Para consolidar los procesos que se están dando en Nuestra América, creemos imprescindible la depuración y transformación de las fuerzas armadas, su total subordinación al poder civil, que sean salvaguardas de la paz, la adopción de una doctrina de defensa de la soberanía de nuestros países y terminar de una vez para siempre con los cursos, reuniones de adoctrinamiento y maniobras militares con los organismos del Pentágono.
Ponencia presentada al XV ENCUENTRO DEL FORO DE SAO PAULO, realizado del 20 al 23 de agosto de 2009, en Ciudad de México.
En los últimos años, en parte debido a la gran cantidad de tropas que EU ocupa en las empantanadas guerras en Irak y Afganistán, lo que le dificultaría abrir otros focos intervención bélica, el imperialismo parecía haber reemplazado la ocupación militar directa o indirecta en la región, por el dominio político y económico que pretenden ejercer por tratados de libre comercio, el frustrado ALCA, el Plan Puebla Panamá y a través de las corporaciones transnacionales.
Sin embargo, con la agresión y violación a la soberanía de Ecuador el año pasado, la administración Bush llevó a los hechos la estrategia enmarcada en el Plan Colombia y en la reestablecida IV Flota en los mares de Nuestra América. Sabemos que el verdadero objetivo de este tipo de operaciones militares es el control geopolítico de los países de la región, especialmente Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Aunque no hubo intervención militar directa en el frustrado golpe de estado en Bolivia, propiciado por la oligarquía racista y proimperialista, el presidente Evo Morales expulsó al embajador de Estados Unidos Philip Goldberg, al comprobarse su injerencia directa en los hechos.
Ahora con el golpe de Estado en Honduras, instrumentado por sus fuerzas armadas, en conjunción con una de las oligarquías más reaccionarias y entreguistas de Centroamérica, parece reeditarse la trágica experiencia de este recurso imperialista.
Los avances progresistas en Honduras, Nicaragua y El Salvador, afectan los planes geopolíticos de Washington, que buscan conformar en esta zona una plataforma de intervención hacia América del Sur. Son enormes los intereses relacionados con los hidrocarburos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, los inmensos recursos en la cuenca amazónica y el acuífero Guaraní.
Por otra parte, se pretendió asestar un duro golpe a la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) a través de Honduras, el eslabón más débil de ese organismo solidario.
Las empresas trasnacionales, el imperialismo y las oligarquías locales ven peligrar sus intereses y su hegemonía, proponiéndose recurrir a métodos más contundentes de intervención, a los efectos de revertir los procesos antiliberales impulsados por los gobiernos progresistas que han llevado adelante transformaciones radicales, debido a que no lo han podido conseguir por la vía electoral en sus repetidos intentos, a pesar de las enormes campañas mediáticas y recursos financieros por parte de las fuerzas de las derechas locales e internacional.
Lo que confirma la ofensiva conservadora en la región, es el acuerdo que está a punto de firmarse en estos días entre EU y Colombia de 7 bases militares con tropas de EU. Dos bases del Ejército y dos de la Armada, se sumaron a las tres de las Fuerza Aérea, de esta manera las bases de Cartagena, Larandia (Caquetá), Tolemaida (Cundinarca), Málaga, en el Pacífico son las nuevas que se suman a Apiay (Meta), Palanquero (Cundinamarca) y Malambo (Atlántico), todas éstas además de otra docena que ya estaban instaladas en varios países del continente. (* Ver anexo)
Las siete bases militares adicionales de EU en Colombia elevarán el total de bases en el extranjero a 872, lo que refleja la creciente expansión del imperialismo norteamericano a lo largo y ancho del planeta.
Los países de la región ya han reaccionado a la presencia militar estadounidense en América Latina. El rechazo más categórico fue el de Venezuela: “Estas nuevas bases militares constituyen un peligro real y concreto contra la soberanía y la estabilidad de la región sudamericana. Son puntas de lanza del nuevo coloniaje", afirmó el presidente Chávez.
Por otra parte, México, Perú , Panamá y también España, han estado de acuerdo con la instalación de las bases, aduciendo que es una decisión soberana del gobierno de Colombia.
Es claro que estas bases tienen como objetivo principal el control geoestratégico de la región y no el combate contra el narcotráfico, ni mucho menos contra las FARC, cuando el propio Uribe asegura que esa guerrilla está prácticamente desmantelada.
