domingo, 22 de julio de 2018

Ojalá el equipo campeón del mundo reflejara la realidad europea

El equipo nacional francés de fútbol refleja una parte de la realidad del país, la que refiere a la creciente presencia de gente de la periferia del sistema capitalista, gente de piel oscura, árabes y africanos de distintos orígenes, que compelidos a buscar formas de vida menos apremiantes a las de sus países de origen, llegan hasta los suburbios de París, Lyon o Burdeos.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA Costa Rica

La composición del equipo nacional francés de fútbol del último Campeonato Mundial de ese deporte despertó las suspicacias por estar conformado por inmigrantes o descendientes de inmigrantes africanos. Las redes sociales se llenaron de comentarios que se movían entre dos extremos: los que consideraban que un equipo de esas características no representaba a los franceses, y llegaron a llamarla la selección de África, y los que vieron en su conformación un reflejo de la sociedad multicultural a la que representaba.

El aumento de las migraciones hacia Europa desde el Medio Oriente y el África subsahariana se encuentran en el centro de la polémica. Varios acontecimientos y procesos políticos recientes, ocurridos fuera de las fronteras europeas, pero en los que Europa ha jugado un papel determinante, han provocado ese aumento.

En primer lugar, el derrocamiento del régimen de Muamar Gadafi en Siria, que constituía un valladar para quienes se movían hacia el mar Mediterráneo intentando cruzarlo, transformó a Libia en una tierra de nadie en la que prima el caos y la confrontación entre facciones de bandoleros de muy distinta calaña, en donde los migrantes además de sufrir inimaginables vejaciones, parten en precarias embarcaciones tratando de llegar a Europa en oleadas interminables.

Exhaustos, cientos de ellos mueren ahogados y, quienes logran llegar o ser rescatados  corren el riesgo de ser rechazados inhumanamente, como ha sucedido de forma reiterada en Italia, donde el nuevo gobierno de derecha comandado por Giuseppe Conte devuelve al océano los barcos atestados.

En segundo lugar, la guerra desatada en Siria, en donde la OTAN también ha jugado un papel importante al apoyar al archipiélago de grupos armados que se oponen al gobierno de Bashar al-Ássad. El país, devastado por la guerra, no ofrece las condiciones mínimas para la supervivencia, lo que ha provocado un éxodo masivo que entra a través de Turquía y el Mar Mediterráneo, para luego desembocar en Grecia, Bulgaria, Turquía y Austria tratando de alcanzar Alemania.

La reacción de Europa ha sido de rechazo, lo que se ha expresado en el crecimiento de los partidos abiertamente xenófobos, algunos de los cuales han logrado llegar al poder, como son los casos de Austria e Italia, por ejemplo, hasta acciones abiertamente hostiles, como el cercado dela frontera de Hungría.

Por doquier el tema refugiados y migrantes crea escozor y desavenencias, amenazando  con la ingobernabilidad, como es el caso de Alemania, o la desintegración, como sucede con la Unión Europea misma.

En Francia se han dado discusiones y tomado medidas polémicas que atañen a poblaciones urbano-marginales de las que, precisamente, provienen quienes mayoritariamente conformaron la representación francesa en el Mundial de Fútbol. Una de las más polémicas ha sido la que se refiere al uso de la burka, que ha sido prohibida en público, o la prohibición en algunas playas francesas del llamado ”burkini”, vestido de baño utilizado por las mujeres musulmanas.

Asimismo, a lo largo de los últimos 25-30 años han estallado la violencia en los barrios periféricos de numerosas ciudades francesas en donde viven los migrantes y sus descendientes, que son la expresión de una grave crisis que se expresa en paro, pobreza, fracaso escolar, delincuencia, marginación y ruptura de los lazos sociales. Los políticos privilegian una política de represión y de reinstauración del orden público con las intervenciones de la policía.

En estas condiciones, efectivamente, el equipo nacional francés de fútbol refleja una parte de esa realidad, la que refiere a la creciente presencia de gente de la periferia del sistema capitalista, gente de piel oscura, árabes y africanos de distintos orígenes, que compelidos a buscar formas de vida menos apremiantes a las de sus países de origen, llegan hasta los suburbios de París, Lyon o Burdeos.

Pero lo que molesta a muchos es lo que puede catalogarse como hipocresía: los que son marginados o repelidos inhumanamente en las fronteras europeas, los que eventualmente son apenas tolerados como vecinos en sus grandes ciudades, son alabados como sus representantes cuando realizan un performance como el de convertirse en campeones mundiales del deporte más popular del mundo en su representación.

Son los nuevos gladiadores del circo del mundo contemporáneo. 


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