Esta experiencia, la
cual siempre imaginé más nunca viví,
sucedió este fin de semana en un asilo de personas ancianas en una
ciudad del Estado de Illinois, EE.UU. Déjenme decirles que una cosa es imaginar
lo obvio del sistema de especulación y business desmesurado, y otra ser
testigos presenciales de la inicua insensibilidad de la institución de la salud
artificial, me refiero a la mafia internacionalizada de la industria del
fármaco.
José Toledo Alcalde [1]
/ Especial para Con Nuestra América
Desde Illinois, Estados
Unidos
Si alguien me pregunta
si consumo algún tipo de fármaco mi respuesta corta e inmediata sería sí. Puede
ser que sea un pequeño porcentaje de la población mundial que no lo haga y me
refiero a cualquier género de medicina. Sería negligencia de mi parte no
reconocer el aporte que la medicina farmacéutica ha proporcionado a la humanidad,
muchas personas han y seguirán encontrando alivio para un sinnúmero de
desbalances tanto en el aspecto físico como psico-emocional, pero esto solo
como paliativo sostenido a endemias que muy bien podrían ser erradicadas por la
vía de otros mecanismos sobre todo el de una alimentación sana.