El show debe continuar y... continúa. Como en el Movistar Arena rodeado de sus fans y cantando a todo pulmón y a los saltos, de espaldas del pueblo que lo eligió para gobernar. Un pueblo sumido en la pobreza y las miserias…
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Argentina es un país extraño para los de afuera y mucho más para los de adentro. Día a día, semana a semana, los hechos se van superando de manera ascendente. No bien este fin de semana el presidente defiende a José Luis Spert y el mismo Spert, llora ante las cámaras sin aceptar haber recibido dinero del narcotráfico. Luego, casi inmediatamente, Spert renuncia a su candidatura y Fred Machado, el empresario que habría financiado la campaña de Spert en 2019 es extraditado a Estados Unidos, en un trámite aceleradísimo de la justicia. Seguidamente, el presidente Javier Milei, sale en un programa de televisión diciendo que todo eso es fruto de una campaña sucia del kirchnerismo que se opone a la política maravillosa que él ha llevado adelante desde que asumió en 2023. No solo eso, retomó la campaña y volvió con un show en el Movistar Arena de Villa Crespo donde se presentó como un verdadero rockstar.
Un show estridente con algunos candidatos como parte de la banda que lo acompaña y la diputada libertaria Lilia Lemoine como corista. Llena el estadio con gente llevada en colectivos desde varios puntos del país, muchos de ellos no parecen tener consciencia de lo que sucede alrededor, van con remeras violetas y gritan eufóricos en favor del presidente. Una serie de sucesos que nos llenan de preguntas como la de la primera línea, qué grado de demencia y a qué apela este show en plena crisis económica, con todas las boletas de las elecciones impresas con el nombre de Spert y que hay que reemplazar, Santilli que ocupa su lugar y sale de campaña con Milei a Mar del Plata y al resto del país en esta semana.
Qué representatividad supone Milei tener que vuelve a presentarse como un personaje mesiánico, porque realmente es necesario mirar el espectáculo por youtube y observar las imágenes apocalípticas y explosiones atómicas que precedieron la presentación de Milei y luego él vestido como un emperador romano salvador, él, ¿realmente se lo cree? ¿En qué momento es presidente? O, mejor dicho, ¿tiene idea de qué es ser presidente de un país, ser el primer magistrado?
Volvemos Argentina es un país de locos, gobernado por un loco; certeza que se impondría en primera instancia, pero no es así. Ni Argentina es un país de locos ni tampoco es gobernada por un loco. Su liderazgo rompió todos los moldes conocidos y esa diferencia le llevó a hacer el mayor ajuste de la historia de la humanidad. Lo hizo de golpe y dejó millones de víctimas. Lo hizo con crueldad y sin importarle nada. Es más, se burló de todos, con toda la perversidad posible. Una gestión admirable y modélica para la ultraderecha internacional que vive promocionándolo.
Con una caída vertiginosa en todas las encuestas y muchos de los periodistas del establishment ya en contra, además con una situación financiera gravísima por el valor del dólar y una inflación que lentamente vuelve a escalar, Milei intenta gastar sus últimos cartuchos antes de que el imperio le suelte la mano.
Sin embargo, la subjetividad presidencial, sumamente asistida por un equipo especial para la campaña, parece haberle aconsejado que salga a la calle en modo ganador, como decíamos antes, como un rockstar: cantando, saltando y arengando desde el escenario a sus seguidores que, como embrujados por el canto de sirenas de la inflación de un dígito y la promesa de ser al cabo de unas décadas, un país desarrollado, sin pobreza, sin las miserias de tercer mundo por las que circulamos estos días las personas de a pie.
Volviendo nuevamente a observarlo, pareciera que el presidente es otra persona; no aquel triunfante ganador que caminaba por las calles vitoreado por las juventudes, sino otro personaje, algo menos estridente, como si la experiencia de la función pública le pesara toneladas sobre los hombros y excediera a sus posibilidades normales, lejos de la claque que lo acompaña permanentemente.
En definitiva, el fenómeno tan fugaz que es el poder en las personas, puede sacar lo mejor y peor de cada cual, conforme las fantasías o traumas por las que atravesó en los primeros años. El Hitler de los últimos días de 1945 en el búnker de Berlín, enloquecido y desconfiado hasta de su séquito íntimo, era totalmente opuesto al altivo Canciller de 1933, aclamado por los alemanes esperanzados en retomar su añorada grandeza. Era un antes y un después, con decenas de millones de muertos en su camino y un odio de los Aliados, dispuestos a aniquilarlo y borrarlo de la faz de la tierra.
