sábado, 28 de julio de 2018

Cuba: ¿Nuevos ricos y nuevos pobres?

Lo que debe preocuparnos no es exactamente el enriquecimiento, sino el empobrecimiento que como efecto secundario, si no contamos con políticas sociales que lo eviten, este nos pueda llegar a producir.

Javier Gómez Sánchez / La Pupila Insomne

Uno de los temas que llamó la atención en las más recientes sesiones de la Asamblea Nacional, dedicadas a la discusión del Proyecto de Reforma Constitucional, fue el de la limitación de la concentración de la riqueza. Ya con anterioridad los cónclaves del Partido Comunista de Cuba y de la propia Asamblea Nacional del Poder Popular que dieron lugar a los Lineamientos primero, y la Conceptualización después, debatieron el asunto.

Lo cierto es que estamos ante un tema en el que no acabamos de definir una combinación efectiva entre el criterio subjetivo y la vida práctica. Igualmente persiste cierta confusión entre acumulación de riqueza y concentración de riqueza. La acumulación de riqueza es existente en cualquier sociedad, todos lo hacemos en un monto u otro. No es eso lo que se desea limitar, aunque con frecuencia se confunde, lo que me recuerda cuando una periodista española me preguntó si en Cuba se pretendía poner un tope a la cantidad de dinero que la gente podía tener en el banco.

La concentración es la posesión en pocas manos de una cantidad de medios de producción existentes y que al ser lógicamente de un número limitado, implica una minoría propietaria y mayoría desposeída. La concentración de riqueza, entiéndase de medios de producción, en unas pocas manos privadas, conlleva a la concentración de poder en esas manos. La típica situación en que un puñado de grupos empresariales privados tiene más poder en un país que el propio gobierno. El clásico drama del capitalismo entre la concentración de la riqueza y la socialización del trabajo que la produce.

El disfrute real de la riqueza, los mecanismos de socialización, el carácter verdaderamente colectivo, la calidad y el buen manejo de la forma de propiedad estatal, así como el tipo de producciones y servicios que deben permanecer en ella, ha sido de amplio debate a lo largo de los últimos 10 años en Cuba. Pero hasta ahora la única manera de socializar, además del trabajo, la apropiación de la riqueza- junto a las fórmulas de cooperativa también presentes en Cuba- es la redistribución por el estado. Ante la lamentable impresión de que lo que es del Estado ¨no es de nadie¨, se debe recordar que lo privado es solo de uno o de unos pocos.

Se debe recordar a quien lo necesite que en el capitalismo más desarrollado e incluso en el menos, los gobiernos no renuncian a la propiedad estatal sobre grandes empresas de servicios básicos y estratégicos o de explotación de recursos naturales. Cuando por la tendencia de algún partido temporalmente en el poder, estas han sido en totalidad o en parte privatizadas, muchos casos han traído consecuencias negativas con gran impacto social, y abundan los ejemplos en que la empresa es recuperada por el Estado.

La simple recaudación de impuestos, papel al que se pretende limitar el Estado, no es por sí sola suficiente ante las necesidades de un país con necesidades sociales de desarrollo, sino que deja en manos de los productores privados la imposición absoluta o mayoritaria de los términos de un tipo de servicio. No necesitamos ir muy lejos para esto, en Cuba lo hemos visto básicamente en el transporte público y su dependencia de los privados, con el intento de imposición de tarifas más elevadas y la respuesta del Estado de crear alternativas con los Taxi Rutero (forma cooperativa) y la estatal Transmetro (forma estatal).

Durante las recientes sesiones, según lo divulgado por Granma, uno de los diputados “expuso la duda de que el proyecto se refiere a la limitación de la concentración de la propiedad y no incluye, como sí lo hacen los Lineamientos, el tope a la concentración de la riqueza”. Por lo que otro diputado, miembro de la Comisión, “explicó que al elaborar este artículo se tuvo en consideración la propiedad y no la riqueza, porque cuando no existe la concentración de la primera, es muy difícil que aparezca la otra”.

Otro diputado, agregó: “Es el alcance de la propiedad la que podemos regular, no así el de la riqueza (…) Lo que tenemos que definir es que hay una propiedad privada, ya la ley se encargará de definir cuál será su alcance”.

Creo que una de las cosas que más domina la visión sobre este asunto, no es realmente el prejuicio hacia la riqueza y sus “nuevos ricos” cómo solo quieren presentar algunos, aunque no deja de estar presente, sino que en la mirada por el lado contrario, en Cuba todavía en este momento vemos la riqueza individual como una señal de prosperidad colectiva.

Venimos de una situación de tanta precariedad material que es entendible que pensemos así.

La necesidad actual y futura de que una parte significativa de la población pueda existir y proveerse de alimento, vivienda, empleo, transporte y esparcimiento de forma no dependiente del Estado y que lo haga a partir de una forma lícita, marcaron la naturaleza de las Reformas y de la apertura del trabajo por cuenta propia. Su existencia en un porcentaje cada vez mayor respecto al total de la población, aunque inevitablemente minoritario, permitiría concentrar más recursos colectivos del Estado en las garantías para todos, como seguridad ciudadana, educación, salud y la atención de los que tienen menos posibilidades o son más vulnerables.

