sábado, 11 de septiembre de 2021

La economía basada en el saber y la modernidad

 “Knowledge-based economy and society” es una expresión que se encuentra cada vez más en los análisis internacionales que se hacen en estos días acerca de la orientación del desarrollo tanto de los países como el de la humanidad toda. 

Manuel Barrera Romero / Para Con Nuestra América

Desde Santiago de Chile


¿Qué significa que una economía y una sociedad estén fundadas en el conocimiento? Tal expresión alude al fenómeno evidente de que el conocimiento y la información se han convertido en factores decisivos para la producción de bienes y servicios y al hecho que están cambiando la estructura y funcionamiento de la sociedad. Afectan la división internacional del trabajo, son determinantes para la competitividad de las economías, generan nuevos patrones de crecimiento así como nuevos productos, ocupaciones y medios de subsistencia. 

 

Dado que las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) son tecnologías genéricas (atraviesan todos los sectores), impactan y modifican tanto  a la economía como a la sociedad y a sus actividades.  Son los medios para el avance de la sociedad del saber y sirven de correa de transmisión para generar, acceder, divulgar y compartir conocimientos, datos, informaciones, comunicaciones a todos los niveles sociales. Se puede decir que las TICs han liberado un enorme potencial económico y social. En una economía fundada en el saber el valor de sus productos está dado por el conocimiento a ellos incorporados. Más que el valor del bien material o del servicio de la economía industrial. Depende mucho de percepciones subjetivas que, como tales, están sujetas a cambios acelerados al ritmo de la innovación, de las apreciaciones de los consumidores, y de los desarrollos tecnológico y científico. No se corresponde para nada con el valor del trabajo a ellos incorporado.

 

“ Una estrategia de crecimiento y desarrollo basada en la información y el saber alude al saber en sentido amplio, que combina el conocimiento contenido en los bienes reales con la inversión en la gente y en los aparatos institucionales”.

 

Las TICs se han convertido en las herramientas fundamentales en la construcción de una economía mundial interconectada. Ellas tienen a Internet como el mecanismo más conspicuo, pero también se incluyen el Cd-Rom, la televisión, el video, la radio digital y las tecnologías satelitales. Una característica del actual proceso tecnológico, así como de la economía, es que entre las tecnologías específicas se está produciendo un proceso de convergencia que da origen a nuevos y más elevados logros, como teléfonos celulares con acceso a Internet, TV/Web y otros.

 

 En este patrón de desarrollo, la capacidad de las economías nacionales para absorber el conocimiento globalmente alcanzable y para usarlo productivamente definirá su poderío económico, así como el bienestar de las personas. Los países en desarrollo difieren de los desarrollados no sólo por la escasez de capital económico sino porque tienen menos capital cultural, lo que se aplica tanto a lo económico como a lo tecnológico y social.

 

El conocimiento es difícil de generar porque requiere de alta inversión, razón por la cual se produce mayormente en los países  desarrollados, aunque los de menor desarrollo  pueden, sin embargo, producir su propio conocimiento o adaptar el conocimiento vigente e incorporarlo a sus propias necesidades. Esto tampoco es fácil. Demanda una inversión inteligente en políticas económica y educacional. Una estrategia de crecimiento y desarrollo basada en la información del saber no se limita sólo al conocimiento técnico especializado ni al llamado “capital humano”. Más bien alude al saber en sentido amplio, que combina el conocimiento contenido en los bienes reales con la inversión en la gente y en los aparatos institucionales para promover la absorción y el uso del conocimiento.

 

Knowledge-based economy and society significa una economía y una sociedad dotadas tanto de la capacidad para generar y capturar el nuevo conocimiento como de la capacidad para acceder, absorber y usar efectivamente tanto el saber existente y la información así como a las mismas TICs, para su uso económico.

 

En las últimas décadas hemos presenciado un notable incremento de los logros de la ciencia y la tecnología así como de las facilidades para la comunicación y la investigación concertada a través de los continentes. Con ello el despliegue de la productividad aún en el trabajo agrícola y no sólo en el industrial, el comercio y los servicios.

 

La educación y la innovación son a este respecto  de crucial importancia. Gente bien educada y con destrezas es capaz de usar el nuevo conocimiento. No sólo el adquirido en sus años de escolaridad formal sino también a lo largo de su vida. Para ello la educación debe ser flexible para facilitar la adaptación a la variadas circunstancias de nuestra “modernidad líquida” como expone Zygmunt Bauman,  en su libro homónimo.

