sábado, 26 de septiembre de 2020

Globalismos en conflicto (el feo, el malo y el bueno)

 Sea en el ámbito de intranquilidad del establishment, de la reacción conservadora que invoca tradiciones civilizacionales, o de la apuesta de superación postcapitalista, emerge paradójica convergencia de expectativas de fin de ciclo.

Luis Fernando Ayerbe[1] / Especial para Con Nuestra América

Desde Sao Paulo, Brasil


“El sistema proteccionista es en nuestros días conservador, mientras que el sistema del libre cambio es destructor. Corroe las viejas nacionalidades y lleva al extremo el antagonismo entre la burguesía y el proletariado. En una palabra, el sistema de la libertad de comercio acelera la revolución social”. (Marx, Karl, 2020)


Este artículo aborda dos visiones político-ideológicas antagónicas que no obstante comparten referencias críticas a la globalización neoliberal: 1) la llamada “alt-right” (Derecha Alternativa) estadounidense, que adquirió notoriedad en el apoyo a la candidatura presidencial de Donald Trump. Se trata de corriente heterogénea, incluyendo sectores con agendas que envuelven nacionalismo basado en la supremacía blanca, antiinmigración, antifeminismo, islamofobia, neonazismo, declarándose en guerra contra globalismos que considera amenazadores del “occidente judío-cristiano”; 2) vertientes de izquierda que atribuyen a la aceleración capitalista componentes detonadores de contradicciones sistémicas con potencial de transformación estructural.

 

Desde la perspectiva del orden neoliberal, si bien se contabiliza en el activismo de la derecha “antiglobalista” un radicalismo selectivo que deja fuera de la agenda económica el cuestionamiento del capital privado, preocupa su peligroso atropello de los “buenos modales”, explicitando odios y prejuicios con potencial para transmutar el espíritu capitalista en lucha de clases. 

 

Sea en el ámbito de intranquilidad del establishment, de la reacción conservadora que invoca tradiciones civilizacionales, o de la apuesta de superación postcapitalista, emerge paradójica convergencia de expectativas de fin de ciclo.

 

El feo desafía al Malo

 

“Cuando tengas que disparar, dispara, no hables”. (“El bueno, el feo y el malo”, Sergio Leone, 1966)

 

El 21 de julio de 2017, Rich Higgins, director en la Oficina de Planeamiento Estratégico del Consejo de Seguridad Nacional, fue comunicado sobre su destitución. Cuestionada por los medios sobre el motivo, la Casa Blanca se limitó a informar que se trató de asunto interno sobre el cual no correspondía dar explicaciones. Diferentemente de la declaración oficial, Higgins denunció la acción de sectores opositores de la plataforma que eligió a Trump, una especie de Estado Profundo impermeable a los cambios de gobierno.

 

Perdí mi empleo porque era leal al presidente ... Había algunos partidarios de Trump en el equipo, pero éramos en menor número y casi todos ignorados… Eso significaba que los remanecientes de Obama deberían ser sustituidos por personas que ejecutarían la agenda del nuevo presidente (Higgins, 2020). 

 

En mayo, Higgins había divulgado un informe en el que denunciaba la desestabilización de la administración Trump, disparando contra amplio abanico de sectores a los cuales atribuyó una trama conspiradora: “actores del ´estado Profundoˋ, globalistas, banqueros, islámicos y republicanos del establishment” (Higgins, 2017).

 

Su expulsión expeditiva torna explícita una delimitación del campo de actuación de la Derecha Alternativa en las altas esferas de gobierno. En agosto, será la vez de Steve Bannon, figura emblemática de esa corriente político-ideológica, que renuncia al cargo de Asesor Especial del presidente. 

