En homenaje al poeta cubano Cintio Vitier: 1921-2009
“Este mundo ¿será ya el otro?”, se preguntaba Cintio en un poema. Su concurrencia humana incluye la resurrección.
(Fotografía: Fina García y Cintio Vitier, tomada de LA JIRIBILLA)
No sé quererlos por separado. A Cintio y a Fina siempre los imagino juntos, llenos de José Martí, acompañándolo por un camino que vericuetea bajo la tarde entre el cielo y las palmas. Buscan en la historia, en la fulgurante insularidad, en la esencia gozosa de lo cubano. La poesía en ellos es fe, fuente, raíz, unidad plena del ser, justicia. Los religa, los une, los ampara. Los pone a sonreír una misma sonrisa de júbilo y celebración. Centro de revelación y temblor. Lo estético entrañado en lo ético, del lado de los que defienden. Desde que los conocí, allá por los años 60, no concibo entre ellos un límite. Sus dos cuerpos se suman, se enlazan. Ellos no se separan. El amor es hambre, vocación de encuentro, alimento de ángeles, acto compartido. Para Cintio, los labios de ella “han dicho todas las palabras que adoro”. Y para Fina: “Lo que él siente, es exactamente lo que siento yo” [...] “Tú sabes que nosotros somos de un pájaro las dos alas”. El ser y el estar de ellos se confunde en uno solo. Sin embargo, son dos poetas de voz personalísima cuya obra corre por la literatura pero desemboca en la realidad. No importa si poema o ensayo, carta, nota, estudio o entrevista. Cintio funda un universo de participación, donde lo cerrado y lo abierto dejan de ser herida que no halla cicatriz. Fina un murmullo íntimo, lúcido, de diálogo casi familiar, que proyecta sentido hacia la profundidad del silencio. San Juan de la Cruz va con ella; con él va Vallejo. Con los dos van los místicos españoles, va Juan Ramón, Gabriela Mistral, José Lezama Lima. Martí está siempre. Lezama no se les separa nunca. Tampoco Gabriela, María Zambrano, Juan Ramón. Son sus formadores. Bienaventurados los que hacemos este homenaje, porque además de sus maestros, ellos van con nosotros. Con ellos aprendimos que los saberes no bastan. Para Fina y Cintio toda revelación es apenas atisbo, presencia que se vislumbra apenas. Aunque lo que se diga sea solo un pellizco sonoro, algo con apariencia de nimiedad, lo que logran atisbar con la palabra es, paradójicamente, aun mayor que lo que tenían que decir. Por eso su diálogo no acaba. Están naciendo en cada momento. “Este mundo ¿será ya el otro?”, se preguntaba Cintio en un poema. Su concurrencia humana incluye la resurrección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario