El problema en Panamá no es la falta de crecimiento económico. Por muchos años somos de los países con mejores números. El problema son las enormes desigualdades, la evasión fiscal y la corrupción. Nos falta mayor bienestar para todos y eso no pasa necesariamente por convertirnos en un país extractivista.
Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
No hubo ninguna sorpresa. La Asamblea aprobó en tercer debate el proyecto de Ley de concesión entre el Estado y Minera Panamá. El Ejecutivo lo sancionó, ya está en Gaceta Oficial y es Ley de la República (Ley 406 de 20 de octubre de 2023). Ya se está hablando de seguir explotando más territorios. Nos quieren vender la idea de que todo progreso depende de la actividad minera. Sin medir las terribles consecuencias ambientales. Si los políticos no han resuelto los problemas sociales del país en más de treinta años, no lo resolverán ahora.
El problema en Panamá no es la falta de crecimiento económico. Por muchos años somos de los países con mejores números. El problema son las enormes desigualdades, la evasión fiscal y la corrupción. Nos falta mayor bienestar para todos y eso no pasa necesariamente por convertirnos en un país extractivista. Es una retórica perversa vender esa idea. El pueblo no es tonto. Ya hay suficientes evidencias del rechazo a la actividad minera (47.5 considera sus efectos negativos).
El discurso de la empresa privada se limitará en abogar por el derecho al tránsito, la propiedad privada y la seguridad jurídica. El Gobierno hará lo mismo. Los intereses de los más necesitados van en otra vía, donde es incompatible el extractivismo con el bienestar colectivo. Mientras tanto, francotiradores mediáticos defienden lo indefendible, venden también la falsa esperanza de que nuestro “desarrollo” depende del extractivismo. Tampoco es una sorpresa.
Hablamos de cambio climático y Objetivos de Desarrollo Sostenible pero realmente hacemos todo lo contrario para alcanzarlos en materia ambiental. Además de estar arando en el mar, el doble discurso de nuestros gobernantes es agobiante. No están pensando en las próximas generaciones, están pensando en lo crematístico. Vimos como muchos se rasgaron las vestiduras defendiendo el proyecto de Ley.
La salida popular es la organización política y la lucha en las calles. Llegará el momento de que las mismas necesidades nos despertarán de la ensoñación. Ni los grupos de poder, ni los políticos de turno resolverán los problemas sociales de las mayorías. Como diría Guillermo Castro: “si se desea un ambiente distinto, es necesario crear una sociedad diferente”.
¡No al extractivismo, sí a la vida digna!
*El autor es profesor universitario
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