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sábado, 11 de noviembre de 2017

A cien años de la revolución rusa

Haciendo uso ideológico del derrumbe soviético y del fracaso de la socialdemocracia clásica, la reacción neoliberal pregona de manera triunfalista  que no hay más vía que el capitalismo salvaje. A tres décadas  de su instauración, el  capitalismo neoliberal muestra su fracaso profundo.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

A principios del mes de octubre de 2017, tuve la oportunidad de estar nuevamente en San Petersburgo para asistir al III Foro Rusia Iberoamérica organizado por la Universidad que lleva el nombre de la ciudad. Con una mezcla de extrañas sensaciones me alojé en el Hotel Smolninskaya situado en la avenida Dictadura del Proletariado no. 6. La madrugada del 2 de octubre contemplé desde la ventana de mi habitación a dicha avenida, solitaria, melancólica, mojada por una fina lluvia otoñal. Cien años antes, el 7 de noviembre de 1917, esa avenida y sus alrededores  estaba abarrotada por una multitud insurrecta que hizo del Instituto Smolny el centro de gravitación del nuevo poder soviético, mientras incruentamente  tomaba el Palacio de Invierno. En los días siguientes estuve en el interior del Smolny y vi desde afuera lo que fue la sede del Soviet de Petrogrado. En la entrada se encuentra una estatua de un Lenin enérgico que alza la mano apuntando hacia el horizonte y en la vía de acceso, dos bustos de Marx y Engels adornan el parque que la circunda.

La revolución rusa. Merecido reconocimiento en su centenario

La llama de Petrogrado, que evocaba las luchas milenarias de la humanidad por su autosuperación, no se apagó más,  y difícilmente la puedan apagar ya hoy los estertores de un sistema  que se hunde todos los días un poco más en su propia crisis.

Mariano Ciafardini / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

Las especulaciones  en cuanto a lo que habría sucedido  si tal o cual hecho se hubiera producido  o no se hubiera producido, es decir la reflexión contra-fáctica,  en el terreno histórico, no es, en general, conducente y, la mayoría de las veces, es una simple pérdida de tiempo, atento a que las alternativas que se   hubieran abierto  de haber sido distintas las cosas,  en determinada situación histórica, son,  en principio, infinitas y, por lo tanto, impredecibles.

Sin embargo en algunos contados casos una reflexión de ese tipo puede llevarnos a ciertos “insigths”, a impresiones profundas,  que ayudan a interpretar  la dimensión de determinados acontecimientos históricos sin convertir  al argumento contra-fáctico en una suerte de metodología de investigación o análisis  histórico-político.

Este es el caso del de la revolución rusa  de 1917 y, su consecuencia inseparable, el  proceso soviético subsiguiente.

La Revolución Rusa y América Latina

El centenario de la Revolución Rusa tiene mucho que ver con el proceso revolucionario latinoamericano. Gran parte de sus ideas y su legado ha estado presente y seguirá vigente en su esencia por largo tiempo en la historia de nuestra América.

Adalberto Santana /Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México

Hace cien años se inició la Revolución en Rusia. Era según el calendario juliano un 25 de octubre de 1917 (equivalente en el resto del mundo al 7 de noviembre del calendario gregoriano). En la ciudad de Petrogrado (más tarde Leningrado durante la época del campo socialista y después con la desaparición de la URSS, hasta nuestros días, San Petersburgo). En esa coyuntura de la mañana del miércoles 7 de noviembre de 1917, relató John Reed (nacido en Portland, Oregon, 22/10/1887), el periodista estadounidense sepultado en homenaje en un muro del Kremlin cerca de la tumba de Vladímir Ilich Lenin, que estuvo haciendo crónicas de la Revolución Mexicana (“México insurgente” y en la insurrección bolchevique “Diez días que estremecieron al mundo), el mejor relato de aquellos acontecimientos. El mismo Lenin afirmó sobre el valor histórico de esa obra de Reed: “Yo quisiera ver este libro difundido en millones de ejemplares y traducido a todos los idiomas, pues ofrece una exposición veraz y crítica con extraordinaria viveza de acontecimientos de gran importancia para comprender lo que es la revolución proletaria, lo que es la dictadura del proletariado”.

