sábado, 11 de abril de 2020

La caída del capitalismo

No se termina solo el neoliberalismo  se está terminando todo el capitalismo como modo de producción. Si esto no se entiende, no se pueden idear con suficiente determinacion las formas de acción pertinentes para empujar el cambio.

Mariano Ciafardini* / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Aergentina

A partir de la pandemia de coronavirus  han aparecido y seguirán apareciendo muchos pronósticos políticos y económicos sobre los grandes cambios que se cernirán sobre la humanidad “una  vez  pasadas las cuarentenas mundiales”  y luego de ¿millones? de muertos.

Slavoj Zizek  es sin duda un erudito y a  él debemos que se haya mantenidos las referencias a Marx e incluso a Lenin y Mao  aun en los más oscuros tiempos de la verborragia  postmoderna y,  también le debemos,  precisamente, las refrescantes diatribas contra ese pensamiento obscurantista de esta última modernidad.  Es  un “rock star” de la filosofía, como se definiera  él mismo hace ya un tiempo.  Gusta impactar con sus afirmaciones provocativas y generalmente lo logra. Esta vez   lanza la opción (de segunda mano)  de “barbarie o comunismo reinventado”. Si lo hubiera dejado en los desadjetivados   términos de  Engels  o Rosa Luxemburg  hubiera sido poco original, pero, al menos, oportuno. Sin embargo hubo de agregar lo de “reinventado”  con lo que vació la famosa fórmula propuesta,  ya que,  en tanto no defina  (y no lo hace) en que consiste tal “reinvención”,  la alternativa se transforma en: barbarie  o algo (“alguna forma”) que está en la cabeza de Zizek pero que  no dice qué es, ni siquiera agrandes rasgos.

Oros, como Agamben  o el heideggeriano  ( y sur-coreano) Han,  ven oscuras nubes en el horizonte, no por los resultados de la pandemia,  sino por el avance del  hipercontrol social  (básicamente se refieren a China y a sus capacidades tecnológica para identificar y ubicar  uno por uno on line a la mayoría de sus mil quinientos millones de habitantes, lo que por otra parte es verdaderamente una proeza tecnológica impresionante)  A esto hay que contestar que,  en principio, no existen sociedades ( al menos desde los orígenes de las primeras  civilizaciones) que estén exentas de control. Las propias formas de organización de  sociedades de miles o millones de personas, formas  sin las cuales  estas  serían inviables,  son, en sí mismas,  formas de control.

 Que a Agamben o Han  les haya tocado vivir en  sociedades divididas en clases y dentro de ellas en las clases “acomodadas”  y que por lo tanto no hayan tenido que sufrir  el horroroso y denigrante control perpetuo  que sufren en forma directa  las clases “subalternas” y la brutal falta de libertad que implica  el tener que levantarse todos los días a conseguir,  en desesperante inmediatez, el alimento diario y de su familia, no significa que el capitalismo sea una sociedad sin control  y de libertad. Además debe decirse que aunque ellos se sientan “incontrolados” y plenamente libres,  porque hacen lo que quieren y/o  lo que “sus principios” les indican,   eso que ellos “quieren hacer” y esos “principios” también  les han  sido inculcado y en ellos fueron  formateados  y moldeados, por años de trabajo de las agencias de control del sistema, sobre sus cabezas filosóficas pensantes  Y hoy, esas agencias y todo su mundo de redes, desde las familiares, escolares,  mediáticas  policiales y un largo etc.,  lo siguen haciendo sobre ellos y sobre nosotros. La cuestión es hasta qué punto somos conscientes de la existencia  de estas formas, sutiles  algunas y no tanto otras, del control y de la manera que operan sobre nosotros,  ya que ahí empieza la verdadera libertad.  No vamos a debatir acá sobre el añejo tema de libertad versus determinismo,  pero, en todo caso, respecto de la cuestión del control, más que plantear la falsa dicotomía entre sociedades con control e imaginarias sociedades de grandes espacios de  libertad individual (que no existen ni nunca existieron),  el debate serio y útil sería aquel acerca de   cuáles son las formas  concretas de control social ,  quien las implementan , a quienes representan esos que las implementan y a qué intereses y propósitos responde la estrategia general de control de que se trate. 

