte, Gómez, Maceo y tantos otros próceres y combatientes por la independencia. Leer más...

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