En este contexto intervencionista, la IV Flota, reestablecida el año pasado para tener una mayor presencia naval en el Caribe y América Latina, se va preparando en forma amenazante con el mismo propósito de control regional. Del 19 de abril al 7 de mayo de este año se realizaron los ejercicios navales UNITAS 50-09, en Mayport, Florida.
En este ejercicio naval organizado por la IV Flota, participaron las armadas de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Chile, Colombia y Perú. Como observadores, lo hicieron oficiales marinos de Argentina y Uruguay. La armada de México participó por primera vez oficialmente, con la aprobación de la mayoría del Senado, donde inclusive legisladores que se asumen de izquierda votaron a favor. Sólo 14 senadores votaron en contra.
Los voceros de UNITAS dijeron que el objetivo es proporcionar a los países participantes la oportunidad de organizar y llevar a cabo operaciones navales combinadas, como parte de una fuerza multinacional, e incrementar la interoperabilidad y la cooperación, aunque recalcan que con el propósito de combatir el narcotráfico. Sin embargo, es difícil creer que grandes barcos y submarinos puedan emplearse con ese fin. Lo que se trata en realidad, es el control estratégico de la región también por vía marítima.
A principios de este mes en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias se llevó a cabo la Conferencia de Seguridad de Sudamérica, organizada por las Fuerzas Armadas de Colombia y el Comando Sur de Estados Unidos.
Las deliberaciones de la conferencia, se hicieron bajo el título "Futuros retos y misiones de las Fuerzas Armadas de Sudamérica".
"Se buscará estrechar lazos de confianza, cooperación y amistad de las Fuerzas Armadas, y de los comandantes de las Fuerzas Militares de América del Sur y del Comando Sur de Estados Unidos", precisó sobre el evento el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, general Freddy Padilla.
Al encuentro fueron convocados comandantes generales y oficiales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Estados Unidos. (** Ver anexo)
Nuestra gran preocupación es que varios gobiernos progresistas emanados e integrados en todo o en parte, por partidos que pertenecen a este Foro, en cuyos países no han cicatrizado aún las profundas heridas provocadas en sus pueblos gracias a la aplicación de la “Doctrina de Seguridad Nacional” e instrumentada por la siniestra “Operación Cóndor”, siguen enviando a sus militares subordinados a participar y a reunirse con organismos del Pentágono, con dignas excepciones como las de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
Como por razones de tiempo no podré referirme a todos los casos, pero en particular, como representante del Comité de Base del Frente Amplio de Uruguay en México en el Movimiento de Solidaridad Nuestra América, no podemos dejar de preocuparnos por la participación en este encuentro del Ministro de Defensa, José Bayardi y el Comandante en Jefe del Ejército de Uruguay, General Jorge Rosales.
Tal vez el gobierno tenga sus razones de Estado, que no conocemos, pero es difícil entender y explicar cuales pudieron haber sido aquéllas, para enviar una delegación convocada por el Comando Sur y las fuerzas armadas de Colombia, mientras por otro lado, en un comunicado de prensa, ante la visita del presidente Uribe a Uruguay, el presidente Tabaré Vázquez manifestaba acertadamente, una posición “contraria a la existencia o establecimiento de bases militares extranjeras, no sólo en el país, sino también en cualquier territorio de América Latina”.
Por otra parte, no se han tenido en cuenta lineamientos emanados del V Congreso Extraordinario del Frente Amplio, realizado en diciembre pasado, donde se aprobó por amplísima mayoría lo siguiente:
“Nuestro país deberá participar en el Consejo Sudamericano de Defensa, creado en ese ámbito. Significa un gran avance y deberá constituirse en un foro de consulta y debate sobre los temas de Defensa, que sirva para mantener a nuestro continente como zona de paz. Se buscará la elaboración de una doctrina sudamericana que favorezca el mando civil sobre las cuestiones de Seguridad y Defensa. En consecuencia no participaremos en actividades convocadas por el Comando Sur u otras agencias y organismos de EEUU. Cabe asimismo reafirmar el rechazo a la presencia de la IV Flota de los EEUU en las aguas de Nuestra América”
¿Qué de bueno se puede esperar para nuestros pueblos que las fuerzas armadas de Nuestra América vayan a estrechar “lazos de confianza, cooperación y amistad” con el Comando Sur, como lo hicieron recientemente en Cartagena de Indias?
