sábado, 11 de octubre de 2025

Trump, el acosador

 El gobierno de Estados Unidos, comandado por Donald Trump, despliega su poderío militar en el Caribe, se jacta de ello y se burla de la organización popular preparatoria que provocan sus bravuconadas en Venezuela. 

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica 

Su excusa para este despliegue es que combate el narcotráfico, y para ello bombardea y pulveriza lanchas que dice proceden de Venezuela, pero nadie puede probar ni que hayan salido de ese país, ni que trasportaran droga. 
 
Aunque podría detenerlas, confiscar el cargamento, agarrar presos a los tripulantes, conseguir información que, seguramente, sería valiosa para alcanzar el objetivo que dice perseguir, no lo hace.

Lo menos que se puede decir de todo esto es que es sospechoso, y nadie sabe a ciencia cierta hacia dónde va esta actitud belicosa, prepotente y provocadora. Lo que sí se puede afirmar sin ambages, es que lo que hace Estados Unidos debería ser penado por mantener esta actitud confrontativa que alarma e interrumpe la vida normal de los países a los que acosa.
 
Esa política confrontativa es apoyada públicamente por quien el viernes le fue conferido el Premio Nobel de la Paz, la opositora venezolana María Corina Machado. No es de extrañar: ya pasaron, hace rato, los tiempos en los que Europa mantenía posiciones, si no divergentes, por lo menos propias en política internacional. Hoy no es más que vagón de cola de la política belicista norteamericana.
 
En Cuba, otro país acosado desde hace sesenta años, cuyo bloqueo ha sufrido recrudecimientos en ambos mandatos de Donald Trump, la situación es terrible. Ningún pueblo ha resistido tantos años en esas condiciones. No hay naviera, banco o industria que se atreva a negociar con Cuba porque, inmediatamente, le caerán encima sanciones que le provocarán pérdidas, a veces irreparables.
 
Estados Unidos se arroga la potestad de castigar a un país porque no comparte su forma de organización social y política. Simbólicamente, todos los años la inmensa mayoría de la comunidad internacional condena el bloqueo en la ONU. Solo Estados Unidos, Israel y algún arrimado coyuntural no lo hacen, pero todo sigue tal cual, a lo mejor peor.
 
Ahora, quien sufre es Venezuela. También aquí no hay naviera, banco o industria que se atreva a comerciar con ella. Se bloquea su principal producto de exportación, el petróleo. ¿Cuál es el resultado? El desmejoramiento de la situación económica. Miles de venezolanos se ven en la necesidad de migrar, pero Estados Unidos, luego de provocar la situación que los llevó al éxodo, los rechaza.
 
Por estas razones decimos que Trump es un acosador, pero, la verdad, es que los acosadores son los Estados Unidos. También es cierto, sin embargo, que Trump está llevando las cosas más lejos: el estacionamiento de buques de guerra y aviones en actitud provocadora, de combate, a escasas doce millas de las costas de Venezuela y, ahora, la solicitud a Granada de estacionar ahí fuerzas militares es intolerable y debería ser condenado, unánimemente.
 
Pero muchos le temen al loco Trump. Si se solidarizaran, podría responder con la imposición de aranceles que pondrían en aprietos a algunas de nuestras economías pequeñas y dependientes. Juntos sería otra cosa, pero ya sabemos de qué pie cojea Latinoamérica. Como en estos días se cumple un aniversario más de la caída en combate y asesinato del Che Guevara en Bolivia, citaremos una frase de él al respecto: “Si todos fuéramos capaces de unirnos (...) ¡qué grande sería el futuro, y qué cercano!".
 
Así las cosas, los dos países acosados recaban apoyos en países que también se encuentran en oposición o, incluso, confrontación con Estados Unidos: Rusia, Irán, China. Lo que los gobernantes gringos llaman, en su visión dicotómica en blanco y negro “el imperio del mal”.
No solo en estos casos extremos se está produciendo esta situación. Otros países también buscan asociarse fuera de la órbita de influencia norteamericana para tratar de encontrar formas más razonables y justas de relacionarse, colaborar y comerciar. Es el caso de los BRICS, pero no solo ellos. 
 
Hace tan solo un mes se realizó la 25° cumbre de la Organización de Cooperación de Shangai, a la que asistieron muchos más países que nunca, y que fue seguida de la reunión de Putin, Xi Jinping y Kim Jong-un. 
 
Son ejemplos de la aparición de fuerzas centrípetas al poderío norteamericano que, como efecto no deseado, está siendo impulsado, o catalizado, debido a las actitudes hostiles, acosadoras, prepotentes y abusivas de la Casa Blanca, como las que lleva adelante en estos días en el Caribe.
 
Ojalá también aquí les salga el tiro por la culata.

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