El kirchnerismo es una fuerza política con pretensiones hegemónicas en una época concreta de la historia argentina. La época que insinúa cerrar definitivamente el capítulo abierto por la dictadura militar y consumar el proceso de democratización iniciado en 1983. Es también la fuerza política de la época posterior al fracaso del neoliberalismo, a la crisis y a la amenaza de disolución de nuestra comunidad política.
Edgardo Mocca / Página12
No hay, desde la perspectiva de este comentario, una separación binaria entre la “política grande”, la de los rumbos estratégicos del Estado, los valores y las convicciones ideológicas, y la “política chica”, la de las maniobras, los arreglos, las disputas por los cargos, con todas las maldades que las rodean. Quien pretenda actuar en política o quien simplemente pretenda interpretarla, tiene que saber que no es el reino de las almas bellas ni el territorio ideal en el que todas las buenas causas confluyen y todos los valores se armonizan. Tampoco el pensamiento cínico con patente de realismo es una buena guía. A poco andar, se encuentra con pasiones, obsesiones, miedos, amores y odios que poco tienen que ver con la imagen de un conjunto de átomos humanos, sistemáticos maximizadores de beneficios y reductores de costos que del mundo de la actividad política ha construido cierta sociología funcional a los cánones del neoliberalismo. Se ha dicho con razón que el cínico no es otra cosa que un idealista ingenuo después del desengaño. Lea el artículo completo aquí…
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