 

Diferentemente de Clinton, Bush y Obama, que contaron con programas de gobierno formulados por equipos técnicos de extensa experiencia de asesoría y gestión dentro del entorno de los partidos demócrata y republicano, Trump fue fundamentalmente el artífice de sí mismo, con asesores reclutados en su ambiente familiar y empresarial de confianza, y en círculos de derecha articulados principalmente en torno del portal Breitbart News. En 2016, su entonces director, Steve Bannon, asume la coordinación de la estrategia de campaña de Trump, que al asumir lo nombra asesor especial

 

Aislado por el conflicto con sectores recelosos de que su extremismo militante imprimiese el perfil más visible de la administración, agravado por los incidentes en Charlottesville de agosto, cuando enfrentamientos callejeros durante manifestación de grupos supremacistas blancos llevó a la muerte de una activista antidiscriminación, presenta su renuncia. Sin dejar de manifestar apoyo a Trump, la trayectoria de Bannon sigue camino propio, buscando articular a las derechas antiglobalistas en torno de una nueva organización internacional, El Movimiento. En agosto de 2020, sufre duro golpe en su credibilidad, al ser preso bajo la acusación de fraude por apropiación de fondos recaudados en campaña para contribuir con la iniciativa presidencial de construcción de muro separando Estados Unidos y México, aguardando el proceso en libertad bajo fianza. 

 

Cuando vivía momento ascendente, Bannon llegó a compararse con Vladimir Lenin en su epopeya para destruir el Estado: “Quiero derrumbar todo y destruir todo el establishment actual” (Radosh, 2016). Parte de su ideario fue presentado durante evento en el Vaticano en 2014, cuando advirtió sobre la existencia de una grave crisis en el Occidente judío-cristiano, envolviendo el capitalismo, la fe y la religión.

 

En el ámbito del capitalismo, la crisis se expresaría en la prevalencia de dos modelos que subvierten los “fundamentos espirituales y morales del cristianismo [...]. Uno de ellos es el capitalismo patrocinado por el estado [...] que se ve en China y en Rusia [...]. La segunda es un capitalismo que parece transformar a las personas en commodities” (Feder, 2016). Sumado a la secularización, en que ve una pérdida de espacio de la fe frente a la cultura popular, Bannon alerta para brechas favorables a la ofensiva de lo que califica como gran enemigo del siglo XXI, el “fascismo islámico-yihadista”.

 

No obstante, así como en el caso del Movimiento, de hecho, un “antiglobalismo” globalista, el nacionalismo de Bannon va de la mano con la economía de mercado, dejando claros los límites de su “leninismo anti-establishment”:

 

Más intervención del Estado en la economía, en nuestras vidas, conduce al fracaso total ... La agenda nacionalista se puede hacer sin la intervención del Estado.  El nacionalismo es poner a tu país en primer lugar.  El nacionalismo no dice que sea necesario que el Estado se involucre en los negocios (Bulla, 2019).

 

Después de la llegada de Trump al gobierno, la reacción del “capitalismo de commodities” a la ofensiva de la Derecha Alternativa no se hace esperar. Atribuyendo comportamientos motivados menos por convicción que por sentido de oportunidad, bajo la influencia de Bannon, The Economist toma la posición de sectores que son blanco del discurso antiglobalista, estableciendo pautas sobre ¿qué hacer?

 

El primer paso es limitar el daño ... Los republicanos moderados y los aliados de Estados Unidos deben decirle al presidente por qué Bannon y los que comparten su ideología están equivocados ... También es crucial convencer a Trump de que son las alianzas las que garantizan la supremacía estadounidense ... Si Trump realmente quiere poner a Estados Unidos en primer lugar, su prioridad debería ser fortalecer los lazos diplomáticos del país, no tratar a sus aliados con desprecio.  ¿Y si se ignora el consejo?  Los aliados de Estados Unidos deben mantener a las instituciones multilaterales en pie para el día en que Trump deje la Casa Blanca.  También necesitan prepararse para enfrentar un mundo en el que Estados Unidos ya no juega un papel de liderazgo (The Economist, 2017).

 

Después de tres años, la salida de Higgins y de Bannon socavan la presencia de la Derecha Alternativa en el centro del gobierno, sin embargo, se frustra la estrategia de llamar al orden al presidente.  Con miras a revertir el “desvío de ruta” representado por el trumpismo, la concentración de esfuerzos será por su derrota en las elecciones de 2020, apostando en la candidatura del partido demócrata encabezada por Joe Biden, vicepresidente de Barack Obama, y ​​Kamala Harris. 

