sábado, 7 de diciembre de 2013

Mandela: no permitir la trivialización de su legado

Como la figura emblemática del Che Guevara, pronto Mandela aparecerá en afiches, camisetas y todo tipo de referencias vagas que tratarán de desnudarlo del carácter rebelde, subversivo y antisistémico que entraña. Por eso hoy, ante su muerte, vale la pena traer a colación su verdadero carácter, la esencia de su lucha, para que no se olvide.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Nelson Mandela y Fidel Castro, durante la visita
del líder surafricano a Cuba, en 1991.
Ahora que ha muerto Nelson Mandela, no hay voz que no se lamente de su partida ni político que no se sienta identificado con su legado. Casi parece un santo cuyos principios humanísticos coincidieran con los de todo el mundo, una especie de Juan Pablo II laico que no tardará en ser beatificado vía exprés y que, desde el cielo, repartirá milagros.

Mandela es, en efecto, uno de los grandes luchadores de nuestro tiempo, un símbolo de lo que la tenacidad y la consecuencia con los principios puede hacer. En otras palabras, un “imprescindible”, al decir de Bertold Brecht.

No casualmente traemos a colación las palabras de Brecht. En primer lugar, porque este fue, al igual que Mandela, un luchador en las filas de los que, en el siglo XX, buscaron construir una sociedad más justa. Su frase hace alusión a los que entregaron todo en esa lucha, y que destacaron en la por la construcción del socialismo y por el derrumbe del sistema colonial, que en la Sudáfrica de Mandela sobrevivió hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.

Al fin del régimen del Apartheid, contra el cual Mandela fue un luchador sobresaliente, de primera fila, contribuyeron muchos otros compatriotas suyos, numerosos de ellos pertenecientes al partido Congreso Nacional Africano, al cual también perteneció Mandela, que tuvo un ideario político-ideológico de izquierda, simpatizante con la construcción de una sociedad afín con los ideales del socialismo.

Pero también contribuyó de manera determinante al fin de ese régimen de exclusión y barbarie la solidaridad internacionalista del pueblo y el gobierno cubanos, que no dudaron en enviar contingentes armados que pelearon en Angola y la actual Namibia, este último bastión fundamental del régimen de Apartheid, que al ser derrotado en ese país por las fuerzas armadas cubanas, inició su proceso de derrumbe que terminó con sus días en Sudáfrica.

Esto fue reconocido y agradecido por el mismo Nelson Mandela, quien visitó Cuba, en donde agradeció públicamente el apoyo solidario que recibieron las fuerzas anticolonialistas y pro socialistas de su país. En acto público y multitudinario, abrazó a Fidel Castro, y no tuvo más que palabras de elogio y agradecimiento hacia él y Cuba, quien no dudó en ofrendar vidas de sus propios ciudadanos.

La liberación de Sudáfrica del régimen del Apartheid constituyó un paso muy importante, definitivo, en el fin del sistema colonial en el mundo. Éste, se había iniciado en el siglo XIX en América, siendo Haití y los Estado Unidos los dos primeros en liberarse, uno del Imperio Británico y el otro de Francia, a lo que siguió la liberación de las colonias de los Imperios Español y Lusitano en lo que hoy conocemos como América Latina.

Inscritas en un contexto de dominio de las ideas liberales, estas ex colonias construyeron naciones que emularon el desarrollo capitalista, y construyeron naciones que se inscribieron en el circuito capitalista mundial.

En África, sin embargo, el proceso de descolonización se llevó a cabo en la segunda mitad del siglo XX, inscrito ya en otro contexto, en el cual la existencia del campo socialista creó expectativas de construir sociedades independientes inspiradas en el socialismo, así como este se entendía en ese momento histórico, es decir, fuertemente influenciado por la interpretación que de él se hacía en la URSS.

El fin del régimen del Apartheid en Sudáfrica se inscribió en este proceso y le puso su broche de oro. Mandela fue figura central de ese proceso, y se convirtió en su símbolo más relevante y notorio. Es un símbolo tan poderoso, que muchos tratan de asociarse a él, hayan comulgado o no con su ideario vinculado, como dijimos, al anticolonialismo y la construcción de una sociedad socialista.


Como la figura emblemática del Che Guevara, pronto aparecerá en afiches, camisetas y todo tipo de referencias vagas que tratarán de desnudarlo del carácter rebelde, subversivo y antisistémico que entraña. Por eso hoy, ante su muerte, vale la pena traer a colación su verdadero carácter, la esencia de su lucha, para que no se olvide.

1 comentario:

Registro educativo electrónico dijo...

Juan Félix Montero Aguilar.2013-12-10
Fariseismo por la muerte de Mandela. Que ahora todos se congratulen por los logros de Nelson Mandela no solo para Sudáfrica sino para el mundo agranda su grandeza, pero en muchos casos es la manifestación de monumental hipocresía.Se olvidan que por muchos años quienes denunciaban las matanzas en Soweto a miles costos eran los periodiquitos de los comunistas en diferentes países, que la solidaridad venía del campo socialista encabezado por la extinta URSS. Los países imperialistas acuerparon al régimen racista hasta que ya fue imposible detener su caída y comenzaron a establecer "sanciones".Inclusive en Estados Unidos tuvieron a Mandela como "terrorista", la CIA contribuyó para su encarcelamiento por 27 años e inclusive ofrecieron armas atómicas al regimen de pretoria para acabar con quienes lo adversaban. El proyecto expansionista del Apartheid a los países vecinos de Sudáfrica fue derrotado gracias a la solidaridad invaluable de Fidel Castro y los cubanos que dieron su vida allá, principalmente en Angola. No es gratuita la admiración que siempre expresó Mandela hacia el líder cubano. Mandela consolidó su objetivo democrático de una Sudáfrica de igualdad de derechos para negros y blancos, pero dejó pendiente la revolución social, déficit que hoy observamos en las matanzas de obreros mineros en huelga y en la desigualdad que ahí prevalece. jf