sábado, 21 de junio de 2025

Panamá, en la política belicista de Trump

 En el actual escenario geopolítico, se observa claramente la interrelación entre el comercio internacional, la logística marítima y el poder militar naval. Geoeconomía y geopolítica están entrelazadas. En este escenario, sin un “Tratado de Neutralidad” pleno y activo, Panamá estará en el medio de una guerra.

Enoch Adames M. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

En el debate sobre la injerencia de Trump en Panamá, está planteada la cuestión de la geopolítica y la geoeconomía a nivel internacional, en tiempos de confrontación militar. De este contexto global, cobra importancia la denominada «geopolítica de los accesos», concebida como puntos de estrangulamientos en el comercio internacional. El Canal de Panamá es un nodo estratégico en esta red internacional del comercio. 
 
De lo unipolar a la multipolaridad 
 
Para el internacionalista José Antonio Sanahuja, el término polaridad describe estructuras básicas del sistema internacional. En ese sentido menciona, que conceptos como unimultipolaridad (Samuel Huntington), apolaridad (Richard Haas), interpolaridad (Giovanni Grevi) y heteropolaridad (Daryl Copeland) intentan caracterizar el mundo después de la Guerra Fría. En la década de 1990, Sanahuja destaca que, S. Huntington describía un mundo “unimultipolar”, militarmente unipolar y económicamente multipolar. Al mismo tiempo, James Rosenau hablaba de un mundo "multicéntrico".
 
El concepto de “polaridad” en sus diferentes versiones quizás refleja una visión tradicional de la geopolítica a lo H.J. Morgenthau (1904-1980), padre de la tradición realista en la teoría de las relaciones internacionales. Perspectiva centrada en el poder del estado, y apoyada en capacidades militares. Cierta tradición teórico-política sostiene, que esta perspectiva no considera hoy adecuadamente a los actores no estatales y al entramado transnacional atravesado de vínculos privados (conglomerados trasnacionales). También se le acusa de ignorar las dimensiones no materiales del poder y de una economía política internacional altamente transnacionalizada, que soporta gran parte de la globalización.
 
No obstante, sobre “La irrealidad del equilibrio del poder”, Morgenthau escribía: todas las naciones deben aspirar no a un equilibrio – o sea una igualdad— de poder sino a una superioridad que las beneficie. Y dado que ninguna nación puede prever cuan grave serán sus errores, todas las naciones deben esforzarse en procurar el máximo de poder posible según las circunstancias se lo permitan.  Sólo así pueden aspirar a obtener el máximo margen de seguridad proporcional al máximo error que pueden cometer” (H. J. Morgenthau: 253).
 
La Trampa de Tucídides
 
La guerra comercial, los “errores” y la hipótesis de un conflicto militar, tal como lo entiende la “Trampa de Tucídides”, es real (Graham T. Allison). La “Trampa” se refieren a la tensión estructural letal que se produce cuando una potencia nueva reta a otra establecida, y crea las condiciones para que estalle una guerra. En nuestros tiempos, el ¿temor? es que China se convierta en esa Atenas ante una Esparta en la forma de Estados Unidos. 
 
No hay duda, que este es el contexto de la narrativa de Trump: la de una “agresiva polaridad” que intenta redefinir la estructura internacional, tanto por la desigual distribución de capacidades económicas y la jerarquía política entre Estados (hegemonía); como por su capacidad militar (coerción). El discurso grotesco y belicista, cargado de violencia simbólica de Trump, es la dimensión inmaterial del poder de estado.  Como se ha planteado, la denominada “estructura histórica" del sistema internacional en transformación, combina hoy: capacidades económicas y militares; institucionalidades y normativas; ideas, creencias y conocimientos, todas actuando como marco para una diversidad de actores de preminencia estatal. 
 
 Las asimetrías de poder 
 
En su influyente libro “Auge y Caída de las Grandes Potencias”, Paul Kennedy a su vez afirmaba: “Por lo general se necesita de la riqueza para sostener el poder militar y del poder militar para adquirir y proteger la riqueza”. Según P. Kennedy, esto significa que desviar demasiados recursos estatales hacia objetivos militares puede debilitar el poder nacional a largo plazo. Además, si un Estado se excede en la conquista de territorios o mantiene guerras costosas, los beneficios de la expansión pueden ser menores que el gasto.
 
