viernes, 26 de enero de 2024

Compromiso social y ejercicio lírico en el libro de poesía de un dirigente político

 Aquí y ahora, el poeta argentino, político de raza y figura vinculada con el cine: Julio Fernández Baraibar, dio a conocer “Gozos y dolores entre dos siglos”, un poemario prologado por la crítica teatral y notoria periodista argentina Olga Cosentino.

Carlos María Romero Sosa / Para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina 

Fue sobre todo a partir del siglo XX testigo de trascendentes cambios sociales en el mundo, cuando a su influjo la toma de partido y el compromiso, incluso antes de ser el concepto trabajado por Sartre, convocó a muchos creadores del verso -y del resto de las expresiones artísticas- a celebrar los avances en materia social y consecuentemente repudiar los reaccionarios intentos por revertir el progreso de la historia.  De allí que junto a la lírica, la épica, la dramática o la satírica, es decir a los géneros poéticos que distingue la preceptiva tradicional, tomó lugar por derecho propio la poesía de corte social y  político, de  exaltación y denuncia. 
 
Sus hitos van desde el ruso Mayakovski al español Miguel Hernández, del chileno Neruda y el cubano Nicolás Guillén a los también peninsulares Celaya y Blas de Otero y desde el uruguayo Mario Benedetti a los argentinos Raúl González Tuñon de “La rosa blindada”, sus seguidores y discípulos de la Generación del 60: Juan Gelman, Francisco Urondo, Alberto Szpunberg -varios de ellos inaugurados en las contiendas políticas en el seno de la Federación Juvenil Comunista,  pronto críticos del estalinismo de la dirigencia del Partido Comunista Argentino y activos en la década del  setenta en la izquierda peronista y en la guerrilla de Montoneros-; y en modo previo los integrantes contestatarios del  grupo El Pan Duro con Gelman a la cabeza, de finales de los cincuenta. 
 
Nombres y movimientos estos propuestos aquí solo a modo de ejemplos más o menos recientes. Como que en rigor no cabe pasar por alto que mucho antes Leopoldo Lugones, “el “poeta socialista” en la caracterización de Rubén Darío, el 1ero. de mayo de 1896 siendo todavía anarco socialista con vertiente en el ideario humanista del Conde Kropotkin –nada que ver con el menjunge hambreador y entreguista del “anarco capitalista” ultra liberal y ultraderechista Milei, presidente de los argentinos por obra de los medios concentrados de información pública que lo inventaron, para satisfacer los intereses del imperialismo apuntando al tilingo “afán de novedades” (dicho esto en sentido heideggeriano) de buena parte del 55 por ciento de sus votantes en las elecciones de noviembre pasado- - instó en relampagueantes endecasílabos: “¡Odia, Pueblo! La faz se hermosea/ cuando hay fiebres de odio en el pecho.” A Jorge Luis Borges que en 1920 le cantó a la Revolución Rusa. A Arturo Jauretche que relató en versos gauchescos la epopeya radical de Los Libres del Sur, en un libro de 1934 prologada por Borges. Y a Leopoldo  Marechal que le cantó al 17 de Octubre de 1945.   
 
Aquí y ahora, otro poeta argentino, político de raza y figura vinculada con el cine: Julio Fernández Baraibar, dio a conocer “Gozos y dolores entre dos siglos”, un poemario prologado por la crítica teatral y notoria periodista argentina Olga Cosentino, inspirado en gestas populares,  proceratos no oficiales como su canto a “La Madre de la Patria”, la Guerrera de la Independencia descendiente de esclavos honrada en su momento por Manuel Belgrano: María Remedios del Valle: “Tus abuelos habrán llegado en un barco,/ encadenados y flacos./ Seguramente en Retiro, sobre la misma barranca,/ los vendieron.” 
 
La solidaridad activa para con la Venezuela socialista y revolucionaria del Comandante Chávez, le inspiró a Fernández Baraibar una suerte de oda cuatro veces secular que recrea poéticamente prehistoria e historia de la tierra caliente de Francisco de Miranda: “El aventurero peregrino de cortes y alcobas,/ de reinas y revoluciones, de logias e intrigas” y de “los dos Simón” caraqueños, el Libertador Bolívar y su genial inspirador, el pensador Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez. 
 
