El silencio y el recogimiento son privilegios que se disfrutan y aprecian como un vino bien estacionado; soy hijo de Mendoza, la tierra del sol y del buen vino que se recuesta al pié de los Andes. Sé desde niño las bondades de esa generosa bebida milenaria traída a América por los europeos.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
El silencio y el recogimiento son condiciones muy preciadas en los tiempos que corren que, llegar a un remanso que las concedan, permite observar con detenimiento y quietud los hechos que torturan a la mayoría de los habitantes de este maravilloso país tan contradictorio y ansioso que conformamos los argentinos, capaces de dar un salto al vacío y destruir todo lo existente de un plumazo.
He regresado a El Calafate, ciudad a la que me unen lazos familiares; cima turística de la inmensa Patagonia argentina que posee el glaciar Perito Moreno que emerge desde el lago Argentino de aguas turquesas que, por momentos, se confunden con el azul del cielo. Una meta anhelada por el turismo mundial que deposita en las calles sus rostros y lenguas diversas como si fuera una pequeña y remozada Babel.
Los habitantes originarios siempre supieron que éste era un santuario, un lugar tan impresionante que no era necesario agregarle monumentos ni construcciones que hirieran el paisaje. La magnificencia de la naturaleza que rodea son las deidades profanas que danzan ante los asombrados ojos humanos.
En este paraíso, tomamos consciencia del privilegio de la vida que gozamos, de la salud que nos permite ser parte de un paisaje mágico y, con mayor claridad nos percatamos que no debemos permitir caer en las tinieblas: la caverna no es la alternativa ni siquiera la alegoría platónica que amenaza emerger con toda su furia.
Luego del debate de los cinco candidatos a presidentes, realizado en la provincia de Santiago del Estero; un diálogo entre sordos, este domingo se realiza otro similar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Entre tanto, los diversos representantes de las fuerzas políticas en disputa, han salido a manifestar sus ideas con la misma desmesura y desparpajo, como si los 46 millones de habitantes – verdaderos destinatarios de sus acciones – no existieran; hecho que les permite, como en un laboratorio, jugar con fuego, con la misma irresponsabilidad que lo haría un suicida.
El público, como en el antiguo circo romano, disfruta con la sangre de los gladiadores destrozados por las fieras, cuando al menos debieran suponer, que dentro de unos meses, ellos serán los que saldrán a la arena.
Anestesiados por los medios y trabajos informales que no les dan descanso, celebran exabruptos, burlas y arranques distópicos que llaman la atención en el exterior, como una muestra más de las excentricidades que nos han hecho famosos.
La semana que va de un debate a otro, coincidió con la realización del 59° Coloquio de Idea que se realiza en la Ciudad de Mar del Plata donde concurren la mayoría de las grandes empresas argentinas. Allí, como es costumbre asisten autoridades del actual gobierno y de los partidos que disputarán la presidencia en las próximas elecciones de octubre para mostrar sus propuestas y futuras políticas al sector empresario. En la primera jornada, el presidente Alberto Fernández que siempre concurrió, dio su último mensaje haciendo un recorrido por todas las dificultades – extraordinarias desde luego, como una pandemia, una deuda sideral, las consecuencias de la guerra de Ucrania y la peor sequía del siglo – que tuvo sortear con el saldo de una inflación galopante, parte de cuya responsabilidad estaba en manos de aquellos grandes empresarios que hacen y deshacen de la economía nacional, altamente concentrada.
El candidato libertario Javier Milei decidió no concurrir dado que ya había organizado Juan Nápoli, presidente del banco Valos, otra reunión con 50 empresarios en un restorán a escasos metros del Coloquio.
En ambas ocasiones se dan cita la flor y nata del empresariado nacional, quienes más allá de quién resulte elegido presidente, tienen sus propias estrategias para defender sus intereses.
En este sentido, el Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino, creado en 1960 a un lustro del golpe militar de 1955, lleva la delantera en materia de experiencia en navegar en aguas turbulentas, habiendo sacado ventajas apoyando a las FFAA armadas en las dos primeras décadas de funcionamiento de la entidad; entidad que ha ido también diversificándose y creando sus propios institutos de estudios de formación gerencial y recursos humanos.
