sábado, 16 de marzo de 2013

Costa Rica: La formación del Ejército Nacional entre 1849-1856

Hace 157 años, entregaron su vida  19 costarricenses y 32 resultaron heridos,  en una de las gestas históricas más importante de Costa Rica y de América Latina,  cuando el 20 de marzo de 1856, trabaron combate el Ejército Nacional, en su denominación de “expedicionario,” al mando del General José Joaquín Mora Porras, y la falange mercenaria, venida del norte en nombre del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe, allá en la Hacienda Santa Rosa, en Guanacaste.

German Chacón Araya / Especial para Con Nuestra América

Juan Rafael Mora Porras, presidente
de Costa Rica entre 1849 y 1859.
Antes de entrar en materia, permítaseme hacer una reflexión: el escritor, el poeta, el dramaturgo, el cantautor, el cineasta, pueden trabajar la saga histórica a su mejor entender y conveniencia, porque su producción puede ser ficción, pero los científicos sociales y en especial los historiadores, están obligados a presentarnos los hechos,  tales y como acontecieron, aun cuando de todos es conocido, que nuestra historia, ha sido en algunos caso matizada, por decir los menos , por los “ triunfadores”, y esta situación particular ha permitido esconder, por así decirlo  la verdadera historia, siendo, uno de estos casos, la formación del Ejecito Nacional 1849-1856 y su papel en la defensa de nuestro continente.

Me han solicitado, algunos amigos y colegas desde hace días que publicara los apuntes de la charla efectuada el 20 de marzo del año pasado, en la sede de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) en Orotina.  He considerado  hacerlo en este mes,  porque en mi criterio es  la fecha más importante del calendario, puesto que en este mes hace 157 años,  el  Ejército Expedicionario derrotó, en tan solo 14 minutos, al ejército mercenario venido del norte, a sojuzgar nuestra soberanía y la libertad de nuestros pueblos. Ese día nuestro Ejército Nacional le imprimió su primera derrota a una falange del imperialismo, en territorio costarricense.

Debo reconocer que esta charla, se ha realizado teniendo en cuenta, los aportes de Carmen María Fallas Santana, escritos en diversos medios, los cuales se han reproducido de forma íntegra cuando ha sido necesario; de memoria he utilizado pasajes de ese gran historiador Obregón Loria, asimismo  se han reproducido trozos de textos de mi compañero del colegio Raúl Arias Sánchez,  y he utilizado algunos apuntes de algunas ponencias sobre esta temática, de mi trabajo como investigador. Los errores que debe tener este documento son estricta responsabilidad del autor.

Casona de la Hacienda San Rosa, en Guanacaste.
Escenario de la batalla del 20 de marzo de 1856.
A propósito de la defensa de la Soberanía latinoamericana, es necesario recordar que hace 157 años, entregaron su vida  19 costarricenses y 32 resultaron heridos,  en una de las gestas históricas más importante de Costa Rica y de América Latina,  cuando el 20 de marzo de 1856, trabaron combate el Ejército Nacional, en su denominación de “expedicionario,” al mando del General José Joaquín Mora Porras y la falange mercenaria, venida del norte en nombre del Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe, allá en la Hacienda Santa Rosa, en Guanacaste. Sin lugar a dudas este hecho va a marcar la región, y se convierte en hito, poniéndole un nombre a esta época:  Juan Rafael Mora Porras, uno de los libertadores de Nuestra América; sin conocer su legado, no se puede entender cómo se dio la construcción del Estado Nacional y cuál fue su “visión prospectiva” allá en el lejano 1849, sobre el futuro de Nuestra América.

Para poder entender la coyuntura  en la que surge o se organiza el Ejército Nacional, es necesario ver que acontecimientos se suceden en el mundo,  por ejemplo recién nos independizamos  de España y  los Estados Unidos de  Norte América  proclama el “Destino Manifiesto” y   la Doctrina Monroe (1823), los Ingleses y Franceses se disputan territorios,  frente a la potencia emergente, para controlar el  Mundo, en Paris  en 1847,  los obreros se alzan contra los capitalistas,  tiempo después un  11 de julio de 1848, arriba a tierras centroamericanas Adolphe Marie, periodista Francés que llegaría a ser el hombre de confianza y “secretario oficial” del presidente Mora, y primer vicecanciller de la República de Costa Rica, la cual se declara como nación soberna el 31 de agosto de 1848, durante el gobierno del doctor José María Castro Madriz.

