Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
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El gato norteamericano está de vuelta. Silencioso y astuto, sabe esperar el momento justo para dar el zarpazo y atenazar a su víctima. Durante varios años el gato se fue a dormir, mientras el cowboy tonto y prepotente tomó su lugar y se lanzó al ruedo haciendo ruido y disparando a diestra y siniestra. Se embarrialó en las arenas irakíes, le jalaron los bigotes en Afganistán, se enemistó con medio mundo y en América Latina no dio pie con bola: le rechazaron el ALCA y le aparecieron, como granos de viruela que pican pero que el médico recomienda no rascar, incómodos vecinos que más de una vez le hicieron perder la paciencia.
Ahora las cosas son diferentes. El astuto gato se agazapa, observa, espera y actúa. Tiene una corte de amigos con los que arma su tinglado que va cercando poco a poco a su víctima hasta que cae, irremediablemente, en la trampa.
Ahora está a punto de cazar al ratón hondureño.
Como todo buen ratón, el hondureño ha peleado valientemente y no ha escatimado acciones, tácticas ni estrategias que bien le han valido meses de batallar. Pero al final, el ratón se metió en la ratonera, y ahí está, tratando de salir para seguir peleando, pero lo tienen cercado.
La estrategia norteamericana se va perfilando cada vez más claramente ante nuestros ojos: primero, escoger uno de los eslabones más débiles de la cadena integracionista latinoamericana y lanzar un primer y contundente zarpazo: el golpe. Segundo, aislar del grupo a la víctima, es decir, marginar a los miembros del ALBA de cualquier posible desenlace: el señor presidente Oscar Arias entra en acción desde su trono de la paz. Tercero, pasar la pelota de la posible solución a la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones (la verdad, en esa cueva son más, pero valga el símil): el Congreso hondureño.
Ahora tendrán al ratón entre la Corte Suprema de Justicia, la Presidencia y el Congreso: “vos decidís”, “no, yo no, decidís vos”, y así, hasta que falten poquitos días para las famosas elecciones. Entonces, tal vez le digan a Zelaya “vení pues, ponete de presidente”, pero lo tendrán bien controladito, solo llegará para legitimar al que salga de las tales elecciones, que de seguro será el señor Lobo (la fábula pasará entonces a llamarse: “El gato, el lobo y el ratón”) que está muy interesado en que Honduras vuelva a ser un país normal, es decir, con todas las características que perpetúan un estado de cosas que le hacen ser el tercer país más pobre de América.
Y atrás de todo eso, el gato norteamericano.
En efecto, la administración Obama ha hecho cambios importantes en su estrategia hacia América Latina pero, eso sí, no en la dirección que estamos esperando desde la proclamación de la llamada Doctrina Monroe en 1823 sino, como es natural (¡ingenuos nosotros!), en función de sus intereses imperialistas. Solo para hacer memoria, recordemos lo que pasó con Augusto César Sandino en 1934: no pudieron con él militarmente y, entonces, sacaron a los marines de Nicaragua y convocaron a elecciones. Históricamente, se trató del tránsito de la política del Gran Garrote a la del Buen Vecino. Les dio buen resultado y Sandino terminó asesinado por quien sería el administrador de los intereses norteamericanos en ese país por más de cuarenta años: la dinastía Somoza.
Tienen experiencia los norteamericanos. Ahora, como dice Eva Golinger, han pasado del hard power de Bush, al smart power de Obama, es decir, de la política del tonto cowboy a la del astuto gato.
El gato puso su ratonera…
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