En  el diario digital Sputnik del 8/4/20 bajo el titula “Destacan el inevitable aumento de control” se señaló que “ Los sistemas de control y vigilancia a ciudadanos de cualquier país siempre han existido y solo se irán reforzando, señaló a Sputnik el representante del Centro de Innovación Skolkovo en China, Evgueni Kosolápov…Siempre hemos estado bajo control, observados. Cualquier Estado, sea China o Corea, localizará a una persona, si lo necesita. Hubo control y lo hay, era lento, en una caja de cambios manual, ahora está pasando a una caja de cambios automática, es un proceso inevitable". Y se agregó  que “Sin embargo, el experto declaró que por ahora solo con respecto a Corea del Sur se puede hablar de un sistema de control digital total sobre la ciudadanía en el contexto del coronavirus” Aún así ¡ hubiera sido preferible que Corea del Sur  no utilizara el sistema de reconocimiento  por considerarlo “orwelliano” y hubiera renunciado a contener la pandemia del modo rápido y eficaz  como la controló?

Las opiniones de Zizek, Agamben y Han junto con la de varios autores más fueron puestas juntas en un dossier llamado “Sopa de Wuhan”, título con el que,  ¿desprevenidamente? , se hace cierta alusión a que el originador de la pandemia fue China,  por tener habitantes que comen sopas  raras de animales salvajes, sin medidas higiénicas básicas,  a pesar de que Noam Chomsky,  pensador respetado y citado frecuentemente por muchos de los autores del dossier,  no se cansa de repetir que el origen del virus está en la estrategia  de guerra bacteriológica de la CIA. Y en páginas de internet, como la Win DIerckxsens, se afirme que  “Se sabe ya que es un Virus diseñado y desarrollando en los laboratorios de Estados Unidos (https://www.bbc.com/ mundo/noticias-internacional-51938799).Y  se sabe también que se probó y observó en Estados Unidos en su población, antes de octubre de 2019”. Casualmente días antes de la pandemia numerosos contingentes militares norteamericanos estuvieron en la zona de Wuhan  en actividades junto con las FFAA chinas.

Otros opinan, al calor de la pandemia,  que lo que está en la picota es el neoliberalismo  o el “capitalismo como lo conocimos hasta ahora” y deslizan la necesidad de importantes reformas  con lo que queda en claro que, según ellos,  capitalismo va a seguir habiendo, solo que hay que mejorarlo. Y esto  sobre la base “empírica” de que hace mucho que existe y que otras veces que se predijo su caída esta no fue tal.

Quienes así piensan  imaginan en muchos casos un regreso a una forma generalizada de estado benefactor  o intervencionista al estilo Europa o EEUU en la posguerra, como si la historia no hubiera transcurrido y se pudiera volver hacia atrás solo deseándolo. Además  si ese intervencionismo se está imaginando para todos los países y regiones del mundo  y no solo para los países industrializados (como lo fue en el SXX) lo que se está imaginando en realidad, aunque se evite expresarlo,  es un sistema mundial que ya no podría denominarse capitalista  y al que le vendría  más ajustado el termino de socialista ( no socialdemócrata) o en tránsito al socialismo.

Además, gran parte de estos pronósticos se hacen afirmando  que esas situaciones  para bien o para mal  van a tener lugar: “cuando pase la pandemia”  Como si en determinada fecha más o menos próxima el coronavirus vaya a desaparecer por completo y el mundo pasara a quedar indemne de resurgimiento de contagios  mutaciones o aparición de otros virus tan o más “virulentos” que este.

Habría que decir, en principio, que  hay que  usar con cuidado, o relativizar,   eso de que “cuando acabe la pandemia”, en tanto  que ésta, (no es triste la verdad, lo que no tiene es remedio)  se podría decir, aunque más no sea simbólicamente, que no va a acabar  ya más, al menos no  en forma definitiva.  Aunque disminuyan sensiblemente los casos de covid 19, producidos por el virus  SARS cov2, estas posibles infecciones, de propagación mundial,  que ya habían empezado antes, como el  SARS,  el Ebola o la gripe A,  no son más que formas en que se expresa  el peligro latente de  contagio mundial de enfermedades transmisibles en una humanidad con siete mil millones de habitantes,  que apunta a llegar a los diez mil millones, y todos interconectados y en desplazamiento permanente. De lo que nos estamos dando cuenta es de que hemos transformado al mundo en un “mundo pandémico” y de lo que se ha de tratar de ahora en más es de como modificamos nuestras formas de vida para neutralizarlo. Thomas Wright miembro principal de la “Brookings  Institution”, en su artículo “Estirando el orden internacional hasta su punto de ruptura”,  con el que, en términos generales, discrepamos de su visión en cuanto a las posibles salidas de la crisis económica,  dice, sin embargo ciertamente, que  “El mayor error que pueden cometer los analistas geopolíticos puede ser creer que la crisis terminará en tres o cuatro meses.  Es muy probable que, una larga crisis pueda estirar el orden internacional hasta su punto de ruptura. Incluso después de que haya una vacuna disponible, la vida no volverá a la normalidad. COVID-19 no fue un cisne negro y no será la última pandemia. Un mundo nervioso cambiará permanentemente. Nunca antes un solo evento había cambiado la vida de todos simultáneamente y tan repentinamente”.  Es decir es un evento único en toda la historia dela especie humana y, de aquí en más, lo consecuente sería que se sigan produciendo situaciones que tampoco hayan sido  experimentadas anteriormente en la historia conocida. En el anteriormente citado diario digital  Sputnik  otro titular reza “El 'american way of life' podría estar tocando su fin. Ese, y gran parte de los estilos de vida del globo. El culpable: el coronavirus. El autor de la afirmación: el editor de la revista Technology Review, Gideon Lichfield, una publicación que está estrechamente ligada el archifamoso Instituto Tecnológico de Massachusetts [MIT]”.

