sábado, 18 de junio de 2022

Incertidumbre electoral Colombia

 La situación de la economía hace ver que si la mayoría del pueblo colombiano concurre a las urnas, sin duda darán su voto por un cambio más profundo y no únicamente cosmético. Desde esa lógica, Gustavo Petro podrá salir triunfador el domingo 19 de junio de 2022

Adalberto Santana
 / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México

Este domingo 19 de junio se desarrollará la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en  Colombia. Dos son los candidatos que se enfrentan en la pugna electoral para definir quién será el próximo presidente. Los últimos sondeos reconocidos por gran parte de los sectores políticos y analistas señalan que materialmente hay un empate técnico entre Gustavo Petro del Pacto Histórico y Rodolfo Hernández de la Liga de Gobernantes Anticorrupción.

 

De acuerdo al Semáforo de la Silla Vacía, hay virtual empate entre los dos contendientes. Por un lado Petro suma un 47.2% de la intención del voto, en tanto que Hernández alcanza un 46.5, la diferencia es casi del uno por ciento.  De tal manera  se señala que: “Los datos del viernes de Invamer, y de ayer de Yanhaas, Guarumo, Atlas Intel y Gad3, muestran que esta semana la intención de voto se mantuvo pareja entre los dos candidatos. Y que la suma de votantes indecisos (cuando las preguntan por ellos) y de quienes dicen que votarían en blanco es muy superior a la diferencia en intención de voto entre Petro y Hernández, que es de menos del 1 por ciento” (https://www.nodal.am/2022/06/colombia-cerro-la-campana-y-comenzo-la-votacion-en-el-exterior-para-la-segunda-vuelta/).

 

A todas luces técnica y políticamente se puede interpretar la existencia de un marcado equilibrio de fuerzas. Sin embargo, las tendencias del voto se pueden también medir desde otro ángulo. Esto es, desde la generación de opinión que forman los distintos medios de comunicación. Desde esa perspectiva, nos apunta Javier Tolcachier en su ensayo “Colombia: Elección intervenida por el cártel mediático-empresarial”, que el actual proceso electoral donde aproximadamente 38 millones de colombianos están llamados a votar, en gran medida se encuentran en un espacio coercitivo por el peso que tienen las empresas privadas monopólicas de los medios de comunicación, las cuales en gran medida le imprimen a sus contenidos periodísticos y comunicacionales “un modelo que favorezca a los intereses del capital”.  De esa manera, nos apunta  Tolcachier  que: “Debido a la fuerte concentración en la propiedad de los medios y la diversificación de sus canales, el poder de unas pocas empresas de influir sobre la opinión pública en Colombia es prácticamente coercitivo” (https://www.nodal.am/2022/06/colombia-eleccion-intervenida-por-el-cartel-mediatico-empresarial-por-javier-tolcachier/).

 

De ahí que entonces se debe pensar en la cuestión:  ¿quién defiende más los intereses de esos propietarios de los medios de comunicación? la candidatura de Gustavo Petro o de Rodolfo Hernández. El primero lo podríamos ubicar en el polo de la centro izquierda y al segundo en el polo de la derecha populista. Es decir, ya no estarían disputándose el poder los actores tradicionales como lo fueron los candidatos liberales o conservadores.

 

Sin embargo, otra lectura de la coyuntura electoral nos mostraría que la gran disputa es la conquista del voto del sector abstencionista que durante la primera vuelta sumó más del 45 por ciento del electorado. Conquistar y llevar a votar a ese mayoritario segmento de la población, significaría, según nuestra lectura lograr el triunfo en esos comicios. Particularmente cuando gran parte de los jóvenes se insertan en ese espectro de la sociedad colombiana, lo que también refleja la poca credibilidad en el desarrollo de la democracia electoral y en las perspectivas de reales transformaciones de la sociedad por una vía pacífica. 

El escenario social, económico, político  y cultural es dramático,  por toda la carga de elementos que han configurado hasta nuestros días a la formación social colombiana. Ese país sudamericano padece una cruenta guerra que dura ya más de 55 años. De hecho es la guerra más prolongada de toda la región latinoamericana, producto de una sociedad muy inequitativa donde nunca se ha gestado por los círculos de poder una reforma agraria, reforma necesaria  que le brinde a los sectores más depauperados del campo una mejor forma de vida. Por ejemplo, en la región de la guajira hay grupos de la población originaría que se alimentan una vez al día. Los niveles de exclusión social y económica son más que dramáticos. 

 

Podemos ubicar a Colombia junto con México como uno de los países más violentos del continente americano. La cantidad de desaparecidos y víctimas de la guerra alcanza enormes proporciones. Según Mario Osorio (subdirector de Servicios Forenses (e) del Instituto Nacional de Medicina Legal de Colombia), “‘la cifra de 262.197 muertos que deja el conflicto armado’ en Colombia, hace parte de la base de datos del Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica que documenta los hechos en un periodo entre 1958 a julio del 2018, obtenida de diferentes fuentes sociales e institucionales y que le fue entregada al Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición” (https://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/01-14-2022-cuantos-desaparecidos-hay-realmente-en-colombia).

 

A la par, las perspectivas del cambio en el rumbo económico del país son muy limitadas. Incluso desde visiones muy conservadoras y poco críticas se ha reconocido que: “El deterioro y la recuperación han sido heterogéneos. La mejora en la economía no le ha llegado de la misma forma a todos los colombianos (…). Pequeñas empresas y negocios han enfrentado mayores dificultades de adaptación a la nueva normalidad, con condiciones financieras más estrechas. Los hogares más vulnerables han recibido el apoyo del Gobierno para complementar su ingreso, pero eventualmente estos recursos adicionales cesarán. Quienes regresen al mercado laboral  han encontrado más empleo no asalariado o informal, que empleo formal. Algunos requerirán que otros miembros del hogar apoyen el ingreso familiar. Las mujeres, los jóvenes y las personas con menor educación enfrentan una tasa de desempleo que se ha incrementado más”. 

 

En otras palabras, la situación de la economía hace ver que si la mayoría del pueblo colombiano concurre a las urnas, sin duda darán su voto por un cambio más profundo y no únicamente cosmético. Desde esa lógica, Gustavo Petro podrá salir triunfador el domingo 19 de junio de 2022. Por el contrario, mientras la mayoría de los abstencionistas no concurran a depositar su voto en las urnas, la opción de Hernández tendrá más viabilidad. Especialmente  si el electorado tradicional y conservador de las amplias capas medias,  únicamente acepta el discurso anticorrupción como un slogan menos radical y más acorde a sus perspectivas de mantener el status quosin reales cambios del modelo económico neoliberal. 

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