sábado, 7 de abril de 2018

Guatemala y Costa Rica: los movimientos “#renuncia ya” y “Coalición Costa Rica”

Los nuevos movimientos sociales responden a motivaciones puntuales que, de una u otra forma, son sentidas por una colectividad extendida que se aglutina para presionar en pos de una resolución de lo que consideran una situación que debe ser cambiada.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

En Costa Rica, en donde el 1 de abril hubo elecciones presidenciales, el apoyo del movimiento ciudadano Coalición Costa Rica a uno de los dos candidatos en la contienda, Carlos Alvarado del Partido Acción Ciudadana (PAC), se evidenció como crucial para su triunfo.

Este movimiento nació inmediatamente después de la primera ronda de las elecciones, que se llevó a cabo el 4 de febrero de este año. Surgió espontáneamente ante el llamado por redes sociales de cinco jóvenes que, al igual que muchos de sus congéneres, se vieron sorprendidos y se sintieron asustados ante el triunfo en esa primera ronda del salmista neopentecostal Fabricio Alvarado, quien logró posicionarse en ese sitio gracias a una agenda moralista conservadora anti LGBTI, misógina y, según sus palabras, pro-familia tradicional.

Los cinco jóvenes convocaron a una reunión masiva en una cancha de fútbol ubicada en el corazón del barrio universitario de San Pedro de Montes de Oca, en la capital costarricense. A su llamado acudieron varios cientos de personas, la mayoría de ellas jóvenes no mayores de 40 años, que espontáneamente se organizaron para llevar adelante una campaña de proselitismo y apoyo organizativo que, a la postre, resultó clave para el triunfo del oponente de Fabricio Alvarado.

En el transcurso de la campaña electoral, la Coalición estableció un pacto con el candidato que a la postre resultó ganador, en el que se punteó un amplio abanico de aspectos que los coaligados consideraron básicos para ofrecer su apoyo.

Si hubiera que caracterizar de forma general a la Coalición Costa Rica, se podría decir que es un movimiento de clase media urbana con una amplia presencia de jóvenes que se agruparon espontáneamente para conseguir un objetivo puntual: la oposición a una candidatura presidencial que consideraron que atentaba contra ciertos valores y logros sociales “históricamente conquistados”, y el apoyo a la opción contraria.

En Guatemala, entre mayo y agosto del 2015 se suscitó un movimiento social con rasgos parecidos, de corta duración a pesar de que, en el contexto guatemalteco, cuatro meses de movilizaciones, con sus altibajos, constituyen toda una novedad. El objetivo central fue la protesta contra la corrupción de las dos principales figuras del ejecutivo, la vicepresidenta Roxana Baldetti y el presidente Otto Pérez Molina. Ese fue el motivo central de las movilizaciones y la consigna: #RenunciaYa. En este movimiento social de amplio espectro pronto aparecieron consignas aleatorias, subsidiarias o secundarias, pero ninguna tuvo, como se demostró posteriormente a la renuncia de los denunciados, mayor efecto movilizador. La consigna central aludió a la indignación contra aquellos que, queriéndose pasar de vivos, engañaban y estafaban a la ciudadanía enriqueciéndose, mientras del diente al labio decían combatir la corrupción. Las causas estructurales, las acciones complementarias, los otros implicados que no se divisaban ni habían sido denunciados, no interesaron más que a pequeños grupos con mayor bagaje político que la mayoría. Estos grupos más concientizados participaron con su propia agenda y, cuando el movimiento no la asumió, se sintieron frustrados.

La clase media ladina citadina fue la principal protagonista. Esta fue también gestora de un movimiento parecido al actual en el período presidencial de Álvaro Colom, cuando el abogado Rodrigo Rosenberg lo acusó en un vídeo, difundido después de su muerte, de ser el causante de su asesinato. Dicho movimiento tuvo un alcance mucho menor que el que aquí analizamos, pero también puso al presidente a un tris de renunciar. Se trató, por lo tanto, de un segundo movimiento de indignados guatemaltecos, que se dirigen expresamente contra la figura presidencial en menos de seis años. El motor principal dentro de esa clase media son jóvenes profesionales que se auto caracterizan como “apolíticos” ladinos que, al igual que el resto de su generación, están inmersos en las redes sociales telemáticas. En entrevistas concedidas remarcan sobre lo no planeado de sus acciones y su sorpresa al ver la respuesta de sus conciudadanos a las convocatorias que hicieron. Posteriormente, uno de ellos explicó que las consignas movilizadoras no habían sido una sola sino varias, pero que estudios pormenorizados que llevaron a cabo del comportamiento de la redes sociales, les indicaron el camino de cuáles tenían más aceptación y, por lo tanto, capacidad de movilización.

Una primera característica que quisiéramos relevar de ambos movimientos es su carácter contemporáneo, es decir, son movimientos que estás “a tono” con otro tipo de movimientos similares en otras partes del mundo, como el 15M en España, el Occupy Wall Street en Estados Unidos, el Maidan en Ucrania o los movimientos asociados a la denomina Primavera Árabe.

Se puede deducir que el sujeto social que llevó adelante ambos movimientos en sendos países centroamericanos, tiene no solo el conocimiento de esos otros movimientos sociales sino que, además, cuenta con las herramientas para imitarlos o emularlos. Es un grupo social “globalizado”, moderno, con ingresos suficientes como para comprar y utilizar artilugios tecnológicos como computadoras y teléfonos inteligentes. Asimismo, se puede deducir que, de una u otra forma, tienen condiciones (materiales, políticas e ideológicas) en común con esos otros movimientos, que sirven de sustento, de base material, a tales movimientos. Establecido lo anterior, nominémoslos. Se trata de los llamados nuevos movimientos sociales, que tienen algunas diferencias con los viejos o antiguos movimientos sociales, a los que pertenecían, principalmente, los sindicatos y los partidos políticos. Estos, los nuevos, tienen reivindicaciones más puntuales, rehúyen a los partidos políticos, se organizan o conforman horizontalmente sin las antiguas verticalidades que tenían en la cúspide secretarios, comités centrales o direcciones ejecutivas; y desaparecen fácilmente una vez cumplidas las reivindicaciones a las que se abocan, o cuando el movimiento se agota en sí mismo, pues no buscan, como lo hacían los antiguos movimientos, acceder al poder del Estado, sino solamente presionar. Por último, habría que puntualizar el papel determinante que juegan en su conformación las nuevas tecnologías de la comunicación, especialmente la llamada Internet 2.0, que desde hace aproximadamente diez años ha revolucionado las formas de comunicación social. Los nuevos movimientos sociales responden, entonces, a motivaciones puntuales que, de una u otra forma, son sentidas por una colectividad extendida que se aglutina para presionar en pos de una resolución de lo que consideran una situación que debe ser cambiada.

Es esto lo que, en nuestra opinión, se ha organizado y expresado en estos días de elecciones en Costa Rica. Su permanencia e influencia en el futuro mediato está por verse pero, tomando en cuenta que el aglutinador principal de las movilizaciones ha perdido vigencia, es muy posible que pierda fuelle.


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