Hay científicos, por ejemplo, que relacionan esta alta potencialidad de los virus a diseminarse,  con la producción industrial de animales para el consumo ( reportaje a la investigadora del grupo de acción sobre Erosión tecnología  y concentración, Silvia Ribeiro,  en el diario argentino Página 12 del 3 de abril), práctica industrial que, por el momento, es inimaginable de  poder abandonarse así como así, sin desencadenar un problema alimentario de proporciones  gigantescas que  causaría muchas más  muertes que cualquier pandemia. U  simple ejemplo del desafía frente al que nos encontramos.

 Habrá, entonces,  que convivir un  largo tiempo  con los virus y con las fluctuaciones de la cantidad de infectados  y consecuentemente con cuotas de muertos por esas infecciones. Con lo  que lo más probable es que de ahora en más debamos empezar a vivir en semi cuarentenas permanentes, tratando de evitar,  todo lo que se pueda, las aglomeraciones y  utilizando al máximo las posibilidades del teletrabajo y de las reuniones on line y obviamente de la comunicación interpersonal on line (esto último ya se venía haciendo pero ahora tendrá que ocupar un lugar más exclusivo). Hasta el barbijo se transformará, tal vez, en parte de la indumentaria cotidiana de la nueva realidad a la que nos abismamos.  Cuando se dice que la vida tal como la conocimos hasta ahora no va a seguir así, se está hablando, entre otras cosas, de esto. No se puede seguir  transportando gente amontonada, ni aglomerarse para ver espectáculos  o por simple divertimento,  al menos ya no de la forma en que se ha venido haciendo hasta ahora. Estamos entrando en la era de la comunicación virtual en serio. Resuena  la letra de la canción de la banda argentina de rock “Los Redonditos de Ricota”, acerca de que:  “el futuro ya llegó” y “llegó como vos no lo esperabas…todo un  palo, ya lo ves”. (Todo un Palo. 1987. Del cielito records)

 Ante todo esto y aunque sea obvio, hay que señalar que de ninguna manera esto  quiere decir que se haya acabado ni la acción. ni las manifestaciones, ni la institucionalidad, ni la teoría o la investigación  política, ya que la política es básicamente  la fuerza (y la confrontación) de las ideas  y esta fuerza, hoy, tiene muchos medios de manifestarse  que no implican necesario amuchamiento (y que son en todo caso tan o más eficaces que las acciones con contacto físico) aunque también es obvio que cuando las circunstancias ameriten la congregación física, está tendrá, inexorablemente, lugar más allá de cualquier pandemia, aunque se trate de cientos de miles  en las calles, con máscaras y antiparras caseras.

Es decir ya no habría, al menos no rotundamente,  un “cuando termine…”.  Lo nuevo ya empezó así que vayamos adecuándonos,  porque llegó para quedarse.

Pero no se trata  solo de la o las pandemias. EL problema con que se enfrenta el mundo capitalista  terminal es el de su modo de producción en si. Este modo de producción en su fase neoliberal  global de hecho favorece, cuando no genera directamente, estas pandemias y muchos otros males “colaterales”,  pero el principal perjuicio que genera es la pobreza y la exclusión social crónicas y crecientes y la alienación  individual, la violencia bélica y social y la destrucción del equilibrio ecológico del planeta.

