sábado, 1 de junio de 2013

Otro latigazo de Correa

Nadie puede negar que el actual presidente ecuatoriano es uno de los líderes latinoamericanos de izquierda más preparados; su administración ha estado marcada por logros económicos, sociales y culturales, y su liderazgo ha contribuido a la integración de los pueblos latinoamericanos y al fortalecimiento de un frente del Sur contra el imperialismo.

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

Correa afirma el rumbo de la Revolución Ciudadana.
El pasado viernes 24 de mayo Rafael Correa Delgado asumió la presidencia de Ecuador por tercera vez. En cada una de las elecciones el partido Alianza País liderado por él ha gozado del apoyo popular: “Hemos resultado vencedores en nueve procesos electorales de manera consecutiva, entre ellos, dos reelecciones en una sola vuelta, lo que es ejemplo de democracia directa. Tenemos las más altas tasas de aprobación política desde nuestro retorno a la democracia y el pasado 17 de febrero el pueblo ecuatoriano nos ratificó con su generosa confianza con más del 57 por ciento de los votos”. La continuidad de Rafael Correa al frente del gobierno ecuatoriano cobra mayor valor, toda vez que se trata de un proceso político -Revolución Ciudadana- que ha protegido y garantizado los derechos humanos más elementales de sus habitantes, ha defendido la soberanía e independencia del país y ha sido –Rafael Correa- desde sus inicios, otra de las voces latinoamericanas incómodas a los oídos de Washington.

Por eso no es de extrañar que los grandes medios masivos comerciales al servicio de los intereses de las oligarquías latinoamericanas y de los Estados Unidos hayan tratado de invisibilizar la asunción del presidente en Ecuador; se limitaron a “asegurarse” que no volvería a ser candidato para un cuarto mandato. ¡Qué tranquilidad! Se olvidan que en Ecuador, desde hace más de seis años manda el pueblo y no la oligarquía con sus consorcios y sociedades privadas de los medios de comunicación, que estaban acostumbrados a quitar y poner títeres en el Palacio de Gobierno. El 23 de mayo contundente dijo: “La patria es de todos, de los más pobres. Tendremos muchos errores, pero quien ahora manda es el pueblo ecuatoriano, no las élites. Nadie está aquí por ambiciones personales. Estamos para servir a nuestro pueblo”.

Entre las virtudes del presidente Correa están su gran facilidad para comunicarse y la valentía con la que expresa sus ideas. Solicitado en los últimos años por varios medios en la vieja Europa (Cataluña, Madrid, Sevilla, Berlín, Londres) y en Estados Unidos, ha disfrutado en los diferentes sets televisivos dando cátedra de economía, historia, libertad de expresión, democracia y derechos humanos. Los periodistas entrevistadores del Primer Mundo, acostumbrados a menospreciar a los líderes latinoamericanos, se han llevado muchas sorpresas con Rafael Correa, porque pasaron de la fácil posición de acusadores y calumniadores contra los gobiernos progresistas de América Latina a ser arrinconados por desinformados, impostores y faltos de ética; el líder ecuatoriano les ha hecho pasar momentos incómodos, desenmascarando la falsa independencia y el poder neutral que creen tener los medios.

Rafael Correa no es un político tradicional ni es un político improvisado; es político y es académico que dejó las aulas universitarias para ponerse al servicio público de su pueblo; es un extraño político que llegó a la presidencia de Ecuador para defender los intereses de la Nación. En Europa y Estados Unidos ha hecho gala de su vasto conocimiento en economía y les ha explicado las causas de la crisis que viven.

En los últimos dos lustros, después del comandante Hugo Chávez, Rafael Correa ha sido el presidente latinoamericano más atacado. En todos estos años, dentro y fuera de Ecuador la tiranía mediática se ha dedicado a demonizarlo, acusándole especialmente de prohibir la libertad de expresión y encarcelar periodistas; sin embargo, nunca han podido mostrar una sola prueba de esas acusaciones. Es contradictorio, si la oposición dice que no existe libertad de expresión, entonces ¿cómo pueden expresarse libremente, difamar y mentir un día sí y otro también? Si no hubiera libertad de expresión, entonces no estarían los medios de la derecha oligárquica ecuatoriana repitiendo sistemáticamente a sus anchas esas falsedades. Este es el mismo coro cacofónico que canta la oposición en Venezuela, Bolivia y Argentina.

Hoy en América Latina es más evidente saber quiénes son los gobiernos que han apostado por un cambio hacia un mejor desarrollo humano de sus pueblos, ojeando los titulares y las columnas de calumnias de los medios comerciales, que leyendo las verdades mismas de esos gobiernos; el gran poder mediático silencia los logros humanos de los gobiernos progresistas. Es decir, si un líder o gobierno latinoamericano es demonizado por la prensa cavernaria, eso indica entonces que está haciendo una gestión digna, justa y humana.

Contra el gobierno de Rafael Correa se han levantado las voces más reaccionarias, injerencistas, imperialistas y neoliberales del continente; son los mismos predicadores  apocalípticos, falsos profetas y narradores de ficción de siempre, entre ellos Mario Vargas Llosa, Andrés Oppenheime y Carlos Alberto Montaner; “analistas” al servicio de la maquinaría mediática continental, protegidos por la SIP para vociferar contra las conquistas de los pueblos y sus gobernantes; son las estrellas del circo publicitario de CNN, El País y el Nuevo Herald. La avalancha calumniosa de estos publicistas contra el gobierno ecuatoriano es una señal de que la Revolución Ciudadana avanza firma y soberana.

Nadie puede negar que el actual presidente ecuatoriano es uno de los líderes latinoamericanos de izquierda más preparados; su administración ha estado marcada por logros económicos, sociales y culturales, y su liderazgo ha contribuido a la integración de los pueblos latinoamericanos y al fortalecimiento de un frente del Sur contra el imperialismo.

En su discurso de asunción de mando Rafael Correa lanzó otro latigazo: “Quiero decirles compañeros que este gobierno del Ecuador está comprometido primeramente con su pueblo, pero también con los demás pueblos de América Latina. Cuenten con el gobierno de Ecuador, porque ya no somos el patio trasero de nadie”.

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