América Latina pareciera tener hoy una
recomposición regresiva de su mapa político inimaginable hace tan solo unos
cuantos años atrás. Sería una regresividad promovida por una derecha que ya no
apuesta solo por retornar sin tapujos al camino del neoliberalismo, sino que
vuelve con un ropaje fascistoide.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
El ascenso de Jair Bolsonaro en Brasil expresa las tendencias de la recomposición regresiva en la región. |
Su base de sustentación son las clases
medias, algunas incluso surgidas a raíz de las políticas sociales de los
gobiernos progresistas y de izquierda, y amplios sectores de las clases bajas
que, en buena medida, han sido ganadas por el mensaje mesiánico del
neopentecostalismo que pinta a la izquierda literalmente como el demonio.
Las clases medias han sido ganadas y
organizadas a partir de un conjunto de estrategias. Por un lado, el apoyo por
parte del llamado libertarismo asociado en la Red Atlas, que centra su atención
en los jóvenes de los países que en los que ponen la mira. Es el caso, por
ejemplo, de los movimientos estudiantiles de Nicaragua y Venezuela, en donde
ayudaron a consolidar el movimiento Estudiantes por la Libertad.
Por otra parte, fundaciones como la de
Soros, que apoyan formas de movilización “informal” en las que juegan un papel central
las redes sociales, como ha sucedido en Brasil desde el gobierno de Dilma con
los movimientos en Sao Paulo y contra la organización de los Juegos Olímpicos.
Las redes sociales difunden el miedo al
otro en las clases medias. Por ejemplo, contra los “venidos de abajo” que
invaden los espacios antes reservados para su disfrute y símbolos de su
“distinción”, como centros comerciales. Esta estrategia gira en torno a la
necesidad de seguridad contra amenazas varias y difusas, especialmente la
violencia asociada al el narcotráfico y la miseria.
Las clases bajas, por su parte, son
pasto de las iglesias evangélicas neopentecostales de la Teología de la
Prosperidad, que avanzan ante la no solución de problemas cotidianos ofreciendo
soluciones místicas.
Los articuladores de estas estrategias
son los medios de comunicación. Controlarlos es de vital importancia para hacer
avanzar el proyecto restaurador. Los partidos políticos tienen solamente
carácter de espacios franquiciados útiles para las coyunturas electorales. No hay
ideología ni proyecto rea, solo una política basada en algoritmos que
construyen un mensaje con lo que la gente quiere oír.
Esa derecha que retorna con la
recomposición regresiva ha construido un enemigo camino: el castrochavismo, que
llevaría enexorablemente a una venezolanización de las sociedades.
Hecha la alusión a Venezuela, es
importante decir que ese país es un verdadero laboratorio de todas estas
estrategias de la derecha y de los Estados Unidos.
¿Significa todo esto que la derecha ya ganó
la partida? En absoluto. Ahí donde ha vuelto al poder no la está teniendo
fácil. Véase solamente a la Argentina, en donde la economía naufraga y el Fondo
Monetario Internacional lanza salvavidas tras salvavidas a un pozo que parece
no tener fondo y los niveles de vida se deterioran a pasos agigantados.
Por esta razón, América Latina es más un
campo en disputa que un espacio para la restauración.
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