Sin embargo, la situación mundial que el propio neoliberalismo ha impuesto lleva inevitablemente a revisar una y otra vez la relación con el Estado y reformular este planteo. América Latina ha sido una brújula con respecto a esta cuestión. El Estado es un campo en disputa y esa disputa debe darse para proteger y custodiar ciertos órdenes del Estado del poder corporativo financiero.
Nos referimos a la " mano izquierda" del Estado (la expresión es de Bourdieu), en donde está en juego lo que podemos llamar su dimensión autónoma y universal.
Nos referimos lógicamente a la política, la justicia, la salud, la educación, las investigaciones científicas, la vida de las artes y el mundo intelectual.Todas estas instancias también hoy en día van siendo absorbidas por los dispositivos financieros neoliberales. Y una economía neoliberal solo puede ser transformada si esta autonomía logra mantenerse a toda costa. En estos ámbitos aún perdura e insiste una universalidad no sometida al interés del Mercado.
Lo importante aquí es que esa universalidad localizada en determinadas encrucijadas históricas solo puede ser defendida por el Estado pero desde lugares que no participan del mismo.
En este punto, el campo de la militancia, los movimientos sociales, las estructuras sindicales, los organismos de derechos humanos y todas la experiencias emergentes de lo político, no participando directamente del Estado, constituyen la verdadera condición para impedir la captura neoliberal del mismo y para que la mano izquierda y su autonomía universal cumplan con su rol en la resistencia contra el engranaje neoliberal y que el deseo de otra vida perdure.
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