Este problema es peor si la nación ha entrado en declive económico relativo, como es el caso de EE. UU. Sin embargo, el poder económico y militar de una nación no siempre ascienden y caen al mismo tiempo. En consecuencia—para el autor citado—, la riqueza y el poder tanto económico como militar son relativos y deben considerarse de esa forma: «la guerra o la mera posibilidad de guerra hace que el establecimiento de un poder industrial sea requisito indispensable para una nación de primera categoría…” 
 
En el contexto geopolítico de P. Kennedy, dedicar gran parte del poder industrial a gastos en armamentos puede debilitar la economía nacional, especialmente frente a países que invierten más en crecimiento productivo. Esta asimetría entre lo económico y militar en el contexto internacional de EE. UU. plantea un problema de hegemonía política, y explica la violencia simbólica y política de Trump. 
 
La guerra como escenario posible
 
Según el sociólogo John Bellamy Foster, durante la gran crisis financiera, la clase capitalista estadounidense se alarmó, se aterró, al ver que mientras EE. UU., Europa y Japón entraban en recesión, China apenas se había estancado y luego creció rápidamente. Esto dejó claro que la hegemonía económica de EE. UU. estaba en declive, amenazada por el avance de China y la supremacía del dólar en peligro.
 
Al final, es la asimetría entre el poder militar y el económico en Estados Unidos la que expresa un conjunto de contradicciones importantes. Condición de desequilibrio estadounidense en un contexto de la alianza BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que busca mayor protagonismo económico, político y cultural. El “núcleo duro” de la crisis sistémica actual está marcada por la bifurcación o asimetría, de modelos de hegemonía y de acumulación entre potencias, que es transversal a la geopolítica global. 
 
La geopolítica de los accesos
 
Tras el final de la Guerra Fría, los puntos estratégicos para la navegación internacional y los principales puertos comerciales fueron considerados, en términos de globalización y eficiencia. El canal de Suez, el estrecho de Ormuz, el canal de Panamá, el estrecho de Malaca y el estrecho de Dinamarca, entre otros, son evaluados hasta hoy, como rutas esenciales para la conectividad marítima. Todo en el contexto de la deslocalización (offshoring), la tercerización (outsourcing) y la expansión de las cadenas globales de valor o suministro (Esteban, Actis).
 
A lo anterior de agrega un sistema internacional basado en reglas que aseguraba la navegación libre de barcos y mercancías sin importar su origen o bandera, constituyéndose en el emblema de una integración globalizante. No obstante, la realidad subyacente era otra: se iniciaba una guerra donde se entendía el mundo desde una alta conflictividad geopolítica: los “puntos de estrangulamientos” (chokepoints) se comenzaron a consideran cruciales para la seguridad nacional.
 
La emergencia de un nuevo escenario influenciado por el cambio climático, y el deshielo del Ártico; más la pandemia de covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania que interrumpieron las cadenas de suministro, generaron nuevos conceptos político-militares. En 2024, las grandes demoras en el canal de Panamá por sequía y las interrupciones en el canal de Suez por ataques rebeldes que obligaron a buscar rutas alternativas, destacaron la importancia estratégica de estas rutas frente a crisis sucesivas (Esteban, Actis).
 
De este escenario entre otros, surge la retórica belicista de Trump por controlar el Canal de Panamá, al igual que Groenlandia: las razones económicas y militares. La actual rivalidad entre grandes potencias y la fragmentación geoeconómica muestran claramente la interrelación entre comercio internacional, logística marítima y poder naval. Geoeconomía y geopolítica están entrelazadas. Panamá en este escenario, sin un “Tratado de Neutralidad” pleno y activo estará en el medio de una guerra.
 
El corolario de guerra
 
En este contexto, la «geopolítica de los accesos» se refiere al control, tanto directo como indirecto, sobre los accesos marítimos o fluviales estratégicos desde una perspectiva geoeconómica y geopolítica. Estos accesos son importantes debido a los flujos de bienes y suministros críticos y las ventajas militares ante distintas hipótesis de conflicto. Es desde aquí donde es posible entender la “racionalidad” geopolítica y militar de Trump; y a Panamá como un eje central de esa geopolítica. Es la guerra y el enfrentamiento militar a largo plazo lo que viene.
 
El autor es Sociólogo.  Docente e investigador de la Universidad de Panamá 

No hay comentarios: