Carlos Gonzáles Villa / Rebelion
Hace casi veintidós años, en diciembre de 1989, Estados Unidos dio un puñetazo sobre la mesa al invadir Panamá para capturar a su presidente, el general Noriega. La intervención se produjo en paralelo a su previsible consolidación como única superpotencia mundial. Mientras la Unión Soviética cedía espacios en su área de influencia, los norteamericanos aseguraban su posición en lo que ellos denominan “hemisferio occidental”. Lea el artículo completo aquí…
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