sábado, 21 de octubre de 2017

La Revolución de Octubre de 1917: una "locura mística"

Se conmemora este año el Centenario de la Revolución de Octubre en Rusia, con la cual se inició el camino de ese antiguo imperio a una nueva sociedad: el socialismo.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / Firmas Selectas de Prensa Latina

Sobre el tema se han escrito miles de textos. Pero hay algunos que tienen particular importancia histórica. Uno de ellos es la Historia Universal en dos tomos, publicada por el Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la Editorial Progreso (en español, 1977), bajo la coordinación del célebre profesor A. Z. Manfred.

Otra es la Historia del Partido Comunista [Bolchevique] de la URSS, redactada por una Comisión del Comité Central de ese partido, y publicada en español por Ediciones de Lenguas Extranjeras en Moscú, en 1939.  Estas dos obras circularon en toda América Latina.

sábado, 1 de abril de 2017

Octubre 1917: ayer y mañana

La construcción de la paz es la meta que debe perseguir la humanidad si quiere sobrevivir; para conseguir la cual se requiere la erradicación de todos los imperios y la refutación de las ideologías imperiales, como paso previo al nacimiento  de una humanidad que sea liberada de la explotación de unos grupos socioeconómicos sobre otros.

Arnoldo Mora Rodríguez / Especial para Con Nuestra América

Mirar el calendario es una buena medicina contra la galopante y preocupante  amnesia histórica – cuyas raíces son ideológicas- que parece azotar al mundo actual. Occidente vive del presente, por el presente y para el presente; asume que el tiempo es únicamente el instante; sufre  de una visión atomizante, es decir, de una dicotomía, por no decir, esquizofrenia en su visión-del-mundo. Esta manera de asumir hoy su papel en la historia solo puede engendrar personalidades patológicas; lo cual es extremadamente grave, dada la capacidad de destrucción que sus líderes han logrado acumular y que se refleja en el arsenal nuclear de que disponen. Por eso considero que uno de los antídotos es mantener viva y activa la memoria histórica. Lo cual responde a la crucial pregunta en torno a de dónde venimos, paso previo e imprescindible para poder avizorar  el horizonte hacia a dónde vamos o debemos ir y qué somos en la actualidad. Es dentro de esta perspectiva filosófica que me propongo avocarme, en las siguientes y esquemáticas líneas, a evaluar, a partir de una perspectiva del siglo XXI,  el evento que, desde sus inicios, marcó en forma indeleble la historia reciente de la humanidad, entendiendo por “reciente”, el siglo que acaba de pasar, el siglo más violento de la historia de la especie sapiens.

sábado, 18 de febrero de 2017

El problema del pasado es que no pasa

La Revolución Rusa mostró a las clases trabajadoras de todo el mundo, y muy especialmente a las europeas, que el capitalismo no era una fatalidad, que había una alternativa a la miseria, a la inseguridad del desempleo inminente, a la prepotencia de los patrones, a los gobiernos que servían a los intereses de las minorías poderosas, incluso cuando decían lo contrario.

Boaventura de Sousa Santos / Página12

Este año se conmemora el centenario de la Revolución Rusa –me refiero exclusivamente a la Revolución de Octubre, la que sacudió el mundo y condicionó la vida de cerca de un tercio de la población mundial en las décadas siguientes– y también se conmemoran los 150 años de la publicación del primer volumen de El capital de Karl Marx. Juntar ambas efemérides puede parecer extraño, porque Marx nunca escribió con detalle sobre la revolución y la sociedad comunista y, de haberlo hecho, resulta inimaginable que lo que escribiese tuviera cierto parecido con lo que fue la Unión Soviética (URSS), sobre todo después de que Stalin asumiera la dirección del partido y del Estado. La verdad es que muchos de los debates que la obra de Marx suscitó durante el siglo XX, fuera de la URSS, fueron una forma indirecta de discutir los méritos y deméritos de la Revolución Rusa.