¿O acaso el imperialismo ha cambiado y ahora instruye a los militares de Nuestra América, para que se porten bien y no apoyen a golpes de Estado?
¿O será una excepción o algo fuera del control del Comando Sur que los militares hondureños entrenados en la base norteamericana de Soto Cano hayan asestado el repudiable golpe de estado en Honduras?
Creemos oportuno recordar las ideas expresadas por uno de los más importantes ideólogos del imperialismo, donde se destacaban los temas del adoctrinamiento y el control político y militar por sus propias fuerzas armadas.
El secretario de Estado Mac Namara decía en 1964: “El mayor rendimiento de nuestras inversiones de ayuda militar proviene del adiestramiento de oficiales seleccionados y formados en nuestras escuelas militares y centros de adiestramiento en Estados Unidos. El principal objetivo del Pentágono consiste en el desarrollo permanente de las fuerzas militares y paramilitares locales, con el fin de lograr, conjuntamente con las fuerzas policiales el necesario poder interno”.
Nos preguntamos si se conoce alguna modificación en esta concepción estratégica imperialista o si está todavía vigente. De acuerdo a los últimos acontecimientos, todo parece indicar que la respuesta es la segunda.
La estrategia del imperio siempre ha sido la de procurar conformar unas fuerzas armadas latinoamericanas organizadas, equipadas y entrenadas para ser utilizadas como ejércitos de ocupación de sus propios pueblos.
Actualmente es evidente la existencia de importantes contradicciones entre el equipo de Obama y el grupo más conservador del poder imperial ante el golpe en Honduras, como sucede ante otros asuntos internacionales, pero aunque puedan diferir en las formas y plazos, el objetivo es impedir el desarrollo autónomo de los países de Nuestra América.
Percibimos que lo que se trata en esta nueva ofensiva imperialista, es de asestar un duro revés a la unidad e integración de Nuestra América, intentando acosar y desestabilizar a los gobiernos de los países que más avanzan en el proyecto bolivariano, basados en regímenes democráticos que se proponen construir sociedades independientes, soberanas, más justas, igualitarias y solidarias.
A través de los partidos participantes en este Foro, reclamamos a los gobiernos democráticos de Nuestra América tomar todas las medidas necesarias para evitar que elementos de sus fuerzas armadas tengan vínculos con organismos del Pentágono, especialmente el Comando Sur y la IV Flota.
Para consolidar los procesos que se están dando en Nuestra América, creemos imprescindible la depuración y transformación de las fuerzas armadas, su total subordinación al poder civil, que sean salvaguardas de la paz, la adopción de una doctrina de defensa de la soberanía de nuestros países y terminar de una vez para siempre con los cursos, reuniones de adoctrinamiento y maniobras militares con los organismos del Pentágono.
Un ejemplo a estas propuestas, es la “Doctrina Militar Bolivariana” que se imparte en los cursos de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela, donde fueron erradicados de sus planes, la doctrina militar imperialista.
Otro de los aspectos importantes a considerar, sería la formación de milicias populares, que en forma complementaria a unas fuerzas armadas conformadas en una nueva doctrina, serían los mejores garantes en la defensa de la soberanía de nuestros países.
Nos parece positivo el proyecto del Consejo Sudamericano de Defensa, propuesto por los presidentes Lula y Chávez, aunque con diferentes visiones, siempre y cuando sea para consolidar una identidad sudamericana en términos de defensa, basada en los principios de soberanía, no intervención, democracia e integridad territorial y con una concepción antiimperialista.
ANEXOS
Sin embargo, con la agresión y violación a la soberanía de Ecuador el año pasado, la administración Bush llevó a los hechos la estrategia enmarcada en el Plan Colombia y en la reestablecida IV Flota en los mares de Nuestra América. Sabemos que el verdadero objetivo de este tipo de operaciones militares es el control geopolítico de los países de la región, especialmente Venezuela, Ecuador y Bolivia.
Aunque no hubo intervención militar directa en el frustrado golpe de estado en Bolivia, propiciado por la oligarquía racista y proimperialista, el presidente Evo Morales expulsó al embajador de Estados Unidos Philip Goldberg, al comprobarse su injerencia directa en los hechos.
