Tal vez el mensaje más impactante y actual que tiene esta serie escrita hace casi setenta años, es que “Nadie se salva solo”, que el grupo, que lo colectivo siempre es más importante dentro del egoísmo reinante y que lo “viejo” sirve más que lo nuevo.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
El 30 de abril la plataforma Netflix estrenó la serie: El Eternauta, basada en una historieta publicada por partes entre 1957 y 1959. Sus autores eran: Héctor Germán Oesterheld, como libretista y el dibujante, Francisco Solano López, un joven de treinta años con poca experiencia, mientras el primero era geólogo y las circunstancias de la época y la vida lo llevaron a crear una pequeña industria, en tiempos en que la cultura popular se alimentaba de revistas editadas semanalmente, un fenómeno argentino que fue reconocido en el mundo entero, así como en estos momentos apocalípticos y negros de este 2025, los ojos del mundo se posaron en nuestro alejado país austral por la muerte del Papa Francisco.
El impacto de la serie y la repercusión que ha producido rápidamente en la sociedad, ha generado infinidad de artículos y programas de televisión haciendo referencia a la oportunidad de su estreno y que la misma tiene tanta actualidad como cuando la pandemia se instaló y no se sabía hacia dónde se iba a extender y cuántos muertos ocasionaría, es decir, el cúmulo de interrogantes existenciales se suma a la angustia de millones de argentinos que luchan por sobrevivir dentro de una selva en que solo se salva el más fuerte, donde el individualismo narcisista que ha fomentado el cambio tecnológico, transformó en zombies sin voluntad ni consciencia a una parte de la sociedad.
Fines de los ‘50 no es la convulsiva atmósfera de 2025 y sin embargo, la diferencia entre el texto original y la serie mantienen en vilo porque realmente vivimos como si hubiéramos sufrido una invasión extra terrestre; pero a la vez, su desarrollo alumbra la esperanza de la salvación y, esto último es un gran mensaje implícito sumamente necesario en la actualidad.
País de locos y fenómenos, seguimos en la mira semana semana, por los perversos que nos gobiernan, mientras los 47 millones sobrevivimos día a día sin el poncho público que nos abrigue, librados a la solidaridad de los de abajo que ha logrado tejer una red de protección invisible que se extiende por todo el territorio, dando muestras de una creatividad que también nos acompaña desde siempre y se hace mucho más presente, cuando estamos agobiados por el odio reinante que, desde el primer mandatario, ejercen todos quienes lo acompañan.
Tal vez el mensaje más impactante y actual que tiene esta serie escrita hace casi setenta años, es que “Nadie se salva solo”, que el grupo, que lo colectivo siempre es más importante dentro del egoísmo reinante y que lo “viejo” sirve más que lo nuevo, como por ejemplo, ver en circulación una Estanciera de fines de los ‘50 o un destartalado Mehari.
No fue azaroso que la historieta apareciera luego del golpe militar de 1955 y los fusilamientos llevados a cabo en los basurales de José León Suárez en 1956, los que fueron denunciados en Operación Masacre por Rodolfo Walsh. Tampoco es azaroso que quienes vivimos los terribles acontecimientos de aquella época, los bombardeos a la Plaza de Mayo, las persecuciones a dirigentes políticos y obreros que siguieron a los desmanes de los gorilas, como se denominaron a todos los golpistas desde entonces, volvamos a sumergirnos en las empolvadas capas de la memoria y extraer de allí, cómo era nuestra vida de niños en esos momentos en que todo queda gravado a fuego, mucho más esos hechos colectivos traumáticos.
Con siete años y dentro de un barrio humilde que limitaba con la Ciudad de Mendoza, lo primero que nos enteramos una vez ocurrido el golpe, fue que el papá de un amigo de la cuadra, fue encarcelado por ser un militante peronista al que luego le perdimos la pista. Nunca quedó claro si desapareció o lo mataron, como a tanta gente y las radios, medios masivos indispensables en esa época, estaban intervenidas por los militares.
