sábado, 22 de febrero de 2020

La próxima cumbre de la OMC y el comercio digital

Es evidente que las normas y “derechos” a los que aspiran las grandes empresas mundiales de la tecnología, principalmente de Estados Unidos y China, van en detrimento de la privacidad y protección que deben tener los datos de las personas, del desarrollo económico de los países, del fomento de empleos locales y nacionales y de los intereses, beneficios y derechos humanos de sus ciudadanos.

Pedro Rivera Ramos / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

La Organización Mundial de Comercio (OMC), nace con el Acuerdo de Marrrakech el primero de enero de 1995, de las bases del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), para ya no solo ocuparse del comercio de mercancías como venía haciéndose hasta ese momento, sino que además ahora, se decide invadir, entre otros ámbitos, el comercio de servicios, políticas comerciales de los gobiernos y la propiedad intelectual, a través de sus diferentes acuerdos vinculantes para todos sus miembros (países o uniones aduaneras). Esta organización se le supone íntimamente relacionada y consecuente, con el mundo globalizado y neoliberal prevaleciente todavía en nuestros días.

En la actualidad, la OMC cuenta con un número significativo de acuerdos comerciales multilaterales, de forzoso cumplimiento para todos sus miembros. Sin embargo, los más importantes son el Acuerdo fundacional de la OMC, el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (AGCS), el Acuerdo sobre los aspectos de la Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) y el Acuerdo sobre Agricultura. Desde el año 1996 con su primera cita en Singapur, la OMC realiza sus reuniones ministeriales cada dos años, esperando que la Duodécima Conferencia Ministerial se realice en Nursultán, Kazajstán, en junio del 2020, con la asistencia de sus 164 miembros actuales.

Pese a que la mayoría de los miembros de la OMC son países en desarrollo, esta organización desde hace algunos años, ha abandonado el Programa de Doha para el Desarrollo aprobado en su cuarta conferencia ministerial en el 2001; así como se experimenta en su seno una resistencia de los países desarrollados, a discutir reformas a las normas agrícolas en beneficio de los países pobres. Sin embargo, por presiones principalmente de los Estados Unidos, que respondiendo a solicitudes de sus grandes empresas tecnológicas, desde el año 2016, se viene insistiendo en la necesidad de establecer normativas a nivel global, para el comercio electrónico o comercio digital. Esta pretensión, que según estos gigantes de la tecnología es positiva para el desarrollo de todos los países, viene siendo reiterada cada vez con mayor fuerza, en las últimas citas del Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza.

Las presiones han sido tan poderosas en ese sentido, que en la Undécima Conferencia Ministerial realizada en Buenos Aires en el 2017, el tema sobre comercio electrónico acaparó la atención de esta cumbre; aunque fueron negociaciones que no condujeron a normas vinculantes, debido entre otros factores, a la enconada resistencia de la mayoría de los países en desarrollo, principalmente de los delegados africanos, que han entendido que el verdadero objetivo de las empresas transnacionales de la tecnología, es alcanzar una “liberalización completa de todos los aspectos de la economía digital del futuro”. No obstante, este fracaso no las desalentó en lo absoluto, y ahora han logrado que en el punto 4 del orden del día de la Cumbre de la OMC de este año, aparezca como “Programa de Trabajo sobre el comercio electrónico”.

Con ello se intentará imponer nuevamente a todos los miembros de la OMC, negociaciones sobre el comercio digital, donde se le otorguen derechos ilimitados a las grandes empresas tecnológicas, para así permitirles extraer, controlar y usar los datos personales, empresariales y sociales en todo el mundo, sin  sujeción u obediencia a ninguna reglamentación; sin asumir impuesto alguno por sus operaciones y sin rendir información sobre el extraordinario valor de los datos, que aunque muchas (personas y hasta naciones) no lo perciban así, se han convertido quizás, en el principal recurso con el que se cuenta hoy en el mundo.

Es evidente que las normas y “derechos” a los que aspiran estas grandes empresas mundiales de la tecnología, principalmente de Estados Unidos y China, van en detrimento de la privacidad y protección que deben tener los datos de las personas, del desarrollo económico de los países, del fomento de empleos locales y nacionales y de los intereses, beneficios y derechos humanos de sus ciudadanos. Por eso esperemos que en este 2020 en Kazajstán, la liberalización, monopolización y desregulación digital que los gigantes del comercio electrónico persiguen, sean rechazadas otra vez más.

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