La distorsión salarial domina el cristal con que se ve el funcionamiento del sector privado, a pesar de que desde las autoridades laborales, sindicales y la propia prensa han venido dando alarmas de las condiciones de explotación presentes en este -desconocimiento de derechos como la protección por maternidad, vacaciones y accidentes de trabajo, por ejemplo-, la actual y desproporcionada capacidad de pago de los privados hace que estos sean vistos no solo como meros empleadores sino como proveedores de una economía personal superior a la media para sus empleados. El que pone un paladar en Cuba y da empleo a 10 personas que se benefician también de esas distorsiones cambiarias y tarifarias, por despiadado que sea, no es considerado un explotador sino un benefactor.

Las condiciones actuales, bajo las que se expanden las dinámicas de mercado, hacen que aún no se manifieste una de las reglas más básicas del capitalismo, aquella mencionada más arriba en la que a través de la explotación del hombre por el hombre, la minoría rica se basa en la existencia de la mayoría pobre.

O sí, pero ocurrió en este país hace tanto tiempo que la mayor parte de la población no lo vivió.

Es para mantener eso dentro de unos límites socialmente sostenibles que debería preocuparnos el efecto futuro de la concentración. Las amargas experiencias en el transporte público y la venta de productos agrícolas, hacen pensar también en el carácter del medio de producción sobre el que se ejerce la propiedad y los servicios. Una lección de lo que ocurre cuando se deja a la libertad falsa del mercado un servicio de primera necesidad. El anunciado “experimento” en el que el Estado proveerá combustible a bajo precio a los propietarios de transportes públicos, los llamados “carrotenientes” a cambio de que bajen el precio del pasaje es un camino diferente y prometedor.

Tal vez deba analizarse, además de la acumulación de medios de producción en unas pocas manos, la acumulación de manos sobre unos pocos medios de producción. Con un número limitado de “almendrones” de dedicados al “boteo”, hemos mantenido una larga cadena de choferes, titulares y arrendadores sobre los bolsillos de los pasajeros, incluyendo “inversionistas” desde el extranjero que gracias a nuestras distorsiones logran la rentabilidad sobre la fuerza de trabajo y otros costos que nunca obtendrían en el país donde residen. No definir desde un inicio en ese sector la relación entre la realización de la actividad y la propiedad sobre el medio de producción con que se realiza, permitió eslabones parasitarios e insostenibles en la cadena.

Pero tal vez sea en algunas zonas citadinas y en las ofertas comerciales que van surgiendo en ellas, dónde se pueda comenzar a apreciar más la capacidad de empobrecimiento que acompaña al enriquecimiento, ante la carencia y escasa proyección local de acciones que mitiguen su efecto.

En el texto Juntos y revueltos, en enero del 2017, comenté cómo la diferencia económica ¨ha ido introduciendo cambios en la composición social de algunas zonas geográficas en la capital cubana (…) para dar lugar a un nuevo tipo de propietarios con un mayor manejo económico.(…)Se van perfilando ciertos conflictos indirectos de convivencia entre la ¨nueva clase media¨ (No ¨nuevos ricos¨, es ridículo llamar rico a quien posee una casa y un auto chino de tercera categoría para la industria automotriz) y las capas más proletarias al vivir juntas en municipios en que el segundo grupo seguirá siendo mayoría.¨

Posteriormente La Pupila Insomne publicó los textos Empobrecimiento HD y Continúa el empobrecimiento HD, en el cual alertaba de las consecuencias sociales de la conversión por parte TRD y CIMEX de varios de sus establecimientos en zonas del municipio Playa, de tiendas de productos a precio normal a tiendas de alimentos exclusivos de marcas a altos precios:

“Nos vuelven más pobres en la medida en que no se construyen nuevas tiendas, sino que se eliminan o reducen a las que con dificultad el promedio de los ciudadanos puede acudir para sus necesidades básicas, y las sustituyen por otras solo al alcance de una ínfima minoría”, Empobrecimiento HD. Julio, 2017.

“Para los productos nacionales u otros a precio ¨normal¨ han quedado un par de estantes y neveras al fondo de la tienda. Como si los que viven en esa zona de Playa fueran todos ¨nuevos ricos¨ o diplomáticos extranjeros. Lo más triste en el flamante supermercado fue ver, en medio de ese esplendor de pacotilla, como las personas que buscaban inclinándose en la magra nevera donde quedaba alguna hamburguesa barata o alguna bolsa de yogurt nacional de menos de 1 cuc, las cosas que la población más compra, eran personas ancianas y evidentemente humildes”, Continúa el empobrecimiento HDEnero, 2018.

En un encuentro al que nos invitaron algunos directivos de una de esas empresas estatales a raíz de la publicación de Empobrecimiento HD en Cubadebate, escuchamos que el criterio por el que se habían guiado para hacer los cambios es que en la zona había emergido una población con un alto poder adquisitivo y que los pobladores que no lo tenían podían ir a comprar a “otros lugares” (entiéndase buscar otras tiendas).

Aunque reconozco que en cierta medida se ha ido rectificando la situación en algunas de las tiendas que se mencionaron como ejemplo, crea alarma constatar que es posible que como mismo el naciente sector privado reproduce algunos de los vicios de los servicios estatales, la mentalidad típica del rentismo privado puede ser reproducida por una empresa estatal en el socialismo, algo que sería inadmisible.

Lo que debe preocuparnos no es exactamente el enriquecimiento, sino el empobrecimiento que como efecto secundario, si no contamos con políticas sociales que lo eviten, este nos pueda llegar a producir.

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