El peón no tiene a nadie a quien mandar; es a él a quien le mandan y tiene que obedecer a su jefe; a él se debe y le es sumiso. Muchas veces condensa en su ejercicio de peón una mezcla de pleitesía y servilismo.
MSc. Abner Barrera / AUNA-Costa Rica
Es posible que el título “Los peones de Washington” que les damos a Álvaro Uribe y Oscar Arias, presidentes de Colombia y de Costa Rica respectivamente, les quede demasiado grande. Para quienes entienden el ajedrez, juego popular que también es arte, es ciencia y exige un gran ejercicio mental, los peones desempeñan un protagonismo imprescindible: son determinantes en la táctica y la estratégica de muchas partidas disputadas y no sólo son capaces de coronar sino también de determinar un jaque mate. Pero no es esa calidad de peones -de ajedrez- que poseen Uribe y Arias, porque la “partida” que Washington juega -especialmente contra Cuba- no es limpia, nunca la ha sido.
La ‘calidad’ de estos peones en mención es otra; se trata de la connotación que tiene en la jerga militar: peón es un soldado raso. El que una vez ingresado en las Fuerzas Armadas, ocupa el escalafón más bajo de la sucesión de mando. El peón no tiene a nadie a quien mandar; es a él a quien le mandan y tiene que obedecer a su jefe; a él se debe y le es sumiso. Muchas veces condensa en su ejercicio de peón una mezcla de pleitesía y servilismo.
En los últimos lustros, Nuestra América ha ido creciendo gracias a algunos dirigentes al frente de sus países, quienes se han convencido del sueño libertador, que la unidad de los pueblos es la mejor defensa contra el saqueo y la dominación de nuestras riquezas por parte del imperio. En esa perspectiva es que tuvo lugar en Cancún, México la primera Cumbre de la Unidad de Latinoamérica y el Caribe en febrero pasado, sin la presencia de los Estados Unidos. Los alcances que pudiera tener esta unión van desde políticas de cooperación e integración económica hasta las luchas conjuntas por la independencia y soberanía de nuestras naciones. Por primera vez se ha conformado una comunidad latinoamericana y caribeña sin el control de Washington. Pero dado que el imperio estaba pendiente con antelación que esta vez no estaría presente, es decir, no tendría voz propia en el evento, entonces buscó que otras voces -las de sus peones-, fueran las que se escucharan en la Cumbre, con el fin de impedir u opacar el grito de los libertadores: la unidad de los pueblos.
El primero fue Uribe, quien en lugar de contribuir a la integración de los pueblos y rechazar la prepotencia y agresión permanente de los Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe, pretendió más bien señalar provocativamente que, el gobierno de Venezuela en la persona de Hugo Chávez venía ejerciendo un bloqueo contra Colombia. O sea, abrió la boca no para condenar el bloqueo real que desde hace casi medio siglo los Estados Unidos ejercen contra Cuba, sino para eructar una fantasía, algo totalmente irreal. A lo que el presidente Chávez, con cifras y evidencias de cooperación, demostró la evolución comercial entre ambos países, silenciando así esa voz anti latinoamericana. Lo cómico es que este peoncito hace pocos meses tuvo un acuerdo militar con los Estados Unidos para que éste estableciera siete bases militares en Colombia con el propósito de que restaurara su capacidad de maniobra e intervención en nuestros países sudamericanos. El ‘bloqueo mental’ de Uribe le impide entender cuáles son los propósitos que tiene el imperio yanqui contra la revolución bolivariana al instalar bases militares en Colombia.
Es de conocimiento general que cuando se ejerce el oficio de peón y se tiene internalizado el espíritu del amo, actitudes como éstas no sorprenden.
El segundo fue Oscar Arias, que aprovechando la tribuna hizo “algunas reflexiones”. En ellas sostiene una postura que se hace añicos en su actual administración. Expresa: “Nos corresponde honrar la deuda con la democracia, con el desarrollo y con la paz”, “construir una institucionalidad confiable”. Denuncia que hay “gobiernos tentaculares, que han borrado las fronteras entre gobernante, partido y Estado”. Afirma: “Un verdadero demócrata, si no tiene oposición, debe crearla”, “Demuestra su poder abriendo hospitales, caminos y universidades” “Un verdadero demócrata demuestra su energía combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad ciudadana y no imperios extranjeros y conspiraciones imaginarias.” Si hay algo que ha caracterizado el gobierno de Arias en Costa Rica es precisamente la falta de separación e independencia de los poderes e instituciones del Estado, la inseguridad ciudadana y aumento del crimen organizado, la satanización a la oposición y el total rechazo al diálogo, el empobrecimiento y abandono de los servicios públicos como salud y educación, entre otros. Todo indica que Arias, en la Cumbre, estaba divulgando sus propias deficiencias.
En su intervención también pretendió mostrarse defensor de las causas latinoamericanas. Dijo: “Ésta es mi última participación en una cumbre internacional. No pretendo despedirme de América Latina ni del Caribe. Los sueños de esta región los llevo atados al centro de mi vida.” Sin embargo, todo su discurso contiene una visión de América Latina semejante a la de los “analistas” que escribieron El manual del perfecto idiota latinoamericano. Sostiene que América Latina es pobre, atrasada y subdesarrollada por culpa de sus propios gobernantes (él también estaría incluido ahí). Así, Arias denota incapacidad para entender la historia, ver las asimetrías económicas, el saqueo de nuestros recursos, la explotación de la gente y el empobrecimiento de nuestros pueblos; todo esto ejercido por el imperio yanqui.
Comportamiento y visión como los de Uribe y Arias en América Latina no son recientes; hay una tradición anti latinoamericana de presidentes sometidos y serviles al imperio; gentes que llegan al poder –aunque nunca tienen el control del poder- para facilitar por medio de tratados comerciales – o sea “por las buenas”- la depredación de las riquezas, o si no, el control de nuestra soberanía – o sea “por las malas”-, permitiendo la instalación de bases militares en su territorio; de cualquier manera, siempre el objetivo es que el imperio se imponga sobre nuestras naciones.
El Guerrillero Heroico, como le llamó Fidel al CHE, dijo allá por los años sesenta: “Porque esta gran humanidad ha dicho: ¡Basta! y ha echado a andar, y su marcha de gigante ya no se detendrá”. Este grito revolucionario de Guevara se inserta en los ideales de los libertadores y ha tratado de tomar forma en la Cumbre realizada en Cancún. Es una marcha larga y difícil frente a la que Washington no se quedará con los brazos cruzados, y para eso tiene a sus peones. Pero el jueguito que estos realizan son las típicas poses antilatinoamericanas, que por su ridiculez no hacen sino darle sentido histórico a esta cita presurosa y expectante de los pueblos.
1 comentario:
Siempre tan atinado, Abner. Que bueno que tu celo por la justicia sigue vivo. Que todos nos incendiemos de dignidad, sin perder la ternura.
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