Ahora con el golpe de Estado en Honduras, instrumentado por sus fuerzas armadas, en conjunción con una de las oligarquías más reaccionarias y entreguistas de Centroamérica, parece reeditarse la trágica experiencia de este recurso imperialista.
Los avances progresistas en Honduras, Nicaragua y El Salvador, afectan los planes geopolíticos de Washington, que buscan conformar en esta zona una plataforma de intervención hacia América del Sur. Son enormes los intereses relacionados con los hidrocarburos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, los inmensos recursos en la cuenca amazónica y el acuífero Guaraní.
Por otra parte, se pretendió asestar un duro golpe a la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) a través de Honduras, el eslabón más débil de ese organismo solidario.
Las empresas trasnacionales, el imperialismo y las oligarquías locales ven peligrar sus intereses y su hegemonía, proponiéndose recurrir a métodos más contundentes de intervención, a los efectos de revertir los procesos antiliberales impulsados por los gobiernos progresistas que han llevado adelante transformaciones radicales, debido a que no lo han podido conseguir por la vía electoral en sus repetidos intentos, a pesar de las enormes campañas mediáticas y recursos financieros por parte de las fuerzas de las derechas locales e internacional.
Lo que confirma la ofensiva conservadora en la región, es el acuerdo que está a punto de firmarse en estos días entre EU y Colombia de 7 bases militares con tropas de EU. Dos bases del Ejército y dos de la Armada, se sumaron a las tres de las Fuerza Aérea, de esta manera las bases de Cartagena, Larandia (Caquetá), Tolemaida (Cundinarca), Málaga, en el Pacífico son las nuevas que se suman a Apiay (Meta), Palanquero (Cundinamarca) y Malambo (Atlántico), todas éstas además de otra docena que ya estaban instaladas en varios países del continente. (* Ver anexo)
Las siete bases militares adicionales de EU en Colombia elevarán el total de bases en el extranjero a 872, lo que refleja la creciente expansión del imperialismo norteamericano a lo largo y ancho del planeta.
Los países de la región ya han reaccionado a la presencia militar estadounidense en América Latina. El rechazo más categórico fue el de Venezuela: “Estas nuevas bases militares constituyen un peligro real y concreto contra la soberanía y la estabilidad de la región sudamericana. Son puntas de lanza del nuevo coloniaje", afirmó el presidente Chávez.
Por otra parte, México, Perú , Panamá y también España, han estado de acuerdo con la instalación de las bases, aduciendo que es una decisión soberana del gobierno de Colombia.
Es claro que estas bases tienen como objetivo principal el control geoestratégico de la región y no el combate contra el narcotráfico, ni mucho menos contra las FARC, cuando el propio Uribe asegura que esa guerrilla está prácticamente desmantelada.
En este contexto intervencionista, la IV Flota, reestablecida el año pasado para tener una mayor presencia naval en el Caribe y América Latina, se va preparando en forma amenazante con el mismo propósito de control regional. Del 19 de abril al 7 de mayo de este año se realizaron los ejercicios navales UNITAS 50-09, en Mayport, Florida.
En este ejercicio naval organizado por la IV Flota, participaron las armadas de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Chile, Colombia y Perú. Como observadores, lo hicieron oficiales marinos de Argentina y Uruguay. La armada de México participó por primera vez oficialmente, con la aprobación de la mayoría del Senado, donde inclusive legisladores que se asumen de izquierda votaron a favor. Sólo 14 senadores votaron en contra.
Los voceros de UNITAS dijeron que el objetivo es proporcionar a los países participantes la oportunidad de organizar y llevar a cabo operaciones navales combinadas, como parte de una fuerza multinacional, e incrementar la interoperabilidad y la cooperación, aunque recalcan que con el propósito de combatir el narcotráfico. Sin embargo, es difícil creer que grandes barcos y submarinos puedan emplearse con ese fin. Lo que se trata en realidad, es el control estratégico de la región también por vía marítima.
A principios de este mes en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias se llevó a cabo la Conferencia de Seguridad de Sudamérica, organizada por las Fuerzas Armadas de Colombia y el Comando Sur de Estados Unidos.
