viernes, 26 de enero de 2024

Panamá: El camino de Monseñor

Una verdad, puesta a caminar, sigue andando hasta que deja de serlo, y va sumando apoyos en el camino que abre. 

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América

Desde Alto Boquete, Panamá


“Las heridas políticas, como las del cuerpo, de sí mismas se curan, sin más que cuidar de no envenenarlas o reabrirlas; y así como la carne crece, y acerca con un tejido nuevo los bordes abiertos, así de los males excesivos brota, como su fruto natural, el remedio.  Las leyes de la política son idénticas a las leyes de la naturaleza. Igual es el Universo moral al Universo material. Lo que es ley en el curso de un astro por el espacio, es ley en el desenvolvimiento de una idea en el cerebro. Todo es idéntico.”

José Martí, 1885[1]

 

"
Panorama Católico" es una publicación modesta, que se vende en la puerta de las iglesias, en la cual la Arquidiócesis de Panamá informa de cuando en tanto sobre su postura ante los problemas del país. Así ocurrió en su edición del 12 de diciembre de 1999, publicó una Carta Abierta que el obispo de Colón y Guna Yala, monseñor Carlos María Ariza, le dirigía a la señora Mireya Moscoso, dirigente del conservador partido Panameñista, que por entonces inauguraba su periodo presidencial. 

En su carta –cuyo texto acompaña esta reflexión-, el obispo informaba a la presidenta que los evangelizadores y misioneros de la Costa Abajo de Colón, tras informarse sobre la Ley 44 del 31 de agosto de 1999, que establecía la base legal para la construcción de un embalse en el río Indio para trasvasar agua al Canal de Panamá, habían decidido rechazarla. La Ley, decían, imponía a la población afectada “una autoridad que se ha hecho dueña de sus vidas y su futuro, quedando así sumergidas en la más absoluta indefensión e inseguridad”, pues expropiaba las tierras de “los humildes agricultores” para entregarla a “un nuevo amo”, en este caso la Autoridad del Canal de Panamá. 
 

A esto se agregaba que “la construcción de lagos y transvases de aguas para el Canal” afectaría profundamente “los ríos, quebradas y valles, además de causar muertes irreparables en la biodiversidad de su flora y su fauna.” Ante esa situación decían que, como cristianos, no aceptaban “que en nombre del Canal se permita y tolere todo”, puesto que éste

 

no es un dios o un ídolo ante cuyo altar se deben inmolar víctimas humanas y la historia cultural de los pueblos. Si bien el Canal es un símbolo nacional y una fuente importante de riqueza, no es argumento para el acaparamiento ni para fomentar el “capitalismo salvaje”.

 

La Ley, añadía la carta, había sido aprobada “aprisa y corriendo, el último día de la Asamblea Legislativa anterior” sin una discusión apropiada por los diputados, diálogo con las personas afectada, ni discusión pública en los medios de comunicación. Para agravar las cosas, “las autoridades del Canal en su historia no hicieron en esta región, un metro de carretera asfaltada, ni un centro de salud, y han devuelto una selva contaminada de bombas sin explotar. […] La historia pasada no invita a ser optimistas.”

 

Ante tal situación, el obispo le decía a la presidenta que, “conociendo su sensibilidad social y su adopción de grandes compromisos a favor de nuestro pueblo marginado”, acudía a ella “plenamente confiado” de que adoptaría 

 

las decisiones oportunas a favor de las familias campesinas que van a ser duramente golpeadas por el proyecto de modernización del Canal si no se resuelven los planteamientos e inquietudes que han hechos esos campesinos y campesinas evangelizadores.

 

Y concluía expresando su esperanza de que “el proyecto de modernización del Canal no conlleve la desolación a muchos de nuestros hermanos campesinos, sino que todos los panameños nos veamos enriquecidos con una profunda satisfacción y un permanente bienestar social.”

          

En la práctica, la resistencia campesina a la Ley 44 encontró amplio respaldo en otras zonas rurales del país en las que se iniciaba la lucha contra el acaparamiento del agua por empresas hidroeléctricas. Eso llevó al siguiente gobierno a derogar la Ley en cuestión para proceder sin ese factor de resistencia política a la ampliación del Canal, que hoy enfrenta serios problemas de dotación de agua para su funcionamiento, asociados al cambio climático y agravados por 24 años adicionales de deterioro ambiental en el Corredor Interoceánico como en el resto del país.