Hemos llegado al momento en que es necesario  sustituir globalmente  este modo de producción (y de vida) por otro superior, como ya lo había anunciado Marx,  porque ahora se empiezan a dar las condiciones leninistas en cuanto a que: “los de arriba no pueden y los de abajo no quieren”

De allí que  en cuanto  a  las formas de organización social (y las inevitables  formas de “control social”) que vendrán a reemplazar a las existentes, debemos decir,  en nuestro caso desde un punto de vista materialista histórico, que los sistemas socioeconómicos tienen, precisamente, historicidad, es decir tienen comienzo y fin. Eso lo sabemos  (los que queremos saberlo seriamente) a partir, por lo menos, desde Vico o  Hegel, y los marxistas lo sabemos ya con más precisión desde obras como “la Ideología Alemana  (1853) y los “Grundrisse” (publicados en 1939) y el propio Manifiesto (1848).

 Es cierto que Lenin vaticinó el fin del capitalismo a partir de que  este entró en su fase imperialista (1880 circa) y, es de suponer,  que él esperara  (nunca lo dijo)  que,  con el desarrollo mundial de la revolución,  a partir del triunfo bolchevique en Rusia (1917), que, a más tardar, para las décadas del 30 o del 40 de ese siglo en que el vivía(XX) se hubiera ya extendido, definitivamente triunfante, por todo o casi todo el planeta o, al menos, sobre los países más industrializados. Por eso hablaba del “imperialismo” como fase superior del capitalismo en el sentido de segunda y última.

 Curiosamente, o no tanto, en las décadas del 30 y el 40 lo que se desarrolló fue el fascismo  con el que los grandes capitales europeos (incluidos los de los países “antifacistas”) pusieron drásticamente fin  a la posibilidad de una expansión de la revolución socialista a toda Europa y consolidaron el aislamiento económico  mundial de la URSS y de la República Popular China.

Pero ahora sí se puede sabe, teniendo a nuestra disposición  los datos provenientes de la misma consecución histórica, desde aquellos tiempos  hasta nuestros días,  es que las etapas del capitalismo no eran dos (capitalismo de libre competencia e imperialismo) sino tres (precisamente el número dialéctico): 1 capitalismo de libre competencia (1400-1870/80), 2 imperialismo (1890-1985/90) y 3  ( y último) globalización  neoliberal y financiera (esto lo hemos desarrollado en nuestro “Globalización tercera –y última- etapa del capitalismo . Ed Luxemburg BA 2011).  Por lo que, desde nuestro punto de vista, la crisis del neoliberalismo, que tanto se anuncia ahora pandemia mediante,  implica la finalización de todo el sistema capitalista como modo de producción y no solo de su connotación neoliberal, advenida  en los 80/90. Algunos autores de tendencia marxista que también lo ven así son los propios Wim Dierckxsens y Walter Formento. En la página de internet del primero, afirman que “Lo que se nos viene encima es una crisis de una magnitud que solo se ha visto en dos ocasiones en los últimos dos mil años. La primera fue entre los siglos IV y VI (entre los años 300 y 500 dc), cuando el Imperio Romana y el esclavismo desaparecieron y surgió el feudalismo. Y el segundo momento vino con el declive del feudalismo y el surgimiento del capitalismo a partir del siglo XVI (año 1500), cada una con su propia racionalidad económica”. 

 Hay que aclarar que este fin de ciclo no está, obviamente, determinado por la pandemia,  la que es un efecto totalmente (¿?) coyuntural,  sino que se veía venir desde mucho antes, por lo menos desde la crisis de 2008, de la que, dicho sea de paso, el mundo no había salido todavía  cuando se inició la pandemia,  y no ha salido hasta ahora. Es decir que esta es una crisis dentro de aquella crisis. La debacle se avecinaba. De hecho  uno de los desencadenadores de la crisis financiera y de las bolsas de valores fue la actual crisis del petróleo, que según los nombrados Dierckxsens y Formento  se desarrolló: “como forma de  una guerra por la energía y la producción real, una guerra geopolítica para mantener dividida a Europa. Para que la Unión Europea pos-Brexit anti-globalista no consolide su articulación con Rusia y el multipolarismo BRICS”.