Beneficiados por las políticas neoliberales impuestas por la última dictadura, supieron utilizar la mano visible del Estado para enriquecerse con la obra pública, sobre todo la que generó el Mundial ’78, las múltiples apropiaciones edilicias y las autopistas que acompañaron a los grandes estadios. Obra pública que, según lo manifestado por el candidato libertario, eliminará de cuajo, fiel a su estilo radical. Veremos si lo dejan, en caso de llegar a ser presidente.
Entre la derecha y la extrema derecha libertaria, sobrevuela el agorero buitre benefactor de los fondos buitres que, en la presentación de su libro Qué hacer en la Universidad de Oxford fue presentado como el presidente de Venezuela entre 2015 y 2019, refiriéndose al ingeniero Mauricio Macri, quien mostró sus preferencias por Javier Milei, dejando descolocada a la presidenta del PRO y candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich. Allí, Macri se mostró representado por los cambios acelerados que promete el libertario.
Desde la perspectiva que da la distancia y la reflexión, nunca más desquiciada se presenta la atmósfera generada por la pandemia, los grandes medios de comunicación y las redes del entorno virtual; un aquelarre de desinteligencia artificial que dio entidad a estos monstruos que quieren destrozar las instituciones y derechos que se han conquistado tras siglo y medio de desarrollo del moderno estado argentino.
La ignorancia histórica repugna a las ciencias sociales e incluso, comienza a desorientar a los artífices mediáticos que les dieron entidad y entronizaron en su momento. La sensación de soltura de las bestias está cada vez más en los medios hegemónicos. La agresión y el odio es la constante en Bullrich y Milei, quien se niega a asistir donde lo van a tratar mal, cuando él lo hace todo el tiempo. Contradicciones de una persona contradictoria que ha hecho de la contradicción su expresión política.
El viento constante es un atributo de la Patagonia austral; sus rachas heladas lo ponen en evidencia y refrescan la memoria de manera notable que, a poco transitar sus calles y senderos, nos instalan en ese bálsamo de quietud que inspira a la introspección reflexiva.
Lo absurdo de las propuestas que se presentan al pueblo argentino, cobran una mayor proporción y reflejan el grado de maldad y deterioro que ha alcanzado la política en esta tercera década del siglo. Hasta qué punto el bien común fue desplazado por el egoísmo de mercado. El cuerpo humano transformado en una mercancía dispuesta a ser vendida al mejor postor, como propone sin rubor el candidato libertario o el exterminio del contrincante o, la prohibición de manifestarse públicamente, como lo postula abiertamente Patricia Bullrich.
Reivindicaciones del terror como en la dictadura destrozan la democracia conseguida hace cuarenta años que, en caso de que gane alguno de estos dos políticos, harán añicos lo conseguido hasta ahora.
Sin duda, iniciaremos un tortuoso camino de liberación con nuevos mártires.
Nunca como ahora el sentido común se ha puesto en jaque. Un sentido común que tiene que ver con la identidad nacional, su historia, la construcción de sus institutos liminares que lo distinguen en la región y el mundo, como ha sido la educación pública de cuño sarmientino y la ascendencia social. La puesta en escena del orgulloso mito migratorio de principios del siglo pasado, sintetizado por la famosa obra teatral de Florencio Sánchez “M’hijo, el dotor”.
País conformado por el aluvión migratorio europeo, con mayoría de italianos y españoles, pero también judíos, polacos, armenios, árabes, irlandeses, alemanes del Volga, ingleses, galeses como los que llegaron al extremo sur nacional.
Sin embargo, el gorilaje antiperonista permeó a la sociedad desde mediados del siglo pasado de la mano de la santa madre iglesia que buscó tener una expresión política personificada en la Democracia Cristiana.
Curiosamente la Revolución Libertadora, alentada por la consigna “Cristo vence” se levantó contra el gobierno democrático de Juan Domingo Perón al que consideraban tirano. No dudaron en arrojar toneladas de bombas en la Plaza de Mayo, con la misma impunidad que luego las borraron de la historia reciente.
