sábado, 29 de septiembre de 2018

Argentina: Atados de pies y manos

Chocho, con ese gesto infantil del adolescente que va a una fiesta de cumpleaños, el presidente Macri asistió este fin de semana de setiembre a Nueva York, al Fondo Monetario Internacional para ver si le autorizaban los recursos financieros para continuar con su plan de sumisión y entrega.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Christine Lagarde, directora del FMI, y Mauricio Macri,
presidente de Argentina, reunidos en New York.
Lucía feliz, exultante, porque simultáneamente fue a recibir el premio “Ciudadano Global” por haber realizado la apertura económica de Argentina en el mundo, ese mundo financiero que maneja Wall Street, el mundo virtual de los mercados, el Fondo y otros organismos financieros hegemónicos que aseguran el porvenir de los ricos del mundo. Premio que, al agradecer alborozado, arriesga a sacar a bailar a la presentadora de la ceremonia, tal vez para mitigar la tristeza sufrida por la derrota del club de sus amores e intereses, Boca Juniors, ante River, su clásico rival, situación que lo tuvo preocupando de sobre manera en tierras yanquis, cosa que, sólo los “bosteros” pueden entender en la profundidad de sus corazones.

De modo que el paro general de este martes 25 decretado por la CGT, las dos CTA y diversas organizaciones sociales que paralizaron el país, sólo pudo equilibrarse o no – dentro del universo macrista – con la recepción de Christine Lagarde y su gesto de seguir acompañando (con dólares frescos) su exitosa gestión, hecho que le hace confesar a Macri que debemos enamorarnos de la funcionaria: Christine, como la otra Cristina connacional que lo desvela, irónico, ¿verdad? Allá en tierras lejanas sincerarse afectivamente es algo insólito, enternecedor en el presidente Mauricio Macri, que tanto ha insistido en su cariño a todos y cada uno de los argentinos en sus fugaces apariciones por tv. Al punto de animarse a comunicar, con su maravillosa elocuencia en inglés, su reelección, totalmente desinhibido y confiado en sus envidiables condiciones. Condiciones personales que han hecho crecer su patrimonio personal, igual que el de los componentes de su entorno. Hecho que en su fuero íntimo lo hace sentir orgulloso de lo logrado en estos casi tres años de gobierno. Claro que este martes, cuando el país se encontraba paralizado por el paro, tuvo que sacrificar a uno de sus hermanos del alma, uno de los viejos compañeros de estudios del Cardenal Newman, Luis “Toto” Caputo al frente del Banco Central, porque su lugar (convengamos, puesto decisorio) es requerido por las autoridades del Fondo para asegurar el cumplimiento del destino de los fondos del préstamo a otorgar. Ni lerdo ni perezoso, Toto salió al cruce, no fuera que su gestión ante el Central lo dejara fuera de las grandes ligas, como lo presentó el ahora ausente y escondido, Jefe de Gabinete, Marcos Peña Braun.

Así las cosas, con la preocupación de dar su mensaje ante Naciones Unidas, el presidente Macri, acompañado por su inseparable esposa y una selecta comitiva, se preparó para dar su visión de Argentina al mundo. Versión que, sin ánimo de especular sobre lo que nuestro primer mandatario estima sobre el país que representa, dista años luz de la realidad por la que atraviesan millones de argentinos que ante la zozobra a la que han sido arrastrados, los lleva a manifestarse masivamente en este cuarto paro contra las feroces políticas neoliberales aplicadas por la alianza Cambiemos. Versión que, como todos sus discursos, pasará a ser patrimonio de la lengua española en su muestra más bizarra, estrecha, restringida, avara y escueta, por no decir caricaturesca, que nada tiene que ver con el maravilloso idioma de Cervantes y Nebrija que hemos adoptado como nacional.

Cónclave que, como todos los celebrados en estos últimos tiempos, no concitan el desarrollo y armonía de la comunidad internacional sino los aviesos intereses de los mercachifles de turnos que ocupan el timón de los países en este oscuro momento por el que atraviesa la humanidad.

Por lo tanto, insistir allí con sus objetivos de campaña: pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y unión de los argentinos en el recinto de la Asamblea General de la ONU, suena tan extraño como el reclamo de soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias y “Sánguches” (sic) del Sur, cuando cede la soberanía del país al Fondo Monetario Internacional.

Atados de pies y manos generaciones de argentinos, con una deuda centenaria, el primer magistrado ha condicionado con estos acuerdos al próximo gobierno, sea él o la oposición. Nada le importa. No le importa que los pobres según el INDEC sean el 27,3% de la población en el primer semestre y salga públicamente en Casa de Gobierno a echarle la culpa a “las turbulencias de los últimos meses”. Turbulencias generadas por el propio timonel.

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