El celebrado escritor y docente de la Universidad de Buenos Aires, expresó: “La Feria del Libro ocurre en un lugar impropio – en referencia al predio de La Rural – que “suple bostas y silbidos por libros y mesas redondas”.
De allí el título del presente artículo, dado que el lugar ha venido cuestionándose siempre, desde la primera edición organizada por la Sociedad Argentina de Escritores SADE en 1975. Lugar que luego la dictadura fue legitimando, ya que su ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, poseía un pabellón dedicado a su familia, fundadora de la Sociedad Rural en 1866.
Y… si algo marcó a la sociedad argentina en su conjunto como consecuencia del siniestro plan de terror y muerte urdido por militares y oligarcas, fueron las listas negras de libros y autores, como la quema de los mismos, realizadas durante las tiranías del pasado siglo.
“Pienso la literatura como un murmullo, persistente y sustancial”, manifestó Kohan rescatando la figura del “lector encubierto”, al que definió como “aquel que se pronuncia categóricamente sobre algo que en verdad no leyó”; donde además, caracterizó al fenómeno de la dispersión masiva: hoy “casi nada puede hacerse largamente y de corrido, ni conversar, ni mirar una película, ni ver un partido de fútbol, ni escuchar ningún concierto”.
Crítico agudo, le salió al cruce al entonces presidente Macri, cuando inauguró en marzo de 2019, el Congreso de la Lengua Española celebrado en Córdoba con la presencia de los reyes hispánicos. Allí, el entonces presidente expresó: “Imaginemos si acá los argentinos hablásemos argentino y los peruanos, peruano, y los bolivianos, boliviano, y necesitásemos traductores para hablar con los uruguayos”. En esa ocasión Kohan expresó, “entre el presidente de la Nación y el lenguaje hay un cúmulo de dificultades incalculable”… “uno escucha cada oración con la zozobra de si verdaderamente va a poder, tanto en lo sintáctico como en lo conceptual, llegar hasta el final no digamos del párrafo, no digamos el discurso, que duran seis o siete minutos, sino al final de la oración”. Concluyendo, “bajo una hipótesis benévola”, Macri “no tiene destrezas oratorias”. Y desde el punto de vista de “una hipótesis menos benévola, ante un desarrollo de pensamiento tan precario, el lenguaje es tan precario como las ideas que está desarrollando”[1].
No haremos leña del árbol caído, ya que los que caímos en la escuela pública argentina y no tuvimos el privilegio de escuelas y universidades privadas como alardeaba el verborrágico ingeniero, escuchamos a oradores como Jorge Abelardo Ramos, el fundador Frente de Izquierda Popular, que daba discursos de 90 minutos sin repetir palabra y con una ironía finísima como era el estilo de Arturo Jauretche o, más recientemente, el orador de la democracia recuperada, Raúl Alfonsín.
Pero sigamos con Kohan, a diferencia del duro discurso de apertura del año pasado a cargo de Guillermo Saccomanno – en el que cargó contra todos los eslabones de la industria editorial, exposición que dimos a conocer en este espacio el pasado año de 2022 – el autor de Ciencias morales, estuvo más complaciente con el ecosistema librero, cargó contra esa suerte de actor activo de la escena social que, aunque no es novedoso, tiene larga data, pero ahora aparece por fin masivamente legitimado: el no-lector encubierto, “aquel que se pronuncia categóricamente sobre algo que en verdad no leyó”. En su larga exposición, discurrió sobre la vida de los libros a la que describió como una práctica hecha “de olvidos y rescates, de vueltas atrás y de relecturas, de murmullos laterales, de búsquedas a destiempo y de hallazgos de lo que no se buscaba” y los alcances de la Feria como evento decisivo para construir lectores y rituales de lectura.
“¿Qué relación se establece entre el acontecimiento del año y el resto del año? Porque entiendo que lo deseable es que funcione ante todo como foco de irradiación, con una cierta onda expansiva”, planteo al que siguieron múltiples interrogantes. “Se encapsula todo este entusiasmo libresco en ese tiempo de excepción de las tres semanas de Feria? ¿Se cumple por así decir con la cuota anual de pasión (pasión en cuotas) para despedirse, al cabo del período establecido, hasta el año que viene, hasta el acontecimiento del año del año que viene?”, expresó interrogando a los presentes, definiendo luego a la Feria del Libro, como “un fenómeno notable de concentración e intensificación, de un tiempo de vértigo y en un lugar transformado, de elementos que, con más discreción, incluso a veces asordinados, se encuentran en distintas partes a lo largo del año entero”, aludiendo a ese insumo que en la vida ordinaria no asume las condiciones de excepcionalidad que adquiere en estos días: el eje sigue siendo el libro, pero desde las librerías no provoca la ruidosa convergencia de lectores o interesados que sí genera la Feria.