 

Estos problemas, que no son de origen reciente, convergen ahora con los asociados a una gran explotación de minería metálica a cielo abierto en las cercanías de la cuenca del Canal, en la región centro-occidental del Atlántico panameño, y el deterioro del relleno sanitario de la Capital del país. A eso se agregan otros de deforestación, contaminación de ríos, uso excesivo de agroquímicos y gestión de desechos en todo el territorio. Todo esto, en un país de rápido crecimiento económico, que coincide con una concentración del ingreso que lo ubica entre los más desiguales a nivel mundial.

 

Panamá ha ingresado, en breve, a la situación advertida en 2015 por el papa Francisco en su encíclica Laudato Si’, al señalar que al hablar de “medio ambiente” se hace referencia a “una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita.” Esto, agrega, nos obliga a entender que en nuestra relación con la naturaleza “somos parte de ella y estamos interpenetrados.” 

 

Atendiendo a esto, dice Francisco, encarar los problemas de la contaminación demanda “un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad”, pues se requieren soluciones “que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales”. En efecto, 

 

No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.[2]

 

Ese requisito aún está más allá de las posibilidades de la cultura política dominante en el país, cuya caja de razonamiento es cada vez más estrecha: los problemas, de uno en uno; las soluciones, solo si son rentables en una economía que se presume neoliberal pero aún atada al liberalismo oligárquico de mediados del siglo pasado, y el método adecuado, solo aquel que ofrezca resultados inmediatos, o al menos lo aparente. Por lo mismo, así ligada por un lado a la necesidad de eludir los problemas de la inequidad en el acceso a los servicios básicos para el bienestar social, y atada por el otro al fetichismo de la tecnología que prometa resultados y ganancias inmediatas, esa cultura no está en capacidad de generar una agenda política socioambiental. 

 

En esto, lo fundamental radica en que el ambiente el resultado de las interacciones de los humanos con su entorno natural mediante procesos de trabajo socialmente organizados. Por lo mismo, si deseamos un ambiente distinto tendremos que crear una sociedad diferente. El carácter de esa diferencia, y los medios para crearla, llegarán en su momento a estar en el corazón del debate político nacional. 

 

Ese momento aún no ha llegado, pero lo hará por el camino que abrieran hace un cuarto de siglo el obispo de Colón y Guna Yala y los misioneros y evangelizadores de la Costa Debajo de Colón. La carta que abrió ese camino sigue sin respuesta, pero llegará a tenerla el día en que la sociedad panameña se dé a sí misma un Estado nacional que haga del ejercicio de la soberanía nacional la expresión de la soberanía popular. 

 

Una verdad, puesta a caminar, sigue andando hasta que deja de serlo, y va sumando apoyos en el camino que abre. Tal hizo la carta de Monseñor Ariz: encaminar las cosas de una manera que seguirá siendo nueva hasta llegar a su destino.

 

Alto Boquete, Panamá, 20 de enero de 2024

      

 

Panorama Católico

Panamá, 12 de diciembre de 1999, p. 3

 

Carta abierta a la Excma. Señora Mireya Moscoso

Presidenta de la República,

Del Obispo de Colón y Kuna Yala

 

Muy estimada señora Presidenta:

 

Me es sumamente grato enviarle un cordial saludo en nombre de todos los misioneros y evangelizadores, con nuestras humildes oraciones por el éxito de su gestión presidencial a favor de todos los panameños.

 

Durante los días 11 al 14 de noviembre próximo pasado se celebró la reunión de formación para evangelizadores de las comunidades de la Costa Abajo, en la comunidad de Bocas de Toabré, y en la misma se compartieron algunas informaciones sobre el proyecto de modernización y extensión de la cuenca del Canal.

 

Con anterioridad, el Equipo Misionero de la Costa Abajo, Diócesis de Colón – Kuna Yala, tuvo un encuentro con el Obispo para tratar el origen de esa ley y sus consecuencias para los campesinos de la costa atlántica.

 

Ambos grupos, evangelizadores y misioneros, estuvieron de acuerdo en rechazar la ley 44 del 31 de agosto de 1999 por las siguientes razones:

 

1)    Razones humanitarias: No hay un solo acápite de la ley donde se tenga en cuenta el más mínimo de los derechos humanos. Son miles de personas, hombres, mujeres y niños, a quienes de la noche a la mañana se les ha impuesto una autoridad que se ha hecho dueña de sus vidas y su futuro, quedando así sumergidas en la más absoluta indefensión e inseguridad.

2)    Razones de justicia: La ley expropia y enajena la tierra que han trabajado durante generaciones. No es de justicia social que, de improviso, sin que se les restituya o reconozca absolutamente nada, sin respetar los derechos posesorios y el principio de “la tierra para el que la trabaja”, se quite el terruño a los humildes agricultores y se la entregue a un nuevo amo.

3)    Razones ecológicas: Aunque la ley en sí misma no lo dice, fueron argumentos para su aprobación la construcción de lagos y transvases de aguas para el Canal. Esta transformación proyectada va a afectar profundamente los ríos, quebradas y valles, además de causar muertes irreparables en la biodiversidad de su flora y su fauna. No conocemos un estudio científico que nos exima de pensar que no va a ser éste el impacto ambiental.

4)    Razones morales: Como cristianos no aceptamos que en nombre del Canal se permita y tolere todo, incluyendo la vida, tradiciones y costumbres de muchas comunidades del Atlántico colonense, oeste de Panamá y coclesano. El Canal no es un dios o un ídolo ante cuyo altar se deben inmolar víctimas humanas y la historia cultural de los pueblos. Si bien el Canal es un símbolo nacional y una fuente importante de riqueza, no es argumento para el acaparamiento ni ara fomentar el “capitalismo salvaje”.

5)    Razones éticas: Mientras se proclama un discurso político y social de que las tierras del Canal deben estar al servicio de los pobres y de que hay que atender a los pequeños agricultores, se aprueba una ley a través de la cual se arrebata la tierra a los campesinos marginados, para dársela al Canal.

6)    Razones de método: la metodología utilizada para esta ley de la república nos parece, al menos, precipitada. Apenas se discutió en la Asamblea, no hubo diálogo con las personas afectada, no salió a discusión pública en los distintos medios de comunicación y se aprobó, aprisa y corriendo, el último día de la Asamblea Legislativa anterior. Tenemos serias dudas de que en su aprobación se contara con estudios imparciales, especialmente antropológicos y sociales.

7)    Razones de acaparamiento: No compartimos que el Canal necesite más de dos mil kilómetros cuadrados de tierra para su mantenimiento futuro. ¿No existirán otras opciones que impliquen menos sacrificios de vidas humanas y menor atentado a la naturaleza, aunque dejen menos dividendos? Nuestras sospechas sobre los lagos que se están proyectando, no son tanto las aguas del Canal, cuanto los negocios hidroeléctricos y otros que se están fraguando. ¿No es el ingreso más neto de la Autoridad del Canal a producción de energía eléctrica?

8)    Razones históricas: La ley acapara en la provincia de Colón más de dos mil kilómetros cuadrados de tierra, casi la mitad de los que es la Costa Abajo. Sin embargo, las autoridades del Canal en su historia no hicieron en esta región, un metro de carretera asfaltada, ni un centro de salud, y han devuelto una selva contaminada de bombas sin explotar. Ahora, se proyecta un puente sobre el Canal, pero no por la Costa Abajo, y las carreteras de acceso a los proyectos son por Panamá y Coclé. La historia pasada no invita a ser optimistas.

9)    Como Equipo Misioneros y Evangelizadores:  Aunque nos oponemos a la ley, sí queremos la vida y el desarrollo integral de la Costa Abajo. Abrigamos la esperanza de un futuro nuevo para tantos miles de campesinos, sin la ley 44. A ellos, dedicamos nuestras vidas y con ellos estamos dispuestos a cooperar, ¡Dios primero!

 

Muy estimada Sra. Presidenta, conociendo su sensibilidad social y su adopción de grandes compromisos a favor de nuestro pueblo marginado, me es grato acudir a su Excelencia, plenamente confiado de que adoptará las decisiones oportunas a favor de las familias campesinas que van a ser duramente golpeadas por el proyecto de modernización del Canal si no se resuelven los planteamientos e inquietudes que han hechos esos campesinos y campesinas evangelizadores.

 

Ojalá que el proyecto de modernización del Canal no conlleve la desolación a muchos de nuestros hermanos campesinos, sino que todos los panameños nos veamos enriquecidos con una profunda satisfacción y un permanente bienestar social.

 

Hago propicia la ocasión para reiterar a la Sra. Presidenta nuestro testimonio de consideración y aprecio.

 

Atentamente,

 

Carlos María Ariz, cmf

Obispo de Colón – Kuna Yala

 


[1] “Cartas de Martí”. La Nación, Buenos Aires, 9 de mayo de 1885. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. X, 197.

[2] Carta Encíclica Laudato Si’ Del Santo Padre Francisco Sobre el Cuidado de la Casa Común (2015-139). Cursiva: gc.

http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

 

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