 

Es el neoliberalismo, estúpido

 

“El mundo está dividido en dos partes amigo, los que tienen la cuerda al cuello y los que la cortan”.  (“El bueno, el feo y el malo”, Sergio Leone, 1966)

 

En la mirada del mundo desde el horizonte de la aceleración postcapitalista, el análisis del desorden asociado al globalismo neoliberal destaca el desempleo estructural, la explotación del trabajo agravada por la precariedad, la profundización de la desigualdad paralela a la concentración en la distribución de la riqueza mundial, la alerta medioambiental que disminuye márgenes para estrategias socialdemócratas de crecimiento mediante la expansión de la producción, el empleo y el consumo, coincidiendo con un nivel tecnológico que sienta las bases para la transición a una sociedad postrabajo.  En otras palabras, se llegó al punto en que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas pone en jaque las relaciones dominantes de producción (Ayerbe, 2019).

 

Conforme sintetiza Alejandro Galiano, “si el desarrollo tecnológico del capitalismo opera en contra del propio capitalismo... la principal tarea anticapitalista sería acelerar el sistema hasta hacerlo morir por una sobredosis de sí mismo” (2020). Desde esa perspectiva, la estrategia pasaría por una disputa hegemónica de la gobernabilidad del sistema, en que sus bases apoyo van siendo minadas, concomitantemente a la institución de lo nuevo: “aprovecharlo donde sea necesario, combatirlo donde sea nocivo y regularlo donde sea insuficiente. Y, sobre todo, parasitarlo allí donde podamos: luchar por el ocio civilizatorio y por el control social de las rentas naturales, digitales y financieras, tanto para captarlas y redistribuirlas, como para limitarlas” (Galiano, 2020).

 

Al mismo tiempo en que asumen la pauta aceleracionista, Srnicek y Williams adoptan una posición escéptica sobre el alcance del reformismo dentro del sistema, llamando a la izquierda a ir más allá del consenso neoliberal y socialdemócrata y “movilizarse en torno a un consenso postrabajo”.  En esta perspectiva, cuestionan las posibilidades de cambio sistémico a través de las formas de lucha privilegiadas en las últimas décadas por los movimientos sociales contra la globalización y el neoliberalismo, que a partir de la crítica a la organización partidaria centralizada que imperaba en el comunismo y el socialismo, tienden a “privilegiar lo local y lo espontáneo, lo horizontal y lo antiestatal”, encontrando en el campo opuesto capitalista “un universal que se expande agresivamente y los esfuerzos por segregar un espacio de autonomía respecto de aquel están destinados al fracaso” (Srnicek e Williams, 2017).

 

Sin cuestionar la importancia de esos movimientos como movilizadores de la sociedad, obteniendo conquistas significativas, la izquierda “debe enfrentar inevitablemente el problema del universalismo, es decir, la idea de que ciertos valores, ideas y objetivos pueden sostenerse en todas las culturas ... Todo lo que no sea universal y compita con él terminará asfixiado por una serie omniabarcante de relaciones capitalistas” (Op. Cit. 2017).

 

En postura similar, Laval y Dardot destacan el significado universalista del neoliberalismo, asumiendo que es una perspectiva más amplia, profunda y sofisticada que la liberalización de los mercados. “El neoliberalismo es la razón del capitalismo contemporáneo”, que busca “estructurar y organizar, no solo la acción de los gobernantes, sino también la conducta de los gobernados [por] la generalización de la competencia como norma de conducta y de la empresa como modelo de subjetivación” (2013).

 

Aun asumiendo la gravedad de los desafíos enfrentados por el sistema, no está descartada la posibilidad de que el proceso de hundimiento lleve a la reacción para perpetuar “un mundo viejo”: “no estamos seguros de si esta conmoción conduce al dominio tiránico y cada vez más absoluto del capital, o a una nueva revolución democrática y anticapitalista a escala global” (Laval y Dardot, 2015).

 

Como respuesta emancipadora, proponen la constitución de lo común, sintetizado en nueve dimensiones: 1) lo común como principio de transformación social;  2) un nuevo derecho que se opone al derecho de propiedad;  3) el principio de liberación laboral, que prevalece en la economía de la 4) empresa mixta y 5) de la asociación;  6) refundación de la democracia social;  7) convertir los servicios públicos en verdaderas instituciones de lo común;  8) instituir los bienes comunes del mundo, 9) inventar, para este propósito, la federación de bienes comunes (Laval y Dardot, 2015).