Marie abría sido  testigo de facto de los cambios que se producían en la Francia monárquica del siglo  XIX. Además estuvo cuando se dicto la primera República,  vivió las convulsiones que agitarían la  Europa de esas décadas, hasta las jornadas heroicas de 1848 en París.  Es presumible después de revisar su obra como escritor o “periodista” que pudo estar  vinculado con la discusión de los ideales socialistas y como hombre inquieto, debió leer sobre los debates en torno a estas, ideas. Pero este es tema de otro conversatorio.

James Monroe, presidente de los
Estados Unidos entre 1817 y 1825.
Este francés se convirtió rápidamente en el ideólogo del presidente Juan Rafael Mora[1], ensayó relatos literarios de contenido histórico, critico de las pociones seculares,  tradujo varios autores entre estos a Víctor Hugo[2], Lamartine, crítico el “Destino Manifiesto” y   la Doctrina Monroe (1823), en su periódico el Guerrillero y en la Gaceta .

Recordemos algunos datos de interés, en 1848 los Ingleses ocupan la Isla del Tigre en el Golfo de Fonseca, en 1849 se firma el contrato para la construcción de un canal  entre el gobierno de Nicaragua y la Compañía del Tránsito, en 1850 se firma el tratado Clayton-Bulwer[3] en cual los Estados Unidos y el Imperio Británico se comprometen  a no establecer fortificaciones a la orilla de San Juan en territorio Nicaragüense y Costarricense. Es decir durante estos años el expansionismo, era cosa de todos los días,  los Estados Unidos en poco menos de dos años le quito a Mexico, la mitad de su territorio acto que se concretó en 1848.

Juan Rafael Mora ocupó la presidencia a finales de 1849, en remplazo del doctor José María Castro, quien habría renunciado  a su cargo. Su nombramiento  fue efectuado  por el Congreso y aplaudido  por la mayoría de la elite cafetalera y comerciante de  la  cual formaba parte.

Entendió desde el primer momento, que la consolidación del Estado Nacional, solo era posible en ese momento, si se podía centralizar el poder y afianzar las relaciones internacionales.

Mora, habría heredado una organización castrense creada desde los primeros días de independencia, esa fuerza militar, está constituida   por un grupo de milicias, a la usanza de la colonia, la cual tenía como columna un pequeño cuerpo  de infantería, sobre el que recaía  la  obligación  de efectuar ejercicios militares conjuntos periódicamente.

Este cuerpo armado  estaba distribuido en las diferentes provincias y respondían a los gamonales,  lo que habría servido para que no en pocas ocasiones, se tumbara, uno que otro gobernante,  generando inestabilidad en la  consolidación del Estado Nacional.

Pero además Don Juanito considero el riesgo que se significaba el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe; sobre las que en 1854 diría Adolfo Marie:  ¿Quién no se estremecerá, al pensar que la civilización norteamericana no ha penetrado en los desiertos sino con las llamas y el exterminio, y que conviene quizá a la doctrina del destino manifiesto que, como las desventuradas tribus de indios del norte, desaparezcan los hispanoamericanos de la faz de la tierra?”¿Quién no se entregará a la desesperación [ante] brutales actos que tendrán por inevitable resultado el nombre encarnecido, la raza perseguida, la familia dispersada, el hogar asaltado y, finalmente, la nacionalidad aniquilada? ( Marie, 1854)

Es por esas razones que en  diciembre de 1849, como una de las primeras acciones del gobierno de Juan Rafael Mora Porras, se promulga el Reglamento de Milicias, el cual crea una fuerza permanente, es decir un “Ejercito Nacional”, el cual debe tener un mando único y dependiente del presidente, dispuso que este tuviese los siguientes cuerpos de ejército: infantería, caballería, artillería, ingeniería y un estado mayor, posteriormente se le agregaría el cuerpo médico, dispone que el mismo debe ser avituallado adecuadamente e instruido acorde con las necesidad propias de esa actividad, es por esta razón, que se contrata en 1852, al General Fernando von Salisch,  quien debe organizar la instrucción y preparación  de las tropas y mandos del Ejército Nacional,  estableciéndose la primera academia militar de Costa Rica, la cual se regiría por las normas y reglamentos propios de sus  similares Europeos.

Como hemos podido escuchar en este relato, los ejercitos o milicias privadas heredados  de la colonia y  que respondían a conveniencia de los hacendados, a partir de 1850, se constituyen en un cuerpo articulado  dirigido a  la defensa de país y del gobierno electo. Es decir es la piedra angular sobre la que descansara la construcción del Estado Nacional.

Si buscamos en las páginas de nuestra historia, vamos encontrar en los discurso del presidente Mora, las justificación del porque era necesario tener un ejército disciplinado, preparado y leal. Diría el presidente en 1850 que el Ejército Nacional debía dejar de ser un instrumento de localismo y fracciones que promovían la inestabilidad y se debería convertir en un instrumento garante del orden….

 En 1850, dispone el establecimiento de un segundo Cuartel en San José, el que llevara el nombre del la Artillera, este es un hábil movimiento, con el fin de tener un control sobre las tropas nombra  José María Cañas persona de toda su confianza, quien posteriormente es sustituido por su hermano el general José Joaquín Mora Porras. Aduciendo que la concentración de la fuerza armada en un solo cuartel en la capital facilitaba los sediciones contra el gobierno.

Recordemos que los Mora, eran comerciantes, militares y políticos, creo que en ese orden, como dicen para muestra un botón, el padre de los Mora fue comandante de las milicias, actividad que combinó con el comercio, pero quien llevaba en la sangre las ciencias militares, era precisamente el General José Joaquín Mora Porras, el gran héroe borrado de nuestra historia, veamos José Joaquín lograría a temprana edad el rango de capitán de las milicias, en la administración de don Braulio Carrillo 1840.Periodo en el cual se habría logrado una gran bonanza producto del comercio de café,  a finales de la década de los cuarenta, era prudente, dado los nublados del día, establecer un ejército profesional y así lo hizo Juanito Mora.

Y quien mejor si no José Joaquín, para la tarea  de reorganizar las milicias,  bajo el cargo de Comandante en Jefe del Ejército, teniendo en cuenta su reconocida experiencia militar y continua actualización en el campo objeto de su pación la ciencia militar; era un militar de carrera como lo certifican sus grados y experiencia durante más de 15 años. 

Siguiendo la directriz presidencial, se da a la tarea de establecer una doctrina  militar costarricense, que tendría como norte  la técnica militar moderna, la instrucción y la disciplina, propósitos expresados  en el “Reglamento de milicias de la República” de 1850.

En 1852 se le nombra Comandante de Plaza de San José,  poco tiempo antes ya se le había otorgado el grado de General de Brigada.

De conformidad a la ordenanza de formar un  ejército eficiente, combativo y disciplinado, asume  junto al coronel Ferdinand von Salisch la creación de un Ejército Nacional, dados los logros en 1853, se le otorgó el grado de General de División. Asimismo, en 1854 el gobierno restableció la Comandancia General de Armas, puesto estratégico y máxima posición de mando, que planteaba la subordinación de toda la plana mayor del ejército, ¡sin lugar a discusión!. Este estamento era superado en autoridad solamente en lo político por el propio presidente de la República.

Es el artificie sin lugar a dudas, de la formación del Ejercito Nacional, sin evocar su nombre no se puede comprender  la evolución del ejército costarricense, ni tampoco se puede explicar, de no haber existido unas finanzas adecuadas para dar soporte a esta acción, que posibilitara la  integridad y seguridad del Estado, sus instituciones y la sociedad en general.

Por ello, desde el inicio de sus funciones don José Joaquín priorizó la satisfacción de las necesidades materiales del ejército. En consecuencia, entre 1851 y 1854 se adquirió una importante cantidad de armamento de la mejor calidad, incluyendo armas tan modernas como los 500 fusiles ingleses de tipo Minié y los cañones para la artillería y su  parque.

Meses antes a finales  1854, don Adolphe Marie,  publicó en La Gaceta,  con el visto bueno de Mora: “existe, no solo en Costa Rica, sino en la América Central, un partido norteamericano que busca la anexión y por eso se empezó la preparación del país, para que no, nos agarraren asando elotes. Por eso se crearon las milicias para la guerra, debidamente compartimentadas y con funciones especificas, de acuerdo con sus habilidades, a su procedencia social y étnica, a sus habilidades y funciones en la sociedad, con lo que gran cantidad de agricultores no irán  a la guerra sino que se quedaran produciendo, haciendo lo que saben hacer, sembrar sobre todo en ciertas periferias”. (Lo de periferias, era por estaban en zonas estratégicas para evitar el sabotaje, es decir no se trata de las zonas conocidas de siembra)

También en esos días se escucha la voz del ministro de Hacienda  y Guerra que a la letra dice:

….que “circunstancias recientes” habían motivado al gobierno a tomar la decisión de aumentar de 6.500 a 9.000 el número de plazas del ejército. Para ese fin las provincias de Alajuela y Heredia deberían aportar 1000 hombres cada una y el resto se reclutaría en Guanacaste. El ministro Carazo señalaba que el gobierno había aprovechado la paz de la que dichosamente disfrutaba el país para consagrar constante atención al Departamento de Guerra adoptando la sabia y bien conocida máxima “ “si quieras la paz, prepara la guerra.” (ANCR. Congreso no.7483).

