¿En dónde estamos hoy? ¿Qué cambios cualitativos se han sucedido a partir del derrumbre del campo socialista y el destramamiento de la URSS, en relación con el Caribe? Estas y otras preguntas estuvieron presentes en el "Coloquio Internacional Relaciones de los Estados Unidos de Norteamérica con el Gran Caribe (1870-1945)", que se llevó a cabo en República Dominicana entre el 31 de mayo y el 2 de junio próximo pasados.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmail.com
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(Fotografía: de derecha a izquierda, el presidente de República Dominicana, Leonel Fernández; Luis Céspedes, presidente de la Cátedra Juan Bosh de la Universidad de La Habana, y Sergio Guerra Vilaboy, Director del Departamento de Historia de esa misma universidad)
Varias son las etapas por las que ha transitado la política norteamericana hacia el Caribe. La primera se remonta al momento mismo de la independencia de las 13 colonias en 1776, en el que se plantean, por un lado, neutralidad y aislacionismo en el plano internacional, aprovechando las guerras interimperialistas que tenían lugar en ese momento (sobre todo entre Francia e Inglaterra); y por otro, expansión territorial para agrandar su territorio, que los lleva al enfrentamiento con españoles, indígenas y mexicanos.
Una vez que han consolidado buena parte de su territorio en el siglo XIX, los norteamericanos se dedican a “resolver” la contradicción existente entre el Estados Unidos industrial en el Norte y el Estados Unidos agrícola y esclavista en el Sur.
Concluida la Guerra de Secesión, se enfrasca en la guerra hispano-cubano-americana de 1898 pero, de hecho, el interés norteamericano por el Caribe provenía de tiempo atrás, en el contexto de su conflicto con Gran Bretaña, cuyo poder descansaba en buena medida en el dominio del mar. Dominar el Caribe implicaba el dominio de importantes vías marítimas.
Es por ello que a partir de la promulgación de la Doctrina Monroe en 1823, que estatuía la voluntad norteamericana de no permitir la intervención en el continente americano de potencias extracontinentales, se inicia su política de establecer bases navales.
Lo anterior no fue óbice para que no continuaran los intentos anexionistas en este territorio estratégico: Puerto Rico, Cuba, Santo Domingo, Colombia, Nicaragua pasaron por estos trances. No faltaron en estos intentos los eternos entreguistas que solicitaron la anexión de forma oficial. Así sucedió en República Dominicana, Nicaragua y Colombia. En los dos primeros, fueron los respectivos congresos nacionales quienes lo hicieron, mientras que en el tercero el presidente Mariano Ospina.
El año 1898 puede entenderse como el año que simboliza el fin del Imperio Español en el Caribe y el inicio del imperialismo norteamericano. Se trata de un verdadero cambio de época. Theodore Roosevelt (presidente de Estados Unidos entre 1901 y 1909) es una figura emblemática en este sentido. Con él, a la Doctrina Monroe se le añadirá lo que luego se conocería como el Corolario Roosevelt. Por él, los Estados Unidos se reservaron el derecho no solo de impedir la presencia de potencias extracontinentales sino, también, de intervenir en cualquier país latinoamericano en el que se considerará que estaban en peligro los intereses norteamericanos. “Hay que hablar tranquilamente –dijo Roosevelt- mientras se sostiene un garrote”.
La otra figura relevante de este período de afirmación de la hegemonía norteamericana es Woodrow Wilson, quien fuera presidente de esa nación entre 1913 y 1921. Wilson esgrimió también el Big Stick de Roosevelt, pero lo hizo ante la necesidad que veía de civilizarnos, es decir, de transmitirnos valores buenos y saludables como los que caracterizan a los Estados Unidos. Se trataba, pues, de una especie de cruzada. Gracias a ella, se pusieron las bases para que nuestros países alcanzaran la estabilidad que nuestros vecinos del Norte deseaban para nosotros. No fue, sin embargo, una estabilidad democrática sino dictatorial pues nos dejaron, entre otros, a lacras como las de Somoza y Trujillo.
Luego de 1945, en el marco de la Guerra Fría, gana terreno una nueva justificación de la política intervencionista norteamericana en el Caribe: la ideológica; había que defenderse de la penetración de la ideología comunista. Por eso, la Revolución Cubana de 1959 se transforma en piedra de toque de la política norteamericana hacia la región, pues sería vista como cabeza de playa de los soviéticos.
¿En dónde estamos hoy? ¿Qué cambios cualitativos se han sucedido a partir del derrumbre del campo socialista y el destramamiento de la URSS, en relación con el Caribe? Estas y otras preguntas estuvieron presentes en el Coloquio Internacional Relaciones de los Estados Unidos de Norteamérica con el Gran Caribe (1870-1945), que se llevó a cabo en República Dominicana entre el 31 de mayo y el 2 de junio próximo pasados, bajo el auspicio de la Academia Dominicana de la Historia, la Fundación Global Democracia y Desarrollo, y el Departamento de Historia y la Cátedra Juan Bosh de la Universidad de la Habana. A él asistieron ponentes de República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Colombia, Panamá, Venezuela, Estados Unidos, México, Costa Rica y Honduras.
Estuvo presente en las discusiones el presidente de República Dominicana, el señor Leonel Fernández Reyna, quien hizo aportes significativos al análisis.
Una nueva generación de dirigentes, conscientes del papel imperialista de los Estados Unidos está llegando al poder en América Latina.
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