 

Instituir lo común como horizonte universalista establece un divisor de aguas entre el postcapitalismo y el segregacionismo “antiglobalista”. Por otro lado, aunque partiendo de posiciones político-ideológicas antagónicas, coinciden en identificar un mal de origen: la aceleración neoliberal que transforma personas en mercaderías. Se diferencian en la respuesta: transición sistémica versus reacción fundamentalista.

 

En la perspectiva postcapitalista aquí abordada, existe un diagnóstico común en la valoración de las condiciones económicas, sociales, tecnológicas y ambientales que limitan el mantenimiento del status quo. Sin embargo, no existe automatismo que transmute una crisis, por profunda que sea, en cambio estructural, Sin definición de plataforma y sujeto emancipatorios con horizonte universalista, un mundo viejo es posible.

 

La agenda reaccionaria asume contornos concretos en la disputa de valores,  con impacto en programas de gobierno para la educación, la cultura, la salud colectiva, exaltando una afirmación civilizacional “judío-cristiana” orientadora de nociones de raza, género, etnia y sociabilidad cuyo sectarismo delimita de antemano posibilidades sostenibles de cooptación, subordinando su inserción en los sectores populares al desempeño de políticas económicas que colocan en primer plano la salud del capital. Frente a un horizonte universalista tan acotado, y más allá de su bulliciosa y regresiva acometida, la tendencia de esa derecha es diluirse entre las múltiples vertientes que de tiempos en tiempos alimentan y actualizan el neoliberalismo.

 

“Cada revolver tiene su voz, y yo esa la conozco”. (“El bueno, el feo y el malo”, Sergio Leone, 1966)

 

 

Bibliografía

 

Ayerbe, Luis Fernando 2019 Tempos de Reinvenção. Ordens antigas na desordem do mundo presente (São Paulo: Editora Unesp).

Bulla, Beatriz 2019 “O populismo é o futuro da política”, diz ex-estrategista de Trump. Revista Exame, 17 de febrero(https://exame.com/mundo/o-populismo-e-o-futuro-da-politica-diz-ex-estrategista-de-trump/)

Feder, Lester 2016 This Is How Steve Bannon Sees The Entire World, BuzzFeed News Reporter, 15 de noviembre (https://www.buzzfeed.com/lesterfeder/this-is-how-steve-bannon-sees-the-entire-world?utm_term=.wbD8dW3mz2#.in6M9jYnJ0)

Galiano, Alejandro 2020 ¿por qué el capitalismo puede soñar y nosotros no? (Buenos Aires: Siglo XXI Editores).

Higgins, Rich 2017 Potus & Political Warfare  (https://unconstrainedanalytics.org/wp-content/uploads/2018/09/Political-Warfare.pdf)

__________2020 The White House Fired Me for My Loyalty, The Wall Street Journal, 12 de febrero(https://www.wsj.com/articles/the-white-house-fired-me-for-my-loyalty-11581526372)

Laval, Christian; Dardot, Pierre 2013 La nueva razón del mundo: Ensayo sobre la sociedad neoliberal (Barcelona: Gedisa).

__________2015 Común: Ensayo sobre la revolución en el siglo XXI (Barcelona: Gedisa).

Marx, Karl 2020 Discurso sobre el libre cambio. 9 de enero de 1848, visualizado el 13 de septiembre de 2020 (https://www.marxists.org/espanol/m-e/1847/miseria/009.htm)

Radosh, Ronald 2016 Steve Bannon, Trump’s Top Guy, Told Me He Was ‘a Leninist’, Daily Beast, 26 de agosto (https://www.thedailybeast.com/steve-bannon-trumps-top-guy-told-me-he-was-a-leninist)

Srnicek, Nick e Williams, Alex 2017 Inventar el futuro. Postcapitalismo y un mundo sin trabajo (Barcelona: Malpaso)

The Economist 2017 Um agitador na Casa Branca, The Economist, reproducido por O Estado de São Paulo, 5 de febrero (http://internacional.estadao.com.br/noticias/geral,um-agitador-na-casa-branca,70001653279)

 



[1]  Profesor de Historia y Relaciones Internacionales de la Universidade Estadual Paulista (UNESP), investigador del Instituto Nacional de Estudos sobre os Estados Unidos (INCT-INEU).

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