En tanto en Washington  se escribía: “Ya es tiempo de que una raza de hombres del Nor­te suplante a la corrompida, bastarda y degenerada raza que tan terriblemente aflige a la América Central”, publi­caba el periódico Washington Star en febrero de 1855.

Con el fin de dar seguridad a la población y demostrar al oligarquía la evolución de esa fuerza cástrense el 1 de mayo de 1855, se efectúa la revista militar en el Llano de Matada Redonda, donde se aposta la Brigada de Artillería, se despliegan, la caballería y la infantería  simulando un combate en donde las salvas y el humo de la pólvora cubrían San José, seria este el bautizo de fuego de nuestro ejército expedicionario y del uniforme, a la usanza francesa era un ejército regular, que marchaba en polainas y maniobraba profesionalmente. Fue esta una muestra clara del que los hijos de la patria enlistados, estaban haciendo su parte, por lo que el resto de la población debería hacer, lo que le correspondía, según lo escrito por Marie seis meses antes.

Meses después el Ministro de Hacienda y Guerra informa  al Congreso,  que no había sido posible alcanzar la meta de aumentar el número de efectivos en los 9.500. Por otra parte, señaló que aunque los almacenes se encontraban bien surtidos de armamento, pólvora y demás utensilios de guerra, el gobierno deseaba introducir al país en el uso de armas mejoradas por los recientes descubrimientos hechos en Europa. Para cumplir con ese propósito, se habían pedido a Inglaterra 500 rifles Minié, indicando que eran los usados por el ejército inglés en Crimea, tres baterías de cañones de campaña, tres piezas de bronce y dos de fortificación todos con su respectivo parque. (ANCR. Congreso no. 20838).

Ilustración: el llamado a las armas del presidente Mora.
En 1855 Juan Rafael Mora expresó a las tropas que se congratulaba por verlas reunidas, cuando resonaba el estrépito de las armas en los países vecinos del norte y del sur. De momento, afirmó, no había posibilidad de que se alterara el feliz orden de cosas,  sin embargo, “… manifestó a las tropas su compromiso de no omitir esfuerzos para prolongar el estado de paz, merced al cual la república veía afianzada su celebrada prosperidad y su crédito en el exterior". 

La neutralidad sería la divisa en todos sus actos, explicó Mora, pero no perdía de vista las contingencias que podían complicar la situación en Centroamérica. La circunspección política, decía, lamentablemente no bastaba para alejar los riesgos que se querían evitar si la turbulencia o la ambición ajenas venían a echar amenazas y provocaciones en la balanza que se pretendía mantener equilibrada. Mora continuó diciendo:

la neutralidad no depende solamente del gobierno que se empeña en observarla, sino del extraño que tiene interés en que no exista y procura comprometerla por pretensiones inicuas o graves injurias.” (Boletín Oficial 3 de enero de 1855).

 Y agregó: En caso de que se dieran esas pretensiones o injurias se sacrificaría la neutralidad “sin reparo al honor y al interés del Estado, porque prefiero los azares de la lucha a una paz indecorosa, comprada con vergonzosas concesiones o el silencio de la pusilanimidad,” terminaba afirmando Mora(Boletín Oficial 3 de enero de 1855)

El llamado a las armas

El enfrentamiento entre liberales y conservadores que había sumido a Nicaragua en una guerra civil, facilitó la llegada de William Walker en 1855 y la ejecución de sus planes de dominio de un país y  la toma de un punto geoestratégico como  fue la  vía de tránsito, interconexión oceánica, mediante la cual se podía pasar del Atlántico al Pacifico,  mediante el uso de  vapores por el Río San Juan y el lago y por tierra en diligencia.

Se había desatado la tormenta sobre Centroamérica, aquella que venían pronosticando Mora y sus colaboradores, así como aquellos que dentro y fuera de la región seguían con atención, los acontecimientos en Nicaragua. En consecuencia, el 20 de noviembre de 1855, el presidente Mora lanzo la bien conocida proclama advirtiendo a los costarricenses del peligro que representaba, la presencia de Walker en Nicaragua y los intereses que representaba,  llamándolos a estar alerta sin interrumpir las labores pero con las armas preparadas, para ir a la guerra. Inició la proclama diciendo:


La paz, esa venturosa paz que, unida a vuestra laboriosa

perseverancia, ha aumentado tanto nuestro crédito, riqueza
y felicidad, está pérfidamente amenazada.
Una gavilla de advenedizos, escoria de todos los
pueblos, condenados por la justicia de la unión
americana, no encontrando ya donde hoy están
con qué saciar su voracidad, proyectan invadir
a Costa Rica para buscar en nuestras esposas
e hijas, en nuestras casas y haciendas, goces
a sus feroces pasiones, alimento a su desenfrenada codicia.”
(Calvo, 1955: 23-24).

