El escalamiento de la crisis en los últimos meses en Haití se expande por la violencia de las pandillas armadas que prácticamente han tomado el control de ciudades como Puerto Príncipe.
Rosell Laberiano Agüero / Para Con Nuestra América
Desde Lima, Perú.
¿Cuáles son las implicancias del escalamiento de la crisis reciente de Haití para el mundo de hoy? Aparentemente es un país inviable y por lo tanto de escasa relevancia para este planeta que nos cobija. Posiblemente sea el futuro o el camino que pronto encontrarán varios países periféricos del mundo, por ser desechables. Como también, es un país que se atrevió a mucho con la revolución haitiana, por lo tanto, tiene que pagar de por vida el osado atrevimiento, como decía Galeano: “Haití fue el país fundador de la independencia de América y el primero que derrotó la esclavitud en el mundo” “todavía sigue expiando el pecado de su dignidad”, “Europa nunca perdonó esa humillación”, “Aquella insolencia negra sigue doliendo a los blancos amos del mundo”
.
Todas las respuestas, aparentemente desconectadas, son válidas en el tejido de relaciones de poder global. La primera respuesta, está orientada hacia el silenciamiento, la invisibilidad, el olvido de una realidad tan dolorosa, como si a nadie le importara, precisamente por tratarse de población negra, que en algún momento de su historia se dignó en hacer una revolución esclava.
La segunda respuesta, se refiere a la idea de dejar que la crisis se agudice en todos los países periféricos, donde el hombre se convierta en el lobo del hombre y requieran de los brazos de un Estado o intervención externa controlada por el capital para lograr la gobernabilidad, es una lectura de larga data: frente al dolor y guerra interna, el salvador vendrá. Finalmente, la tercera respuesta, está vinculada al castigo eterno, porque esta revolución negra dio la puntada en el meollo de las relaciones de poder, en pocas palabras cuestionó el carácter racial colonial del poder.
El patrón de poder se manifiesta en Haití a través de estos elementos: invisibilización, caos y castigo. Aislar Haití del mundo, dejar y favorecer que se violenten entre los propios haitianos, y castigarlos eternamente por atreverse a revelarse y triunfar siendo negros esclavos. Esa afrenta fue imperdonable, más aún en su momento con el afianzamiento de la modernidad tras la revolución francesa.
El escalamiento de la crisis en los últimos meses en Haití se expande por la violencia de las pandillas armadas
que prácticamente han tomado el control de ciudades como Puerto Príncipe
. El 19 de enero de 2024 secuestraron a seis religiosas de la congregación Hermanas de Santa Ana
. Se agregan, la inestabilidad y escaso consenso político frente a la promesa del primer ministro Ariel Henry de convocar a nuevas elecciones, su reciente renuncia y el anuncio de la creación de un consejo de transición
, la creciente ola de las migraciones forzadas frente a esta situación, en el 2023 “la violencia de pandillas desplazó a aproximadamente 200,000 residentes y deja 3,960 personas asesinadas, 1,432 heridos y más de 2,900 secuestros”
. Situaciones que afectan la seguridad alimentaria (más del 40% con inseguridad alimentaria aguda), la educación en los colegios, el libre tránsito, el acceso a servicios básicos. Además de los países que han generado inestabilidad
.
Los caminos a seguir no están trazados con claridad. Haití fue el primer país de esta América, cuyos esclavos dieron ejemplo al mundo cuando expulsaron a sus colonizadores franceses en la revolución esclava negra entre 1791-1804. Ocurre hasta hoy el “silenciamiento y la invisibilización histórica-política de la Revolución de Haití”
, acontecimiento estigmatizado por siempre; siendo marginal en la agenda global, no interesa que se desangre, a quienes tienen el poder poco les interesa; en tanto que lo ocurrido cuestionó y atacó el centro mismo de la razón de ser del patrón de poder vigente aún en el mundo: la racialización y la colonialidad del poder.
Recordemos nuevamente la palabras de Galeano en referencia a Haití: “Para nosotros, latinoamericanos, esa solidaridad es un deber de gratitud: será la mejor manera de decir gracias a esta pequeña gran nación que en 1804 nos abrió, con su contagioso ejemplo, las puertas de la libertad
”.
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