Lo que si fue evidente fue el odio instalado por las autoridades castrenses y amplios sectores de la clase media católica, cuyo resentimiento por el ascenso social de las nuevas clases obreras desde fines de los ‘40, las que habían accedido por primera vez a los derechos sociales, con posibilidades en la educación universitaria, la vivienda, la salud y sobre todo la cultura; esa cultura que nos llevaba semana a semana a consumir revistas y libros, en una época en que la incipiente televisión instalada por Perón en 1951, todavía no llegaba al interior del país.
Los niños en la escuela primaria comprábamos El Billiken porque esa revista, editada por Constancio Vigil, desarrollaba las efemérides y podíamos recortar las viñetas para las tareas escolares, su precio era accesible y estaba al alcance de todos los obreros, como las grandes historietas que editaban más de 200 mil ejemplares semanales y se agotaban rápidamente. Diarios y revistas circulaban por toda la población y muchos tenían varias ediciones durante el día, algo impensado en la actualidad.
La industria cultural era un fenómeno argentino, como lo sería el fútbol u otros deportes populares y no tanto que habían sido favorecidos por los Campeonatos Evita, en los que los jóvenes de todo el país podían participar antes del golpe fratricida de 1955.
Ya había circulado en las calles el horroroso y descabellado cartel “Viva el cáncer” ante la enfermedad sufrida por Eva Perón que la llevó a la muerte en 1952, como también la terrorífica definición que intentaba describir a los humildes que defendía con su Fundación, la fallecida Evita: “el aluvión zoológico”, como queriendo describir una invasión extra planetaria como La guerra de los mundos, el film estrenado en aquellos años. Los de abajo y los obreros, para las envalentonadas clases de medio pelo, eran los alienígenas a los que había que exterminar.
En 2025 vivimos una distopía argenta, un desquiciado con ínfulas de economista de la escuela austriaca se regocija de haber hecho más reformas que su admirado Menem y su insulto permanente recoge aplausos entre los empresarios bancarios que nunca han ganado como hasta ahora, debido a que el 60% de la población está endeudado en tarjetas de crédito para comprar alimentos. Toda la perversidad que es posible se ejerce desde arriba a bajo sin piedad ni el menor remordimiento. Basta visitar el sitio de Casa Rosada para ver el extensísimo y delirante discurso dado en la EFI la semana pasada, donde luego de pasearse por los popes teóricos que sustenta, pretende explicar la distribución de la renta de las Provincias Unidas del Río de la Plata per cápita desde 1810 en dólares, con datos que sólo existen en su mente. Algo desopilante, como cuando quiere convencernos de que estamos mucho mejor que antes.Nunca mejor que ahora. Discurso que ha vuelto a repetir en la reunión de LATAM este día jueves 8 de mayo.
Pero volvamos a El Eternauta, a su autor, Héctor Germán Oesterheld, militante montonero en los ‘70, fue secuestrado el 27 de abril de 1977 junto con sus cuatro hijas, sus yernos y dos de sus nietos nacidos en cautiverio. Héctor fue secuestrado en La Plata por un grupo de tareas de la dictadura, tenía 57 años, fue visto en El Sheraton (comisaría de Villa Insuperable), pero su paso más documentado fue por el centro clandestino de detención, tortura y exterminio El Vesubio, en el predio del Servicio Penitenciario Federal. Desde entonces su viuda, reclama por su desaparición. Recordemos que idéntica suerte corrió su compañero montonero, Rodolfo Walsh. La única sobreviviente fue Elsa Sánchez, esposa de Héctor. Después del secuestro de toda su familia se sumó a Abuelas de Plaza de Mayo para continuar su búsqueda por Memoria, Verdad y Justicia. Murió en 2015, con 90 años.
