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sábado, 2 de abril de 2022

Las ataduras de la Historia

 La sociedad se acomoda en la indiferencia, como en un confortable sillón.

Carolina Vásquez Araya / https://carolinavasquezaraya.com


Regresando al sabio consejo de las páginas del diccionario, podemos establecer con cierta certeza que “la ética se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. Que su concepto proviene del término griego ethikos, que significa “carácter”. Que una sentencia ética es una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo, obligatorio, permitido.” Es decir, se trata de una cualidad supuestamente intrínseca del ser humano como parte de una sociedad dentro de la cual tiene responsabilidades y compromisos.

sábado, 18 de diciembre de 2021

Los 40 ladrones

 Decir burguesía para referirse a la clase dominante y explotadora, supone mirar el pasado. En rigor, lo que hoy existe es bien diferente a aquel concepto acuñado siglos atrás que, sin embargo, seguimos utilizando porque la inercia es una fuerza poderosa.

Raúl Zibechi / LA JORNADA


Nombrar es una forma de investir legitimidad; de hacer tangible lo que hasta ese momento no tenía la denominación adecuada o quedaba nublado por haber sido mencionado de tal modo que disimulaba una realidad. El acierto o el desvarío en nombrar o conceptualizar puede tener consecuencias que alienten o neutralicen la comprensión y la acción colectivas.

sábado, 20 de junio de 2020

Latinoamérica, el Caribe y sus luchas: los Movimientos y las Protestas Sociales (II parte)

En el contexto actual, la protesta popular de estos últimos años se ha dado no en la forma organizativa de antaño, a través de estructuras partidarias de izquierda en general, sino por medio de movimientos y protestas sociales sin mayores vinculaciones partidarias o militantes tradicionales. Quizá sin una propuesta clasista evidente, explícita, revolucionaria en sentido estricto.

 Marcelo Colussi[1] y Mario de León[2]

Desde Ciudad de Guatemala


Marco Histórico y Teórico-Crítico Reciente

En esta segunda parte del ensayo hicimos una revisión general, no exhaustiva ni extensivamente detallada, pero sí con un marco general conceptual relativamente contemporáneo, que tiene enfoques analíticos y críticos de ciertas interseccionalidades iniciales que forman parte, componen y explican los recientes movimientos y protestas sociales en America Latina y el Caribe (LAC).

Hicimos también, una breve revisión o repaso a través de un marco histórico, teórico y crítico donde resumimos algunos de los estudios mundiales, puntos de vista y opiniones de académicos, filósofos, estudiosos(as), especialistas, analistas y ensayistas sobre los movimientos y las protestas sociales, bajo la óptica de una introducción teórico-conceptual de algunas de las teorías desarrolladas desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad, las cuales han sido llamadas los Nuevos Movimientos Sociales (NMS).

El despertar de los pueblos

Esta nueva ola de rebeldía que también se expande por América Latina, sirve de muestra para comprender la necesidad de la organización proletaria y popular, la necesidad del despertar de la consciencia de clase y revolucionaria, para la conformación de bloques de lucha contra el capitalismo en favor de una sociedad superior sin explotados ni explotadores, sin racismos ni violencia estructural de ningún tipo.


Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América

Desde Mérida, Yucatán, México. 


En diferentes ciudades de diversos países se escuchan los reclamos sociales de justicia, las calles y avenidas principales son testigos del despertar de los pueblos que vuelven a ponerse en marcha dejando atrás los días de confinamiento obligado por la pandemia del COVID-19, los reclamos contra el abuso de autoridad y la violencia policíaca sacuden a los Estados Unidos y a México, arteros crímenes con lujo de violencia hacen que la ira surja de las entrañas humanas donde permanecía dormida, los nombres de George Floyd, Giovanni López, Oliver López, son entre muchos otros, la razón de esta nueva ola de rebeldía que sacude al mundo. El racismo tan enraizado en nuestras sociedades y la cada vez mayor brecha de desigualdad social-económica que mantiene a millones de seres humanos en pobreza y a un pequeño grupo groseramente rico, son las chispas que hacen arder literalmente los principios estructurales del capitalismo, la lucha de clases se evidencia en la toma de consciencia de millones alzando el grito reivindicativo de los oprimidos.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Las estrategias no son para siempre

Siempre pensamos -y yo sigo pensando- que concurrir a las elecciones es tanto como jugar en el terreno del enemigo de clase. Lo que no quiere decir que no haya que hacerlo. Pero no debemos jugar sólo en ese espacio, desarmando los poderes populares.