Y esa crisis del petróleo trae de su mano  una crisis monetaria que   como lo señalan los mismos autores lleva “a una fragilidad muy elevada al esquema de moneda de reserva mundial Dólar-Petróleo, impuesto por las corporaciones multinacionales norteamericanas en 1973” pero “Ahora, la crisis del patrón monetario Dólar-Petróleo ha ingresado en otra crisis…. Una crisis donde se pone de manifiesto concretamente que el patrón monetario impuesto por una correlación determinada de poder mundial -1950<>1973- también ha llegado a su fin  y con él el sistema fínanciero….”( página de Wim Dierckxsens de internet)
Estás crisis energéticas, comerciales y monetarias no fueron generadas por la pandemia sino que  la precedieron y fueron y son síntomas  de la crisi general financiera y económica del sistema que ya no tiene posibilidad de recuperación.

 Las supuestas recuperaciones económicas post 2008 de las grandes economías capitalistas (entre las que obviamente no incluimos a China) se produjeron, no a partir de aumentos reales de la producción, ni de una reorganización de la misma,  sino de emisiones monetarias  gigantescas  con el llamado “quantitative easing”. Es decir no se solucionó la crisis sino que se “pateó la pelota para adelante”(¡dándose créditos a sí mismos mediante la emisión monetaria y de valores en forma descontrolada!).

Hoy se ha vuelto producir  principalmente desde la FED y el tesoro norteamericano a una emisión descomunal de billones ( millones de millones) de dólares, pero ya no alcanza, las bolsas podrán (fieles a su naturaleza cortoplacista ) fluctuar pero su caída definitiva es imparable.

Si consideramos entonces  al proceso histórico del capitalismo dividido en etapas  y aceptamos la hipótesis de que estas etapas son tres, podemos afirmar que ahora sí, nos encontramos en el final,  de la última etapa, de toda la progresión histórica del sistema capitalista y, los efectos que están a la vista, son solo el comienzo  de todo un período de transición a un nuevo modo de producción y de nuevas  formaciones económicos sociales en el pleno sentido marxista que tiene estos términos.

Sin embargo  el advenimiento del socialismo mundial (ni socialdemocracia, ni estado benefactor, que son reliquias del siglo XX) no se va a dar  a partir de marchas triunfales de ejércitos liberadores, ni de guerrillas victoriosas accediendo al poder, ni de guerras civiles en las que gana el bando “bueno”,  sino a partir de la evidente superioridad para afrontar la crisis de los países  con gobiernos  en manos de Partidos Comunistas ( especialmente China) o de gobiernos “populistas” (no por casualidad aborrecidos por las grandes burguesías) y , además,  por el alzamiento cívico y los pronunciamientos electorales de los pueblos  del tercer mundo y de los mismos países capitalistas centrales, contra las políticas de los grupos financieros globales y demás elementos parasitarios de la sociedad .Pero toda esta pluralidad y diversidad de agentes locales y globales , institucionales y populares deberán actuar en una sinergia de complementariedades, solidaridades y acoplamientos  de fuerzas, constituyéndose así en un único gran sujeto político internacional con expresiones propias nacionales. Todo este en conjunto complejo  conforma hoy el sujeto histórico revolucionario (así lo expusimos en nuestro “El sujeto histórico en la globalización Ed Centro Cultural de la Cooperación BA 2015). 

 Con respecto a la superioridad China  frente a las crisis económicas o sanitarias John Ros investigador principal del Instituto Chongyang de Estudios Financieros, Universidad Renmin de China señalo en su artículo “La vida humana está por encima de  la economía en una pandemia”,que:  “ El mejor desempeño de China ante  los EE. UU., tanto en la crisis de 2008 como en el brote de Covid-19 significará un cambio geopolítico a favor de Beijing. Mientras más tiempo continúe Estados Unidos con su desastrosa respuesta pandémica, mayor será el cambio. La pandemia tiene un curso global claro. A pesar del brote de coronavirus que comenzó en China, Beijing lo ha controlado rápidamente: el número de casos de transmisión nacional se redujo a prácticamente cero a fines de marzo. En los Estados Unidos y Europa occidental, por el contrario, el número de casos aumenta vertiginosamente sin un pico a la vista.” Y que” En los últimos 12 años, el mundo ha pasado por dos enormes pruebas globales: la crisis financiera internacional y la pandemia de coronavirus. En ambos, China ha superado por mucho a Estados Unidos. Esto conducirá necesariamente a un cambio importante en la geopolítica a favor de China. Mientras más tiempo continúe Estados Unidos con su actual respuesta desastrosa al coronavirus, mayor será ese cambio.”

