Sin revolución agraria, la Revolución Ciudadana estará coja y no llegará al corazón de las masas campesinas, por más borregos y sacos de urea que se repartan.
Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo
Los resultados electorales hablan con su lenguaje implícito: hay grandes sectores del país donde la Revolución Ciudadana no ha llegado, se ha estancado o ha sido frenada en su influencia inicial por fuerzas contrarias. Es el caso particular de la Sierra central y de la Amazonía, donde el discurso y la acción del “pachamamismo” han recobrado fuerza, gracias a los errores y limitaciones oficiales.
Esto impone al gobierno de la Revolución Ciudadana la necesidad de emprender una reorientación de su acción política, con dos metas básicas: reconstruir sin complejos el panorama de sus alianzas y profundizar a buen ritmo los cambios de la estructura social.
Si la meta es avanzar en la revolución, se debe definir, con plena participación popular, una agenda de prioridades, que incluya, en primer lugar, la ejecución de una cabal revolución agraria, como lo ha planteado la FEI al presidente Correa, en su carta del mes pasado. Una vez definida la agenda del cambio, habrá que construir el instrumento para llevarla a cabo. Y esto necesariamente deberá llevar a la estructuración de un fuerte y sólido movimiento político, que nuclee a las fuerzas progresistas y actúe como agente del cambio, es decir, que sea vanguardia de la revolución y no una simple comparsa del poder.
La transformación del agro resulta prioritaria. Un hecho de tal magnitud superará en la conciencia social al discurso etnicista radicalizado, que hoy tiene tal fuerza precisamente porque pervive la vieja estructura social, con sus secuelas de racismo, marginalidad y sobreexplotación del trabajo campesino. Sin revolución agraria, la Revolución Ciudadana estará coja y no llegará al corazón de las masas campesinas, por más borregos y sacos de urea que se repartan. Y los viejos y nuevos “avaritos” seguirán explotando a grandes masas humanas y buscando retomar el poder político.
Según parece, hay sectores oficiales que creen que la política es pura cuestión de propaganda y que lo social se agota en los subsidios. Quienes así piensan se equivocan gravemente y ponen en peligro esta revolución, que ahora es liderada por el presidente Correa, pero que es una antigua causa, por la que hemos soñado y luchado varias generaciones de ecuatorianos. Por suerte, hay también funcionarios que trabajan por el cambio social, que buscan que esta revolución trascienda del plano de la oralidad política al plano de la estructura social, que es donde, en definitiva, radica la esencia del poder.
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