En febrero de 1856, Juan Rafael Mora presidente de la Republica soberana de Costa Rica, se negó a recibir al coronel Louis Schlessinger, enviado de Walker, a quien se le ordenó salir del país, tan pronto  llegó a Puntarenas. A fines de ese mismo mes, el día 27 el Congreso autorizó de forma unánime al poder ejecutivo para que, por sí o en unión de fuerzas aliadas de los demás países centroamericanos, emprendiera una guerra para expulsar a los filibusteros de Nicaragua. Con esa credencial, el presidente aumentó el número de efectivos del ejército mediante milicias, levantó un empréstito de 100.000 pesos, dio un decreto, en el que no reconoció como legítimo al gobierno de Nicaragua y dispuso la marcha del ejército. El primero de marzo, Mora dio la segunda proclama en cuyo primer párrafo expresó:


“Compatriotas:

¡A las armas! Ha llegado el momento que os anuncié.
Marchemos a Nicaragua a destruir esa falange impía
que la ha reducido a la más oprobiosa esclavitud.
Marchemos a combatir por la libertad de nuestros
hermanos.
Ellos os llaman, ellos os esperan para alzarse contra
los tiranos. Su causa es nuestra causa. Los que hoy
los vilipendian, roban y asesinan, nos desafían audazmente
e intentan arrojar sobre nosotros las mismas
ensangrentadas cadenas. Corramos a romper la de
nuestros hermanos y exterminar hasta el último de
sus verdugos.” (Calvo, 1955: 28).

La decisión del presidente de ira la guerra, no fue compartida por todos los miembros de la elite nacional. Varios de esto entre ellos los Montealgre, pensaron que se debía optar por una estrategia defensiva, más que ofensiva, ante todo cabía la negociación. Mostraron  reservas sobre la capacidad del gobierno, para financiar el costo que tendría una campaña militar en el exterior y sobre la carencia de suficiente personal con experiencia en el arte de la guerra, así como sobre los efectos que podría tener sobre el normal desempeño de las actividades productivas y comerciales, en especial sobre la cafetalera.



El haber encontrado tropas de Walker dentro del territorio costarricense, con las que se enfrentó el ejército expedicionario el 20 de marzo en la hacienda de Santa Rosa, afirmó que el presidente Mora, tomó la decisión correcta de no esperar más y marchar para hacer frente a la amenaza filibustera. En el discurso ante el Congreso, arriba citado, Mora se defendió de las críticas que había recibido por ponerse al frente del ejército, sin tener experiencia militar y por errores tácticos en las batallas de Santa Rosa y Rivas señalando que:

“si los costarricenses no hubieran dado el ejemplo y nadie hubiera actuado, todos lloraríamos el infausto error de haber yacido en una cobarde o estúpida indolencia.” (ANCR. Congreso no.11861).

Sobre los elementos tácticos de la Batalla de Santa Rosa (primera derrota del imperialismo), podemos destacar los siguientes elementos.

Veteranos de la campaña de 1856,  reunidos
en San José, Costa Rica, en el año 1895.
En primer lugar, el cambio de órdenes a pocas horas, fue una estrategia, para la toma de posición de Santa Rosa, no se trató una improvisación, muy por el contrario se dio en consecuencia a la información  de que  disponía la  inteligencia[4] ( información), veamos algunos elementos en este trabajo efectuados desde la Cancillería, en manos de nuestro embajador dentro de los informes indica que   manejada el Estado Mayor, el cual sospechaba de la infiltración enemiga en nuestras filas, o de espías enemigos en los alrededores del accionar de nuestro ejército, es por esto que días antes de la partida de pertrechos por el Tempisque, partiendo del Puerto de altura de Puntarenas, don Juan Rafael, manda a efectuar un censo en la ciudad de Puntarenas, como dato curioso, en ese momento se censaron entre otros aproximadamente 400 nicaragüense y 200 cubanos. Es evidente que el tiempo de que dispongo no permite explicarles en todos los detalles la orden de ataque, pero pretendo explicar la maniobra militar  ejecutada por nuestro Ejército victorioso.