Raúl Zibechi / REL-UITA

En Brasil triunfó Jair Bolsonaro. A eso se agrega la victoria de Mauricio Macri en Argentina, del uribista Iván Duque en Colombia y el viraje derechista de Lenín Moreno en Ecuador. En su conjunto, el mapa político ha virado fuertemente hacia posiciones antiobreras, antifeministas, en contra de los pueblos originarios y negros. El avance del racismo, el machismo y la violencia antipopular llegaron para quedarse un buen tiempo. Aunque cambien algunos gobiernos, esas actitudes arraigaron en nuestras sociedades, incluso en el seno de algunas organizaciones populares.

Estamos ante un viraje de la sociedad, a lo que se suman los cambios negativos de gobiernos. Por eso creo que es un buen momento para la reflexión, sin dejar de profundizar las resistencias, de mejorar las organizaciones y enfrentar los desafíos más urgentes.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Buenos Aires: la incontenible protesta de los de abajo

Las políticas sociales están empezando a mostrar limitaciones a la hora de contener la protesta de los de abajo, para lo que fueron creadas. Mientras no haya cambios estructurales, lo sucedido la segunda semana de diciembre en Argentina será apenas un tibio anticipo del fenomenal estallido social que está preparando un modelo de acumulación excluyente y depredador.
Raúl Zibechi / LA JORNADA
(Fotografía: oficiales de policía vigilan el parque Indoamericano, tomado por familias pobres de Buenos Aires. Fuente: Página/12)
La irrupción de los más pobres de Buenos Aires en el escenario urbano, por medio de tomas masivas de terrenos en reclamo de vivienda digna, estuvo al borde de generar una crisis política al desnudar los límites del actual modelo de acumulación. Finalmente, cuando la represión y el odio clasista se mostraron impotentes para contener lo que amenazaba convertirse en una oleada de ocupaciones, los gobiernos nacional y de la ciudad dejaron de lado su disputa prelectoral para firmar un acuerdo que no introduce soluciones de fondo pero establece una tensa tregua entre todos los actores.
El 7 de diciembre unas 200 familias de la Villa 20, uno de los barrios informales de Buenos Aires, ocuparon una parte del parque Indoamericano, uno de los mayores espacios verdes de la ciudad, con algo más de 100 hectáreas. En las horas siguientes la toma creció hasta superar las 5 mil personas, aunque el censo oficial posterior apunta 13 mil ocupantes, entre los que hay familias enteras con niños y ancianos. Esa misma noche las policías Federal y Metropolitana, la primera a cargo del gobierno nacional de Cristina Fernández y la segunda al mando del gobierno de la ciudad de Buenos Aires de Mauricio Macri, intentaron desalojar a los ocupantes, asesinando a un joven paraguayo de 22 años y a una mujer boliviana de 28.
A partir de ese momento ambos gobiernos se culparon por los incidentes. Macri responsabilizó al gobierno nacional de fomentar la inmigración ilegal, en una intolerante actitud racista. Hay una lógica perversa que hace que cada vez venga más gente de los países limítrofes a usurpar terrenos, dijo su portavoz. Vecinos de la ocupación, también pobres, atacaron a los ocupantes pidiendo que fueran expulsados a sus países. Que se vayan todos, volvió a escucharse casi una década después del Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001, con una dirección opuesta al reclamo original que pedía la expulsión de la clase política. A ellos se sumaron bandas armadas, dirigidas por el macrismo y el ex presidente Eduardo Duhalde, según el gobierno, que asesinaron a un tercer ocupante –sacado de una ambulancia y rematado en el suelo– el mismo Día de los Derechos Humanos.
