Los relatos se dan desde la óptica de los vencedores y deja de lado la visión de los oprimidos, en su mayoría negros e indígenas; y sobre todo, mujeres. Silencios y ausencias construyen un relato masculino.
María Victoria Romero / APM
La llegada al poder de mujeres en América Latina sumado a una mayor participación en los espacios del debate político, significó un avance en la presencia e injerencia de género en América Latina. No obstante, aún se perciben diferencias de género que desdibujan el lugar femenino y que tienen su raíz en una herencia histórica que minimizó hasta silenciar a la mujer.
La historia de la civilización está escrita desde esa óptica. Dios creó primero al hombre y luego de su costilla salió la mujer, el pecado original salió de una mujer y no de un hombre, y hasta la humanidad perdió el paraíso por culpa de una mujer. Hasta Dios es hombre. Paradojas de la humanidad, que la historia haya sido escrita por el género que mantuvo (y mantiene) la hegemonía de los relatos.
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