Las deliberaciones de la conferencia, se hicieron bajo el título "Futuros retos y misiones de las Fuerzas Armadas de Sudamérica".
"Se buscará estrechar lazos de confianza, cooperación y amistad de las Fuerzas Armadas, y de los comandantes de las Fuerzas Militares de América del Sur y del Comando Sur de Estados Unidos", precisó sobre el evento el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, general Freddy Padilla.
Al encuentro fueron convocados comandantes generales y oficiales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Estados Unidos. (** Ver anexo)
Nuestra gran preocupación es que varios gobiernos progresistas emanados e integrados en todo o en parte, por partidos que pertenecen a este Foro, en cuyos países no han cicatrizado aún las profundas heridas provocadas en sus pueblos gracias a la aplicación de la “Doctrina de Seguridad Nacional” e instrumentada por la siniestra “Operación Cóndor”, siguen enviando a sus militares subordinados a participar y a reunirse con organismos del Pentágono, con dignas excepciones como las de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
Como por razones de tiempo no podré referirme a todos los casos, pero en particular, como representante del Comité de Base del Frente Amplio de Uruguay en México en el Movimiento de Solidaridad Nuestra América, no podemos dejar de preocuparnos por la participación en este encuentro del Ministro de Defensa, José Bayardi y el Comandante en Jefe del Ejército de Uruguay, General Jorge Rosales.
Tal vez el gobierno tenga sus razones de Estado, que no conocemos, pero es difícil entender y explicar cuales pudieron haber sido aquéllas, para enviar una delegación convocada por el Comando Sur y las fuerzas armadas de Colombia, mientras por otro lado, en un comunicado de prensa, ante la visita del presidente Uribe a Uruguay, el presidente Tabaré Vázquez manifestaba acertadamente, una posición “contraria a la existencia o establecimiento de bases militares extranjeras, no sólo en el país, sino también en cualquier territorio de América Latina”.
Por otra parte, no se han tenido en cuenta lineamientos emanados del V Congreso Extraordinario del Frente Amplio, realizado en diciembre pasado, donde se aprobó por amplísima mayoría lo siguiente:
“Nuestro país deberá participar en el Consejo Sudamericano de Defensa, creado en ese ámbito. Significa un gran avance y deberá constituirse en un foro de consulta y debate sobre los temas de Defensa, que sirva para mantener a nuestro continente como zona de paz. Se buscará la elaboración de una doctrina sudamericana que favorezca el mando civil sobre las cuestiones de Seguridad y Defensa. En consecuencia no participaremos en actividades convocadas por el Comando Sur u otras agencias y organismos de EEUU. Cabe asimismo reafirmar el rechazo a la presencia de la IV Flota de los EEUU en las aguas de Nuestra América”
¿Qué de bueno se puede esperar para nuestros pueblos que las fuerzas armadas de Nuestra América vayan a estrechar “lazos de confianza, cooperación y amistad” con el Comando Sur, como lo hicieron recientemente en Cartagena de Indias?
¿O acaso el imperialismo ha cambiado y ahora instruye a los militares de Nuestra América, para que se porten bien y no apoyen a golpes de Estado?
¿O será una excepción o algo fuera del control del Comando Sur que los militares hondureños entrenados en la base norteamericana de Soto Cano hayan asestado el repudiable golpe de estado en Honduras?
Creemos oportuno recordar las ideas expresadas por uno de los más importantes ideólogos del imperialismo, donde se destacaban los temas del adoctrinamiento y el control político y militar por sus propias fuerzas armadas.
El secretario de Estado Mac Namara decía en 1964: “El mayor rendimiento de nuestras inversiones de ayuda militar proviene del adiestramiento de oficiales seleccionados y formados en nuestras escuelas militares y centros de adiestramiento en Estados Unidos. El principal objetivo del Pentágono consiste en el desarrollo permanente de las fuerzas militares y paramilitares locales, con el fin de lograr, conjuntamente con las fuerzas policiales el necesario poder interno”.
Nos preguntamos si se conoce alguna modificación en esta concepción estratégica imperialista o si está todavía vigente. De acuerdo a los últimos acontecimientos, todo parece indicar que la respuesta es la segunda.