El Ejército Nacional estaba constituido por 9.000 de estos aproximadamente 6.500 constituían un cuerpo militar con formación profesional y los restantes hombres eran milicianos, recordemos que el ejército se dividió con el fin de tomar poción  en puntos estratégicos en el territorio nacional de estos  2.500 soldados  en calidad de vanguardia del Ejercito Expedicionario, al mando de General Mora  se desplazan a Guanacaste la plana mayor era la siguiente:

Jefe del Estado Mayor: General José Joaquín Mora Porras
Jefe de División: Coronel Lorenzo Salazar.
Comandante del Batallón Guardia de la Constitución: Mayor Clodomiro Escalante.
Jefe de la escuadra de Caballería: Mayor Julián Arias y Capitán Juan Estrada.
Jefe del batallón de Moracia: Comandante Mayor Domingo Murillo.

Según la ordenanza girada por el propio General Mora,  el ejército costarricense se dividió en cuatro grupos: uno a cargo del Coronel Lorenzo Salazar, con 280 hombres, debía atacar el frente, la izquierda y el flanco derecho de la casa; un segundo grupo, al mando del Capitán Mateo Marín, se encargaría de la artillería con los dos cañones, por el mismo flanco derecho, que era el más accesible.

El Capitán José María Gutiérrez, al mando de 200 hombres, flanquearía la casa por la retaguardia, colocando su tropa sobre una  colina localizada hacia el norte de la casona. El escuadrón de caballería con 100 lanceros  quedó formado en el callejón hasta recibir la orden de cargar al enemigo, cuando se le desalojara de sus posiciones, y la tropa de Moracia, en número de doscientos hombres, se formó en batalla en el callejón para cubrir la retirada en caso necesario. Mora quedo con una reserva de 200 efectivos para lanzarles a la carga de ser necesario. Se trata de un movimiento de pinzas, con recuperación en retaguardia.

El bando filibustero tenía poco menos de 300 hombres y están organizados en compañías  de la siguiente forma: Compañía A, soldados de New Orleans; Compañía B, franceses; Compañía C, soldados neoyorquinos; Compañía D, alemanes y Compañía F, rifleros californianos. Esta tropa invasora, estaba al mando del Coronel Louis Schlessinger (alemán o húngaro) y su ayudante J. C. O’Neil.

De acuerdo a los estudios efectuados por el historiador Raúl Arias y publicados en 2007,  la batalla de  Santa Rosa se dio de la siguiente forma:

 “Cuando los filibusteros advirtieron la presencia del Ejército costarricense, colocaron parte del contingente de rifleros en los corrales de piedra, mientras que otros tomaban posiciones en la casona. Al mismo tiempo, los soldados del coronel Salazar avanzaban y se colocaban en posición de combate. Pero sin disparar, tampoco los norteamericanos dispararon hasta que estaban ambos ejércitos a unos veinte metros uno del otro. En un mismo instante todos abrieron fuego, cayendo muchos costarricenses que venían en las primeras filas, pero los que les seguían en lugar de retroceder para cubrirse de una segunda descarga filibustera, se lanzaron furiosos sobre los corrales, saltando las altas tapias de 1.80 de alto cayendo sobre los filibusteros que apenas estaban intentando cargar sus rifles por segunda vez.

Una vez dentro de los corrales, los oficiales y soldados costarricenses batieron fácilmente a sus enemigos a punta de bayoneta, revólver y espada, haciendo huir hacia la casona a los que se hallaban en las tapias traseras. Mientras esto sucedía, las columnas que atacaban el frente y el flanco izquierdo, lograban llegar también hasta los pequeños barandales de madera que rodeaban el patio interno y las casas traseras de la casona, debiendo sufrir el fuego que les hacían desde la casona y las casas de atrás. Las tropas del capitán Gutiérrez miraban lo que estaba sucediendo en posición de combate, desde la altura del cerro, observando que ya muchos de los filibusteros abandonaban la casona por la callejuela y el bosque aledaño. De inmediato Gutiérrez dio la orden de atacar, bajando con sus hombres a toda prisa la pronunciada pendiente hasta tomar el patio interno y las casas, incluyendo la casona, la que invadieron por todas partes ingresando al interior disparando y matando con bayoneta a los filibusteros que aún estaban allí parapetados.