 

Los integrantes de la élite del saber ya no hablan de “ingenierías” sino de cultura y redes, equipos y coaliciones. “Como el resto de las cosas del mundo, el saber envejece con rapidez y, por lo tanto, el "rechazo a aceptar  el saber establecido" a guiarse por los precedentes y a reconocer la sabiduría contenida en la experiencia acumulada es visto como axioma de efectividad y productividad” (Zygmunt Bauman; Modernidad líquida; Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica S. A.; 2002; pág. 164).

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Es conveniente distinguir dos conceptos frecuentemente utilizados. Se trata de la “sociedad de la información” y la “economía basada en el conocimiento”. El primero tiene una gran amplitud y su foco está puesto en la información,  en tanto que el segundo es más restrictivo: hace referencia sólo al conocimiento aplicado a lo económico.

 

Varios estudios han demostrado que la cuantía de capital humano, el nivel de innovación doméstica y de adaptación tecnológica a la realidad local o nacional, la elevación de los años de escolaridad de la población incrementan el crecimiento económico de los países. Todo ello constituye una base para avanzar en el proceso de modernización al que aspiran todos los países y sociedades que creen que la racionalidad y  las nuevas tecnologías combinadas permiten el  progreso al que se aspira. 

 

En nuestra época digital se ha demostrado que la innovación y la creatividad pueden ser la plataforma para obtener logros tecnológicos y económicos de gran envergadura. Así lo han demostrado, no sólo los renombrados creadores de Silicon Valley, sino también en cada país sus propios innovadores.

 

 Es el caso, por ejemplo de una apreciación de Giovanni Sartori:

 

“Afirmo de nuevo que las posibilidades de Internet son infinitas, para bien y para mal. Son y serán positivas cuando el usuario utilice el instrumento para adquirir información y conocimientos, es decir cuando se mueva por genuinos intereses intelectuales, por el deseo de saber y entender” (Giovanni Sartori; Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid: Santillana, S.A. Taurus, 1998; pág. 57).

 

Estimo conveniente recordar en este artículo a algunos sociólogos y cientistas polÍtIcos que han escrito sobre la democracia y sus relaciones con la libertad y la igualdad. Qué tal relacionadas están  con una economía basada en la sabiduría de los participantes en la vida económica.

 

Al respecto es pertinente recordar el capítulo 14 “Reflexiones sobre la libertad y la igualdad” de libro Sociedad y Libertad del sociólogo alemán Ralf Dahrendorf. Ahí se afirma que en las instituciones democráticas todo depende de la conciliación de libertad e igualdad.

 

 Se cita al politólogo Eduard Heimann para quién la libertad y la igualdad son las dos mitades de la democracia. Y critica tanto a quienes destruyeron la igualdad al desarrollar la libertad como a los que perdieron la libertad al conseguir por la fuerza la igualdad.

 

Por su parte el politólogo H.J. Laski define ambos conceptos en su Grammar of Politicst del siguiente modo: la libertad es la ausencia de coacción; la igualdad la falta de “prerrogativas especiales”. Pero como los “privilegios especiales” suponen una “coacción” para aquéllos que no consiguen disfrutarlos, resultan incompatibles la desigualdad y la libertad. Es decir, la igualdad es una parte de la libertad. La libertad y la igualdad han quedado “conciliadas” en una concepción racional de la buena sociedad. 

 

Por su lado Jürgen Habermas afirma que: "La modernidad se acredita como aquello que en algún momento será clásico; "clásico"sólo puede ser en adelante el "relámpago" del orto de un nuevo mundo. ………Esta comprensión del tiempo ridiculizada una vez más en el surrealismo funda la afinidad de la modernidad con la moda”  (El discurso filosófico de la modernidad; Madrid: Altea, Taurus, Alfaguara, S.A.; pág. 20).

 

Por su parte el gran poeta norteamericano Walt Whitman proclama:


“Jamás podrá extinguirse la Libertad, jamás podrá retroceder la Igualdad;

viven en el sentimiento de los jóvenes y de las mejores mujeres.

(No por nada las indomables cabezas de la tierra

Han estado pronta a caer por la Libertad.)

 

En Hojas de Hierba: A la Orilla del Ontario”

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