El gobierno nacional, por su parte, no reconoció su responsabilidad en los crímenes del primer día ejecutados por la Policía Federal, y culpó al gobierno de Macri, tanto por sus dichos racistas como por la falta de políticas públicas de vivienda, en ambos casos con entera razón. Por detrás y por debajo de este trágico sainete palaciego, cuyo trasfondo son las elecciones presidenciales a celebrarse en apenas 10 meses, está la cruda realidad de los más pobres. Medio millón de personas en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires a quienes Macri prometió terrenos y nunca cumplió. Por el contrario, el gobierno de la ciudad se jactó hace poco de haber desalojado 400 predios, muchos de ellos tomados en el entorno del levantamiento popular de 2001.
En los días siguientes se sucedieron diversas ocupaciones, una decena en la capital y un número aún desconocido en el área metropolitana y en ciudades del interior. Cuando la marea de la pobreza urbana amenazaba desbordarlos a todos, los enfrentadísimos gobiernos nacional y de la ciudad llegaron a un rápido acuerdo para construir viviendas. Con la advertencia de que todo aquel que usurpe no tendrá derecho a formar parte de un plan de vivienda ni de ningún plan social de ninguna característica, como descerrajó el jefe del gabinete del progresista gobierno nacional, cediendo al lenguaje de la derecha que critica.
Las organizaciones del campo popular presentes en la Villa 20 de Lugano, el Frente Popular Darío Santillén y la Corriente Clasista y Combativa, tomaron distancia del acuerdo, pero una asamblea de los miles de ocupantes decidió retornar a sus viviendas precarias y a sus camas de alquiler para esperar, con mucho escepticismo, que algún día algún gobierno cumpla sus promesas. Los referentes del asentamiento vienen peleando desde hace por lo menos cinco años por las tierras destinadas a viviendas, que hoy son un enorme cementerio de coches de la Policía Federal desbordado de ratas cerca de sus casas.
La derecha denuncia, como hizo el diario La Nación, la multiplicación de la población en las más de 20 villas de la capital. Sólo la Villa 31, en el céntrico barrio de Retiro, duplicó su población de 25 mil a 50 mil personas en 10 años. Los datos confirman un crecimiento exponencial: en 2006 había 819 villas entre la capital y el área metropolitana de Buenos Aires, con un millón de habitantes. Hoy serían ya 2 millones, mientras en la capital llegarían a 235 mil personas viviendo en villas, 7 por ciento de la ciudad. Un estudio de la Universidad de General Sarmiento estima que la población en villas crece 10 veces más rápido que la del país. “Un tsunami silencioso”, se queja el diario de la derecha.
Lo que no dice ni la derecha ni el gobierno, es que ese tsunami es consecuencia del modelo extractivista que unos y otros apoyan. El modelo de los monocultivos de soya (20 millones de hectáreas de las mejores tierras argentinas) y de la minería a cielo abierto está expulsando millones de argentinos, en general campesinos pobres, de sus tierras. Ese mismo modelo ha expulsado a los 2 millones de paraguayos y al millón de bolivianos que llegaron a Argentina en los últimos años, cuando ya no pudieron seguir viviendo en sus parcelas, quemadas por el glifosato o contaminadas sus aguas con mercurio.
En segundo lugar, las políticas sociales están empezando a mostrar limitaciones a la hora de contener la protesta de los de abajo, para lo que fueron creadas. Mientras no haya cambios estructurales, lo sucedido la segunda semana de diciembre en Argentina será apenas un tibio anticipo del fenomenal estallido social que está preparando un modelo de acumulación excluyente y depredador, que sólo se sostiene con el trabajo conjunto de los ministerios de Interior y Desarrollo Social.