“Probablemente nunca ha sido tan difícil como ahora conformar esa zona liberada (liberada para uno mismo) y ese tiempo liberado que el ejercicio de la lectura requiere; nunca ha sido tan difícil como ahora desconectarse (porque estamos, en sentido estricto, conectados siempre) para ponerse a leer”, indicó.
“El arte de estar en otra cosa, que es la base del arte de la lectura, se vuelve ciertamente difícil, se vuelve casi imposible, cuando todo en realidad es otra cosa, cuando no parece existir esa cosa que nos permitiría estar en otra. Ya casi nada puede hacerse largamente y de corrido… remarcando, “Cuando todo el mundo se vuelve un aparte, se complica el mundo aparte”[2].
Además de los invitados chilenos, también estarán los novelistas españoles Arturo Pérez-Reverte y Fernando Aramburu, el narrador argentino Hernán Díaz, afincado en EEUU, la ensayista Irene Vallejo y la cantante mexicana Natalia Lafourcade, quien publica su primer libro.
Con sus más de 500 stands, la Feria es un esperado encuentro entre editores, autores y lectores. En la oportunidad también estarán: Claudia Piñeiro, Federico Jeanmire, dolores Reyes, Diego Golombek, Leandro Cahn, Daniel Balmaceda, Mariano Sigman y Dafne Schilling.
Los autores chilenos convocados a hablar de Santiago en el año que se cumple medio siglo del golpe de Pinochet, lo hacen dentro del convulsionado clima de un gobierno popular que intenta desmantelar un tejido social y económico tramado desde la dictadura y encorcetado por una Constitución a punto de ser modificada.
Alberto Fuguet cuya infancia transcurrió en EEUU, considerado una estrella literaria pop chilena desde la publicación de su primera novela en 1991, Mala onda, advierte el cambio radical sufrido por la capital trasandina durante los últimos 20 años, según expresó en un reportaje.[3] En su visión positiva, advierte que pasó a ser una ciudad más “latinoamericana”, lo mismo que el país. Algo similar nos deja la cronista Cynthia Rimsky, autora de Un lugar en la memoria, quien en unos pocos trazos describe el clima de una urbe que se ha vuelto impredecible. Álvaro Bisama, autor de Mala lengua, pinta de cuerpo entero a una de las profesiones más características y descriptivas de la ciudad, los taxistas. Ellos hablan y hablan no bien sus servicios son requeridos. El escritor describe sagazmente cómo aquellos parlanchines personajes van retratando a los pobladores que trasladan. También son objetos de crítica las viejas salas cinematográficas transformadas en shoppigs y templos evangélicos por parte del crítico y guionista Simón Soto, quien habitaba lejos del centro y usaban el Metro para ir a las salas que estaban entre los paseos peatonales Huérfanos, Ahumada y Estado. Los vecinos periféricos del extrarradio abandonábamos nuestros lugares originarios para encontrarnos en los cines Gran Palace, Rex, Astor, Huelen, Imperio, Cinerama Santa Lucía, comenta con nostalgia.
Miradas todas, cargadas de crítica que en esta importante oportunidad tienen resonancia en la Feria del Libro, transformadas en una gran caja de resonancia para los escritores y poetas trasandinos.
También presentó su ensayo, No voy a transformar a Borges, el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, este lunes 1ro. de mayo. El ex mandatario socialista manifestó “muy borgeano” que no existiera un testamento de María Kodama, la viuda del escritor fallecida recientemente. También expresó su atención que el escritor en lengua castellana más vanguardista y más innovador, haya sido un hombre conservador.
Aunque al mismo tiempo sostuvo, “Si me preguntaran quién es el Einstein de la literatura, diría que es Borges”.[4]
José Luis Rodríguez Zapatero también participó de la presentación de un volumen con la compilación “Objetivo: Cristina. El Lawfare” contra la democracia que fue presentado el último domingo de abril, con la presencia de figuras políticas nacionales e internacionales que analizaron la persecución judicial y mediática contra los liderazgos populares y, en particular, contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Bien movidita y crítica comenzó y seguirá esta Feria del Libro, convocando a los lectores a continuar con sus búsquedas librescas, aunque por momento se filtre el hedor de las heces vacunas entre los stands.
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