En otras páginas el mensaje nacional de dimensión americanista se hace evidente con demostración de coherencia ideológica, en los  homenajes admirativos para el martirologio de la Patria Grande  simbolizado en el epígrafe del brasileño Getulio Vargas al frente de unos versos a “El ombú de Lula” y en una composición  a Salvador Allende: “Víctima del verdugo oligárquico/ que regó con sangre patriota/ la tierra americana.” O bien en el réquiem sin lágrimas para varios compañeros de lucha muertos sin arrear jamás las banderas de la Soberanía Nacional  y la Justicia Social: así el periodista y escritor justicialista, adscrito al revisionismo histórico Fernando García Della Costa, autor del libro: “El pueblo al poder”, que prologó nuestro inolvidable y generoso amigo el doctor Francisco José Figuerola, alejado de un día para otro de su destino de Embajador en España, cuando advirtió cierto negocio del cuñadísimo Emir Yoma en los tiempos de la pizza con champagne. Y Luis Gargiulo, el dos veces candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires por el Frente de Izquierda Popular, que “no entró en la inmortalidad,/vivió y murió inmortalmente/ aun cuando la muerte tocase muy de cerca/ la hermosa familia que formó en el medio de la pelea,/ aun cuando la desazón y el fracaso/ fuesen el resultado/ de dedicarle su vida a luchar/ por los pobres y los explotados.”  Y Jorge Abelardo Ramos, intelectual de ineludible lectura y hasta devoción para nosotros en  la juventud, pero que  en rigor de verdad,  cuando aceptó ser Embajador argentino en México designado por el mismo Carlos Saúl  Menem de los indultos, las  privatizaciones, la falsa promesa del salariazo  y las relaciones carnales con los Estados Unidos, decepcionó en los años noventa al antiguo militante apenas veinteañero  que fui y había sufragado “desde la izquierda” –de igual modo que lo hicieron Arturo Jauretche y una estudiante de Derecho en la Universidad de La Plata   llamada Cristina Fernández, después de Kirchner- introduciendo en las elecciones de septiembre de 1973 la boleta del Frente de Izquierda Popular con la fórmula Perón-Perón. 
 
Merece un renglón aparte, por la valentía que implica la reivindicación en estos momentos en que se sataniza el llamado Pacto con Irán, su emotiva despedida a Héctor Timerman, “un patriota semita y criollo”, contra quien se ensañó el macrismo negándole la autorización para viajar al extranjero para intentar un tratamiento alternativo de su cáncer ya en etapa terminal. Ciertamente un crimen comparable al cometido por el Proceso genocida contra el presidente Héctor J. Cámpora, cuando asilado desde 1976 en la embajada de México en Buenos Aires, tampoco se le permitía trasladarse a aquel país solidario en las huellas de  Lázaro  Cárdenas para ser tratado de un tumor de garganta.  
 
El bonaerense Julio Fernández Baraibar, nacido en Tandil, sabe de persecuciones y exilios. En 1977 debió  buscar refugio en Suecia donde permaneció hasta 1984. Allí el antiguo estudiante de abogacía en la Universidad Católica Argentina, siguió cursos de lenguas nórdicas e historia en la Universidad de Estocolmo. Lo cierto es que una experiencia como la de sentirse “transterrado”, por expresarlo en término que acuñó el filósofo español José Gaos frente al destino de sus compatriotas vencidos en la Guerra Civil y perseguidos por el franquismo, deja tristezas y enseñanzas entremezcladas.  
 
De allí que en un ir y venir temporal y a la vez atemporal por las evocaciones más íntimas y los proyectos colectivos pendientes, su libro de poemas, tal como lo anuncia el título, participa a los lectores en los fragmentos finales; y ahora con la media voz propicia para el ejercicio lírico, poniendo un paréntesis a su insumiso, a su rebelde  verbo, de los frutos agridulces de esos gozos y dolores.           

1 comentario:

M.Mg dijo...

Muy interesante la crónica de C.Romero Sosa sobre el libro de Baraibar, en la cual nos acerca a otros autores ligados a la cultura de la militancia política y también una innovadora focalización y puesta en valor (en ese plano) de autores argentinos.