 Hay que tener en cuenta que,  lo más probable, es que las grandes economías del capitalismo neoliberal, occidental no implosionen abruptamente ante la crisis (y esto es bueno pensando  sobre todo en las personas  que habitan dichos países) sino que,  de la mano de liderazgos cada vez más  centralizados, de corte industrialistas, neo-roosveltiano  o desarrollistas, con planes tipo “marshall” aggiornados,  pero, con una, seguramente  creciente, participación popular y pedidos de rendiciones de cuentas,  vayan sentándose a la mesa, con el bloque de aquellos otros países, que hoy aparecen como la alianza estratégica  de China con Rusia (pero que son mucho más que eso). Y lo que se empezará a discutir  y a acordar en este nuevo espacio (adopte la forma que adopte) serán, inevitablemente, nuevas formas de organización mundial  de lo político y lo  económico, que habrán de implicar necesariamente la planificación  económica y la reformulación de las pautas productivas pero principalmente las de consumo y por alianzas exclusivamente interestatales ( sin participación ni directa ni indirecta de intereses privados), contemplando fundamentalmente la redistribución de la riqueza en orden a  los intereses primarios de todos  los habitantes del planeta y del planeta mismo, sin exclusión de nación alguna.

Los autores que venimos citando  (Dierckxsens y Formento)l  ven asimismo que : “ la Gran Formación Social Emergente (con China como epicentro y el tándem chino-ruso como motor) propone reconectar el capital ficticio a la economía productiva, redes de comercio, inversiones en infraestructuras y aprovechamiento de la energía en curso, de cara a una transición energética. Y generar una Zona de Estabilidad, en definitiva, para posibilitar una alternativa post crisis al mundo con miras a una posible transición posiblemente gradual al postcapitalismo no sería nada de extrañar que Trump y Xi Jinping logren un acuerdo para que con China formen un frenteinternacional para afrontar el coronavirus…. No habrá duda entonces, que Xi Jinping está en posición en óptima de negociar con Trump quien ya tuvo comunicación telefónica con el presidente de China. Putin, Trump y Xi Jinping ya están hablando de sentarse después de las elecciones en Estados Unidos, y decidir las nuevas reglas del juego paraeste mundo post crisis.” 

Por qué no pensar entonces que, una transición hacia el postcapitalismo, será inevitablemente “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos como la des-financiarización de la economía, la des-mercantilización de la sanidad y la seguridad social, (por ejemplo) en primer término e, inmediatamente,  abordando  (conscientes de las  resistencias de la gran burguesía financiera  mundial y teniendo en cuenta las correlaciones de fuerza),  el  control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), y  de  las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de  la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad).

Es decir que las bases del socialismo mundial se podrían empezar a construir a partir de grandes acuerdos internacionales que involucren principalmente, aunque no exclusivamente, a las grandes potencias de la postglobalización , acuerdos que tengan por objeto  ir eliminando la concentración hipermultmillonaria de capital  en  manos de propietarios-decisores  individuales o de grupos elitistas como son los grupos financieros globales actuales  (es decir ir desposeyendo a los “super” ricos), ir eliminando esta vez en serio y definitivamente,  de la faz de la tierra, a la pobreza y la inaccesibilidad a los recursos naturales,  e ir construyendo así una sociedad mundial “medianamente acomodada”.

 De todos modos hay que estar alerta frente a llamamientos a constituir formas de “gobernanza global” que en realidad lo que pretenden es institucionalizar el control mundial de la política y la economía mundiales en forma directa por los grupos financieros internacionales. Hay que saber distinguir los intentos globalizadores suicidas provenientes de la alienación política neoliberal del llamado sincero a una construcción de una globalización solidaria, inclusiva, racional en el consumo y la producción ecológica  y, finalmente, socialista

Lo que nos toca como sujetos políticos responsables, individuales,  es difundir y explicar , desde nuestras organizaciones, la idea de que están hoy dadas las condiciones para el cambio estructural revolucionario , incluso a nivel mundial, y empujar la formación de bloques intergubernamentales  a niveles regionales y mundiales, reclamando  que el primer orden del día  de la primera jornada de funcionamiento de estos entes internacionales y regionales  sea  tratar la cuestión acerca de cómo empezar a implementar las bases de los cambios estructurales post capitalistas y socialistas.   Obviamente todo esto habrá que hacerlo sin dejar de luchar  por las reivindicaciones  concretas de cada sector laboral o social, en cada lugar concreto,  porque  el hecho de que estén dadas las condiciones para el gran cambio que hemos siempre soñado  no quiere decir que tal cambio vaya a producirse  por la ley de la gravitación universal.

*El autor es Doctor en Ciencias Políticas   

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