La estrategia del imperio siempre ha sido la de procurar conformar unas fuerzas armadas latinoamericanas organizadas, equipadas y entrenadas para ser utilizadas como ejércitos de ocupación de sus propios pueblos.
Actualmente es evidente la existencia de importantes contradicciones entre el equipo de Obama y el grupo más conservador del poder imperial ante el golpe en Honduras, como sucede ante otros asuntos internacionales, pero aunque puedan diferir en las formas y plazos, el objetivo es impedir el desarrollo autónomo de los países de Nuestra América.
Percibimos que lo que se trata en esta nueva ofensiva imperialista, es de asestar un duro revés a la unidad e integración de Nuestra América, intentando acosar y desestabilizar a los gobiernos de los países que más avanzan en el proyecto bolivariano, basados en regímenes democráticos que se proponen construir sociedades independientes, soberanas, más justas, igualitarias y solidarias.
A través de los partidos participantes en este Foro, reclamamos a los gobiernos democráticos de Nuestra América tomar todas las medidas necesarias para evitar que elementos de sus fuerzas armadas tengan vínculos con organismos del Pentágono, especialmente el Comando Sur y la IV Flota.
Para consolidar los procesos que se están dando en Nuestra América, creemos imprescindible la depuración y transformación de las fuerzas armadas, su total subordinación al poder civil, que sean salvaguardas de la paz, la adopción de una doctrina de defensa de la soberanía de nuestros países y terminar de una vez para siempre con los cursos, reuniones de adoctrinamiento y maniobras militares con los organismos del Pentágono.
Un ejemplo a estas propuestas, es la “Doctrina Militar Bolivariana” que se imparte en los cursos de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela, donde fueron erradicados de sus planes, la doctrina militar imperialista.
Otro de los aspectos importantes a considerar, sería la formación de milicias populares, que en forma complementaria a unas fuerzas armadas conformadas en una nueva doctrina, serían los mejores garantes en la defensa de la soberanía de nuestros países.
Nos parece positivo el proyecto del Consejo Sudamericano de Defensa, propuesto por los presidentes Lula y Chávez, aunque con diferentes visiones, siempre y cuando sea para consolidar una identidad sudamericana en términos de defensa, basada en los principios de soberanía, no intervención, democracia e integridad territorial y con una concepción antiimperialista.
ANEXOS
(*) Bases de Estados Unidos en América Latina y el Caribe que ya existían:
Guantánamo, Cuba; Soto Cano ( Palmerola), Honduras; Comalapa. El Salvador; Tres Esquinas, Colombia; Iquitos, Perú; Reina Beatriz, Isla de Aruba (Protectorado de Holanda); Curacao, Isla de Curacao (Protectorado de Holanda); Liberia, Costa Rica; Florencia, Dpto. de Caquetá, Colombia; Fort Buchanan, Puerto Rico; Mariscal Estigarribia, Paraguay.
Guantánamo, Cuba; Soto Cano ( Palmerola), Honduras; Comalapa. El Salvador; Tres Esquinas, Colombia; Iquitos, Perú; Reina Beatriz, Isla de Aruba (Protectorado de Holanda); Curacao, Isla de Curacao (Protectorado de Holanda); Liberia, Costa Rica; Florencia, Dpto. de Caquetá, Colombia; Fort Buchanan, Puerto Rico; Mariscal Estigarribia, Paraguay.
(**) Entre los altos mandos militares convocados por el Comando Sur al encuentro en Cartagena de Indias fueron: el comandante del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, general Douglas Fraser; el presidente de la Junta Interamericana de Defensa, teniente general José Roberto Machado E. Silva y el viceministro de Seguridad Pública del Ministerio de Gobierno y Justicia de Panamá, Alejandro Garuz Recuero, el ministro de Defensa Nacional de Uruguay, José Bayardi ; el jefe del estado mayor conjunto de las Fuerzas Armadas de Argentina, Jorge Alberto Chevalier; el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional de Chile, general Alfredo Ewing Pinochet; el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Perú, general de Ejército Francisco Javier Contreras Rivas, el jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Paraguay, brigadier general Rogelio Torales y el comandante en Jefe del Ejército de Uruguay, general de Ejército Jorge Washington Rosales Sosa.
* Brig. Gral. (R) Walter Martínez Alves es miembro del Movimiento de Solidaridad Nuestra América (México)
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