Esa mentalidad gorila permeó la mente de mucha gente – pequeños burgueses – que desconfiaban de las manifestaciones socialistas, como fue la Revolución Cubana de fines de la década del cincuenta. Ese “enano fascista” que permea las mentalidades luego de la dictadura militar y emerge con mayor fuerza en la actualidad; expresión que se le adjudica a la periodista italiana Oriana Fallaci de la que no hay pruebas, pero que repetía como propia el periodista local Bernardo Neustadt, cuando era el dueño de la pantalla con el programa Tiempo Nuevo en los ochenta. El número Uno de esos años, que con su prédica cotidiana convenció a la sociedad argentina de la necesidad de arrasar con las empresas públicas como el Ferrocarril con su célebre personaje popularizado como “Doña Rosa”. Todos los días le decía a Doña Rosa que los ferrocarriles perdían un millón de dólares por día, que los ferroviarios eran unos vagos que comían asado al costado de la vía, mientras los argentinos pagaban ese déficit imparable.
Destruido el Ferrocarril por las políticas menemistas, el saqueo de las instalaciones, el desguace de talleres, locomotoras y vagones y millones de desempleados que vomitaron las empresas y organismos públicos, no tuvieron parangón. Fue un antes y un después, como lo fue el 2001, donde muchos de los resucitados de aquel momento ahora forman parte de los elencos de asesores mileistas y bullrichtas. El mito del eterno retorno del enano fascista.
Javier Milei airoso se retrata con otro personaje detestable, el único candidato a gobernador que lo acompañó en Tucumán, Ricardo Bussi, hijo del genocida, el general Antonio Bussi que encabezó el operativo Independencia en su provincia, enfrentando a Montoneros y al Ejército Revolucionario del Pueblo ERP, y que comparte con él, ser duro con las minorías, cargando contra las personas trans y comparando a los homosexuales con los discapacitados.
Por si le faltaban argumentos, Milei retomó en el debate pasado la “teoría de los excesos” que forjó el dictador Jorge Rafael Videla para intentar explicar los crímenes de la dictadura en el exterior[1]. Videla era visitado por Victoria Villarruel, la candidata a vice y sigue proyectándose por en ese espacio que más votos obtuvo en las primarias.
Los actuales negacionistas apelan a ese inconsciente golpista arraigado por años de persistente propaganda metida hasta los huesos, donde anida la sospecha y la idea fuerza que implantaron los milicos: “algo habrán hecho”. Multitudes atormentadas por la lucha diaria por la subsistencia, tienen escaso margen de reflexión y estrechos parámetros de comparación. Inducidos por las redes mediáticas a la dualidad bueno malo, negro blanco, el odio asoma al primer grito de destrucción que mueve a la horda sedienta de sangre.
En el otro extremo, los grandes empresarios se frotan las manos victoriosos, frente a las pullas destructivas. Saben del movimiento de los peones porque miran desde arriba el tablero y se anticipan en las jugadas. Que se maten otros, ellos harán su agosto de cualquier manera. Disfrutan como un espectáculo lúdico las arengas televisivas de los debates, se divierten y celebran los exabruptos, conscientes de su lugar privilegiado en la platea nacional.
Lo que falta para las elecciones serán días determinantes para la toma de decisión de los indecisos que aún no tienen definido el voto. Lo que está en riesgo es demasiado amplio y serio como para dejarlo en manos destructivas e irresponsables. Cada vez que caímos en manos neoliberales el abismo fue más profundo, millones quedaron en el camino. Millones suicidas que esperan soluciones de un posible gobierno de Patricia Bullrich o Javier Milei, quien encabezaría las encuestas. Aunque sabemos que nadie se responsabiliza el día después del resultado concreto del domingo de elecciones. El escrutinio deja atrás los supuestos previos y a partir de allí, se inicia una nueva carrera si hay segunda vuelta.
Veremos entonces, desde este remanso de paz y quietud los destellos del fuego anunciado en el debate del próximo domingo. Allí estará en juego la continuidad de la reconstrucción estatal empeñada desde diciembre de 2019 o su declive inexorable. Ruego a los dioses lares que impongan su voluntad sobre los hijos díscolos que quieren destruir todo lo realizado. Espero como muchos desde lo más profundo, que todo sea para bien.
[1] Luciana Bertoia, “Excesos” en la represión: una excusaque inventó Jorge Videla y resucitó Javier Milei, Página 12, 6 de octubre de 2023.
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