La denuncia de genocidio contra Israel puede marcar un camino liberador en el campo legal internacional que, junto a la resistencia palestina y al internacionalismo solidario de los pueblos que exigen el fin de la barbarie, alcance a cimentar la libertad y la justicia para el pueblo palestino.
Cristóbal León Campos / Para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México.
Ya son más de 100 días desde que el sionismo israelí incrementó la voracidad del genocidio que lleva décadas cometiendo en contra del pueblo palestino, llegando ahora, en este último periodo, a casi 25 mil palestinos muertos. Entre ellos miles de niños y mujeres, con un incremento desmedido de los desplazados de su territorio y con una cantidad incalculable de bombas que a diario caen sobre una Franja de Gaza -destruida y en escombros-, donde la hambruna comienza a extenderse y las condiciones de vida -ya de por sí paupérrimas por la invasión de Israel- se han convertido en verdadero infierno imposible en la tierra considerada santa por miles de seres humanos. Este genocidio no avizora un final próximo, no sin la intervención de los pueblos del mundo exigiendo en conjunto el fin de esta barbarie sionista.
En días pasados, la República de Sudáfrica dio a conocer la denuncia por genocidio que ha realizado en contra del Gobierno de Israel, exigiendo el fin inmediato de todas las operaciones militares y exponiendo una serie de evidencias que deben servir para que el derecho internacional, a través de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la ONU, pueda procurar acciones legales que se sumen a la exigencia global por el derecho de Palestina de existir como nación, como un pueblo y como seres humanos libres y en paz. La argumentación sudafricana se sustenta en documentos de todo tipo (escritos, declaraciones, material audiovisual, etc.) que contienen información sustancial para demostrar la serie de violaciones a la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio que Israel está cometiendo a diario, pues no estamos frente a una guerra, sino ante la intensión premeditada del exterminio de la comunidad palestina.
El genocidio cometido por el sionismo israelí, apoyado por el imperialismo estadounidense, entre otras cosas: impide la llegada de alimento y medicina; ha desplazado a más de un millón de palestinos de sus hogares -hoy destruidos por las bombas-; impide la labor informativa de periodistas y medios libres de comunicación; ejerce presión sobre la región atacando puntos vinculantes con otras naciones, sabiendo que esos actos traerán respuestas y que el conflicto puede extenderse en toda la región. Algo que ya va incrementándose con los bombardeos realizados por Estados Unidos y Reino Unido sobre Yemen, a quien pretenden “castigar” por su apoyo a Palestina. Estas acciones ocurren en un contexto en el que la guerra entre Rusia y Ucrania no ha finalizado, y donde la OTAN se ha reagrupado, lo que hace cada vez más clara la proximidad de una guerra global, que, entre otras cosas, va de la mano con el reacomodo geopolítico de los intereses imperialistas y de la crisis del capitalismo que, como buitre herido, busca fortalecerse a través de la industria de las armas, siendo la guerra su principal negocio. Ante estos hechos, y aunque incomode a más de uno, la vigencia del pensamiento de Lenin (a cien años de su muerte) queda de manifiesto, pues él fue determinante al expresar que la fase imperialista del capitalismo es también su fase final, y no estamos viviendo otra cosa que el fin de una época y la renovación radical de la realidad, o, sino; el fin de la humanidad.
La denuncia de genocidio contra Israel puede marcar un camino liberador en el campo legal internacional que, junto a la resistencia palestina y al internacionalismo solidario de los pueblos que exigen el fin de la barbarie, alcance a cimentar la libertad y la justicia para el pueblo palestino.
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