A años luz de aquel horrible recuerdo de la primera mitad del siglo pasado, nuestro presidente en campaña es una humorada lamentable, porque de él dependemos 47 millones de argentinos que padecemos sus horrorosas políticas de ajuste. Hoy viernes, Día de la salud mental, es mucho más notorio su distancia de la realidad y sus fantasías mesiánicas puestas de manifiesto en campaña.
Ayer jueves lo dedicó a la provincia de Mendoza, mi tierra de nacimiento y residencia; cuna del Ejército Libertador del General San Martín. Su primera escala fue la ciudad de San Rafael, cuyo intendente, Omar Félix y su hermano Emir, son opositores y el segundo, presidente del Partido Justicialista provincial. Como anfitrión y una larga trayectoria política, el intendente le dio la bienvenida al presidente y al gobernador Alfredo Cornejo, aliado al presidente. Milei ni les dio la mano, mucho menos agradeció la recepción de la Cámara de Comercio e Industria sanrafaelina, protagonista del almuerzo de las fuerzas vivas departamentales. El departamento más pujante y poblado del sur provincial. A nadie se le ocurrió decirle al presidente al elaborar el discurso que estaba dando, que San Rafael es parte del oasis sur de la provincia y no del norte, porque mencionó la pujanza de los vinos de altura del Valle de Uco, conformado por los departamentos de Tupungato, Tunuyán y San Carlos. Es vergonzoso que Javier Milei no conoce el país que preside. En lo que va de su gestión habrá visitado por horas las localidades del interior y viajó once veces a Estados Unidos, como también a dado vueltas por Europa y Asia para ser adulado por los popes de la economía. Pero bueno... es lo que tenemos y lo que eligió esa gente que hasta hace poco dudaba de salir a protestar por su gobierno.
Agotada su escala en San Rafael, partió nuevamente en avión hasta la Capital provincial con Luis Petri y su hermana Karina, dispuesto a realizar una caminata por la Peatonal Sarmiento en el kilómetro 0 de la Ciudad. No pudo realizarla, los jubilados convocados y los gremios opositores le impidieron bajar de la camioneta que intentó transportarlo. Los medios locales adictos al gobierno, lo mostraron como un verdadero éxito, sin embargo, trascendió que la gente que vivaba a Milei había sido llevada pago mediante, sino, no era entendible el cantito: ¡Milei, querido, el pueblo está contigo!
Suponemos que hará lo mismo en Corrientes y en Chaco, destinos de su próxima gira de campaña. Allí, seguirá embelesado con su sonsonete monocorde del éxito logrado durante su gobierno y que lo peor ya pasó, da por supuesto el resultado de la gestión de Luis Caputo frente a Scott Bessent y el adelanto de los 20 mil millones de dólares antes de las elecciones del 26 de octubre; hecho que parece haberse logrado ayer jueves, dando por descontado ceder la soberanía de nuestros recursos naturales al imperio norteamericano, dado que la recomendación del Secretario del Tesoro, fue de impedir cualquier inversión china en el país. Sugerencia simplista, como si fuera tan fácil disuadir al gigante asiático que tiene grandes intereses en América del Sur y ha construido un puerto en Perú para liderar el Pacífico sur. De todos modos, saben que Milei es dócil a los pedidos de Donald Trump y se arrastra por complacerlo.
El show debe continuar y... continúa. Como en el Movistar Arena rodeado de sus fans y cantando a todo pulmón y a los saltos, de espaldas del pueblo que lo eligió para gobernar. Un pueblo sumido en la pobreza y las miserias que arrastra la falta de comida, medicamentos, con gente en situación de calle, sin posibilidades ni esperanzas, inversamente proporcional a la megalomanía egocéntrica y mesiánica que practica. Un pobre esclavo del espejo en que se mira día a día, como Narciso, salvo que en este caso no es el espejo del agua, sino la pantalla táctil del celular que le devuelve memes aprobatorios de su gestión, repetidos hasta el cansancio por su propio ejército de trolls.
El tiempo con su implacable paso, nos pone frente a los ojos nuestro efímero paso por la tierra. Intentamos hacer algo para mejorar las cosas, cosas pequeñas a nuestro alcance como estudiar, trabajar y ser independientes, formar una familia, educar los hijos y plantar árboles en un mundo que agoniza preso del calentamiento global. Algo modesto y al alcance de las posibilidades de cada cual, o al menos ser consecuentes con los propósitos de la generación a la que pertenecemos.
Seguramente, la obligada cosecha de los hermanos Milei será exigua y raquítica, sin monumentos que recuerden su paso por el gobierno, o tal vez los salve o los atenúe, la atmósfera de la época distópica que vivimos pospandemia. Dejemos que el futuro hable por sí mismo...
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