sábado, 22 de junio de 2024

Recursos naturales como maldición

 Hace poco más de cinco años, se encontraron grandes yacimientos de petróleo en la República Cooperativa de Guyana, situada en el extremo norte de América del Sur, limítrofe con Venezuela. A partir de ese momento, el país conoció un crecimiento de tal magnitud que no tiene parangón en todo el mundo, llegando a alcanzar un crecimiento del 23% de su PIB en 2023.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica 

Desde entonces, Guyana ha empezado también a jugar un papel cada vez más visible en el juego de la geopolítica regional y mundial. En el contexto de la deteriorada relación de su vecino, Venezuela, con los Estados Unidos, apareció súbitamente como una alternativa de abundante y cercano petróleo que podría evitarle al país del norte tener que aflojar el cerco al que tiene sometida a la República Bolivariana.
 
 Para ello, compañías petroleras norteamericanas ya tienen una base material sólida, al haberse encargado de la exploración y, ¡oh casualidad!, descubrimiento en un momento crucial -cuando el suministro ruso está bloqueado- de las grandes, y hasta ahora ignoradas, reservas petroleras. Se trata, en primer lugar, de la ExxonMobil, pero también de Hess Corporación y la china CNOOC Límited.
 
 Cómo era de esperarse, está situación ha traído un desquiciamiento de la economía guyanesa, que corre el riesgo de transformarse en rentista, lo que significa que pasaría a depender casi exclusivamente de sus exportaciones petroleras en detrimento de cualquier otra actividad productiva, que no sería rentable por la apreciación de su moneda. En América Latina, esa fue la condición que vivió Venezuela durante prácticamente todo el siglo XX, y ya vemos las consecuencias que sufre cuando, por alguna razón, esa industria tiene dificultades. 
 
Guyana ha tenido por años problemas limítrofes con Venezuela, que en las circunstancias actuales han revivido. Las trasnacionales petroleras encuentran un entorno más favorable en un país pequeño, pobre y sorprendido por su repentina riqueza como Guyana, que en otro que reivindica sus intereses nacionales frente a ellas como Venezuela, y no han dudado en apelar al respaldo del Tío Sam quien, ni corto ni perezoso, ya ha hecho sonar el clarín que anticipa su presencia en la zona.
 
Situaciones similares ya han existido en América Latina en el pasado. Solo recuerde nuestro desprevenido lector la disputa entre el Imperio Británico y el entonces naciente imperialismo estadounidense entre 1932 y 1934, que se expresó como guerra entre Bolivia y Paraguay, pero que en realidad no era más que la disputa de las reservas petroleras del Chaco, territorio que entraron a disputar ambos países, teniendo Bolivia detrás  suyo a la Standard Oil Company of New Jersey -del señor Nelson Rockefeller- y Paraguay a la británica Royal Dutch Shell.
 
En esa oportunidad, dos países pobres se enfrentaron, diezmaron su población y arruinaron sus economías incitados por intereses económicos de grandes transnacionales, y algo parecido está sucediendo ahora antes nuestros ojos.
 
Y por si esto fuera poco, el país vecino de Guyana, Surinam, también se incorpora al baile. Esta vez, también por casualidad en tiempos de crisis de suministros por la guerra ruso-ucraniana, en el segundo país más pobre de la región se encuentran ricas reservas petroleras, y empieza la locura.
 
Aquí operan la francesa Total, en sociedad con la estadounidense Apache, y la estadounidense ExxonMobil y la malaya Petronas, que fueron pioneras en las prospecciones en aguas de Surinam con operaciones desde 2016.
 
Así que, señoras y señores, prepárense: con este súbito desenlace de los acontecimientos, en los próximos tiempos cada vez oiremos hablar más de estos dos países hasta hace poco desconocidos para la inmensa mayoría de las gente, incluso de nuestra región. Ojalá que las noticias no sean negativas, como las que emanaron de la fratricida guerra del Chaco.

1 comentario:

Carlos Castro dijo...

Como siempre, muy interesante tu artículo . Un fraterno abrazo desde la distancia.