sábado, 30 de marzo de 2019

México: La herencia colonial y el desagravio cultural

Reconocer los agravios es para evitar su continuidad; hablarlos, discutirlos y ponerlos a la luz de este siglo XXI, es para que a partir de esas evidencias históricas construyamos sociedades más justas, igualitarias y equitativas, donde la explotación, la dominación neocolonial y la opresión clasista dejen su lugar a la libertad, autodeterminación y soberanía de todos los pueblos del mundo.

Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México.

I

La noticia revelada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sobre el envío de dos misivas, una dirigida al rey Felipe VI de España y otra al Papa Francisco con el objetivo de que ambos encabecen en conjunto una petición de perdón a los pueblos originarios de México por las atrocidades cometidas durante la conquista y toda la época colonial, produjeron una rápida reacción de diversos sectores de la sociedad mexicana y en algunos países, voces discordantes llegan incluso a la mofa por la petición calificándola de ridícula y anacrónica, evocando una supuesta superación de los efectos que el colonialismo causó y sigue causando en México y en toda Latinoamérica. La realidad es que España no solo debe pedir perdón, también debe indemnizar a los pueblos originarios de toda Nuestra América.

La solicitud del gobierno mexicano va acompañada del compromiso del presidente de sumarse a esa solicitud de perdón añadiendo a la cuenta histórica del agravio los años que han transcurrido desde la independencia y en los cuales la opresión a los pueblos originarios no terminó, sino que encontró nuevas formas para reproducirse y justificarse. El planteamiento del gobierno mexicano es que al cumplirse quinientos años de la caída de Tenochtitlán y doscientos de independencia de México en el 2021, se efectúe un acto o ceremonia que reivindique a los pueblos originarios con el reconocimiento por parte de España, la Iglesia Católica y el propio gobierno mexicano de los daños que hasta le fecha se han causado, una idea que en sí resulta relevante y necesaria de discutir por la sociedad mexicana y latinoamericana, una propuesta que ya ha comenzado a generar reacciones y debe conducirnos a una amplio análisis para sentar las bases de ese desagravio o quedará en mera simulación política, esto último está aún por verse.

En contraposición a la solicitud los partidarios de la nostalgia colonial (conscientes o no) reproducen viejos eslogan convenientes al neocolonialismo que mantiene en la conciencia del pueblo mexicano el sometimiento sufrido durante el genocidio más grande la de historia humana. En realidad, dicho genocidio continúa hasta la fecha, los pueblos originarios no son aún reconocidos en plenitud con todos sus derechos y con todos sus rasgos culturales, la constante contradicción entre el capitalismo, modernidad y comunidades originarias se manifiesta en el despojo, el racismo y la exclusión que sufren cotidianamente. El propio gobierno mexicano si pretende una verdadera solicitud de perdón tendrá que repensar su relación con los pueblos originarios y favorecer su real reconocimiento como sujetos de derecho en las leyes y en los hechos, eso también pasa por la necesaria revisión de los mega-proyectos que han enfrentado a las comunidades con los planes de desarrollo del actual gobierno, una solicitud de perdón y desagravio requiere un diálogo plural con todos los actores en cuestión, los movimientos populares, sociales y comunales entre los que se encuentran los pueblos que ejercen ya su autodeterminación y desde luego el movimiento zapatista. Un acto de desagravio categórico es construir “un mundo donde quepan todos los mundos”.

A nadie sorprende la respuesta del Pontífice ni del rey de España, ambos son representantes de instituciones y gobiernos con una larga tradición de opresión, ¿o acaso los críticos de las cartas olvidan que las monarquías fueron derrotadas y cuestionadas por ser sistemas de gobierno claramente antidemocráticos y autoritarios? ¿Se olvidaron aquellos que se mofan de la opresión ejercida hasta la fecha sobre los pueblos originarios a nombre de la religión o incluso a sectores sociales como la mujer cuya opresión patriarcal se consolidó durante la época colonial? Resulta relevante observar como las reacciones más álgidas en contra de la solicitud del presidente mexicano terminan ocultando el hecho mismo de la continuidad del colonialismo, se les olvida que uno de los países participes del saqueo realizado en México durante las últimas décadas de neoliberalismo ha sido justamente España, se niega además la forma en que la Iglesia católica mantiene una oleada ultraconservadora contra las reivindicaciones de la diversidad en todos sus sentidos humanos. Lo anacrónico es la existencia de monarquías y la continuidad del poder de la Iglesia por encima de la dignidad humana. La solicitud para que se pida perdón es la puerta para el respeto de la dignidad de los pueblos, es el hecho de que nuestra nación no puede ni tiene por qué seguir sometida a los intereses neocoloniales de las viejas potencias europeas, mucho menos, en un contexto latinoamericano tan álgido por la revitalización de las agresiones imperialistas de los Estados Unidos. Las cartas corresponden en suma a la exigencia de respeto pleno para nuestra nación.

El desagravio también tiene que incluir una revisión de la historia que se enseña en las aulas mexicanas y latinoamericanas, la construcción del perdón debe cimentarse en la toma real de conciencia del valor y la importancia de los pueblos originarios en términos históricos como actuales, México y toda Nuestra América requiere la enseñanza de su historia a partir de sí mismos, romper las formas neocoloniales de dominación cultural que mantienen los currículos escolares y las mentes colonizadas y que reproducen valores, ideas y prejuicios insertados de la mano con la espada y la biblia. Todos los símbolos coloniales que se mantienen en las ciudades mexicanas y latinoamericanas como las estatuas y monumentos dedicados a los conquistadores han de ceder su lugar a la verdadera memoria de los pueblos hermanos desde su raíz más profunda, la historia de nuestros pueblos debe florecer con la libertad plena y el reconocimiento justo que desde siglos se les ha negado. La reivindicación será plena o no será.