La mayor parte de los heridos y muertos en el bando de Costa Rica cayeron en el flanco derecho de la casona, frente a los corrales de piedra, donde al no poder cubrirse por ser una explanada, fueron fácil blanco de los bien parapetados filibusteros. La columna que atacó el frente de la casona también recibió una fuerte descarga que dejó tendidos a muchos soldados. Es muy interesante notar como resultaron muertos algunos de los más altos oficiales como el mayor Manuel Quirós y el mismo capitán José María Gutiérrez, cayendo ambos abatidos por ir al frente de sus respectivas columnas, con revólver y espada en mano, mientras impartían a sus hombres las ordenes de avance y ataque..”

Según la crónica de Mora, el enfrentamiento principal tuvo lugar en los corrales aledaños a la casona:

Los filibusteros no hicieron ni un tiro; nos aguardaban de cerca, con la esperanza de que su primer descarga nos derrotaría. Tampoco los nuestros dispararon hasta hallarse a veinte varas del enemigo. Rompieron entonces un fuego sostenido, que duro como tardaron los costarricenses en llegar a las cercas. Desde este instante, solo los piratas dispararon. Los nuestros saltaban a los corrales, sin que el mortífero fuego que sufrían bastara a detenerlos. Allí murió el valiente oficial Manuel Rojas. Una vez dentro no hubo ya esperanza para los malhechores; el sable y la bayoneta los hacían trizas y ellos, aterrados, ni atinaban ofender con sus tiros" (José Joaquín Mora Porras).

De acuerdo al parte de guerra del General Mora, remitido al presidente de la Republica, murieron un total de 19 personas en el bando costarricense (4 oficiales y 15 soldados) y 32 heridos. En el bando filibustero, se contabilizaron 26 muertos, más otros que murieron de sus heridas en el escape, en la espesura de la selva y que no fueron contabilizados; hubo 19 prisioneros (18 de ellos fueron fusilados) y numerosos heridos. No se conoce reporte oficial de sus bajas por parte del mando filibustero. Las bajas de ambos bandos fueron  51 costarricenses y 45 invasores,  más los que deben haber muerto a consecuencia de las heridas infringidas por las balas de los costarricenses,  y fueron tragados por la montaña. De acuerdo a los datos las fuerzas filibusteras venidas de los Estados Unidos, eran del orden de los 300 combatientes y por parte del ejército  costarricense se estiman en 1000 soldados.

"En un pequeño recinto de Centroamérica están ocurriendo en este momento hechos grandes y gloriosos que merecen la admiración de naciones poderosas. El pueblo de Costa Rica, modesto, laborioso, honrado e inofensivo con los que no le hacen mal, se levanta de repente como un coloso, vence y aterra a las orgullosas legiones de hombres feroces que la amenazan y da la mano al pueblo vecino para que recobre su libertad. ¡Ojalá que este ejemplo de sublime patriotismo sea apreciado y proclamado como merece en toda la América española! ¡Ojalá que los gobernantes imiten en iguales circunstancias al virtuoso Presidente de Costa Rica , temible como Washington en la guerra, magnánimo como Washington en la paz!"
Pedro Alcántara Herrán
Presidente de Colombia

¡Viva Mora, vivan sus  hombres, siempre es 20 de marzo, viva Santa Rosa!



NOTAS

[1] Político costarricense del siglo XIX. En 1847 fue elegido como Vicepresidente de la República, cargo al que renunció en 1848. En 1849 fue nuevamente elegido como Vicepresidente. Entre los primeros éxitos logrados durante su gobierno estuvieron el reconocimiento de la independencia costarricense por España ,.El Congreso Constitucional le confirió el título de Benemérito de la Patria, por Decreto No. LXXXVI de 25 de junio de 1850. En 1853 fue reelecto., desde ese año comienza los preparativos del ejercito expedicionario que combatió a las huestes filibusteras  venidas de los Estados Unidos,  durante la Campaña Nacional de 1856 a 1857  En la primera fase de la guerra, en la que Mora acompañó a las tropas, el ejército costarricense derrota al invasor expansionista en la batalla de Santa Rosa y en la primera batalla de Rivas; pero fue atacado por la peste del cólera y se retiró de Nicaragua. Después la enfermedad se extendió por gran parte del país y mató a 10.000 personas, casi la décima parte de la población costarricense de esa época. La guerra concluyó en 1857, después de que el heroico militar Máximo Blanco cortó las vías de abastecimiento de los filibusteros mediante la campaña del río San Juan.

[2]  Victor Hugo había sido un ardiente monarquista en su juventud, para luego acercarse a la  ideas socialistas y convertirse en uno de los padres fundadores de la Tercera República francesa de 1870.

[3] Tratado Clayton-Bulwer, firmado en 1850, los gobernantes sureños encabezados por el presidente Franklin Pierce, decidieron poner en práctica una políti­ca tendente a mantener el control político interno y, a la vez, convertir a los EE.UU. en el hegemón regional de Centroamérica y el Caribe.

[4] . Don Luis Molina Bedoya, nuestro embajador en los EE.UU., mantenía informado al presidente Mora de lo que acontecía en Washington; en noviembre de 1855 le aconsejaba que preparara a Cos­ta Rica para la guerra, porque Walker planeaba tomar el país por la vía militar, también le informa sobre  las actividades de Walker y el apoyo dispensado por el embajador John Wheeler, actividades que fueron denunciadas por los representantes diplomáticos de Inglaterra, Francia, Gua­temala, Honduras y Costa Rica.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos,

Tenía intención de leer el artículo completo, pero después de un revisar un par de párrafos me di por vencido porque resulta ilegible. La redacción y la ortografía deberían ser revisadas. Por ejemplo:

"Para poder entender la coyuntura en la que surge o se organiza el Ejército Nacional, es necesario ver qué acontecimientos se suceden en el mundo. Por ejemplo, recién nos independizamos de España; Estados Unidos de Norte América proclama el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe (1823); los ingleses y franceses se disputan territorios, frente a la potencia emergente, para controlar el Mundo; en París, en 1847, los obreros se alzan contra los capitalistas; tiempo después, un 11 de julio de 1848, ¿al norte de? tierras centroamericanas, Adolphe Marie, periodista francés que llegaría a ser el hombre de confianza y “secretario oficial” del presidente Mora, y primer vicecanciller de la República de Costa Rica, la cual se declara como nación soberana el 31 de agosto de 1848, durante el gobierno del doctor José María Castro Madriz."

Las últimas líneas de ese párrafo ni siquiera pueden ser interpretadas. La verdad es imposible de leer.

Anónimo dijo...

Saludos,

Tenía intención de leer el artículo completo, pero después de un revisar un par de párrafos me di por vencido porque resulta ilegible. La redacción y la ortografía deberían ser revisadas. Por ejemplo:

"Para poder entender la coyuntura en la que surge o se organiza el Ejército Nacional, es necesario ver qué acontecimientos se suceden en el mundo. Por ejemplo, recién nos independizamos de España; Estados Unidos de Norte América proclama el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe (1823); los ingleses y franceses se disputan territorios, frente a la potencia emergente, para controlar el Mundo; en París, en 1847, los obreros se alzan contra los capitalistas; tiempo después, un 11 de julio de 1848, ¿al norte de? tierras centroamericanas, Adolphe Marie, periodista francés que llegaría a ser el hombre de confianza y “secretario oficial” del presidente Mora, y primer vicecanciller de la República de Costa Rica, la cual se declara como nación soberana el 31 de agosto de 1848, durante el gobierno del doctor José María Castro Madriz."

Las últimas líneas de ese párrafo ni siquiera pueden ser interpretadas. La verdad es imposible de leer.

MPP dijo...

Lastima que no pudo leerlo… realmente es un importante este trabajo de German Chacon, el cual nos hace entender los hechos históricos y la importancia de defender nuestra libertad y soberanía, sobre todo, el reconocimiento a un acto heroico de nuestros hombres y mujeres al lograr la primera derrota contra el imperialismo de los EEUU. Además pone de manifiesto que tanto el presidente Mora como sus generales reconocían la amenaza del destino manifiesto, como una estrategia de dominación e invasión a Centroamérica y el resto del subcontinente latinoamericano. Presenta la astucia y conocimientos militares de los líderes de la época para prepararse frente a las batallas a realizar en defensa de la soberanía y la libertad. Lo cual es el punto neurálgico del artículo, que todos y todas las costarricenses deben conocer. Talvez si se hace necesaria una revisión en la redacción en los primeros párrafos pero el espíritu patrio de lo ahí expresado nos hace pasar por alto tal desacierto. Ojala todos los investigadores, políticos y educadores abordaran este tema desde esta perspectiva patriota y no de la acostumbrado discurso: “de hombres descalzos con palos y machetes” que solo cree un imaginario nacional de “pobreciTICOS”

Anónimo dijo...

Ezequiel. Me parece poco profesional, afectar intencionadamente el texto, “ al norte de que”, cuando dice claramente a “Centroamérica” esto juego de arrogancia y prepotencia usados para descalificar al autor, es lo que siempre han efectuado los mismos que ayudaron fusilar al héroe de la patria Juan Rafael Mora Porras.

Anónimo dijo...

Es un importante documento para mejor entender la verdadera historia de nuestro país, y un magnifico material para trabajar en el Circulo de estudios Manuel Mora.