sábado, 10 de febrero de 2018

Ecuador: ¿entierro del pasado y desafío al futuro?

Un pronunciamiento a favor del “7 veces SI” también ha destapado la voracidad de todos los grupos políticos y económicos unidos por el anti-correísmo, que ahora buscarán negociar o imponer su propia agenda, a cualquier precio, al gobierno del presidente Moreno. ¿Quiénes triunfarán en esa lucha? ¿Podrá seguir el gobierno un camino “independiente”?

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda / Historia y Presente - blog

Después de una década de Revolución Ciudadana las circunstancias del Ecuador son absolutamente distintas. En ocho meses, el gobierno de Lenín Moreno (inició su mandato el 24 de mayo de 2017) marcó no solo diferencias sino una total ruptura con el gobierno de Rafael Correa. Sin embargo, tanto el presidente Moreno como varios de sus ministros y altos funcionarios del Estado, son hijos políticos de la Revolución Ciudadana, y entre ellos hubo apasionados defensores del “correísmo”. Con el cambio de las circunstancias, esas mismas personalidades se identifican ahora con los nuevos rumbos del país y los justifican como necesarios.

Como remate de lo que ha venido sucediendo, la consulta popular convocada por el presidente Moreno, y que acaba de realizarse este domingo 4 de febrero (2018), ha provocado una convergencia inédita de fuerzas sociales en la historia contemporánea del país. Apoyaron directamente a la consulta (algunos al gobierno, incluyendo cargos públicos) las viejas izquierdas, la centro izquierda, los marxistas ortodoxos así como los pro-bancarios, los dirigentes de movimientos sociales, el movimiento indígena, las centrales sindicales, diversos sectores de profesionales y agrupaciones de la sociedad civil.

Lo inédito está en que, además, saludan al nuevo gobierno o se congratulan por el que consideran un cambiado ambiente político de “democracia y libertades”, reconocidas figuras políticas del pasado, los más influyentes medios de comunicación privados y, desde luego, los públicos, los diversos partidos de la derecha política, las cámaras de la producción y las elites económicas nacionales.

Todas esas fuerzas sociales y políticas defendieron la consulta popular (algunos se atribuyen su paternidad), hicieron propaganda por el “7 veces SI”, son los que han clamado por la “descorreización” del Estado y de la sociedad, y magnifican la corrupción en el gobierno anterior.

Sin duda, nadie puede admitir la corrupción, un fenómeno de larga vigencia en la historia ecuatoriana, y es preciso dejar en claro que hay que juzgarla y combatirla con la ley y la institucionalidad; pero a cualquier investigador objetivo también le queda claro que hay interés por magnificar mediáticamente la corrupción en el Estado exclusivamente referida a la última década, sin decir nada de la corrupción privada ni de los corruptores que movilizan coimas, presiones, ventajas o decisiones de funcionarios a su favor. Estas corrupciones privadas tienen magnitudes sin precedentes y siguen en la impunidad, como es el caso de la sucretización de las deudas empresariales en 1983 y 1987, que perjudicó al Ecuador en 4.462 millones de dólares; o la sucesión de crisis, salvatajes y feriado bancario entre 1999 y 2000, que costó al país 6.170 millones de dólares, además de la ruina social que trajo, por la desesperación de miles de ciudadanos que perdieron sus ahorros, la muerte de personas, el derrumbe de las condiciones de vida y una emigración galopante de ecuatorianos. Casi nada se dice sobre la evasión de impuestos de 215 grupos económicos de la actualidad que adeudan al fisco 2.260 millones de dólares, así como tampoco de las evasiones en aduanas, ni de la ilegal mantención de dineros en paraísos fiscales, que por lo menos asciende a 30.634 millones de dólares, según los datos del Servicio de Rentas Internas (SRI).

De otra parte, académicos y estudiosos de la trayectoria de América Latina, comprenden perfectamente que hay una misma estrategia internacional y hasta imperialista, de golpe blando, lawfare o judicialización de la política, con persecuciones de por medio, contra los gobernantes y funcionarios de los que fueron gobiernos progresistas de la región, cuyo libreto ya se ha cumplido en Argentina o Brasil, y se preguntan si lo mismo ocurre en Ecuador.

En todo caso, con semejante concurso de fuerzas sociales y políticas, hay que asumir que el gobierno del presidente Lenín Moreno tiene la oportunidad histórica más envidiable para realizar aquellos cambios para el país que deberían demostrar, en el futuro, que fueron superados los logros de la Revolución Ciudadana, que han quedado reconocidos, lejos de las pasiones ecuatorianas, por entidades como la CEPAL e incluso el FMI, el BM y el PNUD.

Además, todos los que apoyaron la consulta popular aspiran a que se ponga en marcha a la nación dejando atrás la década “correísta”. Cámaras y empresarios, así como economistas identificados con sus intereses, incluso han adelantado el programa económico que el gobierno debe ejecutar como política de Estado, sin importar que tales planteamientos violen lo que dice la Constitución de 2008 sobre el modelo que ha de seguir el país.

Estamos ante un momento histórico desafiante para construir la economía que permita volver a los principios de Montecristi, para que renazca el camino hacia la equidad, la redistribución de la riqueza, la disminución de la pobreza, la superación de la miseria, la conquista de la seguridad social universal, la provisión estatal de obras y sobre todo de servicios públicos cada vez más amplios en educación, salud, atención médica, con pensiones jubilares dignas, vivienda masiva, y trabajo cada vez con mejores condiciones gracias a las nuevas modalidades que se anuncian.

Lenín Moreno, ha recibido finalmente, este domingo 4, el apoyo popular en las urnas, por el que tanto el gobierno como todas las fuerzas nacionales antes descritas trabajaron (exceptuando Alianza País/Revolución Ciudadana de la fracción “correísta” que trabajó por el NO). Un pronunciamiento a favor del “7 veces SI” que también ha destapado la voracidad de todos los grupos políticos y económicos unidos por el anti-correísmo, que ahora buscarán negociar o imponer su propia agenda, a cualquier precio, al gobierno del presidente Moreno. ¿Quiénes triunfarán en esa lucha? ¿Podrá seguir el gobierno un camino “independiente”?

Toca esperar para ver, por tanto, si se cumple esa institucionalidad que han añorado las fuerzas triunfadoras, las nuevas cifras económicas con otro modelo de crecimiento basado en el sector privado que también ha sido ofrecido, y los nuevos logros sociales del inmediato futuro. Veamos cómo vienen las dentelladas políticas por hacer prevalecer unos intereses sobre otros, unas agendas sobre las de los otros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente artículo amigo Juan. El asunto es previsible. La situación de Moreno frente a la derecha y los podereres fácticos es débil. Tiene el apoyo de un partído sin base social en vias de extinción. Coincido con Rafael. Cuando Moreno ya no sea útil a la derecha le echaran del cargo. Afectuosos saludos para tí.