sábado, 16 de noviembre de 2019

Golpe sangriento en Bolivia y encogida de hombros del macrismo

Con hipocresía farisea este régimen oligárquico y neoliberal ha negado el golpe en Bolivia y hasta  el asilo a otros  funcionarios  del gobierno depuesto en la sede de nuestra embajada bajo el pretexto –eso anotician los periódicos en la fecha-  ¡que no hay más lugar en la residencia!

Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

La derecha argentina celebra el golpe contra Evo Morales
De consolidarse el golpe de estado fascista en la República Plurinacional de Bolivia, con las características racistas de que hace gala la ultraderecha que lo impulsó y será notoriamente la beneficiaria económica del cambio de política distributiva y de bienestar, que promovió el presidente bolivariano Evo Morales y el Movimiento al Socialismo que lidera, la República Argentina debería, al menos, retirar a su embajador en La Paz. Hay un antecedente en la materia: el gobierno del doctor  Raúl Alfonsín rompió en 1986 relaciones diplomáticas con el régimen colonialista sudafricano del apartheid, después de suscribir por ley 23.221 la Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo al Crimen del Apartheid, aprobada  por la Asamblea General de la ONU el 30 de noviembre de 1973.

Por ahora, a escasos días que las Fuerzas Armadas “aconsejaran” la renuncia del presidente constitucional  y a horas que la senadora opositora Áñez, salteando a la presidenta del Senado, la politóloga Adriana Salvatierra, a quien constitucionalmente le corresponde asumir la primera magistratura, se autoproclamara presidenta interina de Bolivia, con el inmediato reconocimiento de los Estados Unidos de Trump y del inefable también autoproclamado espécimen venezolano Guaidó, todo está perfectamente claro entre las nubes de los gases lacrimógenos, las balas de goma y otras de plomo lanzadas contra el pueblo del país del Altiplano lanzado a las calles. 

Porque es evidente que la policía, las Fuerzas Armadas, la jerarquía de una iglesia católica con minúscula, que más temprano que tarde deberá dar cuenta ante la justicia terrena y por cierto ante Dios de su secular matrimonio con los poderosos de este mundo, las grupos evangélicos ultra reaccionarios, la población blanca y semiblanca liderada por empresarios gasíferos de Santa Cruz de la Sierra –la nueva Rosca en sustitución de la otrora del estaño de los Patiño y Aramayo-  agraviados por la política soberana  en hidrocarburos de Morales, como el impresentable fundamentalista Luis Fernando Camacho Vaca agazapado tras su Biblia, no buscan otra cosa -y nadie se engañe: no pueden buscar otra cosa-, que no sea retrotraer al país a los tiempos de la dominación hispánica con sus modos de explotación precapitalista a través del  mitaje y el pongueaje, recién abolidos por el gobierno del coronel Gualberto Virrarroel en 1945, el presidente colgado por las turbas en un farol de la Plaza Murillo y acusado por los Estados Unidos de simpatizante del Eje, al igual por estos lugares y al mismo tiempo  que otro coronel llamado Juan Perón. Entonces, como aquí a las huestes de la Unión Democrática, también los estudiantes de izquierda se sumaron a la crítica furiosa del militar patriota y popular que había acuñado aquella frase que supo repetir en su homenaje Evo, al asumir en un ritual andino por segunda vez, en 2010, la presidencia de la República Plurinacional de Bolivia: “No soy enemigo de los ricos, pero soy más amigo de los pobres”.

Con la verdad ni ofendo ni temo, era lema del Protector Artigas, y no se trata de reabrir rencores ni de dividir el campo popular, pero se escucha en estas luctuosas jornadas que minúsculos grupos de ultraizquierda vienen criticando al presidente depuesto, amenazado de muerte y a salvo en el México de López Obrador, como si fuera tan fácil modificar la realidad social boliviana en pocos años.

¿Y por casa cómo andamos?  Nada se puede esperar de Mauricio Macri y su gabinete en retirada. Nada de su canciller, una página negra en la  historia de nuestras relaciones internacionales, al decir del presidente electo  Alberto Fernández. Con hipocresía farisea este régimen oligárquico y neoliberal ha negado el golpe en Bolivia y hasta  el asilo a otros  funcionarios  del gobierno depuesto en la sede de nuestra embajada bajo el pretexto –eso anotician los periódicos en la fecha-  ¡que no hay más lugar en la residencia!

Los oficialistas y cortesanos macristas son los mismos que se cansaron de llamar destituyentes a los manifestantes  que  marcharon en contra de su política de hambre y oprobio instaurada en estos cuatro años, siendo que lo hacían en ejercicio del derecho de peticionar a las autoridades. Inventaron que el peronismo quería revivir el helicóptero de de la Rúa y sus operadores del tipo el diputado Iglesias, llenaron horas en los medios adictos para denunciar un fantasioso riesgo de interrupción del orden constitucional; fake news como le llaman.

Y pobres los miembros del Partido Radical aliado al conservador PRO. Pobres los legisladores radicales  con su rastrero buscar en la sesión del  Congreso Nacional del martes 13 de noviembre, el medio tono que sólo habla de su medianía moral: es un golpe pero Evo Morales también es culpable, adujeron. Un argumento que cambiando los nombres, no se le ocurrió ni a la Corte Suprema de Justicia para convalidar en su hora –como lo hizo- la revolución petrolera del 6 de septiembre de 1930 contra Hipólito Yrigoyen.

Pero todo se paga, a veces con el castigo del olvido; y qué duda cabe, el pilatuno Macri, su ministro de Relaciones Exteriores Faurie y el resto de sus CEOS en el poder, no entrarán ni por un recodo como aquel por el que entró en el Credo el procurador de Judea,  en la mejor historia  de la Patria Grande.

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