El fallecido José Pablo Feinmann en su programa Filosofía aquí y ahora, que se emitía por Canal Encuentro, dedicó un capítulo a Héctor Germán Oesterheld, destacándolo como uno de los mejores creadores de relatos literarios que ha tenido el país, juicio para nada desdeñable dado de quien venía y su propia experiencia personal cuando salió El Eternauta. Seguramente este detalle y programa, decidió que en los años de gobierno de Mauricio Macri fuera prohibido difundir El Eternauta en las escuelas públicas por “adoctrinamiento”, el mismo recurso de la batalla cultural emprendido por el anarco liberalismo de Javier Milei. Dato no menor, dado que en aquellos años de gobierno progresista, José Pablo Feinmann estaba empeñado en difundir la filosofía y promover en los televidentes el juicio crítico, algo impensado en la pesadilla actual que sólo pretende movilizar odiosas pasiones a través de polarizaciones que siempre tienen un destinatario: mujeres, discapacitados, ancianos, periodistas, políticos, zurdos, casta o quien elija el monje negro, Santiago Caputo a través de “Todo marcha de acuerdo al plan” TMAP, quien en 2023, después del cierre de listas, se había de la compra de candidaturas en La Libertad Avanza, impuso que había que salir con un gran mensaje agresivo, insultando a los rivales de Milei. Hecho que ahora repite como presidente y avanza semana a semana, intentando mejorar posiciones para las elecciones legislativas a realizarse este mes en la CABA, tratando de imponerse al macrismo.
Odio, individualismo, desprecio y perversidad creciente es el ubérrimo suelo abonado estos años libertarios, donde se eliminaron fondos de educación, salud, vivienda, obra pública y cultura.
Hace nueve meses, el vocero presidencial, Manuel Adorni, al dar a conocer las reformas en el sistema de subsidios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), decía: “Los apoyos al lanzamiento de producciones audiovisuales no han demostrado ser eficaces en la captación de audiencias”, el lanzamiento de El Eternauta y su éxito mundial, tiran por la borda sus argumentos mercantilistas y ponen de manifiesto el gran talento argentino y su elevadísima creatividad, en épocas de bolsillos flacos.
La serie creada y dirigida por Bruno Stagnaro, guionada también por él y el actor, Ariel Stalari, con la participación de Ricardo Darín, Carla Peterson, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz, ya tiene prevista dado su éxito mundial, una segunda parte.
Ambientada en una sociedad distinta a la de hace setenta años y con otro argumento adaptado, expone la nueva realidad de migrantes latinoamericanos y los argentinos llevados por la crisis del 2001 a Norteamérica, como también los emprendimientos emergentes pospandemia; también recrea lugares icónicos de Buenos Aires, cubierta por la nieve radiactiva, donde luego comenzarán a aparecer los voraces cascarudos invasores.
En 2007 nevó en Buenos Aires. Los memoriosos guardan en sus retinas el extraño manto blanco que cubría a la ciudad, como en la serie, hecho que rescata Stagnaro y su equipo, lo que impone un impacto visual que recorre gran parte de los seis capítulos en que se compone la serie, porque muestran lugares emblemáticos de la ciudad como el Obelisco, la Facultad de Derecho o el estadio de River.
Todo un derrame inventivo y romántico con costumbres tan argentinas como el truco, el mate y el tango gardeliano de viejas grabaciones que aparece como cortina musical nostálgica, como también la cumbia que hace estragos en los jóvenes de hoy.
El clima apocalíptico impuesto por El Eternauta ha movilizado a la gorilada de extrema derecha que se pelea por concentrar el cetro del odio y la perversión; una fuga del PRO o lo que queda a La Libertad Avanza, la última en llenar la ficha partidaria junto a Karina Milei, ha sido la ministra Patricia Bullrich, quien en medio siglo pasó de Montonera a represora interna de todas las expresiones políticas postdictadura. Así, junto a Luis Toto Caputo, el ministro estrella de Macri, le dan la espalda a su anterior mentor, el ingeniero ex presidente.
Acordes con Trump, quien más los representa es Javier Milei, postrando al país ante el imperio y los organismos financieros internacionales. Total y él lo sabe mejor que nadie, sólo el pueblo salva al pueblo.
Al cierre de esta columna, Habemus Papam, Robert Prevost, arzobispo de Boston, ahora León XIV, fue elegido como el nuevo conductor de la Iglesia romana. Prevost, hijo de padre estadunidense y de madre de ascendencia española, sacerdote de la localidad de Chiclayo, Perú y peruano por adopción, es el nuevo continuador de Francisco; un domínico, profundo defensor de los pobres, eligió su nuevo nombre en alusión a León XIII, quien en 1891 hizo pública su encíclica Rerum Novarum en respuesta católica a la urticante cuestión social de fines del siglo XIX, Sus diferencias con Donald Trump y todo lo que él representa nos llena de esperanzas.
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