II

La puesta en duda sobre la naturaleza del ser latinoamericano interiorizó durante siglos la idea de inferioridad que sustentó la dominación colonial, las leyes españolas impuestas a sus territorios colonizados en América fueron la base de la estratificación y segregación reflejada en la traza urbana, en la configuración del orden social y en la sobre-explotación de la fuerza de trabajo y la riqueza natural, esas leyes que algunos historiadores e investigadores plantean que no fueron tan opresivas, son el real fundamento del racismo, discriminación y segregación que todavía padecemos, la lógica explicativa del mundo que trajeron consigo los europeos y su auto-reformulación a partir del contacto con América, hizo patente la necesidad de explicarse el mundo a partir del suceso inicial de la historia universal, la existencia de las culturas originarias en el territorio que hoy llamamos América Latina rompió de manera frontal toda la concepción anterior sobre los componentes del orbe que se tenían en Europa, siendo lo que se ha llamado América un resultado más por el hecho de que Occidente inventó un aparato lógico-explicativo para incluirla en el cosmos conocido, tal como lo ha explicado Edmundo O'Gorman en su obra La invención de América (FCE 1995), pero al hacerlo negó completamente la verdadera esencia del mundo original de los habitantes primeros de Nuestra América.

La persecución del pensamiento filosófico y cosmogónico de los pueblos originarios por los conquistadores a través de aparatos represivos como la Santa Inquisición, profundizó la negación de la existencia de ese pensamiento y contribuyó a la sobre posición hegemónica del ideal occidental-capitalista como argumento válido para explicar el mundo, las representaciones simbólicas tanto en el imaginario como en el patrimonio edificado siguen reproduciendo formas de dominación que de manera inconsciente se hacen patentes en contexto específicos y en coyunturas particulares del acontecer nacional y latinoamericano. La propia continuidad de la celebración del llamado día de la raza es una muestra, cuando desde tiempo atrás el concepto de raza fue superado para dar lugar a interpretación más plurales e incluyentes. Las formas reiteradas de la colonialidad y del eurocentrismo subyacen en el seno de las sociedades latinoamericanas y europeas; cuando se habla de la conquista y la colonización no se habla de lo mucho que los pueblos originarios proporcionaron a España y otras potencias europeas, no únicamente en términos económicos, es necesario hablar de las grandes aportaciones culturales que se dieron a raíz del contacto. Europa se enriqueció al grado de que su propia cultura se modificó, el eurocentrismo en el saber a negado estos hechos y ocultado para mantener las ideas de superioridad prevalecientes en la educación y cultura, hechos que no atañen particularmente a México, sino a toda América Latina. Todavía en la actualidad hay quienes niegan la existencia de la filosofía latinoamericana y su valor universal, el saber colonizado rige la producción científica en muchos de los principales centros de investigación y universidades del mundo, la colonia habita en la república en muy diversas formas como advirtiera José Martí en su ensayo fundacional Nuestra América.

Repensar las relaciones que sostienen las naciones en el mundo pasa por el reconocimiento pleno de los componentes históricos y presentes de cada una de ellas; la solicitud de perdón del gobierno mexicano es también para que España reconozca a plenitud a México, es una muestra de dignidad que busca implantar una nueva relación entre países forjada desde la aceptación de esa historia compartida pero desgranando sus particularidades, no como un hecho culposo, sino como una reflexión bilateral que propicie la verdadera hermandad, si bien los pueblos son hermanos desde mucho tiempo atrás, es innegable que continúan en muchos sectores de la sociedad europea ideas y actitudes que muestran lo enraizado del colonialismo haciéndolos sentirse superiores, el desprecio por Latinoamérica es visible. En la sociedad mexicana diversas formas de esos resabios coloniales se manifiestan en el racismo, la xenofobia y la segregación social y étnica, el diálogo entre naciones que debe propiciarse para resarcir la deuda histórica que la humanidad tiene con todos los pueblos del mundo, la opresión colonial es una herida abierta, esto no es rencor acumulado ni nostalgia histórica, es un hecho patente que se ha dejado ver con las reacciones en torno a las cartas enviadas el pasado primero de marzo por el presidente mexicano al rey de España y al Papa Francisco. Todas las formas de colonialidad deben ser superadas y puestas para abajo, dando lugar a sociedades críticas y emancipadas de dominaciones y opresiones simbólicas, conceptuales y materiales. Reconocer los agravios es para evitar su continuidad; hablarlos, discutirlos y ponerlos a la luz de este siglo XXI, es para que a partir de esas evidencias históricas construyamos sociedades más justas, igualitarias y equitativas, donde la explotación, la dominación neocolonial y la opresión clasista dejen su lugar a la libertad, autodeterminación y soberanía de todos los pueblos del mundo.

Integrante del Colectivo Disyuntivas

2 comentarios:

Angel R. Villarini Jusino dijo...

¡Excelente análisis y exhortación!

Angel R. Villarini Jusino dijo...

En mi pais el genocidio fue total. Las epidemias, la guerra, los suicidios, el.mestizaje, acabaron cin nuestro pueblo taino originario.
Pero sobreviven los reatos del mismo en nuestra genética, lenguaje, cultura, psicologia y, sobre todo, nuestro sentido de identidad.